En 2006 se fundó Fuerza de Mujeres Wayuú, organización indígena que ha denunciado cómo la minería de carbón, al represar y contaminar sus ríos, ha dejado a La Guajira sin agua.Por sus denuncias y el trabajo que realizan para capacitar a mujeres en la exigencia de sus derechos humanos, las integrantes de la organización han recibido amenazas de muerte.Las mujeres Wayuú no cesan en la defensa de su territorio. Además de su labor en La Guajira, impulsan acciones internacionales para diseñar normas que obliguen a las empresas a rendir cuentas y prevenir impactos ambientales negativos. *Este reportaje es parte de una alianza periodística entre Mongabay Latam y Rutas del Conflicto. Al salir de la sede de Fuerza de Mujeres Wayuú, Mülo’u tomó el taxi más cercano. Eran un poco más de las 10 de la noche y el año 2008: los paramilitares y el miedo abundaban en La Guajira. Al llegar a su destino, recibió una amenaza en voz del conductor: “Te salvas hoy, pero no te vuelves a salvar más nunca. Así como te esperé y seguí hasta aquí, así las veo cada que están en sus reuniones. No las hemos matado porque no hemos querido, pero a toditas las podemos colar [balear] en esas hamacas en las que duermen. ¡Bájate!”. Mülo’u siguió la orden temblando, empacó sus maletas y se fue del lugar. Para ese entonces, Fuerza de Mujeres Wayuú —organización indígena de la que Mülo’u forma parte desde el inicio— ya era conocida en Colombia por hacer públicas las denuncias de violaciones de derechos humanos y ambientales cometidas en su territorio. Los dos años que llevaban de trabajo habían sido suficientes para poner a sus integrantes en la mira de actores violentos, como paramilitares y bandas criminales. Desde ese momento, nunca han dejado de estarlo. Las amenazas continúan año tras año y ya las sienten incontables. Las más recientes se dieron en medio de la pandemia del COVID-19. En marzo de 2020, cuando empezaba la cuarentena en Colombia, los nombres de varios integrantes de Fuerza aparecieron en un panfleto firmado por las “Águilas Negras”, grupo armado sin cohesión y heredero de estructuras paramilitares que no se desmovilizaron por completo en 2006. En ese escrito se les mencionaba como objetivo militar, se les amenazaba de muerte y también con reclutar a sus hijos e hijas. Fuerza de Mujeres está conformada por 15 coordinadores municipales y decenas de mujeres y hombres que se han unido al proceso desde el 2006. Foto: Cortesía Fuerza Mujeres Wayuú. Un mes después, en otro comunicado violento, a Epaya’a —también integrante de Fuerza de Mujeres Wayuú— le dieron 48 horas para abandonar La Guajira, el departamento más al norte de Colombia. Dice Mülo’u que, después de tantas intimidaciones, ya son de caucho. Aún así el temor les obliga a mantener la cautela en el país con el mayor número de líderes ambientales asesinados en el mundo durante 2020, de acuerdo con el más reciente informe de Global Witness. Es por esa misma cautela que en este texto a las dos defensoras se les nombra como Mülo’u y Epaya’a. En Wayuunaiki, el idioma de su pueblo, el primer vocablo significa “grandeza” y el segundo “hermana mayor”. Son palabras que las describen. Eso es lo que han mostrado y han sido para Karmen Ramírez, fundadora de Fuerza Mujeres, durante todos estos años en defensa de la tierra, el agua y en contra de los efectos negativos de la minería. Quedarse sin agua De los viejos han escuchado que ni siquiera los españoles, con la colonización, cambiaron tanto la historia Wayuú como lo ha hecho la empresa minera Cerrejón, que ya lleva más de 30 años en su territorio. Las mujeres narran que han visto cómo la expansión de esa mina de carbón a cielo abierto, la más grande de Latinoamérica, ha desplazado a comunidades indígenas, afros y campesinas. Y cómo han sido testigos del desviamiento o represamiento de 17 cuerpos de agua, incluyendo al Ranchería, su único río. Fuerza de Mujeres Wayuú ha escuchado, visto y sido testigo de todo esto pero nunca en silencio. Han recorrido La Guajira, de norte a sur, con una escuela itinerante que ha formado a más de mil mujeres en derechos humanos e incidencia política. Han presentado informes y tutelas ante la Corte Constitucional por las afectaciones que la explotación minera causa en sus tierras. Y han contado ante gobiernos europeos y organismos internacionales, como la ONU, que a sus comunidades las están dejando sin agua y sin tierra. Cuentan Mülo’u y Epaya’a que, a pesar de habitar una zona en gran parte desértica, el pueblo Wayuú nunca había sufrido tanta sed o hambre. Antes de la llegada del Cerrejón sembraban ahuyama y tenían cómo regarla; pastoreaban chivos y tenían cómo darles de beber; caminaban por horas y tenían formas de encontrar agua para sus pueblos.