- La entidad internacional hizo un llamado a remover los hipopótamos que habitan en la cuenca media del río Magdalena. Se estima que actualmente hay entre 90 y 100 de estos animales, considerados una especie invasora en el país.
- Expertos sugieren, en un reciente estudio científico, que la opción más viable es sacrificar a los hipopótamos. Aunque advierten que esto no se debe hacer de cualquier manera y se deben seguir criterios estrictos, esta posibilidad generó una fuerte polémica en Colombia, sobre todo entre sectores animalistas.
Las especies invasoras son uno de los grandes problemas que enfrentan los ecosistemas mundiales, ya que empiezan a colonizar hábitats y ponen en riesgo a las poblaciones nativas. Eso es lo que sucede en Colombia, desde hace casi tres décadas, con los hipopótamos que el fallecido narcotraficante Pablo Escobar trajo a Colombia y que, luego de su muerte y de que intervinieran sus bienes, empezaron a dispersarse por la cuenca media del río Magdalena.
Constantemente se habla de los impactos de los hipopótamos sobre los ecosistemas colombianos y de cuáles pueden ser las mejores alternativas para su manejo. Sin embargo, el tiempo pasa y el problema se sale de control. Según un último estudio publicado en la revista Biological Conservation, se estima que actualmente hay entre 90 y 100 de estos animales en un área de aproximadamente 2000 km2. Además, si la tasa de reproducción continúa así, para el 2039 habría cerca de 1500 hipopótamos.
Los cuatro hipopótamos de Escobar se reprodujeron exitosamente en Colombia pues no cuentan con depredadores y el río Magdalena no enfrenta las condiciones temporales de sequía por las que pasan los cuerpos de agua africanos donde habitan naturalmente. La captura y traslado de estos cuatro grandes mamíferos hubiera sido la solución más sencilla pero hoy es una alternativa compleja pues son demasiados animales.
Los autores de la investigación hacen un llamado sobre la urgente necesidad de que las autoridades colombianas tomen decisiones de manejo críticas, las cuales deben enfocarse en limitar el crecimiento y expansión de la población de hipopótamos. Creen que la mejor opción de manejo es el sacrificio de estos animales. “Nuestras proyecciones indicaron que el único curso de acción que probablemente podría conducir a la extirpación de esta especie exótica es implementar una extracción de alto nivel mediante el sacrificio. Sin embargo, como el hipopótamo es una especie muy carismática, este enfoque no está exento de controversias”, dice el artículo.
Esta sugerencia generó gran controversia en el país, sobre todo entre sectores animalistas, que empezaron a cuestionar las recomendaciones científicas y a generar escenarios de debate. Sin embargo, hace pocos días el Grupo de Especialistas en Especies Invasoras de la UICN respaldó a los autores del artículo científico.
Sacrificar hipopótamos: una acción impopular
Sacrificar a los hipopótamos es quizás la alternativa más impopular que se puede tomar, sin embargo, la bióloga Nataly Castelblanco, autora principal del artículo, dice que se debe aplicar el principio precautorio y que gracias a mucha evidencia empírica disponible, la solución desde la óptica de la biología de la conservación es simple: “erradicar la población invasora para preservar la biodiversidad, los servicios ecosistémicos y la seguridad humana”.
Sin embargo, hace énfasis en que la erradicación no significa sacrificar a todos los hipopótamos invasores ni hacerlo de cualquier manera, sino implementar tasas de extracción suficientes y prácticas responsables y éticas para controlar la reproducción y la dispersión de los individuos.
A pesar de todo esto, y debido a los cuestionamientos de los sectores animalistas, entidades ambientales colombianas siguen considerando otras alternativas. Según los veterinarios y biólogos de Cornare —autoridad ambiental regional donde se concentran la mayoría de los hipopótamos— se estudia la posibilidad de una esterilización donde se utilizará la inmunocastración, es decir, una vacuna y no un tratamiento hormonal. “La vacuna estimula a los lechones vacunados para formar anticuerpos contra su propia hormona liberadora de gonadotropinas (GnRH) que produce una supresión inmunológica de la función testicular”, explicaron desde Cornare.
Cornare y el Ministerio de Ambiente de Colombia presentaron una solicitud de apoyo para la adquisición de dicho medicamento ante la Embajada de Colombia en Estados Unidos, pues esta sustancia no es de uso comercial y solo es fabricada en el país norteamericano. David Echeverri López, coordinador del Grupo Bosques y Biodiversidad de Cornare, dijo que la intención es empezar este año con el proceso de vacunación en toda la población de hipopótamos en su jurisdicción y que requerirán unas 2000 dosis.
Sin embargo, Castelblanco asegura que “nuestros análisis demuestran que la castración, quirúrgica o química, por sí sola no es suficiente para erradicación. Y aunque se esterilizaran todos los individuos —algo utópico—, al ser animales longevos impactarán el ecosistema por varias décadas”.
Por su parte, la concejal animalista de Bogotá, Andrea Padilla, publicó hace poco una columna de opinión en la que critica el hecho de que biólogos expertos prefieran, según dice, matar a los hipopótamos en lugar de esterilizarlos porque sería un proceso lento y costoso. “¿Desde cuándo ahorrarle plata al Estado hace parte de las valoraciones ambientales? […] Por eso inquieta la facilidad con la que algunos expertos parecieran entregados a la solución final. Del Estado no sorprende —y no me extrañaría que un día de estos nos levantáramos con la noticia de una matazón de hipopótamos—, pero sí de quienes, por su formación profesional al servicio de la vida, lo que incluye a individuos, especies y ecosistemas, deberían bregar por buscar salidas que tuvieran en cuenta los intereses de todos los animales involucrados en el conflicto”.
Mientras todo esto ocurre, el Grupo de Especialistas en Especies Invasoras de la UICN envió, hace pocos días, una carta abierta al ministro de Ambiente, Carlos Eduardo Correa, en la que urge a las autoridades nacionales comenzar un programa de remoción de la población de hipopótamos en el país. “Cualquier campaña de eliminación debe garantizar tasas de eliminación que superen significativamente el crecimiento de la población para tener un efecto real”, dicen.
Los expertos de la UICN conocen del debate en torno a la posibilidad de realizar una esterilización pero aseguran que “es muy poco probable que dicha estrategia sea exitosa a largo plazo porque no elimina los impactos que los animales seguirán causando durante décadas, considerando que los hipopótamos tienen una esperanza de vida de 40 años”.
Finalmente, la carta asegura que “somos plenamente conscientes que los hipopótamos son animales muy carismáticos y fascinantes, y que la eliminación puede enfrentar la oposición de varios grupos interesados. Sin embargo, enfatizamos respetuosamente que si la acción se retrasa o se llevan a cabo estrategias de gestión ineficaces, aumentarán los impactos en los ecosistemas, los medios de vida y los riesgos para los seres humanos. La acción debe ser rápida e impostergable, de lo contrario habrá mayores costos y desafíos”.
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¿Hay más opciones?
En medio de toda la polémica que genera el control de los hipopótamos en la cuenca del río Magdalena en Colombia, y la preocupación de que se expandan hacia la región Caribe del país, mucho se ha hablado de otras opciones como capturarlos y encerrarlos, trasladarlos a África o llevarlos a zoológicos.
Hace algunos meses, en una extensa entrevista con Mongabay Latam, Germán Jiménez, biólogo, profesor de la universidad Javeriana en Bogotá y coautor del artículo publicado en la revista Biological Conservation, respondió a esas inquietudes.
Según dice, la primera línea de choque que se tenía era la eutanasia pero en este momento eso no es posible porque existe una orden judicial de 2012 que prohíbe la cacería de control de hipopótamos, “algo bastante curioso cuando en este país matan jaguares, pumas y otros animales nativos todos los días, pero ellos no tienen esa misma protección. El manejo de los hipopótamos en Colombia debe ser con la razón y no con el corazón”, comenta.
Una segunda alternativa es contenerlos para reducir y limitar su dispersión pero hoy eso ya es costoso y nada sencillo porque una medida de contención implica enviar un equipo de personas a campo, generar un cerco, capturar los animales y disponerlos en algún sitio. “El hipopótamo permanece mucho tiempo en el agua y no es fácil ubicarlo. Son animales muy agresivos y no es fácil capturarlos y manipularlos, el riesgo de muerte es altísimo”, dice Jiménez y asegura que el Ministerio de Ambiente, en ninguna de sus administraciones, se ha ocupado de esto como un problema. “Hay una total indolencia por parte de nuestros gobiernos, le dan la espalda al tema”. Además, al gobierno nacional se le ha criticado por no haberle dado un adecuado manejo a estos animales cuando solo eran cuatro y por haber dejado que el problema se saliera de control.
En cuanto a trasladarlos a África, el biólogo afirma que al no conocer su procedencia, las autoridades africanas los devolverían porque sería introducir un riesgo biológico para ese continente. “Son animales que vienen con una carga parasitaria de otra región tropical y eso no solo podría afectar a otros hipopótamos sino a otras especies”, comenta.
Llevarlos a zoológicos tampoco es algo fácil pues, según dice Jiménez, en este momento no hay lugares que estén en capacidad de hacerse cargo de un hipopótamo porque son muy costosos de mantener.
Finalmente, varios científicos en un estudio publicado en la revista Scientific Reports sugieren que la compasión, la empatía y la tendencia a proteger incrementa hacia las especies más cercanas evolutivamente al humano. Por ejemplo, hay acciones para controlar al pez león, que también es una especie invasora en Colombia, pero estas no han generado polémica. Incluso se han celebrado festivales que incentivan su captura y su posterior preparación en la cocina. Catalina Reyes, bióloga y microbióloga de la Universidad de Los Andes y quien ha sido muy cercana al movimiento animalista, le dijo a El Espectador que “como el pez es más basal, más joven en el árbol de la vida, hace que no le demos el mismo valor que a otros animales como el hipopótamo”.
*Imagen principal: El hipopótamo es el tercer animal terrestre más grande. Es una especie invasora que no tiene depredadores en Colombia. Foto: Fundación Zoológico Santa Cruz.
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