- En 2017, el centro de rehabilitación de Chiloé Silvestre recibió 84 animales de distintas especies para su rehabilitación. Este 2021 se espera que la cifra supere los 120 pacientes.
- De esa cantidad, la mayoría son pudúes y la razón más frecuente por la que llegan al centro de rehabilitación es por ataques de perros.
Desde que el centro de rehabilitación de fauna silvestre de la organización Chiloé Silvestre abrió sus puertas en 2017, cada año llegan a él más animales heridos.
Aves, pingüinos, lobos marinos, tortugas, zorros y pudúes son tratados en la clínica instalada en el pedazo de tierra protegido por la reserva marina Pullinque, en la isla grande de Chiloé, al sur de Chile. Pero de todos esos animales, el pudu (Pudu puda), el segundo ciervo más pequeño del mundo, es el que llega con mayor frecuencia.
El número de pacientes de esta especie, en situación Vulnerable según la categoría nacional de conservación y Casi Amenazado en la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), aumentó de 12 en 2017 a 21 en 2020. En lo que va de este año ya han ingresado 19 individuos por lo que Javier Cabello, director del centro de rehabilitación y presidente de Chiloé Silvestre, cree que la cifra en 2021 será aún mayor. “Son muchos pudúes”, dice Ronie Asencio, veterinario de la clínica “y la principal razón por la que llegan son por mordidas de perro”, asegura.
El último pudu atacado llegó hace unos 10 días. Es una hembra juvenil, es decir, que aún no ha alcanzado la edad de reproducción. “Le hicimos curaciones porque vino con mordidas bastante feas de perro en la zona lumbar cercana a la cadera”, cuenta Asencio.
Los expertos esperan que logre recuperarse, pero que lo haga no es una certeza. “Estos ataques tienen un pronóstico bastante desfavorable”, asegura el veterinario y agrega que “el porcentaje de sobrevivencia en los centros de rehabilitación es muy bajo”. De hecho, “el 60 % muere”, precisa Cabello.
La amenaza de los perros
El pudu se distribuye en gran parte del sur de Chile entre la región del Maule y la región de Aysén. Sin embargo, “no hay estimaciones (poblacionales) basadas en datos de campo”, asegura la UICN y aunque “hay una estimación del año 85, hecha a vuelo de pájaro, que hablaba de unos 10 000 individuos”, dice Cabello, no existe un número que sea confiable, confirma el experto que además es miembro de la Comisión Nacional de Fauna Silvestre y Medio Ambiente del Colegio Médico Veterinario.
Aun así, “se sospecha que la población está disminuyendo como resultado de la pérdida y degradación de los bosques, la depredación por perros domésticos, así como los impactos potenciales de otras especies exóticas y la caza furtiva”, señala la UICN. “Ha habido una pérdida de bosque de manera continuada desde hace muchos años para leña y madera”, dice Cabello y con esa pérdida de hábitat ha llegado también la amenaza de los perros en primer lugar y los atropellos en segundo.
“En Chiloé, el 90 % (de los pudu) llegan al centro atacados por perros y el otro 10 atropellados”, precisa el experto.
Según Asencio, en general “son perros con dueño, pero como son zonas rurales no hay mucho control de estos animales”, explica. “Hay muy poca conciencia en el tema de la tenencia responsable”, asegura, aunque precisa que poco a poco “a la gente le está empezando a importar”.
Es por ello quizás que también han aumentado los pacientes en la clínica, señala Cabello, en alusión a las personas que están empezando a reportar estos problemas. “Como Chiloé Silvestre nos hemos dado a conocer entonces la gente sabe a quién llamar o dónde poder llevar a los animales”, explica. Sin embargo, asegura que esa no es la única razón y que los ataques de perros son cada vez más frecuentes.
En el mundo existen unos 1000 millones de perros y, según datos de WCS Chile, cerca de 700 millones deambulan sin supervisión poniendo en riesgo a las poblaciones de animales silvestres porque los acosan, hieren y matan, asegura la organización.
Eso es lo que ha visto también el equipo médico de Chiloé Silvestre. Los pudúes pueden no sobrevivir a las heridas provocadas por los perros, ya que estas “se infectan rápidamente por toda la cantidad de bacterias que tienen”, dice Asencio. Pero, además, “el pudu es un animal que se estresa muy fácilmente”, asegura el veterinario y cuando ello ocurre comienza toda una cadena de reacciones dentro del cuerpo. “Se empiezan a morir distintos tejidos musculares sobre todo el cardíaco y normalmente mueren de infarto. La patología se llama miopatía por captura”, explica.
Pero los pudúes no son los únicos afectados por los ataques de perros. El zorro chilote (Lycalopex fulvipes), uno de los cánidos silvestres a nivel mundial más amenazados por la pérdida de su hábitat, que se encuentra En Peligro según la UICN, también enfrenta esta amenaza.
Este año es la primera vez que el centro de rehabilitación de Chiloé Silvestre recibe a esta especie endémica de Chile, es decir, que no habita en ningún otro lugar del planeta. Fueron dos los individuos que llegaron a la clínica, de los cuales uno había sido atacado por uno o varios perros. Aunque el zorro recibió las curaciones necesarias, “una mañana amaneció muy descompensado, con hipotermia”, cuenta Asencio, y no sobrevivió.
Las enfermedades
Otra de las amenazas que los científicos están estudiando es la transmisión de enfermedades de animales domésticos. “En el caso del pudu desde ovejas y vacas, y en el caso del zorro desde los perros domésticos”, dice Cabello.
Al igual como los perros han ido ocupando espacio a partir de la destrucción de los bosques para el avance de las zonas urbanas, agrícolas y ganaderas, también otros animales domésticos han venido a ocupar los espacios en donde habita la fauna silvestre. Como consecuencia de esta interrelación, se han comenzado a transmitir enfermedades que podrían causar graves impactos en las poblaciones ya diezmadas de pudúes y zorros chilotes.
“A nosotros nos han llegado muchos pudúes con lesiones muy similares a la presentada por animales domésticos”, cuenta Asencio. “Heridas dentro de la boca, en la nariz, diarrea, problemas oculares como conjuntivitis”, precisa.
Además, “hay muchas enfermedades de animales domésticos que producen aborto entonces podría estar dándose este tipo de cosas en los animales silvestres”, agrega Cabello.
En el caso de los zorros, una de las mayores preocupaciones de los científicos es la posibilidad de que estos animales se estén contagiando con distemper, una enfermedad que entre perros puede ser mortal.
Por ahora, los expertos no han encontrado anticuerpos hacia el distemper en los zorros estudiados. A partir de esos resultados se manejan dos teorías, explica Cabello. El problema, agrega, es que ambas son preocupantes. “La primera es que el zorro nunca ha estado en contacto con este tipo de virus por lo que en el momento en que tenga contacto, por ser un virus nuevo, podrían generarse mortalidades muy grandes”, explica el científico. “La otra alternativa es que los animales se estén contagiando, pero que no vemos zorros enfermos o con anticuerpos porque se mueren”, agrega.
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Falta de presupuesto
Antes de la implementación del centro de rehabilitación, Javier Cabello atendía a los animales en su casa. “El SAG (Servicio Agrícola Ganadero), SERNAPESCA (Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura) me llevaban los pingüinos, los pudúes, todo a la casa porque en Chiloé no había ningún lugar donde llevarlos”, cuenta el científico.
En 2017, cuando Chiloé Silvestre obtuvo la resolución del SAG para poner en marcha su centro de rehabilitación, la clínica comenzó a operar con sus cuatro espacios: la recepción, el área de atención primaria donde se realizan las curaciones y cirugía, la zona donde se encuentras las jaulas con los animales hospitalizados y el recinto externo para realizar rehabilitaciones conductuales y fisioterapia. Sin embargo, “estamos al debe con los métodos diagnósticos”, dice Asencio. “Sería bueno tener un equipo de rayos X, eso no lo tenemos. Un laboratorio para ver el tema de muestras sanguíneas. Eso nos está haciendo falta”, precisa.
La pudu que actualmente está siendo tratada en el centro “podría haber estado preñada”, asegura Asencio, “porque los pudúes se cruzan entre marzo y abril”, explica. Aunque es posible averiguarlo palpando al animal, “no lo hacemos porque eso ya le generaría un estrés”, explica el experto por lo que para tener esa información sería necesario contar con un ecógrafo, un equipo que por ahora el centro no tiene.
Por otra parte, Cabello destaca que si bien “nosotros rehabilitamos a los animales, no tenemos ninguna manera de poder ir a rescatarlos. No tenemos dinero, no tenemos vehículos ni combustible”, dice. Por eso, existe una red de voluntarios asociados a diferentes organizaciones civiles como Chile Protegido o Fauna Accidentada, desplegada a lo largo y ancho de toda la isla de Chiloé, que rescatan a los animales y los llevan hasta el centro de rehabilitación. El problema es que “nosotros estamos en Ancud, al norte de Chiloé, y a veces aparecen pudúes en Quellón, que está al sur. Entre que nos dan el aviso de que un animal está herido hasta que llega a nuestro centro a veces pasan uno o dos días”, cuenta Cabello. “Un animal que está con heridas, que ha perdido sangre, muchas veces simplemente llega a morir o mueren en el camino porque pasa mucho tiempo”, agrega.
La pudu que está siendo tratada en el centro de rehabilitación está en etapa de observación. “Estamos viendo el crecimiento del pelaje de la zona donde depilamos para hacer las curaciones”, cuenta Asencio. Cuando el pelo comience a crecer, será el momento en que los científicos se preparen para devolver al animal a su medio natural.
Imagen principal: Pudu. Foto: The Nature Conservancy
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