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‘Estamos íntimamente conectados con la naturaleza’: entrevista con el oceanógrafo Kim McCoy

  • La tercera edición del libro Waves and Beaches, que Patagonia publicó en marzo de 2021, examina la relación dinámica entre el mar y la costa, fusiona la prosa lírica con el estudio teórico de las playas, las olas y otros fenómenos oceanográficos.
  • Esta nueva versión del libro, que se publicó 57 años después de la primera edición, incluye una discusión sobre cómo el cambio climático provocado por los humanos está alterando la dinámica entre el mar y la tierra, así como las posibles soluciones para proteger las costas contra el aumento del nivel del mar.
  • El libro fue publicado como una colaboración entre el oceanógrafo Kim McCoy y el difunto Willard Bascom, autor de las dos primeras ediciones, quien desempeñó el papel de mentor de McCoy en los años anteriores a su muerte en el año 2000.

Siéntate en una playa y mira las olas. Las olas, si son alimentadas por una tormenta, pueden desgastar la playa y depositar sedimentos en un banco de arena submarino que en realidad protege la costa de toda la fuerza del océano. Sin embargo, las olas suaves que siguen a una tormenta devolverán la arena poco a poco a la playa.

Este tira y afloja entre el mar y la tierra es parte esencial de un libro titulado Waves and Beaches (Olas y playas) de Kim McCoy y Willard Bascom, el cual fue publicado como tercera edición este año por Patagonia. El libro ahonda en la compleja relación entre el mar y las distintas fuerzas naturales, como los vientos, los terremotos y la atracción gravitacional de la luna y la Tierra. También habla de cómo el cambio climático producido por los humanos está alterando la dinámica entre el mar y la tierra, y las maneras en que hemos intentado, tanto con éxito como sin él, alejar el aumento del nivel del mar de nuestras costas urbanizadas.

Por momentos, el libro parece un manual de oceanografía, aporta cifras y ecuaciones para ayudar al lector a entender las propiedades y la dinámica de las olas. Otras veces, el libro se lee como una pieza de prosa lírica, sobre todo las anécdotas en cursiva salpicadas a lo largo del texto. Por ejemplo, en un capítulo sobre las olas en aguas poco profundas, hay una pequeña historia de McCoy sobre una “lección de formación de carácter” tras quedar varado en la Isla Santa Cruz después de una excursión que lo forzó a nadar en aguas frías para alcanzar un bote que lo esperaba. En otro capítulo sobre mareas y olas estacionarias, McCoy cuenta una historia sobre bucear a través de un túnel submarino debajo de la pequeña isla de Tinetto en la costa de La Spezia, Italia, “el cual subía y bajaba con el ritmo de las olas de larga duración”.

Kim McCoy, aventurero, oceanógrafo, ingeniero, inventor, marinero, buceador, parapentista y políglota en la Antártida en 2002. Imagen de Kim McCoy.

A lo largo del libro, hay más de 150 tablas de colores, gráficos, fotografías —algunas de ellas tomadas por el mismo McCoy— que ayudan a ilustrar el texto. Al final, también hay apéndices llenos de sugerencias de lecturas adicionales.

La edición original de Waves and Beaches fue publicada por Doubleday en 1963 por el oceanógrafo Willard Bascom. McCoy dijo que la primera vez que se encontró con el texto fue cuando estudiaba oceanografía como estudiante de posgrado. “Me pidieron que leyera este libro”, dijo McCoy a Mongabay. “Era casi un pequeño panfleto”. Muchos años después, McCoy conoció y se hizo amigo de Bascom, quien se convertiría en una especie de mentor para él. Con el tiempo, Bascom puso la segunda edición de Waves and Beaches en las manos de McCoy y le preguntó qué necesitaba el texto. “Esa fue mi transición de ser su estudiante a ser su colaborador”, dijo McCoy.

En el año 2000, Bascom falleció —a los 83 años— después de ser atropellado por un coche. Unos años después, la hija de Bascom, Anitra, le preguntó a McCoy si estaba interesado en publicar la tercera edición Waves and Beaches, dijo McCoy. El libro resultante, publicado en marzo de 2021, es una mezcla del texto original de Bascom con las propias palabras de McCoy.

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“He mantenido el corazón del libro —cómo se forman las olas, cómo se propagan por todo el océano, y cómo se deshacen de su energía— pero he añadido el hilo conductor del cambio climático”, dijo McCoy.

La portada de la tercera edición de Waves and Beaches. Imagen de Patagonia.

En efecto, el cambio climático es un tema prominente a lo largo del libro. Hay un capítulo dedicado a los muchos problemas generados por el cambio climático, desde el deshielo marino hasta el aumento del nivel del mar. Sin embargo, el libro también analiza las soluciones que la gente ha intentado implementar para hacer frente a la dinámica cambiante del mar, incluidos diques, muelles, escolleras, rompeolas e, incluso, diques de marejada. Algunos lugares en el mundo han aplicado con éxito estas soluciones, pero otros no. En algunos casos, lo que se promociona como una solución puede haber simplemente desplazado el tema de las olas perjudiciales.

Como escriben los autores en el libro, “la primera y más valiosa lección que uno puede aprender sobre el mar es no subestimarlo”.

Mientras que el mar se muestra como una fuerza formidable capaz de reestructurar las costas y, consecuentemente, reestructurar vidas, Waves and Beaches adopta un enfoque de celebración hacia el océano. McCoy sugiere que una de las cosas más poderosas que puede hacer una persona para entender la dinámica del mar y la tierra es pasar tiempo en la costa.

“Ve y mira por ti mismo porque la naturaleza es parte de nosotros y nosotros somos parte de la naturaleza”, dijo. “Y cuando respondemos, conectamos con cosas que la naturaleza ha estado intentando decirnos”.

Mongabay habló con McCoy en junio. Esta entrevista fue editada por razones de extensión y claridad.

El delta trenzado del Ganges y el Bramuputra es el mayor y más poblado del mundo. Las marejadas ciclónicas y el aumento del nivel del mar han puesto su futuro en juego. India y Bangladesh. Imagen de Universal Images Group North America LLC/Alamy Stock Photo.

Mongabay: ¿Cómo empezó su pasión por el océano?

Kim McCoy: Empezó antes de lo que pueda recordar. Para cuando tenía 5 años, ya había cruzado el Pacífico dos veces y el Atlántico una, y vivía en el Mediterráneo. Cuando tenía unos 9 años, empecé en serio con el bodysurf, y empecé a bucear con 11 años. Y a los 13 años, era un buceador de tanque certificado, ya saben, buceador, y entonces empecé a navegar. Y unos años después acabé yendo a la universidad a estudiar matemáticas y física, y luego oceanografía en la escuela de postgrado. Así que, he viajado por todo el mundo, he estado en los siete continentes y he ido a seis de ellos por el mar.

Mongabay: Su nuevo libro, la tercera edición de Waves and Beaches, fue una colaboración con el difunto Willard Bascom. ¿Me puede contar cómo fue ese proceso? Y, también, ¿cómo ha evolucionado el libro desde su primera edición?

Kim McCoy: Cuando estaba estudiando oceanografía en la escuela de postgrado me pidieron que leyera este libro, que era la primera edición de Waves and Beaches. Era casi un pequeño panfleto. Y cuando asistía a una reunión de la Asociación de Pilotos de Inmersión Profunda, Willard Bascom era el ponente y estaba hablando sobre naufragios —naufragios submarinos—. Me acerqué a él después de su charla para darle las gracias, y dijo: “Bueno, en realidad no estoy buscando estos naufragios modernos. Estoy a la busca de un bronce de la era de Pericles”. Y [pensé], “Willard Bascom es mucho más que un escritor de olas y playas”. Y así nos hicimos amigos a finales de la década de los noventa y durante varios años interactuamos con bastante frecuencia, de forma parecida a padre e hijo. Vivía a la vuelta de la esquina de donde yo vivo ahora.

Me daba tareas y cosas que hacer y leer y debatíamos temas. Y un día, me entregó la segunda edición de Waves and Beaches, quizás un año más o menos después de conocerlo, y me dijo, “Dime qué necesita”. Y eso fue como, “Oh, ¿me está pidiendo Willard Bascom que lea su libro Waves and Beaches y le diga lo que necesita?”. Así que supongo que tenía cierto grado de respeto por mi conocimiento. Lo leí y le di mis sugerencias y le gustó. Esa fue mi transición de ser su estudiante a ser su colaborador. Desafortunadamente, solo un par de meses después de eso —acababa de recibir los derechos de Doubleday— fue atropellado por un coche y falleció. Willard Bascom falleció en el año 2000. Unos pocos años después de su muerte, su hija Anitra me preguntó si quería hacer la tercera edición porque sabía que estaba interactuando bastante con su padre. Y dije, “Por supuesto”. Y así esta es la última asignación de tareas que me ha dado Willard Bascom.

El macareo del río Qiantang se alza varios metros por encima de la orilla cerca de la bahía de Hangzhou, China, el 22 de agosto de 2013. Imagen de CG por Getty Images.

Mongabay: ¿Cuánto ha cambiado el texto en esta tercera edición?

Kim McCoy: La parte más difícil de hacer esta tercera edición fue mantener el maravilloso estilo de Bascom. El libro vendió medio millón de copias entre las dos ediciones. Bascom tenía una voz meliflua, maravillosa y escribía muy bien. La [segunda edición] tenía unas 90 000 palabras. En este nuevo libro intenté mantener aproximadamente las mismas palabras, también tiene unas 90 000. No sé cuántas son mías exactamente, pero entre el 25 y el 40 %. He mantenido el núcleo —cómo se forman las olas, cómo se propagan por el océano, y cómo se deshacen de su energía— pero he añadido el hilo conductor del cambio climático. Así que los temas que son significativos para las personas hoy en día —patrones climáticos, cambios en los índices de sedimento, la red global de comercio que ahora está en buques portacontenedores— todo eso ha [sido añadido], pero cada uno de ellos interactúa con las olas y los movimientos de sedimentos que provocan las olas y las mareas.

Mongabay: ¿Cómo está transformando el cambio climático nuestras playas y océanos, y cambiando el mundo en el que todos vivimos?

Kim McCoy: El nivel del mar ha aumento unos 15 centímetros. No parece mucho, pero si tienes una pendiente que es una en 100 (1% de gradiente), va a entrar [en tierra] 15 metros. La definición legal de dónde acaba tu tierra si posees terreno en la costa es donde [se encuentra] la baja, bajamar —es un datum de marea—. Y ahora se está adentrando. Así que la gente perderá sus derechos de propiedad, sus jurisdicciones de gas y petróleo perderá un montón de cosas. Y esto no es ficticio, pero ya ha habido causas judiciales [que involucran] a personas que perdieron su propiedad debido al aumento del nivel del mar.

Vamos a fijarnos en Indonesia. Lo que está sucediendo es que Yakarta se está hundiendo debido a un par de cosas. Una es que está subiendo el nivel del mar, y la otra es que están extrayendo agua dulce del suelo, lo cual provoca que la tierra se hunda. Y luego han construido barreras, unos 20 kilómetros de barreras para proteger Yakarta, y se han dado cuenta de que es inútil. Por lo que ahora hay un esfuerzo nacional para trasladar la capital de Indonesia. Lo que es muy significativo.

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Si miramos al delta del río Mississippi, hay grandes problemas no solo de la extracción del acuífero de agua dulce, sino que también hay problemas de intrusión salina. Por lo que la capa freática está disminuyendo y luego el agua salada dice, “Oh, puedo meterme aquí”, y hace que el agua dulce sea menos [potable]. Y en muchas áreas, ya ni siguiera es apta para el cultivo. Por lo tanto, el aumento del nivel del mar está inmiscuyéndose en los acuíferos de agua dulce de la costa. Está afectando a las ciudades de las zonas bajas. La ciudad de Miami está gastando 500 millones de dólares en bombas adicionales.

Unos meses después, la berma de verano ha vuelto a la base de las escaleras, un desplazamiento provocado por olas más pequeñas y suaves. Este tránsito estacional de arena se encuentra en muchas playas. La Jolla, California. Imagen de Kim McCoy.

Mongabay: ¿Cree que los humanos han subestimado sistemáticamente el poder del océano, sobre todo cuando se trata de urbanización costera?

Kim McCoy: Uno de los ejemplos más sorprendentes de gente que subestiman el poder del mar es un lugar en Oregón llamado Bayocean. Bayocean se inició hacia el año 1900. Y el tipo que lo desarrolló quería tener un Atlantic City del Oeste. Y lo que hizo fue vender parcelas. Dividió Bayocean en unas 2000 parcelas y todo el mundo fue a este arenal en el centro norte de Oregón. Tenía árboles y todo. Tenían un teatro con capacidad para 1000 personas, tenían una piscina grande. En los veranos, varios miles de personas acudían en tropel a Bayocean. Hacia 1912 convencieron al Cuerpo de Ingenieros del Ejército de que construyeran un embarcadero, pero cambió la dinámica de las olas y empezó a erosionar la base de Bayocean. Y cayó todo al mar. Todo. Todas las casas, el teatro, la piscina y cesó de existir hacia 1960. Más tarde, en la década de los 70, convencieron al Cuerpo de Ingenieros del Ejército para que construyeran un segundo embarcadero. Y lo hicieron, y la arena volvió. Sin embargo, ahora es un parque —un parque estatal—. Estuve allí, en realidad, no hace mucho. Eso es una subestimación enorme del poder del mar.

Estamos subestimando terriblemente la interacción de la cuenca hidrográfica y su importancia en la zona costera. A medida que cambian los patrones climáticos, la cantidad de sedimentos cambia. Si llueve más, van a tener más sedimentos. Si llueve menos, van a tener menos sedimentos. Y con eso viene o bien la formación de playas, de deltas o la erosión. Por lo que la dinámica en la zona costera es realmente donde tiene lugar la batalla del cambio climático. Está al límite de donde el mar se encuentra con la tierra y eso son las olas y las playas. Así que lo que ocurre aguas arriba en, ya saben, Oklahoma o Dakota del Sur, influye lo que ocurre en el Mississippi. Lo que ocurre en el sur de Oregón afecta lo que ocurre en la costa septentrional de California. Por lo tanto, hay asuntos transfronterizos a nivel nacional, y hay asuntos internacionales en lo que se refiera al clima. La lluvia y los meandros de la corriente en chorro no saben dónde está la frontera, por lo que estas cosas son importantes para todos los habitantes de la Tierra.

Mongabay: ¿Cree que algunas de las soluciones actuales al aumento del nivel del mar como los malecones y los muelles seguirán siendo suficientes? ¿O cree que necesitamos buscar otro tipo de soluciones?

Si uno está en la base, por así decirlo, un malecón debería de ser suficiente si la pendiente en la zona costera es muy empinada. Sin embargo, si estás en Galveston en la costa sur de Texas, o si vives en los Países Bajos, no es suficiente. Actualmente el proyecto Delta Works en los Países Bajos es enorme y están adoptando un enfoque nacional y un punto de vista global. Y puede proteger contra la erosión costera si se tiene un enfoque nacional. Sin embargo, el enfoque nacional también puede incluir áreas que solo necesitan ser entregadas al mar.

En el año 1900, Galveston tuvo el desastre nacional más costoso en los EE. UU. en términos de pérdida de vidas. Creo que murieron 6000 o 7000 personas en Galveston —que es una isla barrera—. Es difícil proteger las islas barrera. Los patrones climáticos cambiantes afectan los flujos de sedimentos, mientras que aguas arriba lejos de la costa, las cantidades desconocidas de consumo de agua potable, la extracción de arena y la construcción de diques afectan a la salud de las islas barrera. El cambio trae consigo o bien demasiada arena —malo para los puertos— o demasiada poca arena —malo para las bermas, las playas y los bancos de arena—. Una marejada ciclónica puede arrasar con parte de una isla barrera. Hay una imagen en la tercera edición de Waves and Beaches de Isla Hatteras, Carolina del Norte. Fue rebasada por una marejada ciclónica de más de 3 metros (más de 10 pies) en 2003. Arrasó carreteras y edificios. Ninguna cantidad de protección costera, barreras o cualquier otra cosa que no sea lo que están haciendo los holandeses lo habría parado. Para ese tipo de medidas necesitamos una política costera nacional.

Isla Hatteras, Carolina del Norte, fue captada a distancia antes y después del huracán Isabel (septiembre de 2003). Se tardó dos meses y costó millones de dólares reparar los daños. Imagen del Centro USGS de Estudios Costeros y Cuencas Hidrográficas.

La forma de eludir esto es muy sencilla. Simplemente no construyas ahí. He hablado de ello en el libro. Sencillamente no se debería de permitir [construir viviendas] en llanuras aluviales. FEMA está redefiniendo las llanuras aluviales. Sin embargo, lo que sucede es que usted vive en un municipio, le sugiere a FEMA que se necesita cambiar la llanura aluvial y FEMA lo cambia en su mapa y luego sus tasas de seguros suben. Por lo que no hay una retroalimentación positiva, porque la gente que vive en zonas bajas no quiere que suba su seguro. Así que necesita ser [un enfoque] descendente donde “Bien, lo que vamos a hacer es comprar las casas” y muchos municipios han comprado cientos, si no miles, de casas en zonas bajas, por lo que las casa ya no están en peligro, las estructuras que hemos construido erróneamente en zonas bajas que están sujetas no solo a crecidas del río, sino también a marejadas ciclónicas del mar, que ya no están en riesgo de sufrir daños.

Mongabay: Ahora habla del proyecto Delta Works como una forma exitosa de hacer frente a las marejadas ciclónicas. ¿Cree que necesitamos construir estructuras similares en otras partes del mundo?

Kim McCoy: En realidad se han construido. Los rusos han construido una en el [mar] Báltico para proteger San Petersburgo. Sin embargo, antes de construir la estructura, hay que tener una política nacional [para apoyarla]. Como lo han hecho los neerlandeses creo que es bastante sensato. Dijeron, “Bien, si tenemos una subida del nivel del mar de solo 1 metro”, y esto se debe a cualquier motivo —de marejadas ciclónicas, de aumento del nivel del mar, del cambio climático, de la lluvia, de la tierra— todas estas cosas pueden cambiar el nivel del agua. Entonces, con un cambio del nivel del agua de 1 metro, ¿cuánto daño calculamos que ocurrirá? Y obtuvieron el número, dijeron, “Bien, de acuerdo, va a costar 100 millones de euros en daños. Así que, probablemente, podemos gastar hasta 100 millones de euros y todavía será económico”. [Nota de edición: McCoy ofreció esta cifra como un caso hipotético, no el coste real].

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El huracán Katrina en 2005 causó daños por valor de unos 80 mil millones de euros (99 mil millones de dólares), sin mencionar más de un millar de personas muertas. Algunas zonas de Nueva Orleans nunca fueron rehabilitadas. En comparación, el Maeslantkering, parte del proyecto neerlandés Delta Works, que fue construido para proteger Rotterdam, tuvo un coste aproximado de 500 millones de euros (600 millones de dólares). Gastar 500 millones para evitar pérdidas de 50 mil millones es una elección muy fácil. Si fuera a invertir en la bolsa de valores, en algo que podría darle 100 veces lo invertido en un plazo de 20 años, creo que lo haría. [El huracán Katrina no fue] una tormenta a 100 o 10 años. Esto es algo que puede pasar el año que viene.

El Maeslantkering neerlandés está habitualmente abierto; puede elevarse verticalmente por flotación y luego cerrarse por rotación (como se ve aquí), lo que protege el interior de inundaciones por marejadas ciclónicas del mar del Norte. Rotterdam, Países Bajos. Imagen de Frans Lemmens / Alamy.

Mongabay: ¿Es una solución alejarse de las costas a medida que avanzamos hacia el futuro?

Kim McCoy: No construir en zonas bajas en muy importante. Por ejemplo, en Chile, han tenido algunos tsunamis y construyeron sus edificios en la región costera a unos 10 metros. Eso es algo muy significativo —se pueden ver todos esos edificios sobre pilares, así que, si van a reconstruir algo, constrúyanlo sobre pilares—. Si es demasiado caro, construyan en otro sitio.

Sin embargo, a gran escala, la persona que está financiando un proyecto de infraestructura, ya saben, bancos internacionales de desarrollo, no debería permitírseles financiar cosas en zonas que no durarán 100 años. Hablé sobre eso [en el libro]. [En los EE. UU.], cuando se construye una estructura se amortiza a lo largo de 28 o 30 años, lo cual significa que sobre el papel esa estructura ya no vale nada después de ese período de 30 años. Bueno, quizás sería más sensato construir cosas donde el constructor es realmente responsable de algo durante 100 años. Así lo construyen con mayor calidad. Se oye hablar continuamente sobre la vivienda asequible, y tengo que reír porque la vivienda asequible es el tipo de vivienda que dura más tiempo. Si el promotor estuviese, de alguna manera, legalmente ligado a la administración de esa propiedad o fuese legalmente responsable de esa propiedad durante estos períodos de tiempo más largos que ahora empiezan a abarcar el cambio climático y la subida del nivel el mar, entonces las personas que no tienen mucho capital en los países más pobres no acabarían viviendo en estructuras que han sido financiadas sin prestar atención al cambio climático.

Mongabay: ¿Qué tipo de relación le gustaría ver a todo el mundo desarrollar con los océanos?

Kim McCoy: Si quieres que la gente tenga una relación más íntima con los océanos, ve y mira esas cosas que están en la tercera edición de Waves and Beaches. Ve y mira por ti mismo porque la naturaleza es parte de nosotros, nosotros somos parte de la naturaleza y cuando respondemos, conectamos con cosas que la naturaleza ha estado intentando decirnos. Desafortunadamente, las grandes corporaciones y las empresas basadas en hidrocarburos no están escuchando lo que la naturaleza ha estado diciéndonos durante toda la humanidad. Así que ve a la zona costera, ve a mirar, ve a sentarte en un embarcadero durante un rato y mira los barcos que van y vienen. Mira el proceso de dragado que está teniendo lugar en un puerto. Mira hacia el mar y observa las olas que vienen, mira los diferentes tipos de olas. Observa una tormenta cuándo se está formando. Ve a sentarte bajo la lluvia y date cuenta de que la naturaleza está íntimamente conectada, y nosotros estamos íntimamente conectados con ella. Así que es una cosa muy fácil, no es una tarea, solo salir e ir a la costa del mar. No lleves tu teléfono. No envíes mensajes de texto a todo el mundo. Solo siéntate y observa. Y cuanto más tiempo estés sentado y observando aparecerán los matices. Y hay muy pocas personas que no desarrollen una relación íntima con la naturaleza si pasan mucho tiempo en ella.

Imagen principal: The Wedge (Newport Beach, California) es un lugar donde las olas reflejadas (de los rompeolas de piedra y el oleaje bajo la playa empinada) se juntan con las olas en dirección contraria para producir desenlaces impredecibles. Imagen de Benjamin C. Ginsberg.

Elizabeth Claire Alberts es redactora de Mongabay. Síguela en Twitter @ECAlberts.

Artículo original: https://news.mongabay.com/2021/07/we-are-intimately-connected-with-nature-qa-with-oceanographer-kim-mccoy/

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