- A una semana de dejar el mando, Sebastián Piñera anunció la creación de un parque nacional que protegerá más de 300 glaciares en las cercanías de Santiago, la capital.
- El parque nacional se emplazará en un gran predio fiscal de 142 000 hectáreas que ambientalistas y científicos llevan años intentando proteger.
- Sin embargo, la propuesta busca resguardar solo la mitad de ese territorio y expertos aseguran que la zona de mayor biodiversidad quedaría fuera del área de protección.
A una semana de terminar el gobierno de Sebastián Piñera, el ahora expresidente anunció la creación del Parque Nacional Glaciares de Santiago. Se trata de un área protegida de 75 000 hectáreas en la zona cordillerana del Cajón del Maipo, ubicada a unos 60 km de Santiago, para proteger 368 glaciares que son un importante reservorio de agua. “Es un paso fundamental que está dando nuestro país para combatir la destrucción de nuestra naturaleza, el derretimiento de los glaciares y la sequía que nos está golpeando”, dijo el expresidente Piñera.
Chile sufre desde hace 13 años las embestidas de una sequía que ha afectado a gran parte del país. De hecho, ya existen comunidades donde el agua potable solo llega por medio de camiones cisterna y donde los cultivos han sido destruidos por la falta de riego. Es por eso que la iniciativa de proteger estos glaciares, que representan el 56 % del agua almacenada en la región capitalina, ha sido celebrada por todos los sectores.
“Es un importante logro que el gobierno decida proteger este territorio”, sostuvieron distintas organizaciones ambientales que, reunidas en la campaña #QueremosParque, vienen solicitando desde 2019 la protección de esta zona de la Cordillera de Los Andes aunque en una extensión mucho mayor, 142 000 hectáreas. A través de un comunicado, #QueremosParque destacó que la propuesta del gobierno solo protegerá las áreas de alta montaña sobre los 3600 metros de altura, dejando sin ningún tipo de resguardo a la mitad del territorio fiscal donde se ubican humedales altoandinos y otros frágiles ecosistemas que son ocupados por guanacos, pumas, cóndores, felinos andinos y otras especies, muchas de las cuales se encuentran con algún grado de amenaza de extinción.
Biodiversidad desprotegida
El territorio fiscal de 142 000 hectáreas que ambientalistas y científicos llevan años solicitando que sea protegido, es uno de los últimos espacios no intervenidos de la región Metropolitana. Entre las altas cumbres, los valles, los ríos y las montañas que conforman este espacio habitan 430 especies de flora y 135 especies de animales.
Según la bióloga Mary Kalin, directora de desarrollo del Instituto de Biodiversidad y Desarrollo de la Universidad de Chile, la mayor biodiversidad del país se encuentra en la zona central que, a su vez, es el sector más poblado y ocupado por la agricultura y la industria forestal. De ahí que proteger esta área sea clave.
Sin embargo, en Chile, la mayor riqueza en términos de biodiversidad en la zona central de la Cordillera de los Andes está, aproximadamente, entre los 1500 y los 3000 metros de altitud, asegura Nicolás Lagos, Ingeniero en Recursos Naturales Renovables. Esa franja está “justo por debajo del área que quedaría protegida según la propuesta del gobierno”, precisa el experto y “especies grandes, icónicas para la protección porque son especies banderas como el puma, el cóndor o el guanaco podrían quedar fuera del territorio protegido”, agrega la bióloga Solange Vargas.
La científica, que se ha especializado en el estudio de guanacos (Lama guanicoe), explica que estos animales ocupan las altas cumbres en verano, pero al llegar el invierno y con él la nieve que cubre el pasto, los guanacos se desplazan hacia zonas más bajas en busca de alimento. “En invierno estos espacios están cubiertos de nieve lo que impide que los animales puedan estar ahí porque no tienen comida. Necesariamente tienen que bajar”, dice la experta. Así mismo, el puma (Puma concolor) “aunque se mueve mucho más y no tiene tan marcado ese movimiento estacional, también necesita lugares sin nieve para poder acceder a presas”, agrega Vargas.
Lagos, por su parte, quien se ha especializado en el estudio de felinos andinos, señala que aquella zona “queda entremedio de sectores donde han habido registros de gato andino”, una especie En Peligro, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Según el experto, no existen registros de gato andino (Leopardus jacobita) en la zona central de la Cordillera de los Andes que lleguen hasta los 3600 metros de altura, “entonces claramente el área donde pudiera haber gato andino va a ser el área que no quedaría bajo protección”, precisa.
En ambos casos, los expertos sostienen que la zona propuesta por el gobierno de Sebastián Piñera “es insuficiente”. “No tiene sentido, en términos de biodiversidad, que se protejan solo estas altas cumbres. Se necesita un área de mayor diversidad de paisajes y de hábitat”, asegura Vargas.
Las amenazas
Pilar Valenzuela, abogada y coordinadora de la campaña #QueremosParque, sostiene que aun en el entendido de que la propuesta del expresidente se limite a proteger los reservorios de agua, es necesario resguardar un territorio más extenso que el que ocupan los glaciares puesto que “en la medida que tu proteges la flora del lugar y permites mayor vegetación también permites que el agua entre a las napas, que se retenga en la superficie y que no escurra rápidamente”.
Sin embargo, existe una razón aún más de peso para pedir la creación de un parque nacional en todo el predio fiscal. Según Valenzuela, “es una estrategia para detener la minería porque el 60 % de este territorio está con concesiones mineras otorgadas y en trámite”.
La abogada sostiene que, aunque actualmente ninguna de esas concesiones está en etapa de explotación y ningún proyecto tiene permisos, un parque nacional impediría la eventual activación de la minería en la zona. Con ello, esa amenaza quedaría relegada no solo en beneficio de la biodiversidad, sino también de los glaciares puesto que “el que no haya minería implica que no va a caer polvo sobre los glaciares (uno de los impactos que acelera el derretimiento de los hielos) y que no va a haber una afectación aún mayor que la que ocurre con el cambio climático”.
Para los expertos, la protección del territorio es urgente puesto que actualmente, la falta de administración sobre él, ha abierto la puerta a diversos conflictos que están degradando los ecosistemas: “La gente se lo está tomando, hay cacería ilegal, extracción de leña, deforestación, ganadería descontrolada por lo que se ven animales comiendo arriba de humedales frágiles, etc.”, enumera Valenzuela.
La propuesta del gobierno saliente, sin embargo, no se haría cargo de esas situación. “Protegerán las altas cumbres y dejarán el camino libre para la minería y todo el conflicto que hay en la parte de los valles”, dice la coordinadora de #QueremosParque.
Mongabay Latam envió preguntas al Ministerio de Medio Ambiente, sin embargo, desde el organismo respondieron que por problemas de agenda debido al cambio de gobierno no les sería posible participar.
La participación de los arrieros
Aunque entre ambientalistas y científicos existe consenso en que el área extendida del predio fiscal (las 142 000 hectáreas) debe ser protegida, para Nicolás Lagos, la figura de parque nacional no sería la más adecuada. “Un parque nacional es una figura de protección que no permite actividad humana”, explica el experto, pero comunidades locales de arrieros han realizado en el área históricamente actividades ganaderas, lo que es necesario tomar en cuenta, dice.
Además, Lagos agrega que en tiempos de la reforma agraria, durante el gobierno de Salvador Allende, esas tierras fueron entregadas a los ganaderos locales. Luego, durante la dictadura, los militares se hicieron de esos territorios los que fueron entregados al Ministerio de Bienes Nacionales recién en 2018. Los ganaderos locales, sin embargo, desde el regreso de la democracia han pedido la restitución de esas tierras. Por eso, en opinión de Lagos, “si el parque se hubiera extendido por las 142 000 hectáreas tendríamos un problema socioambiental importante porque estaríamos pasando por encima de comunidades que están pidiendo restitución de tierras”.
Para el experto, otra figura de protección, como la de reserva nacional, por ejemplo, “sería una solución más viable y empática con la gente local”, puesto que se podría realizar una zonificación que permitiera la existencia de actividades humanas al interior del área protegida, explica. “No quiero decir con esto que no haya actividades ganaderas que destrozan las vegas altoandinas porque las hay”, dice Lagos, “pero yo creo que una figura de protección en la que haya un manejo sustentable del ganado puede ser acorde con la conservación de la biodiversidad”, puntualiza.
Al respecto, Valenzuela precisa que “no somos de la idea de que se vayan los arrieros, por ningún motivo, queremos que estén porque es una actividad histórica, pero hay que regularla”.
Por lo pronto, con la llegada del nuevo gobierno de Gabriel Boric, la coordinadora de #QueremosParque espera que la propuesta presentada por Sebastián Piñera sea reevaluada y que se reconsidere el perímetro de protección.
*Imagen principal: Cóndor sobrevolando los glaciares de la región Metroplitana. Foto: Camilo Novoa
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