Hopelchén es hoy uno de los principales productores de soya en el país. Ocupar ese lugar ha tenido un costo muy alto para la biodiversidad. En 20 años este municipio del estado de Campeche perdió, por lo menos, 153 mil 809 hectáreas de cobertura arbórea, superficie que representa tres veces el territorio de la isla de Cozumel.La expansión de la soya en esa región ha ido de la mano con procesos de arrendamiento y privatización de tierras que antes eran ejidales bajo tenencia colectiva, y subsidios gubernamentales que benefician, sobre todo, a grandes productores.En los últimos siete años, las autoridades ambientales no han autorizado ningún cambio de uso de suelo forestal en Hopelchén, aún así los desmontes siguen y se han intensificado en los últimos años, de acuerdo con imágenes satelitales. Si se mira desde lo alto, el campo menonita Nuevo Progreso es un manchón de tonalidades cafés que se extiende en forma irregular sobre una alfombra verde. A ras de suelo sólo se ven cultivos uniformes que parecen prolongarse al infinito. Es difícil imaginar que en ese paisaje ocre y homogéneo existía, hace 35 años, selva. En el norte, sur y centro de Hopelchén —municipio a 94 kilómetros de la capital de Campeche, en la Península de Yucatán—, las imágenes satelitales más recientes y que están disponibles en la plataforma Google Earth, muestran el mismo panorama: la pérdida del bosque tropical, conocido como selva maya, y cómo su lugar es tomado por extensos campos de cultivo. Ese patrón, de acuerdo con las imágenes, se agudizó a partir del año 2000 y se aceleró después del 2004. En Hopelchén se pierde el bosque tropical a un ritmo vertiginoso para dar paso a un modelo de agricultura industrial, que tiene a varios protagonistas: colonias menonitas, ejidatarios que les han vendido o arrendado sus tierras, empresas agroindustriales instaladas en la ciudad de Mérida, Yucatán, y, en especial, las políticas y subsidios que han alentado la siembra de la soya. Antes del año 2004, en Hopelchén no se cultivaba soya o, por lo menos, su presencia era tan discreta que ni se notaba. Ese año, la leguminosa originaria del este asiático fue introducida en los campos agrícolas del municipio que fueron abiertos desde los años ochenta y en donde ya se cultivaba, sobre todo, maíz híbrido. Los datos del anuario estadístico de la producción agrícola del Servicio de Información Agropecuaria y Pesquera (SIAP) permiten conocer que las 220 hectáreas donde la soya se sembró no representaban ni el 1% de las 37,090 hectáreas de tierras que se trabajaron ese año en esa región de Campeche. Lo que vino después fue inusitado. En tan sólo 17 años, la superficie de soya sembrada en este territorio maya creció más de 22 mil veces. Hopelchén se ubicó, con 49,870 hectáreas, como el municipio con la mayor producción de soya a nivel nacional durante el 2021. Esta expansión se dio en lugares que ya se ocupaban para otros cultivos, pero también en terrenos que tenían cobertura forestal, sitios en donde antes había selva. “Lo que más me preocupa es que si esto sigue así, al paso a como va, de aquí a 20 años ya no habrá bosque aquí en la península”, dice uno de los apicultores que nació en una de las comunidades mayas de Hopelchén y ha sido testigo de cómo se ha transformado el territorio. Un análisis realizado por Global Forest Watch (GFW) y el Instituto de Recursos Mundiales (WRI)-México, compartido con Mongabay Latam para este trabajo periodístico, muestra que de 2001 al 2021, el municipio de Hopelchén perdió, por lo menos, 153,809 hectáreas de cobertura arbórea, superficie que representa tres veces la isla de Cozumel, una de las más grandes del país. El doctor Edward Allan Ellis, del Centro de Investigaciones Tropicales de la Universidad Veracruzana, quien desde más de una década da seguimiento al proceso de deforestación en la Península de Yucatán, ubica el 2005 como el momento en que se disparó la pérdida de selva en Campeche; ese fue el segundo año en que se sembró soya en Hopelchén, abarcando 2,315 hectáreas de terreno, más de 11 veces el área que había ocupado en 2004. Los subsidios del gobierno para fomentar la siembra de soya, la estabilidad en los precios pagados por la leguminosa y la cercanía de Hopelchén con la zona industrializadora de granos y oleaginosas, ubicada en Mérida, Yucatán, han sido elementos que incidieron en la expansión de la soya en este municipio. Así lo ha documentado en publicaciones científicas Flavia Echánove Huacuja, investigadora del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México.