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Turberas: Congreso chileno decidirá si protege o no a importantes reservorios de agua y carbono

Turbera. Foto: Carolina León

  • El proyecto de ley que está siendo discutido en el Congreso prohíbe la explotación de turberas, ecosistemas claves en la lucha contra el cambio climático. 
  • Si bien hay consenso científico en aspectos claves de la ley, en lo que respecta a la explotación del musgo conocido como pompón, las opiniones se dividen entre una prohibición total y el desarrollo de un manejo sustentable.

La cámara de diputados del Congreso chileno aprobó en general, el martes pasado, la ley que prohíbe extraer las turberas del país, un tipo de humedal que es clave en la lucha contra el cambio climático pues aunque cubre solo el 3 % de la superficie terrestre mundial, almacena al menos el doble de carbono que todos los bosques del mundo.

Si bien el proyecto de ley volverá a la Comisión de Medio Ambiente del Senado para recibir nuevas indicaciones, científicos y ambientalistas celebran el avance pues las turberas están en grave peligro debido a la explotación artesanal e industrial que se hace de ellas para la producción de un sustrato que es utilizado en cultivos y jardinería.

“Este paso de que se haya aprobado en general en la cámara de diputados es un avance gigante y por eso la comunidad que está interesada en la protección de las turberas lo celebra tanto”, señala Nicole Puschel, encargada de cambio climático y biodiversidad de Wildlife Conservation Society (WCS) y agrega que “la votación a favor tan importante que hubo —132 votos a favor y una abstención— da cuenta de que existe un consenso sobre la importancia que tienen estos humedales para Chile y para el mundo”.

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La importancia de las turberas

Aunque existen diferentes tipos de turberas, actualmente la atención está principalmente volcada hacia la situación de aquellas que tienen en su superficie un musgo, llamado Sphagnum magellanicum, comúnmente conocido como pompón, y que al morir se acumula formando una capa orgánica en descomposición llamada turba.

Estos dos elementos que conforman la turbera, el pompón y la turba, están regidos en Chile por distintas normativas aunque ambos son explotados para el mismo fin: el cultivo de distintas plantas como hongos, champiñones, almácigos e incluso orquídeas. Mientras el pompón es regulado por el Servicio Agrícola Ganadero, la turba es regida por el código minero ya que es considerada un recurso fósil.

Turbera. Foto: Carolina León

En la turba, cuya antigüedad está estimada en hasta 18 mil años, precisa Puschel, se encuentran almacenadas grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) —de hecho se considera que las turberas son uno de los principales reservorios de carbono a nivel global—, por lo que al explotarla, todo ese CO2 es liberado a la atmósfera como gas de efecto invernadero contribuyendo al calentamiento global del planeta. Es por eso que conservar estos ecosistemas es considerado crucial en la lucha contra el cambio climático. De acuerdo a un informe publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA),“proteger y restaurar las turberas puede reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero en 800 millones de toneladas métricas al año, lo que equivale al 3 % de las emisiones mundiales.

El problema, explica la experta de WCS, es que al estar la explotación de turba regida por el código minero y al estar dicho código por encima de la propiedad de la tierra, se pueden pedir concesiones mineras para explotar ese recurso incluso si las turberas se encuentran al interior de un área protegida.

Musgo Sphagnum magellanicum. Foto: Carolina León

El pompón, por su parte, retiene grandes cantidades de agua, como si se tratara de una esponja, por lo que las turberas también constituyen un importante reservorio de este recurso vital. En el caso de la isla de Chiloé, al sur del país y donde empezó el negocio de la extracción del pompón, “no existen provisiones de agua de deshielo como las hay en la parte continental”, explica el biólogo Jorge Valenzuela, director del Centro de Estudio y Conservación del Patrimonio Natural (CECPAN). Allí, el agua proviene de los humedales y los bosques, “por lo que es crítico que existan estos ecosistemas que permiten almacenar agua y liberarla al sistema de manera lenta”, dice Pushel.

Desde hace algunos años, científicos, ambientalistas y comunidades locales vienen advirtiendo una sobreexplotación de las turberas en diferentes partes del país, principalmente en Chiloé, y es por eso que actualmente se está discutiendo en el Congreso la ley que prohíbe su explotación. No obstante, aunque existe consenso científico en que la turba no debe ser extraída bajo ninguna circunstancia, puesto que se trata de un recurso no renovable, la discusión sobre el pompón es más compleja. Mientras algunos científicos opinan que su extracción también debe prohibirse por completo, sobre todo considerando el déficit hídrico que desde hace un tiempo afecta a la isla de Chiloé, otros se inclinan por desarrollar un manejo sustentable que le permita a las comunidades que recolectan el musgo de manera artesanal dentro de una economía de subsistencia, seguir explotándolo.

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Prohibir o no la extracción de pompón

“El proyecto de ley tiene elementos muy destacables y que muestran señales claras de conservación. Entre ellos la prohibición de extracción de turba”, dice Carolina León, jefa del Centro de Investigación en Recursos Naturales y Sustentabilidad  (CIRENYS) de la Universidad Bernardo O’Higgins. “Creo que esa es una decisión clara y una estrategia de adaptación al cambio climático muy importante”, agrega la científica que se ha especializado en el estudio de turberas. Sin embargo, a la experta le preocupa que la prohibición total de extraer pompón sea contraproducente.

“Hay comunidades que dependen de la recolección del musgo, pero la ley no considera ninguna otra estrategia como, por ejemplo, programas de reconversión laboral”, dice León, y teme que los campesinos busquen suplir el ingreso que dejarán de percibir aumentando, por ejemplo, la presión sobre otros recursos y ecosistemas. “Les quitamos un recurso, ¿y se va entonces la presión al bosque? Es complejo, no hay una bala de plata”, dice León.

Turberas. Foto: CECPAN

Por otro lado, tampoco la ley contempla fondos que puedan ser destinados al desarrollo del turismo y “estamos hablando de comunidades que para poder emprender en una cosa así necesitan apoyo”, agrega León.

Para Valenzuela, en cambio, la situación es clara: “No se puede estar pensando que los recursos que son abastecedores de agua puedan ser otra economía dentro del mundo rural del sur del país”, sobre todo considerando la sequía en la que está sumida Chiloé.

La razón del déficit hídrico que afecta a la isla tiene múltiples orígenes, aseguran los expertos, siendo la explotación de las turberas una de ellas. “Cuando uno interviene estos ecosistemas y los deteriora extrayendo la cubierta vegetal cambian las dinámicas hidrológicas por lo que la extracción de pompón tiene un rol en la crisis hídrica de la isla”, asegura Pushel. Pero para León, justamente la multiplicidad de factores requiere soluciones múltiples. “No solo las turberas intervienen en el ciclo hidrológico, hay muchas otras cosas. Si tu sacas el bosque, sacas las turberas, sacas humedales costeros, obviamente que queda el desastre que está quedando”, sostiene.

Turbera en mal estado debido a la explotación indebida. Foto: Carolina León.

Lo cierto es que son varias las interrogantes que aún están sin responder y que aportarían información valiosa para una toma de decisiones acertada. ¿Cuántas turberas hay en el país y dónde están? Aunque Chile se comprometió en sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) —el plan de acción donde cada país expone de qué manera y en cuánto disminuirá sus emisiones de gases de efecto invernadero— a crear un inventario de estos ecosistemas, esa información aún no está disponible. ¿Cuántas personas trabajan extrayendo pompón y qué porcentaje de su economía depende de esa actividad? Mientras León asegura que se trata de ingresos cruciales para numerosas familias, Valenzuela sostiene que “no es un trabajo fundamental para la vida campesina del sur del país”, por lo que su prohibición no generaría impactos severos a nivel social.

“Nosotros sí vemos importante avanzar hacia la prohibición”, dice Puschel, “pero creemos que tiene que ser un camino que no puede ser abrupto porque lo que nos interesa realmente es que haya una protección efectiva de estos humedales y cualquier medida que sea blanco o negro, de hoy para mañana, no permite realmente hacerse cargo de la diversidad de realidad locales”. Es por eso que en su opinión, “hacia donde debería avanzar la discusión es en cómo podemos implementar (la prohibición total de la extracción de musgo) de manera gradual”.

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Las posibilidades de un manejo sustentable

Aunque tanto Valenzuela como Pushel sostienen que desarrollar un manejo sustentable del pompón no es posible debido a que el musgo crece a una velocidad muy lenta —“se estima entre ocho y 12 años más o menos”, dice el director de CECPAN—, León asegura que sus investigaciones han demostrado que sí es posible. “Hay evidencia de que el musgo se regenera y vuelve a crecer”, señala, aunque advierte que eso no ocurre en todas las turberas. “Efectivamente hay sitios donde el musgo no vuelve a crecer por lo que no es que todas las turberas puedan ser manejadas”, reconoce la científica. Por lo mismo, precisa que es necesario establecer estrategias que especifiquen cuáles son los parámetros que se deben medir y bajo qué condiciones se pueden autorizar planes de manejo. “Nosotros antes de la pandemia terminamos un proyecto donde evaluamos e identificamos, usando el mismo protocolo en distintas localidades, cuáles son esos factores claves”, dice León, por lo que asegura que la información necesaria para establecer planes de manejo ya está disponible.

Musgo Sphagnum magellanicum. Foto: Carolina León

Sin embargo, existen otros problemas que dificultan la puesta en marcha de esa estrategia como, por ejemplo, la falta de fiscalización. “Es realmente decepcionante ver que se apueste por un manejo sustentable cuando las instituciones como el SAG no tienen la capacidad para supervisar. Es realmente una tarea titánica pensar que eso se va a poder alcanzar en el corto o mediano plazo”, señala Valenzuela, quien sostiene que habría que, al menos, lograr recuperar los ecosistemas antes de evaluar la posibilidad de manejarlos de manera adecuada.

Además, al biólogo le preocupan no solo los impactos en la disponibilidad de agua, sino también la pérdida de biodiversidad asociada a la explotación de musgo. Este verano, los investigadores de CECPAN comenzaron a investigar una turbera donde habitan ranitas de Darwin, una especie que solo habita en Chile y que se encuentra En Peligro Crítico, según la Unión Internacional para la conservación de la Naturaleza (UICN). “La pregunta que nos hacemos es qué pasa cuando se recolecta el musgo, ¿quién se está fijando realmente de qué especies que están catalogadas en peligro se vean afectadas por algo que no tiene ninguna vigilancia?”, se pregunta Valenzuela.

Turberas. Foto: CECPAN

Lo que sí está claro y en donde todas las opiniones convergen es que la explotación de turberas no puede continuar desarrollándose de la manera en la que opera actualmente. Aquellos paisajes que lucen como extensas praderas repletas de esponjas rosadas sumergidas en agua son claves para la supervivencia de las comunidades locales y el mundo entero por lo que la profesora Joanne Burgess, investigadora de la Universidad Estatal de Colorado en Estados Unidos, sostuvo durante la COP 26 que “las turberas deben estar en el centro de las inversiones globales en soluciones basadas en la naturaleza, como parte de una estrategia global que ponga fin a la subvaloración y la falta de financiación de estos ecosistemas cruciales”.

*Imagen principal: Reserva Nacional Kawésqar. Foto: patagoniaplanet

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