- Un decreto de 2019 del gobierno de Montenegro expresó la intención del país de crear un campo de entrenamiento militar en las praderas de las tierras altas de Sinjajevina en el norte del país.
- Pero en las tierras de pastoreo de Sinjajevina han vivido criadores de ganado durante siglos y los científicos afirman que este uso sustentable es responsable en parte de la gran diversidad de vida que vive en la montaña; los activistas sostienen que una incursión de las fuerzas armadas destruiría el sustento, la biodiversidad y los servicios de ecosistema vitales.
- Ahora una coalición nueva gobierna Montenegro, una coalición que ha prometido reevaluar el uso militar de Sinjajevina.
- Pero con la política y la posición en Europa del país en cambio, el movimiento contra las fuerzas armadas está presionando la designación formal de un parque que protegería de forma permanente a los pastores de la región y el ambiente.
La familia de Mileva “Gara” Jovanović ha llevado ganado a pastorear en las tierras altas de Sinjajevina de Montenegro durante más de 140 veranos. Las praderas montañosas del macizo Sinjajevina-Durmitor son las más grandes de la península balcánica de Europa y han provisto a su familia no solo leche, queso y carne, sino también un sustento duradero y los medios para mandar a cinco de sus seis hijos a la universidad.
“Nos da vida”, dijo Gara, una vocera electa para los ocho grupos autodescritos como tribus que comparten la pastura de verano.
Gara afirma que estas pasturas alpinas —“la Montaña”, le dice— están bajo una gran amenaza y, con ella, la forma de vida de las tribus. Hace dos años, las fuerzas armadas de Montenegro siguieron adelante con planes para crear un campo de entrenamiento en donde los soldados harían ejercicios y práctica de artillería en estas praderas.
Sin escapar a los desafíos abrumadores de la vida como criadora de ganado alpina, Gara contó que la primera vez que oyó sobre los planes militares, se largó a llorar. “Destruirá la Montaña porque es imposible tener tanto el polígono militar como el ganado”, contó a Mongabay.
Los antropólogos que han estudiado la región explican que los pastores han traído sus rebaños a las pasturas de Sinjajevina durante alrededor de 3000 años. Ahora, Gara teme que el uso de la tierra por parte de los militares altere totalmente el equilibrio natural actual que 250 familias locales han cultivado con cuidado.
Todas las tribus son parte del mismo grupo étnico y se han reunido de forma periódica para hablar sobre la administración de las tierras de pastoreo. Gracias a sus esfuerzos de crianza, pastos verdes cubren la Montaña cada primavera que alimentan no solo a su ganado, sus ovejas y caballos. La relación de largo plazo entre las comunidades naturales y humanas también pone en peligro un paisaje único y rico en especies, mientras que el deshielo que cae desde Sinjajevina le da agua a Montenegro y es sustento para su población humana.
“Mantener una diversidad de usos y prácticas aquí arriba está ayudando a conservar algunas cosas muy valiosas” dijo a Mongabay Pablo Domínguez, un antropólogo ambiental en el Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia (French National Centre for Scientific Research, CNRS) de la Universidad de Toulouse.
La batalla por el futuro de Sinjajevina —ya sea que siga siendo un ejemplo inusual de la naturaleza coexistiendo con la humanidad o se convierta en un campo de pruebas para tropas equipadas y artillería pesada— ha envuelto no solo a Gara, las ocho tribus y el gobierno de una nación pequeña de los Balcanes; también será una parte importante de la geopolítica mundial de la OTAN y la Unión Europea.
Para muchos, Gara incluida, las dos vías son incompatibles. Esa postura llevó a una manifestación de 51 días a fines de 2020. Alrededor de 150 productores agropecuarios y activistas hicieron campamento en la Montaña en otoño y bloquearon el despliegue militar con poco más que su presencia y su auténtica determinación.
Al menos por ahora, han tenido éxito y eso coincidió con un cambio político en Montenegro. Hoy en día, el desafío que Gara y Domínguez enfrentan es aprovechar este triunfo efímero para obtener protecciones permanentes para Sinjajevina y su gente.
Tierras altas y país natal de una diversidad sorprendente
Las tierras de pastoreo de Sinjajevina cubren una planicie rocosa ondulada en el norte de Montenegro de más de 450 kilómetros cuadrados (147 millas cuadradas), según el gobierno, en medio de las cumbres escarpadas dolomíticas y los karst de caliza de los Alpes Dináricos.
Las elevaciones promedio de 1600 metros (5250 pies) significan que nieve intransitable cubre las altas pasturas durante cinco o seis meses cada año. En ese tiempo, los pastores desocupan sus katuns —pequeños asentamientos estacionales alpinos— hasta que vuelve el calor de fines de la primavera.
Estas tierras de pastoreo bordean el Parque Nacional Durmitor y la Reserva de la Biósfera de la Cuenca del Río Tara, ambos patrimonio mundial de la UNESCO en donde los ríos que drenan estas alturas convergen, que desembocan en el cañón de ríos más profundo de Europa.
A primera vista, Sinjajevina parece infinita y tranquila —incluso inhóspita—. Para las fuerzas armadas, “está vacía”, dijo Petar Glomazić, un productor de documentales. Desde 2019, Glomazić ha codirigido una coalición de grupos de derechos humanos internacionales y locales, ONG ambientales y el Partido Verde de la Unión Europea en un impulso para evitar que las fuerzas armadas de Montenegro requisen el centro de Sinjajevina.
Las primeras impresiones del vacío de la región pueden ser engañosas. Las pasturas de Sinjajevina pueden engordar 10 000 vacunos y 70 000 ovejas cada verano, según estimaciones de científicos agrícolas.
“Ese estilo de vida, ese estilo muy sustentable de vida, ha existido allí por siglos”, afirmó Glomazić.
Pasando Sinjajevina, en tierras abajo, tanto las personas como el ambiente han sido golpeadas por siglos de tumultos provocados por los humanos en una región turbulenta a nivel político. Los Balcanes están en el nexo de rutas comerciales que conectan Europa y Asia y más allá de las fronteras de ahora extintos imperios y divisiones religiosas. Esa ubicación ha generado conflictos reiterados en medio de estructuras de poder aleatorias durante muchos siglos.
La tribu de Gara, la Bjelopavlići, tienn un reclamo jurídico sobre la Sinjajevina que data de finales del siglo XIX. Luego de una guerra con el Imperio Otomano, el rey Nikola I le dio a la Bjelopavlići el derecho jurídico de llevar a pastar sus rebaños al lugar en reconocimiento de sus esfuerzos y sacrificio para frenar a los turcos.
Gara y sus seis niños descienden de esa línea de pastores que han llevado a pastorear sus rebaños a la Montaña, primero a pie, un viaje que tomaba de tres a cuatro días, y ahora con camiones. Han pasado por dos guerras mundiales, la formación y desintegración de naciones-estado, el surgimiento y la caída del comunismo, y un conflicto étnico despiadado que fue brutal para la Península Balcánica en la década de los noventa.
Por su parte, los niños de Gara siguen comprometidos con preservar el estilo de vida que su madre y otros han mantenido vivo, dijo su hija, Persida Jovanović.
Las ocho tribus están seguras de que retirar la influencia humana de las pasturas causará un cambio inmediato en el ambiente, afirmó Gara —un cambio que podría destruir el ecosistema y alterar profundamente el equilibrio que existe allí hoy—.
“Nuestros ancestros, y nosotros hoy, tenemos leyes no escritas de cómo mantener a la Montaña limpia, en especial el agua de manantial”, señaló Gara. Este código rige en qué momento de la temporada la gente puede llevar su ganado a las altas pasturas, la cantidad de animales permitidos, en donde pueden mantener el agua libre de contaminación y otras consideraciones para alentar la producción renovada de pasturas año a año.
Estas estrategias heredadas a su vez han ayudado a preservar la vida de animales y la flora silvestre.
“Es en verdad un ejemplo hermoso de simbiosis de humanos y naturaleza. Esa naturaleza sería diferente sin los humanos”, sostuvo Glomazić, “y viceversa”.
Praderas mundiales en proceso de desaparición
Mantener este equilibrio de tradición requiere una conexión delicada entre los sustentos pastorales tradicionales y la naturaleza —una conexión que está desapareciendo en el mundo, en especial en pasturas a medida que la humanidad las modifica para agronegocios industriales y otros usos modernos.
En 2020, un equipo de investigadores en Japón, dirigido por Taiki Inoue de la Universidad de Tsukuba en Nagano, observó comunidades de plantas en las praderas de las tierras altas de Sugadaira. En la Sugadaira de Japón, como la Sinjajevina, han vivido pastores durante miles de años. Más recientemente, los pastores han abandonado partes de estas pasturas asiáticas, porque les resulta más difícil vivir de la cría de ganado en el mundo de hoy.
Los investigadores compararon la cantidad de especies de plantas en las pasturas con las de los bosques que aparecieron ante la ausencia de los pastores y en pasturas nuevas creadas después de que se deforestaron algunas de estas zonas. Descubrieron que las pasturas antiguas —de al menos 160 y, en algunos casos, miles de años— tienen la mayor variedad de plantas por mucho. Las pasturas más jóvenes, que se originaron a partir de la deforestación durante los últimos 52 o 70 años, tenían menos especies de plantas, pero todavía más que el bosque en sí.
Los autores notan que, a nivel mundial, las pasturas están desapareciendo. Alrededor del 13 % del área de tierra de Japón estaba cubierto de pasturas a principios del siglo 20, una cifra que decayó a 1 % a principios de los 2000. De igual modo, en décadas recientes, Brasil perdió la mitad de su vasto bioma de sabana del Cerrado, las mayores pasturas que quedan ahora en la Tierra. Dadas estas disminuciones precipitadas, los autores indican que las iniciativas de conservación deben tener como objetivo las “pasturas críticas” más antiguas en donde hay mayor biodiversidad —lugares como Sinjajevina—.
A las pasturas en general las comparten las comunidades, en lugar de ser propiedad de un solo dueño privado, una familia u otra entidad que cuente con las escrituras. Domínguez observó que no tiene mucho sentido dividir un paisaje cubierto de pasturas entre pastores para explotación individual. En sistemas de rango expansivo como Sinjajevina, los animales necesitan espacios vastos para que no sobrexploten las pasturas disponibles en un solo lote. A veces, estas áreas pastorales comúnmente administradas son incluso mencionadas de manera peyorativa como “tierras baldías”. Indicó que este nombre poco apropiado se debe a la suposición incorrecta de que la tierra solo es buena cuando se puede explotar de manera intensiva. De hecho, agregó, dichas tierras llamadas baldías a menudo tienen muchos más valores naturales y culturales que la agricultura intensiva.
A diferencia de la agricultura moderna convencional, los pastores de Sinjajevina comparten las pasturas extensas, en las que mueven sus animales de un lugar a otro y se adhieren a un código estricto de normativas autoimpuestas para evitar la sobrecarga de ganado en un lugar. Como resultado, las pasturas pueden ofrecer a las familias medios de ingresos sustentables de manera casi indefinida. La familia de Gara es la prueba viva de que este enfoque de preocuparse por las zonas comunes funciona, explicó Domínguez.
Pero la pequeña población —250 familias en el caso del Sinjajevina— deja a estos pastores en una posición en donde “apenas pueden oponerse a un estado central o la OTAN cuando toman tierras”, indicó.
Humanos y naturaleza en sintonía
Aunque la Sinjajevina ha prosperado en equilibrio durante siglos, resulta que la “simbiosis hermosa” que existe allí —tan rara y que se vuelve más inusual en las pasturas, selvas tropicales y otros paisajes del mundo— no es bien entendida por los científicos.
El ecologista Vladimir Pešić sostuvo que la escasez de datos sobre la Sinjajevina hace que “sea muy difícil hablar desde un punto de vista científico” que sucedería si las fuerzas militares la transforman en un campo de entrenamiento.
“Solo podemos especular”, expresó Pešić, un profesor de la Universidad de Montenegro. Pero, agregó, “de seguro habrá efectos en el ecosistema del cañón del río Tara”.
Milan Sekulović, el secretario general de la ONG montenegrina asociación Salvemos Sinjajevina, todavía lleva los rebaños de su familia a la Montaña cada primavera. Sekulović observó que la incursión militar amenaza con arruinar “un gran recurso ecológico porque todavía no sabemos exactamente qué tenemos”.
De hecho, la Agencia de Protección Ambiental de Montenegro (Environmental Protection Agency, EPA) hizo investigaciones en la ecología de la Sinjajevina antes de que las fuerzas militares hubieran —al menos públicamente— mostrado interés en la Montaña. Esa investigación, publicada en 2018, fue un paso inicial hacia la protección de las tierras altas de la Sinjajevina como un parque natural regional.
El estudio mostró una amalgama sorprendente de especies de plantas y animales, muchas halladas en varios otros lugares. Los investigadores registraron 1300 especies de plantas, 56 de las cuales viven solo en la península Balcánica. El macizo tiene decenas de especies de aves y mamíferos, además de un puñado de especies de anfibios y reptiles, incluida la víbora de karst (Vipera ursinii macrops), una serpiente pequeña y venenosa que crece en las pasturas montañosas, pero cuyas cifras han disminuido junto con su hábitat preferido.
El estudio de la EPA llevó a la promesa de fondos de la Unión Europea para crear un parque que protegería tanto al ecosistema como a la forma de vida de los pastores.
Otros documentos gubernamentales dan prueba del valor ecológico de la Sinjajevina. Un informe del Ministro de Desarrollo Sustentable y Turismo de Montenegro observa que la Sinjajevina es un bastión para mamíferos en peligro, tanto silvestres como domésticos, incluida la oveja de Piva que desarrollaron los pastores locales.
Además, los científicos sostienen que Sinjajevina da sustento a otras regiones de Montenegro. Cada primavera, los ríos alpinos se llenan de nieve derretida, que mana de las cumbres de caliza y da una fuente vital de agua dulce limpia para la población de Montenegro. Pešić, el editor principal de un libro llamado The Rivers of Montenegro (Los ríos de Montenegro), explicó que la nieve en la Montaña era una fuente de agua “muy importante” para la nación balcánica.
Zdravko Krivokapić, el primer ministro del país, recientemente reconoció esta dependencia y observó la necesidad urgente de entender mejor cómo alterar la Sinjajevina tendrá efectos no solo en el ambiente inmediato y la gente que vive allí, sino también en la población amplia de Montenegro.
“Hemos tenido mucho cuidado con todo lo que hacemos”, dijo Krivokapić al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en una conferencia de prensa conjunta el 15 de diciembre de 2020. “Debemos encontrar la mejor solución para satisfacer las necesidades de los requisitos de la OTAN y nuestros planes [nacionales] y preservar el valor esencial, que es, primero y principal, el ambiente”.
Gara fue más directa en su evaluación. “Si hacen los ejercicios militares en Sinjajevina, contaminarán nuestros ríos y montañas”, señaló. “Las aguas que vienen de la Sinjajevina —creo que van a la mitad del país—. Si esas aguas se contaminan, todo lo demás se contamina”.
Vientos de cambio (geo)político
Considerando estas inquietudes, ¿por qué, entonces, Montenegro ha elegido seguir con los planes militares que podrían poner en peligro el ambiente y el suministro de agua del país?
Varias fuentes especularon y dijeron a Mongabay que la presión para un campo de entrenamiento en Sinjajevina no venía solo del ejército de Montenegro, que en su totalidad tiene menos de 2400 soldados activos. En realidad, es posible que la posición de Montenegro en el flanco sudeste de Europa sea visto como estratégica por la OTAN, y quizás la Unión Europea, de la cual Montenegro todavía no es miembro. Pero esos objetivos militares también podrían poner a Montenegro en desacuerdo con los requisitos estrictos de la UE para proteger la naturaleza.
Por medio de un vocero, la OTAN no quiso hacer comentarios, excepto indicar a Mongabay que fuera a la conferencia de prensa del secretario general de la organización y el primer ministro montenegrino Krivokapić el 15 de diciembre.
La vocera de la Comisión Europea, Ana Pisonero, en nombre del Comisario europeo para la Política de Vecindad y las negociaciones para la Ampliación, reconoció a Mongabay que la zona de entrenamientos militares se superpone con un patrimonio mundial de la UNESCO —la Reserva de la Biósfera del Río Tara— y que la Sinjajevina es candidata para la inclusión en la Red Natura 2000 de la Comunidad Europea.
El programa Natura 2000 incluye hábitat de especies en peligro y áreas de cría, a menudo en lugares en donde los humanos también usan el espacio natural. Estas zonas no tienen las protecciones estrictas de los parques y reservas nacionales, pero los estatutos de la UE requieren que las naciones miembros las gestionen de manera sustentable.
Pisonero observó que un informe de 2020 de la UE requirió que Montenegro priorizara “medidas urgentes para preservar y mejorar el valor ecológico de áreas protegidas y posibles lugares de Natura 2000”.
Indicó que el informe solicitó que las operaciones militares en Sinjajevina “se planifiquen y controlen en línea con los principios de sustentabilidad sociocultural y ecológica de la UNESCO”. Pisonero también señaló que los requisitos restantes no cumplidos en relación con el ambiente y el cambio climático para la admisión de Montenegro a la UE estaban “entre los más exigentes”.
“Para avanzar en el camino de acceso a la UE, el país debe profundizar y acelerar reformas”, indicó Pisonero. “Mientras más rápidamente Montenegro esté en consonancia con la legislación de la UE, haga e implemente reformas necesarias, más rápidamente estará en posición de unirse”.
Comienzan las incursiones militares
En el verano de 2019, el movimiento para proteger Sinjajevina solicitó el cese de las actividades militares en Sinjajevina. La coalición activista argumentó que, además de los riesgos para el ambiente, el gobierno no había hecho las consultas y evaluaciones necesarias para cumplir con el principio internacional de consentimiento libre, previo e informado.
“No hubo negociaciones con nadie”, afirmó Domínguez. “Simplemente lo declararon”.
El gobierno firmó un decreto para la creación del campo de entrenamiento el 5 de septiembre de 2019. Para llamar la atención sobre los planes militares, alrededor de 10 000 personas firmaron una serie de peticiones organizadas por Salvemos Sinjajevina y grupos del extranjero, incluidos Land Rights Now, el Consorcio de Territorios y Áreas Conservados por Pueblos Indígenas y Comunidades Locales (the Indigenous Peoples’ and Community Conserved Areas and Territories Consortium, ICCA), la Coalición Internacional para el Acceso a la Tierra (International Land Coalition) y la Red de Tierras Comunes (Common Lands Network). Y alrededor de 100 ONG locales e internacionales de lugares tan remotos como Filipinas, Indonesia y Burundi firmaron una declaración en respaldo de las medidas.
Gara, junto con Sekulović de Salvemos Sinjajevina, señaló que a las tribus ni siquiera les dijeron el tamaño ni la ubicación del campo de entrenamiento de tropas.
El Ministerio de Defensa de Montenegro no respondió a las solicitudes de comentarios vía telefónica y por correo electrónico. No obstante, la información disponible refiere que el área estimada mide entre 100 y 250 km2 (39 y 97 mi2). Los efectos ecológicos más amplios también podrían producirse mientras las misiones militares viajan hacia y desde áreas alpinas.
En agosto de 2019, Thomas Waitz, un miembro del Parlamento Europeo y copresidente del Partido Verde europeo, visitó Sinjajevina y expresó en un tuit su respaldo por mantener lejos a las fuerzas militares.
“Los ejercicios militares aquí tendrán consecuencias devastadoras para los productores agropecuarios, los animales y el ambiente natural”, dijo luego Waitz a Mongabay en un correo electrónico. “Debemos proteger este ecosistema vital y decir no a la destrucción militar”.
Incluso así, a fines de septiembre de 2019, un contingente internacional de alrededor de 300 soldados armado con explosivos fue a Sinjajevina para ejercicios militares.
“Ahora estamos en la situación en que debes luchar por tu hogar contra tu propio ejército”, afirmó Sekulović en una entrevista. “Es una situación extraña, pero es real”.
Quienes proponen militarizar Sinjajevina han llamado traidores a los manifestantes y sostuvieron que están obstaculizando la defensa nacional en una región volátil. Y a los líderes del movimiento de conservación les preocupaba que la resistencia de su movimiento no fuera suficiente para poner fin a los planes militares.
Gobierno nuevo, resistencia nueva
Luego, en agosto de 2020, los resultados de las elecciones de Montenegro aumentaron las esperanzas de los defensores de la Sinjajevina.
En casi todos los últimos 30 años, Milo Djukanovic ha conducido Montenegro como presidente o primero ministro. Pero el poder de Djukanovic en los Balcanes parece estar disminuyendo: en las elecciones del agosto de 2020, la pérdida de bancas del Partido Democrático de Socialistas de Djukanovic significó que una coalición de gobierno nueva gobernaría pronto Montenegro. Eso ha abierto la puerta para una coalición de gobierno más alineada a cuestiones ambientales y específicamente a Sinjajevina.
Uno de los miembros de esa coalición nueva, el partido Acción de Reforma Unida (United Reform Action, URA), recientemente se convirtió en miembro del Partido Verde europeo. El líder del URA, Dritan Abazović, quien en diciembre de 2020 se convirtió en vice primer ministro de Montenegro, marcó su apoyo a la conservación antes de la formación del gobierno nuevo en un tuit, que escribió en octubre “¡No habrá ejercicios militares en #Sinjajevina!”. Llamó a la conservación de las pasturas de la Montaña, una “victoria significativa” para la gente y el ambiente de la pequeña nación balcánica.
Pero esa expresión rápidamente chocó con la realidad, dado que cientos de soldados, incluidos no solo montenegrinos, sino también tropas internacionales, planificaron, según se informó, hacer campamento y hacer ejercicios de bombardeo en el área Margita de Sinjajevina.
La asociación Salvemos Sinjajevina respondió con resistencia tenaz. A partir del 16 de octubre, alrededor de 150 manifestantes acamparon en el área de Margita, en donde creyeron que se haría el ejercicio. Se quedaron alrededor de dos meses, soportando temperaturas que bajaban y tormentas de invierno y evitando la toma militar en el centro de Sinjajevina.
Durante noviembre de 2020, los soldados se quedaron cerca de Margita, para la frustración de Domínguez y otros defensores del movimiento Salvemos Sinjajevina.
En Podgorica, la capital, las charlas entre los miembros recientemente electos de la coalición no lograron producir un gobierno funcional; primero no cumplieron un plazo en noviembre y luego otro. Eso produjo inquietudes sobre si el líder del URA, Abazović, incluso con el respaldo de los Verdes Europeos tendría de hecho la decisión final sobre el campo de entrenamiento militar.
Alivio en la Montaña
Finalmente, el 4 de diciembre, la coalición se reunió y formó un gobierno nuevo. El mismo día, el ministro de defensa entrante, Oliver Olivera Injac, anunció que los manifestantes deberían “volver a casa libremente”.
“Me complacerá visitar nuestra perla natural con mis colegas y hablar con la gente del lugar apenas se presente la oportunidad”, expresó Injac, según el periódico montenegrino Vijesti —un anuncio que fue “bien recibido” por el vocero de la Comisión Europea, afirmó Ana Pisonero—.
Ese mismo día, los manifestantes levantaron el campamento, con base en una promesa de Injac de que la presencia militar en la Montaña se reevaluaría. Incluso así, los activistas siguen firmes en el llamamiento a la cancelación permanente del decreto que creó el campo de entrenamiento. También quieren que se designe un parque en Sinjajevina y se crea en la participación de las comunidades locales y la protección de los sustentos tradicionales en una región golpeada por antojos políticos.
No obstante, les preocupa que no dure el respaldo inicial que recibió su movimiento, en especial en el contexto de política mundial que implica a la OTAN, la UE y el lugar de Montenegro en Europa. Montenegro, después de todo, es un país en cambio: la nueva coalición de gobierno representa el primer cambio significativo en el liderazgo del país en tres décadas y sigue siendo una nación joven que solo tomó su forma actual a partir de la antigua Yugoslavia hace menos de dos décadas.
“De seguro es muy pronto para decir si esta decisión será estable y definitiva”, afirmó Domínguez en un correo electrónico a los defensores de Salvemos Sinjajevina, “y deberemos seguir muy de cerca los desarrollos”.
Imagen de portada de las montañas Durmitor y el cañón del río Tara en Montenegro. Imagen de Pudelek (Marcin Szala) vía Wikimedia Commons (CC BY-SA 3.0).
Referencias:
Inoue, T., Yaida, Y. A., Uehara, Y., Katsuhara, K. R., Kawai, J., Takashima, K., … Kenta, T. (2020). The effects of temporal continuities of grasslands on the diversity and species composition of plants. Ecological Research, 36(1), 24-31. doi:10.1111/1440-1703.12169
Pešić, V. (2020). The Rivers of Montenegro. Springer Nature.
Artículo original: https://news-mongabay-com.mongabay.com/2021/01/protesters-hold-back-military-takeover-of-balkans-largest-mountain-pasture/
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