- El herpetólogo Carlos Guarnizo creó, hace cinco años, el programa Ciencia Café pa' Sumercé, un proyecto de divulgación científica que rompió estereotipos en Colombia.
- El éxito ha sido tal que Guarnizo también tuvo un programa de televisión de 10 capítulos, además de otros proyectos como Séneca divulga y Sumersaurio Kids.
“Hemos hecho cerca de 400 entrevistas a científicos que están en el país y en el extranjero”, cuenta Carlos Guarnizo sobre Ciencia Café pa’ Sumercé, un programa de divulgación científica creado hace cinco años para que los descubrimientos y la experiencia de académicos e investigadores puedan llegar a un público amplio y diverso en Colombia.
En estas conversaciones, que duran entre 10 a 15 minutos, Guarnizo y sus invitados van hablando de forma clara y entretenida sobre el mundo de la ciencia y sobre cómo se hacen estas investigaciones científicas. Explicaciones sobre los exoplanetas, la materia oscura, la epigenética o especies de ranas, aves y otros animales, forman parte de esta serie de programas que se pueden ver en la website y las redes sociales de Ciencia Café pa’ Sumercé.
“Hay una gran cantidad de ciencia que no se está contando, que no está llegando a la gente”, dice Guarnizo en conversación con Mongabay Latam desde Bogotá, Colombia. “Fue difícil al comienzo porque ninguno de nosotros sabía hacer divulgación, no teníamos ni la menor idea; pero seguimos, pues nos dijimos ¿qué es lo peor que puede pasar?”, agrega Guarnizo sobre esta propuesta que empezó a manera de conversatorios en cafés y bares donde los asistentes podían tomar y comer algo mientras escuchaban a los invitados hablando sobre ciencia.
—¿Cómo nació Ciencia Café pa’ Sumercé?
—Ciencia Café pa’ Sumercé es una iniciativa de divulgación científica que empezó a finales del año 2017. Pronto vamos a cumplir cinco años. Y surgió por la necesidad de un grupo de colegas de comunicar la ciencia que se hacía en Colombia de una manera más efectiva. Lo que veíamos es que, siendo todos académicos, esas publicaciones que habíamos hecho desde hace más de 20 años las leían muy poquitas personas y que habiendo tanta investigación científica aquí en Colombia —se cuentan por miles las investigadoras e investigadores— veíamos a periodistas científicos trabajando activamente publicando en medios masivos sobre ciencia, pero en realidad eran muy poquitos. Esto significa que hay una gran cantidad de información científica que no se está contando y las publicaciones no están llegando a la gente.
También había una parte ética. Muchas de nuestras investigaciones fueron financiadas con fondos públicos, entonces, desde un punto ético meramente, no es justo que si la gente paga por nuestras investigaciones, nosotros no las devolvamos a la ciudadanía. Así surgió esta iniciativa que fue difícil al comienzo, porque ninguno de nosotros sabía hacer divulgación, no teníamos la menor idea de hacerlo… pero lo hicimos.
—¿Cómo fue ese comienzo?
—Hay varias formas de divulgación científica pero nosotros escogimos dos formatos. Primero fue el Café Ciencia, un formato que ya había sido inventado, donde un grupo de panelistas interdisciplinarios conversan en un bar sobre un tema de ciencia. Escogimos un café y no la universidad porque queríamos alejarnos lo más posible del medio académico y estar en un lugar neutral. Entonces me puse a buscar un lugar donde la gente pudiera tomar cerveza, comer empanadas y escuchar a un grupo de académicos y no académicos hablar sobre un tema de ciencia de manera entretenida, donde hiciéramos trivias, preguntas al público y que ellos pudieran preguntar. Así empezaron nuestros cafés ciencia, pensamos que no iban a funcionar, pero sí lo hicieron y en promedio iban entre 200 y 300 personas a cada evento una vez al mes.
—Ese es un público grande, ¿cómo mantenerlo cautivo?
—Presentamos temas que van desde la ciencia de los terremotos, pasando por la ciencia del color, la ciencia de los hackers, de la inteligencia artificial, la biodiversidad, en fin, todos los temas. Era muy bonito porque los panelistas me decían que nunca habían dado una charla en un lugar como ese. Nosotros le preguntamos a la gente qué hace, qué profesión tiene y veíamos que había gente de todo tipo: profesores de yoga, arquitectos, ingenieros, etc. Eso era precisamente lo que queríamos, llegar a una audiencia distinta a la académica. Si uno se pone a pensar, ese tipo de eventos son muy comunes en universidades, pero terminan yendo los mismos académicos, entonces se vuelve como una misa para curas y lo que queríamos era salirnos de eso. La pandemia cambió la dinámica, como no se podía hacer presencial, continuamos haciéndolo virtualmente y la ventaja es que pudimos llevar invitados internacionales y llegó muchas más gente. Ahora, en agosto, vamos a retomar los cafés presenciales.
—El logo de ustedes es un dinosaurio, ¿por qué escoger a un animal extinto?
—Yo soy científico de ranas y quería ponerle a la iniciativa La rana con ruana, porque aquí en el centro del país, donde está Bogotá, la gente usa ruanas, que son como una especie de poncho. Yo quería que el logo fuera una rana con su ruana, pero mi hermana, que es diseñadora, me dijo que eso no le sonaba y que al ser una iniciativa de divulgación científica por qué no usar un animal que la gente asocie con la ciencia directamente. ¿Cuál sería ese animal más cercano y más emocional? Y se me ocurrieron los dinosaurios. Ahora tenemos un dinosaurio criollo, con un sombrerito de la zona del centro de Colombia, y lo llamamos Sumersaurio.
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—Usted mencionó que eligieron dos formatos para la divulgación científica. Uno de ellos es Café Ciencia, ¿cuál es el segundo?
—Queríamos llegar a más gente, a quienes no podían asistir a los eventos, quienes están fuera de Bogotá o incluso fuera de Colombia y, claramente, una herramienta importante son las redes sociales. Así que decidimos hacer una página web y abrir cuentas de Instagram, Facebook y Twitter. Luego pensamos: ‘bueno, ¿ahora qué vamos a hacer en esas redes?’ y dijimos: ‘pues entrevistas’. Hay varias formas de divulgar ciencia, la más común es la persona que te explica algo que hicieron otras personas, como lo hace el mismísimo Carl Sagan y otros famosos que te cuentan la ciencia, pero no te dicen quién la hizo. Por eso nosotros quisimos hacerlo al revés, es decir, entrevistar a quienes hacen la ciencia. Ya hemos hecho más de 400 entrevistas. Y a través de las redes sociales hemos llegado a gente de las zonas rurales de Colombia, me han escrito profesores de colegio que usan los videos para sus clases. A mí me gusta mucho que los mismos investigadores cuenten sus fallas, sus anécdotas y que digan que no tienes que ser genio para estudiar y hacer ciencia. Creo que, a la par del trabajo científico que se hace, debe haber un esfuerzo para comunicar de manera efectiva.
—Además de Ciencia Café pa’ Sumercé, ¿qué otros proyectos de divulgación científica tiene?
—Esta iniciativa de divulgación ha abierto otras puertas, por ejemplo, un día me llamaron del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación y me dijeron que quieren que les ayude en un programa de televisión. Yo pensé que era ayudarles a hacer el guion y resultó que querían que, junto a mi esposa, fuéramos los presentadores. Nunca pensé que cosas así fueran a pasar porque yo siempre estaba en el laboratorio, pero hacer divulgación es muy enriquecedor. Fueron solamente diez episodios del programa de televisión Embusters, pero lo siguen transmitiendo e incluso nos nominaron en un premio internacional de televisión pública latinoamericana.
—Pero no solo fue Embusters, cuénteme un poco sobre los proyectos Séneca divulga y Sumersaurio kids, ¿cómo surgieron?
—En Sumersaurio kids la idea era mostrar experimentos científicos hechos por una niña y que ella misma los presentara, que ella hiciera el experimento y sirviera de guía para otros niños. Fue un proyecto muy bonito porque cuando un niño ve a otro niño haciendo experimentos se da cuenta que sí lo puede hacer. Los programas de Sumersaurio Kids pueden verse en la website y en su canal de youtube. Y el de Séneca divulga —se puede ver en la website de la Universidad de Los Andes y en su canal de Youtube— surgió porque le propuse a la vicerrectora de investigaciones de la universidad de Los Andes —donde trabajo— una estrategia para contar las cosas que se hacen en las diez facultades de la universidad, en un formato informal dirigido a un público joven. Ahora también estoy dedicado a la divulgación en el Museo de Historia Natural de la Universidad de Los Andes, para conectar esas colecciones biológicas con la gente.
—Usted no solo está promoviendo la divulgación científica fuera de la academia sino que también tiene un curso sobre ese tema en la universidad…
—Cuando empecé a dictar divulgación científica me tocó leer, precisamente, sobre teoría de la divulgación científica. Uno se da cuenta que hay mucha investigación que se ha publicado y la pregunta que surge es ¿cómo lo comunico para que llegue no solo a mi círculo cercano sino a la gente que es diferente a mí? Hay cosas tan simples como definir qué música de fondo le pongo a mi vídeo, pues si le pongo la música que me gusta a mí, con esa decisión ya estoy sesgando a mi público. También dejarnos de guiar por lo que nos da más likes, retweets y compartir, porque eso también es un error, ya que puede ser que los que estén mirando tu vídeo ya saben sobre lo que están viendo o les gusta el tema, pero no le estás llegando al público al que le quisieras llegar.
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—¿Recuerda alguna experiencia que lo haya marcado?
—Ha habido muchísimas experiencias. Desde invitaciones a organizar Café Ciencia en diferentes partes del país; estudiantes que nos piden asesoría para organizar sus propias iniciativas y hasta profesores de colegios que nos invitan a dar charlas y hacer eventos. Una experiencia que recuerdo con mucho cariño fue cuando nos invitaron a hacer un show en una sala de conciertos de la Universidad Nacional de Colombia a la que yo iba de niño a escuchar música clásica. Es gigantesca, con paredes en madera, donde tocaba la Filarmónica. Justo allí querían que hiciéramos un show de divulgación y, además, dijeron que teníamos solo una semana para planearlo. Entonces, se nos ocurrió hacer un recorrido por la biodiversidad con muñecos de dinosaurios y una persona que iba por los ecosistemas de Colombia aprendiendo sobre ellos. Incluso compusimos canciones. Fue genial.
—¿Qué se debe tomar en cuenta para hacer divulgación científica?
—El lenguaje científico ha cambiado mucho en el tiempo. La forma como se comunicaban los grandes científicos como Darwin, Wallace Y Humboldt es muy fácil de leer; ellos escribían sus viajes como si fueran cuentos o novelas. Cualquier persona lo puede leer, pero con el tiempo, a medida que las ciencias se fueron especializando y diversificando, cada vez se hace más difícil leer los artículos.
A veces creemos que la ciencia debe ser ajena a los sentimientos y a la política, pero nada más falso que eso, la ciencia está hecha por seres humanos. A veces quiero entrevistar a los estudiantes y me dicen: ‘no Carlos, solo hasta que termine la tesis, hasta que publique el artículo’; pero es justamente la experiencia, el conjunto de fallas y errores que se va auto corrigiendo en el tiempo, lo que nos da todos los productos maravillosos de la ciencia.
—Ahora hablemos de usted haciendo ciencia, ¿por qué decidió dedicarse a la Herpetología?
—Desde que empecé la universidad me gustó mucho la fisiología animal, una clase que dictaba un profesor alemán. Me gustó tanto que después de la clase fui a su oficina y le dije que quería ser voluntario, asistente, o lo que fuera necesario. Él me dijo: ‘bienvenido, pero aquí trabajamos con ranas’. Y me quedé trabajando con ranas. No solo me parecen bonitas sino importantes. Las noches sin ranas serían muy tristes, sus sonidos, sus cantos alegran las noches. Sin las ranas habría también un exceso de insectos, estaríamos llenos hasta el cuello de cucarachas y escorpiones. Desafortunadamente las ranas están bajo amenazas reales que son la destrucción de sus hábitats, el cambio climático y un hongo quitridio que infecta sus pieles y las ahoga.
—¿Qué proyectos tiene para el futuro?
—Me gustaría mostrar la ciencia en zonas rurales, es una una línea en la que quiero seguir porque he estado enfocado a la divulgación en ciudades, principalmente a gente que tiene acceso a Internet. Por eso quisiera organizar eventos de divulgación en zonas rurales. Y también que los campesinos y los pescadores, que saben muchas cosas que nosotros no sabemos, puedan comunicar ese conocimiento. Creo, además, que los grupos indígenas tienen un conocimiento de miles de años. Colombia tiene cuatro o cinco ciudades grandes y toda la divulgación ha ocurrido en esas ciudades.
—¿Qué recomendaciones les daría a los científicos?
—Creo que sería importante cambiar la visión de que lo único importante son los artículos. Para mí es un error porque, a largo plazo, uno se da cuenta que si dedica todo ese tiempo y esfuerzo solamente a publicar, esa ciencia no va a tener impacto en la gente. Pienso que no todos lo van hacer, pero sí quienes tengan la sensibilidad para comunicar.
*Imagen principal: Carlos Guarnizo es un herpetólogo que se dedica a la divulgación científica. Foto: Cortesía Carlos Guarnizo.
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