- El parque Tinigua sigue siendo el área protegida más impactada por la deforestación. Las vías, la colonización y la ganadería han llevado a un fuerte proceso de acaparamiento de tierras en su interior.
- La rápida degradación del parque podría llevar a que se pierdan sus servicios ecológicos. La plataforma Global Forest Watch detectó 53 340 alertas de deforestación en la última semana de marzo, correspondientes a quemas de bosque primario previamente talado.
Durante varios años el Parque Nacional Natural (PNN) Tinigua ha encabezado los listados de las áreas protegidas más afectadas por la deforestación en Colombia. Según datos oficiales del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), en el 2019 Tinigua perdió 6527 hectáreas, seguido por el parque Sierra de La Macarena con 2173 hectáreas, el parque Serranía del Chiribiquete con 820 hectáreas y el parque Paramillo con 806 hectáreas. El Ideam aún no ha revelado las cifras oficiales de 2020 ni ha hecho público el boletín de alertas tempranas para el primer trimestre de 2021.
Sin embargo, los expertos creen que la deforestación en la Amazonía colombiana creció durante el año pasado y que la tendencia sigue en lo que va del 2021. De hecho, hace un año, la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) advirtió que solo entre el 1 de enero y el 15 de abril de 2020 se talaron cerca de 75 mil hectáreas de selva amazónica, casi la misma cantidad talada en la región durante todo el 2019.
Hace poco la plataforma Global Forest Watch (GFW) advirtió sobre un incremento en las alertas de deforestación en el PNN Serranía de Chiribiquete, entre enero y febrero de 2021, y ahora revela la preocupación por lo ocurrido en el PNN Tinigua en marzo de este año, cuando detectaron grandes extensiones de bosque intacto quemadas junto a tierras previamente deforestadas. En la última semana de marzo, GFW emitió 53 340 alertas de deforestación en Tinigua.
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El parque Tinigua sigue perdiendo la batalla
De acuerdo con Rodrigo Botero, director de la FCDS, en Tinigua se han instalado más de 500 familias y se sigue dando la deforestación, sobre todo al sur del río Guayabero. “El parque ya tiene una afectación altísima, se han consolidado nuevas vías, más entrada de ganado y nuevas fincas. Ya hay una conexión de deforestación que viene desde el parque Picachos y va hasta el norte de Chiribiquete”, asegura. En los sobrevuelos que realiza la Fundación detectaron un incremento notable en las quemas en la Amazonía entre la segunda mitad de febrero y principios de marzo.
Botero cree que la parte norte del río Guayabero, dentro del parque Tinigua, también podría estar en riesgo en un futuro pero que eso dependerá, en gran medida, de las decisiones que tomen las disidencias de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc) que operan en la zona y controlan buena parte de este territorio.
Mongabay Latam se contactó con Parques Nacionales Naturales de Colombia para preguntarles por lo que ocurre en el PNN Tinigua, pero hasta la publicación de este reportaje no se obtuvo respuesta.
Deforestación en el parque nacional Tinigua. Sobrevuelo realizado por la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS).
La situación es preocupante desde hace varios años y así lo reflejó un reporte de 2019 publicado por el Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP), una iniciativa de Conservación Amazónica (ACCA). La deforestación del bosque primario en Tinigua pasó de casi 3000 hectáreas en 2017 a casi 12 000 en 2018, momento en que alcanzó su pico más crítico.
Con todo, el PNN Tinigua no es el único que preocupa. En el PNN Sierra de La Macarena, contiguo al Tinigua, hay nuevas vías, tanto en la zona de la planicie como en la montaña y, según Botero, hay nuevos frentes de colonización en la parte oriental del parque, “generando una discontinuidad ecológica en una zona gigantesca que da contra la planicie amazónica. Se está generando un proceso de apertura y de consolidación de un frente de deforestación que va desde Santo Domingo [zona rural del municipio de Vistahermosa] hasta La Julia [zona rural del municipio de Uribe]. Es muy grave”.
El Parque Chiribiquete, un poco más al sur de Tinigua y La Macarena, también se ha visto afectado en su parte norte y occidente. “El Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete perdió más de 1000 hectáreas en solo los últimos seis meses [septiembre 2020 – febrero 2021], en seis distintas zonas del parque. Gran parte de esta deforestación parece estar asociada con la conversión de bosque primario a pasto para la ganadería ilegal”, dice un reporte de febrero pasado publicado por MAAP.
El director de la FCDS añade que otra situación crítica es el proceso de invasión a gran escala que está viviendo el resguardo indígena Yaguará, en el municipio de La Macarena y contiguo al PNN Chiribiquete, que influirá negativamente tanto en el resguardo como en el área protegida. “Lo del municipio de Mapiripán, en el extremo suroriental del Meta, también me dejó consternado. A inicios de año contabilicé cinco accesos viales que tienen en promedio 100 km. Se está dando una colonización de gran escala, con gran capacidad económica y a una velocidad imparable”, añade Botero.
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Vías y colonización a toda velocidad
En tiempos de pandemia se pensó que la apropiación de tierras disminuiría, sin embargo, los expertos aseguran que, por el contrario, las actividades ilegales vieron una gran oportunidad pues el Estado se mostró más débil y ausente en los territorios amazónicos. Desde la FCDS aseguran que el método es claro: hacer carreteras y meter ganado. Los animales son visibles desde los sobrevuelos y, en la Amazonía, la apropiación de tierras se termina de consolidar llevando vacas.
“La construcción de carreteras es impresionante, la tendencia del 2020 y 2021 nos muestra que hay unas capacidades operativas y económicas enormes para hacerlas por todas partes. Colombia sobresale porque la densidad de vías [km lineales por km2] en la región amazónica es la más alta entre todos los países que comparten el bioma. Eso da una idea de la intensidad de la transformación”, comenta Rodrigo Botero.
En los últimos años, según le dijo Mario Barón —director para Caquetá de la autoridad ambiental Corpoamazonia— a Reuters, la entidad intentó desmantelar algunas de las carreteras no planificadas y algunos lugareños están ayudando a denunciar la deforestación.
Sin embargo, la velocidad de apertura de vías no se compara con cualquier intento por frenar su expansión. “A mí me impresiona que esa maquinaria [para abrir carreteras] pasa por la mitad de los resguardos, de los parques nacionales y de las reservas forestales. Lo hace con o sin presencia de disidencias, con Ejército y sin Ejército, no hay quien controle y hay carreteras recién hechas en los lugares más insospechados”, asegura Botero, quien también hace un llamado al gobierno nacional para evitar la demora en la entrega de las cifras oficiales de deforestación pues el país ya cuenta con la capacidad técnica para hacerlo con mayor prontitud.
*Imagen principal: Al fondo zonas recién deforestadas y al frente zonas taladas donde ya se construyeron fincas. Foto: FCDS.
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