- Monitores ambientales de las comunidades nativas tikuna utilizan celulares para registrar sus festividades, costumbres y el trabajo que realizan en la elaboración de sus artesanías.
- La idea surgió con la llegada de la pandemia y la preocupación de perder la sabiduría ancestral cuando fallecieron varios de los abuelos del pueblo.
Zoraida Rufino aprendió a tejer con chambira a los 12 años. Su abuela y su madre le enseñaron la tradición del pueblo indígena tikuna para trenzar las fibras de esta palma amazónica (Astrocaryum chambira) y elaborar cernidores, posavasos, cestos y jicras —pequeñas bolsas—, objetos que forman parte de su artesanía tradicional, pero también de uso cotidiano.
“Antes de que llegara la pandemia vendía mi artesanía en Colombia. Iba a andar con mi esposo ofreciendo las cosas lindas que hacemos. Nos hacían pedido y con eso les hice estudiar a mis hijas”, cuenta Rufino mientras muestra su trabajo en el centro de Formación de Maestros Bilingües de la Amazonía (Formabiap).
Un lugar ubicado a 40 minutos de la ciudad de Iquitos, donde se reunieron unas 20 personas de tres comunidades nativas del pueblo tikuna que ahora trabajan en la recuperación del arte tradicional de sus ancestros.
Fueron varios días de viaje desde las comunidades nativas de San Juan de Barranco, Puerto Alegre y Yahuma Callarú, en la provincia de Ramón Castilla —frontera entre Perú, Colombia y Brasil— para llevar todos esos objetos elaborados minuciosamente que representan el arte y la cultura de su pueblo.
El rescate de las tradiciones
“La pandemia nos ha golpeado muy duro, fuimos los primeros en recibir el virus por esta zona, en la frontera con Colombia y Brasil, y algunos de nuestros sabios han fallecido. Entonces, me preguntaba ¿qué pasaría si a todo el pueblo le afecta el virus? Así surgió mi motivación para visibilizar la artesanía y la cultura tikuna”, relata Francisco Hernández, presidente de la Federación de Comunidades Tikunas y Yaguas del Bajo Amazonas (Fecotyba).
En mayo de 2020, en solo una semana, se reportó la muerte de seis personas en la comunidad indígena Bellavista de Callarú, del pueblo tikuna, como consecuencia del Covid-19. Las comunidades tikuna de la triple frontera en Perú figuran entre las que mayor impacto tuvieron por la pandemia en la región Loreto.
Luego de ser afectados por la pandemia, las comunidades tikuna comenzaron a registrar en fotos y videos sus jornadas para recolectar insumos como la fibra de chambira para los tejidos; y maderas como el palo sangre (Brosimum rubescens) y la balsa o topa para elaborar sus máscaras y dupas —una especie de bastón para la danza— que utilizan en sus celebraciones ancestrales.
Los equipos celulares con los que las comunidades están registrando sus tradiciones son aquellos que usan los monitores ambientales, quienes utilizan estos aparatos para la vigilancia de sus bosques.
Desde hace por lo menos cuatro años, los monitores ambientales del pueblo tikuna manejan teléfonos con GPS, imágenes satelitales y otros instrumentos para proteger sus bosques de las actividades ilegales como parte de un proyecto impulsado por Rainforest Foundation US.
Ahora también los usan en jornadas de varias horas de caminata, e incluso días —cuenta Edilson Pinto—, para buscar los insumos y recoger las plantas con las que elaboran los tintes naturales para pintar cada uno de los diseños que adornan sus escudos, máscaras y la vestimenta para sus danzas.
Pinto, de la comunidad nativa San Juan de Barranca, es uno de los más entusiastas en mantener el arte y las tradiciones de los tikuna. “Tenemos que ir hasta Colombia para encontrar el buré [una planta que da la coloración verde] porque no lo encontramos en el Bajo Amazonas”, explica mientras muestra de dónde surge cada uno de los colores con los que pintan los jaguares, paujiles y otros animales que diseñan en las prendas de llanchama —corteza de un árbol de la Amazonía que tras un proceso queda como una tela gruesa y resistente— con la que elaboran su indumentaria tradicional.
En la exhibición presentada en el local de Formabiap —en las afueras de Iquitos— mujeres, hombres, niños y niñas, exhibían con orgullo cada uno de los objetos que representan su cultura y su identidad. Los escudos y vestuario hechos de llanchama con coloridas imágenes de la fauna amazónica que, en algunos casos —explica Pinto— representan al clan al que pertenecen. “Algunos dibujos en sus trajes son de sus clanes: del tigre, del paujil, del guacamayo”.
También mostraban los frascos que contenían los tintes naturales y la procedencia de cada uno de estos colores: el amarillo lo obtienen del guisador, un tubérculo de la zona; el rojo y naranja provienen del achiote; el verde sale de la hoja de pifallo o del buré; y el negro lo obtienen del huito, un fruto amazónico.
En esta exhibición de creatividad también era posible encontrar objetos utilitarios como individuales y posa vasos hechos con chambira; instrumentos para caza elaborados con madera; así como las dupas usadas en la festividad tradicional del pueblo tikuna denominada Pelazón.
La Pelazón es el ritual tradicional que aún se practica en algunas comunidades y que ha sido registrada en video por los monitores ambientales como parte de la propuesta para conservar el legado ancestral.
Se trata de una festividad que marca el inicio de la vida adulta para una adolescente y lleva ese nombre porque, como parte del ritual, se quita todo el cabello de la joven.
Esta costumbre ancestral empieza con la primera menstruación de la joven, a quien mantienen aislada por varios meses con el fin de prepararla para su nueva vida. Transcurridos por lo menos tres meses, se realiza la celebración de varios días en la que los tikuna llevan sus trajes decorados, portan sus máscaras, extienden sus escudos adornados y cargan las dupas. Todos estos son considerados instrumentos de protección para la joven.
“Para grabar las costumbres que nos dejaron nuestros abuelos, empezamos a usar la tecnología. Y así enseñar a los pequeños que van creciendo esa visión de que la etnia tikuna tiene un ritual que nos dejaron los abuelos”, comenta Rony Da Silva, monitor ambiental de la comunidad nativa tikuna Puerto Alegre, sobre las grabaciones que hacen cuando elaboran sus artesanías y el registro de la celebración de la Pelazón, festividad que todavía se mantiene en su comunidad.
Puerto Alegre, Yahuma Callaru y San Juan de Barranco son tres de la comunidades donde aún se realiza esta fiesta que muchos pensaban perdida, pero que ahora han sido registradas por los monitores ambientales par que el legado no se pierda. En mi comunidad fallecieron cuatro abuelitos por la pandemia —agrega Da Silva— y ellos eran los sabios de la Pelazón y de las fiestas rituales.
Lee más | Historia gráfica | ¿Cómo se relacionan las tortugas gigantes de Galápagos con los cultivos de café?
La escasez de recursos
“Estamos recuperando los bosques que estábamos perdiendo por la deforestación, por culpa de la tala de los madereros y porque los cocaleros y narcotraficantes entraban sin permiso de los monitores y autoridades”, comenta Da Silva sobre los problemas que enfrentan las comunidades tikuna.
Da Silva recuerda que luego de aproximadamente dos años trabajando como monitores con el proyecto de Rainforest Foundation US llegó la pandemia. “Paramos con el monitoreo, pero siempre estábamos pendientes de las personas que pudiesen entrar en el terreno de la comunidad para proteger nuestro bosque y que no terminen con los árboles que usamos para hacer artesanías, por ejemplo, la topa, la chambira, el palo sangre”, comenta.
Zoraida Rufino recuerda la época cuando la deforestación no amenazaba sus bosques y disponían de todos los recursos que necesitaban para elaborar sus objetos de uso cotidiano y aquellos que utilizaban en los rituales.
“Cada vez es más difícil encontrar los insumos, en cambio, cuando mi tatarabuelo vivía, estaban bien cerquita porque solo nosotros vivíamos en las comunidades, no había otra gente. Pero luego, uno a uno llegaban los colombianos, entraban en las quebradas y hacían sus chacras, no pequeñas como nosotros, sino bien grandísimas, para sembrar coca”, recuerda Rufino sobre la llegada del narcotráfico a los bosques del pueblo tikuna.
Los líderes indígenas presentes en la reunión de Formabiap hablan sobre la presión que padecen las comunidades tikuna de la triple frontera por la presencia del narcotráfico y la tala ilegal y cuentan cómo la deforestación causada por estas actividades ilícitas ha ocasionado la pérdida de especies como la chambira, la llanchama, la topa y el palo sangre en los bosques cercanos a sus comunidades.
Rufino cuenta que antes caminaban solo unos minutos para encontrar estos recursos, ahora son jornadas de 8 a 10 horas para encontrar alguna de estas especies. Incluso árboles como la lupuna y la capirona, que utilizan para la construcción de sus casas, están siendo depredadas.
“Como estamos en la frontera con Colombia y Brasil nos vamos al lado colombiano y ellos nos venden estos materiales para que podamos hacer nuestra artesanía, porque en nuestro territorio no se encuentra. Toda la zona esta deforestada”, agrega Da Silva.
Con relación a la dificultad para encontrar los materiales usados en la artesanía tikuna, Kim Chaix, director de Impacto Estratégico de Rainforest Foundation US, considera importante lograr el desarrollo de una economía indígena que valore sus costumbres y su arte. “Por qué no sembrar llanchama, por ejemplo, y darle el valor económico que corresponde. Ellos deben sentir que existen opciones, de que optando por proteger su territorio y preservar su cultura pueden generar ingresos”.
En ese sentido, Chaix menciona que, así como las comunidades tikuna se valen de la tecnología para proteger sus bosques, pueden seguir utilizando estas mismas herramientas para que su artesanía se convierta en una fuente de ingresos. “Recuperar y promover su cultura e identidad puede ser una fuente de ingresos. Con los celulares que tienen las comunidades con las que trabajamos, además de realizar el monitoreo, pueden tomar fotos de los objetos que elaboran y compartirlas con otras partes interesadas que puedan hacer pedidos y comprarles”.
Chaix destaca el rol de la tecnología para este fin. “Creo que la tecnología es ese puente entre el pasado y el futuro, que puede, además, ayudar a enfrentar los retos de las comunidades. Es importante documentar las tradiciones, los bailes y otras actividades con las cámaras de los teléfonos y compartirlas con otras comunidades, con investigadores y con las futuras generaciones”.
Imagen principal: Zoraida Rufino en su comunidad Yahuma Callarú. Foto: Rainforest Foundation US.
———-
Videos | Perú: las mujeres que son la voz de Cuninico
Si quieres conocer más sobre la situación ambiental en Perú, puedes revisar nuestra colección de artículos.
Si quieres estar al tanto de las mejores historias de Mongabay Latam, puedes suscribirte al boletín aquí o seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram y YouTube.
Facebook | Menonitas en Perú: tres colonias investigadas por la deforestación de casi 4 mil hectáreas de bosque en la Amazonía