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México: comunidades se unen para impulsar turismo aliado con la conservación de los bosques

Integrantes del Junta de Pueblos Originarios Coordinados para el Bosque y el Turismo (POCBOTU), en la Cuenca Amanalco-Valle de Bravo. Foto: Francisco Guadarrama Olivera.

  • En Amanalco-Valle de Bravo, en el Estado de México, ejidos y comunidades que conservan en conjunto poco más de 8 mil hectáreas de bosques se unieron para impulsar proyectos ecoturísticos, como el senderismo.
  • Además de crear empleos, las comunidades buscan alentar un turismo que sea un aliado en la conservación de sus bosques, lagunas y cascadas.

Desde niña, Cruz Ávila caminaba por el bosque como parte de su cotidianidad: para ir a recoger leña o plantas medicinales. Durante esas caminatas, ella aprendió a distinguir entre las ramas la presencia de un ave y a identificar diferentes tipos de árboles. También descubrió que caminar entre pinos y escuchar el sonido de una cascada es una gran medicina para el alma y el cuerpo.

Hace unos meses, ella y habitantes de comunidades forestales localizadas en la Cuenca Amanalco-Valle de Bravo, en el la región centro de México, decidieron hacer de esas caminatas uno de los principales atractivos del proyecto comunitario con el que buscan tener alternativas de ingresos, conservar el bosque y mostrar que es posible hacer un turismo que respete los recursos naturales.

El primer paso para dar vida a su proyecto fue capacitarse. Así que durante cuatro meses del 2021, Cruz Ávila y otros habitantes de las ejidos y comunidades asistieron a talleres para formarse como guías de naturaleza. El siguiente paso fue consolidar la alianza de comunidades y crear la Junta de Pueblos Originarios Coordinados para el Bosque y el Turismo (POCBOTU), en la Cuenca Amanalco-Valle de Bravo.

Los guías comunitarios se capacitaron durante talleres en los que, entre otras cosas, se les enseñó cómo diseñar rutas para senderismo. Foto: Francisco Guadarrama Olivera.

Pocbotu, que agrupa a comunidades que en conjunto tienen 8088 hectáreas forestales en el Estado de México, empezó a gestarse hace dos años, a partir de la iniciativa del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS), organización no gubernamental que trabaja en la zona desde hace ya dos décadas.

“Los visitantes estaban llegando cada vez más a esta zona y  las comunidades tenían la inquietud de ofrecer actividades de turismo, pero todas con una oferta muy similar: cabañas y tirolesas. Se prendieron las alarmas, porque eso trae un turismo al que no les importa cuidar los bosques ni los recursos de las comunidades. Además, con la misma oferta, los ejidos iban a competir entre sí, en lugar de apoyarse”, explica Andrés Juárez, coordinador en Amanalco del CCMSS.

La organización planteó el tema a los pobladores, también preocupados por mirar cómo el turismo sin planeación causa daños a su bosque y recursos naturales. Fue así —explica Juárez— que entre el CCMSS y los ejidos y comunidades se comenzó a trabajar en diseñar un proyecto de turismo rural y sustentable.

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Bosques y lagunas de la zona de Amanalco. Foto: Thelma Gómez Durán.

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Un turismo que sea aliado de la conservación

La cuenca de Amanalco-Valle de Bravo tiene especial importancia, entre otras cosas, por los servicios ambientales que brindan las más de 35 mil hectáreas de bosques templados y los poco más de mil 770 cuerpos de agua que se encuentran en esta región.

La zona contribuye en forma importante a la captura de CO2 y, por lo tanto, a mitigar el cambio climático. Además, es hábitat de especies emblemáticas como la mariposa monarca. Y, por si fuera poco, el 10 % del agua que se consume en la Ciudad de México proviene de esa región.

Por su relativa cercanía con la Ciudad de México y, en especial, por ser una región de bosques templados, en donde es posible encontrar cascadas y lagunas —tanto naturales como artificiales—, la cuenca de Amanalco-Valle de Bravo es una importante zona turística: cada año recibe a cerca de 2 millones de visitantes.

En los bosques de la región de Amanalco-Valle de Bravo llegan las mariposas monarca a pasar el invierno. Foto cortesía de Candace Fallon/Xerces Society

En los últimos años, para los habitantes de las comunidades forestales es cada vez más común padecer las consecuencias de un turismo que aumenta, pero que no tiene un respeto por los recursos naturales.

Por ejemplo, hay visitantes que entran a los terrenos de los bosques comunitarios y a las lagunas naturales con vehículos como cuatrimotos y todo terreno.

Entre los cuerpos de agua afectados está la Laguna El Sumidero, un importante sistema acuático localizado en la parte media-alta de la cuenca Amanalco-Valle de Bravo, hábitat de ajolotes, (Ambystoma rivulare), acociles (Cambarellus montezumae) y otras especies.

En la zona, además, se ha generado una presión sobre la propiedad social de la tierra, para que ésta se privatice y venda para instalar ranchos y hoteles, explica Andrés Juárez, coordinador en Amanalco del CCMSS.

Una de las lagunas que son un atractivo en la región. Foto: Ejido San Jerónimo.

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Todas estas problemáticas comenzaron a discutirse en las reuniones que, a lo largo de 2021, tuvieron los representantes de los ejidos y un comunal que se unieron en la Junta de Pueblos Originarios Coordinados para el Bosque y el Turismo (POCBOTU), en la Cuenca Amanalco-Valle de Bravo.

Juárez recuerda que en esas reuniones se acordó formar una alianza de comunidades para hacer frente a las empresas que, desde Valle de Bravo, promueven las actividades que dañan a los recursos naturales y, sobre todo, impulsar un turismo que sea un aliado en la conservación de sus bosques comunitarios.

Como parte de esa alianza diseñaron un manifiesto del turismo comunitario, en el que, entre otras cosas, señalan que están a favor del turismo equilibrado para la conservación de sus ecosistemas y la preservación de su bosque. Además, piden que se respete a las tierras de uso común de ejidos y comunales, por lo que hacen un llamado para detener la especulación inmobiliaria sobre esos territorios.

La región conserva cuerpos de agua e importantes zonas forestales. Foto: Cortesía Ejido San Lucas.

Las comunidades que unieron en esta iniciativa son los ejidos Amanalco de Becerra, Capilla Vieja, Corral de Piedra, Potrero, San Bartolo, San Francisco Oxtotilpan, San Jerónimo, San Juan, San Miguel Tenextepec, San Miguel Xooltepec, San Mateo Almomoloa y la comunidad de San Lucas, con población mazahua, otomí, nahua y matlatzinca.

A principios de abril del 2022, las comunidades dieron a conocer en forma oficial su alianza por un turismo sustentable. Una de las encargadas de hacer la presentación fue Cruz Ávila. En su voz, enmarcada por el sonido de la cascada del parque ecoturístico del ejido San Lucas, resonó el sentir de quienes forman este bloque por los bosques y el turismo:

“Para nosotros los bosques son nuestra casa, el lugar donde nacimos. Queremos cuidarlos como cuidamos nuestro hogar. Trabajamos juntos para mantener los bosques vivos, los bosques saludables, los bosques hermosos. Invitamos a los paseantes, a los turistas a conocer nuestra casa. A conocer y disfrutar este lugar con respeto y cuidado”.

En la cuenca de Amanlco-Valle de Bravo, comunidades con población indígena mazahua, otomí, nahua y matlatzinca participan en el proyecto. Foto. El Mosco Ismael Jiménez .

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Abanico de alternativas comunitarias

Cruz Ávila, originaria de San Miguel Tenextepec, ingresó a los talleres del CCMSS como un reto personal: “Nunca imaginé ser guía. Se me hacía algo muy complicado”.

Durante la preparación para ser guía, la ejidataria de 39 años aprendió sobre la historia de su ejido, los diferentes tipos de senderos, dinámicas en manejo de grupos, experiencias bioculturales e, incluso, sobre primeros auxilios y prevención de riesgos.

En los talleres, cada guía desarrolló su propio proyecto. Cruz Ávila bautizó el suyo utilizando la palabra en otomí con la que se conoce a su comunidad San Miguel Tenextepec: Veredas de Tenani.

Los guías no fueron los únicos en presentar su proyecto. Cada uno de los ejidos y comunidades también tenía que definir las actividades turísticas que ofrecería.

“Vimos que cada ejido tenía algo especial para ofrecer, así se fue diversificando la oferta, para no competir entre nosotros; aprender de los que ya tienen servicios para el turismo y juntos, en bloque, frenar ese otro turismo que no busca respetar y aprender de los bosques”, comenta Beatriz Hilario Cruz, tesorera del parque ecoturístico Sendero San Lucas Amanalco.

Puente colgante en San Lucas Amanalco. Foto: Andrea Vega.

Entre los ejidos que participan en esta iniciativa hay algunos que ya tienen más experiencia en impulsar el ecoturismo. Por ejemplo, desde hace cuatro años, San Lucas Amanalco recibe visitantes. La comunidad tiene 400 hectáreas de bosque, un puente colgante, dos cascadas y senderos para ciclismo.

Amanalco de Becerra es otro ejido que también tiene un camino andado en el turismo sustentable. Desde 2002, esta comunidad opera el Parque Ecoturístico Corral de Piedra, donde hay cabañas, renta de lanchas, kayak, caminatas guiadas, restaurante y salón de usos múltiples.

“Aunque nosotros ya estamos muy encaminados, esta alianza nos parece muy viable para que los ejidos vecinos se sumen y siga creciendo la oferta de un turismo responsable, no desordenado”, explica Ramón Fierro Ponce, presidente del comisariado ejidal de Amanalco de Becerra, comunidad que tiene 80 hectáreas de bosque.

En la región de Amanalco-Valle de Bravo, el trabajo artesanal tiene una fuerte tradición. Foto: Jerónimo Vilchis.

En una etapa mucho más inicial del proyecto está el ejido San Jerónimo, que tiene mil 132 hectáreas de bosque de uso común. En esta comunidad se cultiva maíz, chícharo, haba; se hacen pulque, pan artesanal, nieves y artesanías. Sus pobladores apuestan por el agroturismo y turismo rural.

“El bosque, el agua y el saber hacer de nuestra gente son los pilares primordiales para considerarlos en las actividades turísticas. Queremos mostrar lo que somos y cómo vivimos, cómo nos esforzamos por cuidar nuestro bosque, para que los visitantes tomen conciencia de que deben respetarlos”, explica Beatriz Pedroza Marcos, presidenta del comisariado ejidal.

Su plan es ofrecer talleres a los visitantes sobre las actividades que realizan. “Apostamos por un turismo interesado en conocer esto —insiste Pedroza—, que aprecie el bosque y a quienes vivimos en estas comunidades”.

En San Jerónimo, además, se ofrecerán recorridos a lugares como el Hoyo de Hermenegildo, donde hace miles de años se formó un cráter al que se puede descender.

Talleres de elaboración de pan es una de las actividades que ofrecen en las comunidades. Foto: El Mosco Ismael Jiménez.

Los ejidos de San Jerónimo, Capilla Vieja y San Miguel Tenextepec comparten la Laguna El Sumidero. Para protegerla, los habitantes de estas comunidades establecieron un acuerdo para prohibir el paso a los vehículos todo terreno.

Cruz Ávila, la guía de naturaleza que quiere compartir con los turistas su amor por el bosque, explica que en su comunidad, San Miguel Tenexpetec, se desarrolló un plan de turismo sustentable que se basa en el senderismo y en talleres donde se mostrarán las actividades de la población.

Además, para 2023 planean tener ya un mirador en la zona que se conoce como la Peña.

Otras ofertas de turismo sustentable que están en planeación como parte de la iniciativa POCBOTU (y que se pueden conocer en su página de facebook) tienen que ver con la observación de aves, de luciérnagas y de la mariposa monarca, que en invierno llega a bosques de algunas de las comunidades de la zona.

Las comunidades han diseñado una serie de actividades para los visitantes. Foto: Andrea Vega

Cuidar los bosques y generar empleos

Entre los varios objetivos de la alianza está el involucrar a los jóvenes de la región en la planificación y desarrollo de los proyectos turísticos, para ofrecerles trabajo en sus comunidades.

Vicente Jacobo Ramírez, de 26 años y originario del ejido San Francisco Oxtotilpan, fue una de las 29 personas que tomaron el taller para ser guía de naturaleza. Explica que él ya desarrollaba esta actividad desde 2018, pero ahora confía que con la iniciativa de POCTOBU se tenga más trabajo.

“Acá una buena parte de los jóvenes sí migran o se van y regresan por temporadas. Para mí ser guía es una actividad que me ha permitido quedarme y tener buenos ingresos. Ahora tengo muy buenas expectativas con la Junta de Pueblos, se van a generar más proyectos y tendré más oportunidad de tener ganancias haciendo lo que me gusta: conocer gente, platicar con ellos y hacer difusión sobre la importancia de proteger nuestros bosques”, explica Ramírez.

Por ahora, la alianza de comunidades busca generar unos 60 empleos permanentes.

Irene, artesana y guía, es una de las jóvenes que participan en el proyecto de turismo comunitario. Foto: Alex Mark.

Cruz Ávila explica que ella ya comenzará a promocionar su proyecto de senderismo: “Voy a llevar a los visitantes a un lugar llamado El Caballero y a mitad del camino, junto con otros vecinos, les vamos a ofrecer un taller de pulque y otro de pan. En esa misma casa se van a ofrecer desayunos típicos, así podemos generar beneficios para los ejidatarios que se vayan sumando”.

Las comunidades que se unieron en esta alianza también tienen en común que realizan aprovechamiento maderable; es decir, producen madera en forma sostenible y, para ello, siguen un programa de manejo forestal autorizado por las autoridades ambientales, y en donde se establece cuántos árboles pueden cortar, además de realizar diversas actividades para  mantener el bosque en buenas condiciones.

En la presentación del proyecto de turismo comunitario, Cruz Ávila también señaló que cuando no se conoce qué es el manejo forestal comunitario, se tiene la idea de que solo se tala. Ella aclara que no es así: “Dedicamos mucho tiempo a conservarlos. Cada año damos hasta 40 días, por persona, de trabajo colectivo con faenas”.

La ejidataria confía en que su iniciativa turística recibirá el apoyo de visitantes que estén dispuestos a conocer en qué consiste el manejo forestal comunitario, a saber cómo viven estas comunidades, a caminar entre pinos, oyameles y, sobre todo, que quieran contribuir al cuidado de sus bosques.

* Imagen principal: Integrantes del Junta de Pueblos Originarios Coordinados para el Bosque y el Turismo (POCBOTU), en la Cuenca Amanalco-Valle de Bravo. Foto: Francisco Guadarrama Olivera.

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