- Son 100 mil hectáreas las que fueron declaradas parque, la máxima categoría de protección, en el Golfo Corcovado en la Patagonia Norte.
- Se trata de una importante zona de alimentación y crianza para las ballenas azules, sin embargo, solo representa una pequeña fracción de toda el área que ocupan estos animales por lo que habrá que continuar realizando esfuerzos de conservación, aseguran los científicos.
Chile cuenta con una nueva área marina protegida en la Patagonia que permitirá resguardar una importante área de alimentación y de crianza para la ballena azul (Balaenoptera musculus), considerada En Peligro por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Se trata del parque marino Tic Toc-Golfo Corcovado, un proyecto que había sido aprobado por el Consejo de Ministros para la Sustentabilidad en diciembre 2021, pero que logró finalmente concretarse en julio pasado luego de 21 años de trabajo por parte de científicos y conservacionistas que venían desde hace más de dos décadas impulsando la protección de este lugar en la Patagonia norte.
Son 100 mil hectáreas ubicadas en el golfo Corcovado, al sur de la isla de Chiloé, donde se congregan no solo ballenas azules sino también ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae), sei (Balaenoptera borealis), al menos dos especies de delfines (el chileno y el austral), el lobo marino común (Otaria flavescens) y colonias de pingüinos. Además es visitada por el albatros de ceja negra (Thalassarche melanophris), el albatros real (Diomedea epomophora) y la fardela negra (Ardenna grisea), todas aves en la lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
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Las ballenas asediadas
Hace algunos años, la ciencia logró identificar que la Patagonia Norte de Chile (PNC) es la zona más importante de alimentación y de cría para la ballena azul del Pacífico Sur Oriental durante el verano austral. Ese descubrimiento sería clave para la conservación de una población de ballenas azules que es única en el mundo y que está compuesta apenas por unos cientos de ejemplares. La particularidad de esta población, explica la oceanógrafa Susanah Buchan, es que cantan o vocalizan de manera diferente al resto de las ballenas azules en el mundo. Dicho de otro modo, las ballenas azules que nadan en el mar chileno tienen un dialecto propio lo que hoy permite asegurar que se trata de una población única, dice Buchan, la autora del hallazgo.
Luego de estas importantes revelaciones científicas, el año pasado investigadores del Centro Ballena Azul lograron demostrar con una imagen los impactos que tiene el tránsito marítimo sobre las ballenas en la Patagonia Norte de Chile.
Los científicos habían instalado un sistema de rastreo satelital en 14 de estos animales para identificar cuáles son los lugares que más visitaban y, paralelamente, construyeron un mapa con los trayectos de las embarcaciones a partir de su información satelital.
Lo que encontraron, al superponer ambos mapas, es que los espacios que las ballenas ocupan para alimentarse en la Patagonia Norte tienen un intenso tráfico marítimo lo que podría poner en riesgo su recuperación. Según precisa el estudio que fue publicado en la revista Scientific Report, en esas áreas “se necesitan con urgencia acciones de gestión”, debido a los distintos impactos que las embarcaciones podrían estar teniendo sobre las ballenas, que van desde las colisiones hasta la contaminación acústica.
Una ballena (punto azul) esquiva cientos de embarcaciones en la Patagonia Norte de Chile mientras intenta alimentarse. Animación: Dr. Luis Bedriñana-Romano, Centro Ballena Azul – Universidad Austral de Chile
El parque marino Tic Toc-Golfo Corcovado es justamente una respuesta a esa urgencia ya que viene a proteger una de las cuatro áreas que aquella investigación científica identificó como claves para la alimentación de la ballena azul y que es altamente transitada por embarcaciones.
Según Carlos Cuevas, presidente de la Fundación Melimoyu, ONG que impulsó desde sus inicios el proyecto del parque marino Tic Toc-Golfo Corcovado, “estamos firmando un convenio de colaboración entre la Fundación Melimoyu y la Subsecretaría de Pesca (Subpesca, el organismo del Estado que tiene la administración del parque)”, para crear el plan de manejo de esta nueva área marina protegida. “Estamos conformando el equipo de trabajo que va a desarrollar durante un año ese proyecto en conjunto con Subpesca”, dijo Cuevas y precisó que la Fundación Melimoyu aportará con apoyo financiero y técnico aunque “es el Estado quien tiene la última palabra”, es decir, será la Subpesca quien dirija el proyecto de creación del plan de manejo y quien lo apruebe.
Eso sí, insistió el director de la fundación, “tenemos que ir haciéndolo en consulta permanente con todas las comunidades involucradas: indígenas, pescadores, asentamientos humanos, etc. Porque un plan de manejo para que funcione tiene que contar con el apoyo de todos los actores involucrados”.
En dicho plan de manejo se especificarán, entre otras cosas, las medidas que se implementarán para mitigar las amenazas a las especies que se espera proteger, especialmente la ballena azul que fue la principal justificación para crear el parque marino.
De acuerdo a las investigaciones que ya se han realizado en el área, el tráfico marino es una de las principales amenazas, asegura el presidente del Centro Ballena Azul, Rodrido Hucke. Por ello, el investigador espera que se establezcan medidas para limitar el tránsito en el área. “Lo que se puede hacer es modificar las rutas de navegación”, dice el investigador, y establecer, por ejemplo, que no se pueda navegar de noche o a más de 10 nudos. Incluso sería posible prohibir la navegación dentro del área, sostiene Hucke, aunque precisa que “no se trata de prohibirle el paso a todo el mundo. Si hay una emergencia, por ejemplo, obviamente la gente va a tener que entrar, pero lo relevante es ver si es que el tráfico marítimo es un tema grande y para eso están los datos y lo segundo es ver cómo podemos implementar medidas para que la conservación sea efectiva”.
La necesidad de seguir protegiendo
El parque marino Tic Toc-Golfo Corcovado es una buena noticia que la ciencia celebra como un importante primer paso. Sin embargo, los expertos concuerdan en que es necesario seguir trabajando para lograr proteger una mayor extensión del territorio. “Es una buena noticia, es un buen primer paso, pero tenemos que seguir adelante, hacer más”, dice Hucke.
En efecto, esta nueva área marina protegida “no es tan grande si pensamos en términos de ballenas”, dice Cuevas. “Estamos hablando de 100 000 hectáreas, pero las ballenas necesitan muchísima más área”, explica el experto. Además, estos animales “no solo vienen a comer ahí”, agrega. La zona que abarca el nuevo parque marino es “un lugar donde los estudios científicos demuestran que se concentran un poco más las ballenas, pero éstas están en todo el Golfo Corcovado”, dice.
De hecho, el estudio realizado por el Centro Ballena Azul demuestra que hay al menos otras tres zonas “sumamente delicadas”, asegura Hucke. Imagínate un niño corriendo en la Alameda (una de las principales avenidas de Santiago, la capital de Chile) tratando de comer algo y con autos por todos lados”, ejemplifica el científico para explicar lo que ocurre en la Patagonia Norte donde se desplazan las ballenas. “Es lo mismo”, insiste, así es que aunque el parque marino Tic Toc- Golfo Corcovado resguarda hoy una porción importante del hábitat de la ballena azul, “tenemos que hacer más para proteger esta zona que es tan importante para ella y para muchas otras especies”.
Es en esa dirección que apunta el proyecto completo de la Fundación Melimoyu que consiste en proteger un espacio de 1 millón de hectáreas mediante la conformación de seis áreas protegidas marinas y terrestres. “Para el año 2025 queremos tener las seis áreas de nuestro proyecto aprobadas. Ya tenemos cuatro, nos faltan dos”, dice Cuevas. Aquellas que ya fueron aprobadas y que resguardan ecosistemas marinos son el reciente parque Tic Toc-Golfo Corcovado y el Área Marina protegida de Múltiples Usos Pitipalena Añihué que fue creada en 2014. En tierra, en tanto, ya existen el Parque Nacional Melimoyu y el Parque Nacional Corcovado.
Las dos áreas faltantes para completar el proyecto de conservación de la fundación son el Espacio Costero Marino de Pueblo Originarios (ECMPO) Islas Desertores y Costa de Chaitén, un área que involucra más de 100 mil hectáreas y que actualmente está en proceso de tramitación, y una Reserva Marina que colindaría con el parque Tic Toc-Golfo Corcovado. La creación de esta última área protegida “inicia su proceso de trámite ahora”, dice Cuevas. “Estábamos esperando que aprobaran Tic Toc para ingresarla”, asegura.
El objetivo es, además, que para el 2030 todas las áreas protegidas estén con un manejo efectivo es decir “con programas que se estén ejecutando”, precisa el presidente de la Fundación Melimoyu. El desafío es grande, asegura. Prueba de ello son los 21 años que demoró en concretarse el reciente parque marino.
En Chile, la creación de áreas protegidas debe ser aprobada por unanimidad por un Consejo de Ministros para la Sustentabilidad compuesto por 10 ministerios. Uno de ellos es el de Medio Ambiente, pero también está el de Economía, que incluye la pesca, el de energía, obras públicas, entre otros. “Lograr convencer a 10 ministerios que tienen que representar a los intereses de sus usuarios, es muy difícil”, dice Cuevas.
De hecho, a pesar de la importancia ecológica que la ciencia ha demostrado que tiene la ecorregión marina Chiloé-Taitao, la que va desde Puerto Montt hasta la península de Taitao, “solo tenemos protegido, ahora que aprobamos Tic Toc, el 0,5 % de ese territorio”, precisa. La razón, explica el experto, “es que en la costa hay muchos usos, muchos intereses”. Por eso, aunque Chile ha protegido el 40 % de su mar, dicha protección se concentra en grandes áreas de altamar. “Ahí está el 95 % de todo lo que está protegido. En la costa, donde vive la gente, donde está la pesca, la salmonicultura, el turismo, el tráfico de embarcaciones, es muy difícil crear áreas protegidas”.
Con todo, el nacimiento de Tic Toc Golfo Corcovado es un sueño concretado que los científicos esperan abra el camino para que esta importante área pueda ser cada vez más protegida por medio de diferentes figuras de conservación que cuenten con la aprobación y participación de todos los usuarios.
* Imagen destacada: Ballena Azul. Foto: Nicolás Muñoz
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