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#EnCorto: cuatro claves para conocer a la imponente águila del Chaco, un ave en peligro de extinción

  • Esta ave rapaz que habita en Brasil, Bolivia, Paraguay y Argentina se encuentra en peligro de extinción.

El águila coronada o águila del Chaco (Buteogallus coronatus) es una especie que se enfrenta a la extinción. Esta especie rapaz fue descrita en el año 1817, sin embargo, se conoce muy poco sobre los diferentes aspectos de la biología y el comportamiento de esta ave que habita en cuatro países de Sudamérica: Brasil, Bolivia, Paraguay y Argentina.

Según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), el águila del Chaco está catalogada como especie En Peligro y su población se calcula en un rango entre 250 a 999 individuos.

Águila del Chaco también llamada águila coronada. Foto: Tomás Cuesta.

Es un ave expuesta a ahogamientos, electrocuciones, disparos de armas de fuego, envenenamientos, así como a la pérdida de su hábitat, por lo tanto, “llegar a la edad adulta para un águila coronada es una misión casi imposible”, dice Diego Gallego García, biólogo de la Universidad del País Vasco, en España, y becario del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina.

¿Qué se sabe de esta ave rapaz? Aquí cuatro datos para conocer a esta especie.

Conocer el hábitat

Las provincias de La Pampa, San Luis y Mendoza, en Argentina, son los lugares donde se ha visto la mayor cantidad de águilas coronadas. Si bien están lejos de lo que se considera el  Gran Chaco, para Hernán Casañas, director ejecutivo de la organización Aves Argentinas, “la región de monte, los contrafuertes de la cordillera andina y el espinal que rodea las praderas de la llanura pampeana también pueden considerarse geográficamente como ambientes chaqueños”.

Trepado a la copa de un algarrobo de la Reserva Ñancuñán conocido como “30 Palos”, Andrés Capdevielle procede al anillado de un pichón. Foto: Hugo Asensio.

Para conocer más sobre los lugares donde habita, el Centro para el Estudio y la Conservación de las Aves Rapaces en Argentina (Cecara) inició un proyecto para recorrer el oeste de Santa Fe y el este de Santiago del Estero, en los bajos submeridionales del Gran Chaco.

“La idea es hacer un trabajo desde cero en esa zona, con las charlas en escuelas y con productores y asociaciones rurales para dar a conocer la especie”, dice Diego Gallego, ganador de una beca de la Rufford Foundation que permitirá financiar el proyecto.

El plan también contempla buscar nidos, monitorearlos, anillar e instalar transmisores a los pichones y poner rampas de rescate en los sitios donde sean necesarias.

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El conflicto con los humanos

Durante décadas, los habitantes rurales creyeron que el águila del Chaco se alimentaba de corderos y chivos, por lo tanto, estaba expuesta a la persecución y a la caza. “No puede decirse que no fuese verdad”, señala José Sarasola, doctor en Ecología, director del Cecara, investigador del CONICET y artífice del proyecto que busca salvar de la extinción a la especie

Un pichón de águila coronada se sorprende ante la llegada de un intruso. La escena está tomada en la Reserva de la Biosfera Ñancuñán (Mendoza). Foto: Andrés Capdevielle.

Según Sarasola, durante el siglo XIX, en La Pampa y parte de la provincia de Buenos Aires el ganado estaba suelto, por ello las águilas “podían aprovechar el nacimiento de un cordero que no pesa más de un kilo para llevárselo a su nido, tal como relatan aún hoy las personas mayores”.

Para conocer más sobre este tema, en el 2012, los científicos de Cecara instalaron cámaras trampa en La Pampa y lograron ver qué presas preferían las águilas coronadas. Las observaciones permitieron saber que el piche llorón (Chaetophractus vellerosus), un armadillo de unos 600 gramos de peso, era la presa más frecuente junto a aves más pequeñas, zorrinos, comadrejas, víboras y culebras, ofidios y tortugas. También carroña, aunque de manera menos frecuente.

Esta evidencia se presentó en colegios y a los productores ganaderos y se logró reducir la muerte de las águilas del Chaco por culpa de los disparos de escopeta de quienes pensaban que se alimentaba de su ganado. “Desde 2016 no tenemos constancia de muertes por disparos en La Pampa”, afirma Diego Gallego.

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Amenazas para la población

“La tasa de reproducción es muy lenta y la de mortalidad en etapas juveniles es demasiado alta”, indica José Sarasola y agrega que “si no trabajamos seriamente, hablamos de una especie condenada a la extinción”.

Las águilas coronadas alcanzan su edad reproductiva a partir de los cuatro años y cada pareja pone un único huevo en cada ciclo reproductivo, que ocurre, generalmente, una vez al año. Un estudio realizado por el investigador Maximiliano Gálvez, en 2007, indicaba que el éxito de la reproducción era de solo un 57,89 %.

Aumentar el conocimiento del águila en las zonas donde habita se considera clave para su supervivencia. El trabajo en las escuelas rurales locales persigue esa meta. Foto: Tomás Cuesta.

La reducción y fragmentación de su hábitat se aceleran, al igual que los espacios para hacer sus nidos, por tanto, se reducen también sus posibilidades de reproducción.

Otro riesgo que enfrentan las águilas del Chaco son los tanques australianos, estructuras circulares para almacenamiento de agua que abundan en las zonas rurales de todo el país, que se convierten en trampas mortales para las aves pues, cuando caen en ellas, mueren ahogadas. Solo en La Pampa existen 25 000 de esos tanques y se calcula que se ahogan 250 000 aves de diferentes especies al año.

“Las coronadas son rapaces de gran tamaño, de alrededor de 1,85 metros de envergadura y algo más de 3 kilos de peso. Mojadas, las alas llegan a duplicar su peso lo que les impide salir del agua, hasta que se agotan y se ahogan”, acota Diego Gallego.

Las aves también corren el riesgo de electrocutarse al posarse sobre los postes de electricidad, por ello los investigadores han sugerido cambios de diseño en estas estructuras para impedir que las grandes alas del águila coronada toquen al mismo tiempo dos cables conductores de fases diferentes.

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Avances en las investigaciones

A partir del 2012 se empezaron a utilizar transmisores satelitales para investigar a estas aves. Antes de ello, los estudios se hacían mediante  capturas, anillados y estudios genéticos.

“La realidad es que antes nunca volvíamos a ver a un ejemplar anillado. Hoy es diferente”, comenta Sarasola, máximo experto en estas rapaces y ganador en 2019 del Óscar Verde otorgado por la Whitley Foundation por su trabajo con el águila del Chaco.

Todos los datos de registro de un ejemplar se hallan en los anillos que rodean sus patas. Aun así el seguimiento es difícil: pueden pasar años sin que se lo vuelva a ver. Foto: Andrés Capdevielle.

Los datos recopilados en los últimos años permiten saber que las parejas adultas son bastante estables y guardan cierta fidelidad por los territorios de nidificación. También se sabe que se mueven en un espacio de entre 50 y 100 kilómetros cuadrados durante la época reproductiva.

¿Quieres saber más? Lee aquí la historia completa.

Imagen principal: Un águila del Chaco. Foto: Tomás Cuesta.

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