- El Parque Nacional Cuyamel-Omoa (PANACO) —al norte de Honduras—, que el Instituto de Conservación Forestal (ICF) propuso como área protegida hace 11 años, está destruido. Su expediente se quemó en un incendio que ocurrió en las oficinas del ICF y el Congreso nunca firmó su declaratoria.
- La zona núcleo que se proponía ahora está invadida, en su mayoría, por cultivos de palma de aceite y, en menor medida, por pastos king grass. Además, se modificaron los límites del PANACO y se hizo una nueva propuesta de área protegida, que terminó beneficiando a empresarios a costa de la desaparición de una zona de humedales que es sitio RAMSAR desde 2013.
En la zona costera fronteriza entre Honduras y Guatemala están las tierras de lo que iba a ser el Parque Nacional Cuyamel-Omoa (PANACO). En 2011, las autoridades ambientales hondureñas, con información y apoyo de diferentes ONG. propusieron que ahí se creara un área protegida. Esas tierras ahora están invadidas por monocultivos de palma y pasto king grass.
En esta zona de humedales, las plantaciones de palma aceitera han reemplazado a los mangles. Un poco más lejos, en zonas todavía pantanosas, hay enormes áreas completamente cubiertas por pastos que tampoco forman parte del ecosistema que, en algún tiempo, caracterizó a este lugar; se trata del king grass que se utiliza como biomasa para generar energía “limpia y renovable”.
Los humedales de esta región pertenecen a la segunda barrera de arrecifes coralinos más importante del mundo: el Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM). El prospecto de parque integraba una propuesta de área natural protegida que, finalmente, no prosperó. Esta zona de humedales ahora se muere ante el avance de los monocultivos de palma aceitera y king grass, bajo la mirada complaciente de las autoridades ambientales hondureñas.
Las zonas inundables de lo que sería el PANACO, localizadas en el municipio de Omoa, incluyen dos ríos caudalosos que bajan de las montañas, y en su recorrido hacia la costa, bañan con sus brazos a las planicies. Uno de ellos es el río Cuyamel que desciende de la Sierra de Omoa; el otro es el río Motagua, la frontera natural entre Honduras y Guatemala, con un gran problema de contaminación por basura de toda clase y que suma al deterioro de los humedales.
Omoa es un lugar remoto, la vida cotidiana de sus 77 comunidades todavía se funde con la exuberante vegetación y 24 de ellas dependen principalmente de la pesca, la agricultura y el turismo.
La gran biodiversidad de esta zona y sus servicios ecosistémicos son tan importantes que, en 2013, fue declarada como el sitio de importancia internacional No. 2133 por la Convención sobre los Humedales o Convención RAMSAR.
A pesar de que las extensiones de palma de aceite se fueron instalando en los humedales de este sitio RAMSAR, y prospecto de parque nacional, no hay ninguna investigación al respecto en entidades del Estado, según las respuestas de las autoridades ambientales del país a la alianza periodística Tras las huellas de la palma cuando solicitó todas las sanciones y los procesos abiertos contra productores de palma de aceite en el país entre 2010 y 2021.
Esta alianza construyó una base de datos con 298 casos que reúne las multas y sanciones, entre 2010 y 2021, contra 170 empresas y personas vinculadas al negocio de la palma en seis de los principales países productores en la región —Colombia, Honduras, Guatemala, Ecuador, Brasil y Costa Rica—. En el caso de Honduras, se hicieron seis pedidos de información a las autoridades, pero en 12 años solo se lograron identificar tres casos y ninguno está relacionado con Omoa y sus humedales.
El área protegida que no fue
El calor es soberbio. Llegamos a Cuyamel, en Omoa, para hablar con Gustavo Cabrera, un hombre de estatura baja, cabello negro y corto. Dice que muchos pasan por aquí preguntando por las comunidades que se hunden en el Caribe debido al avance del mar, un efecto visible del cambio climático en esta zona. También le preguntan por los desechos que acarrea el río Motagua y que contaminan la vida marina y terrestre. Todo esto sucede en el área en donde se planeaba declarar el Parque Nacional Cuyamel-Omoa (PANACO).
Cabrera es originario de Omoa e hijo de agricultores, dice que creció con la convicción de querer a su pueblo y a su bosque. Es biólogo y uno de los miembros fundadores de la organización no gubernamental Cuerpos de Conservación de Omoa (CCO), creada en el 2001 con la idea de establecer un área protegida en el municipio: el PANACO.
Cabrera cuenta que fueron muchos los esfuerzos que tuvieron que hacer. A su favor tenían que los ecosistemas del lugar son parte del Sistema Arrecifal Mesoamericano (SAM). En 2006, CCO —como parte de la ONG Alianza Trinacional del Golfo de Honduras, Alianza TRIGOH— buscó establecer un corredor biológico binacional que enlazara el área protegida de Punta Manabique en Guatemala con el área protegida que ellos querían proponer en Omoa. En el mismo año se ratificó la Iniciativa de los Sistemas de Arrecifes del Caribe Mesoamericano, de 1997, que comprometía a los países “custodios” del SAM (Belice, Guatemala, México y Honduras) a realizar esfuerzos institucionales y financieros para cuidar el arrecife.
Todas las cartas estaban sobre la mesa para crear PANACO. “Aún así, no se pudo, no hubo voluntad. Las autoridades no tenían interés”, dice Cabrera.
Los esfuerzos desde la ONG que contribuyó a fundar Cabrera continuaron los años siguientes hasta que, dentro del mismo marco de la iniciativa del SAM, apareció en el escenario la Comisión Europea con el proyecto Gestión Sostenible de Recursos Naturales y Cuencas del Corredor Biológico Mesoamericano en el Atlántico Hondureño (Procorredor). Cabrera cuenta que en este revuelo de fondos para el SAM, la organización Cuerpos de Conservación de Omoa logró incluir la propuesta del parque dentro de ese proyecto y finalmente obtuvieron recursos para realizar el diagnóstico biofísico del área en el 2010. Se logró integrar la información necesaria para que el Instituto de Conservación Forestal (ICF), finalmente, hiciera la propuesta de declaratoria oficial del PANACO ante el Congreso Nacional.
El 28 de junio del 2011 se publicó en la gaceta oficial que el Estado Hondureño, a través del ICF, había dado a conocer su decisión de declarar al parque como área protegida mediante el Acuerdo Ministerial 008-2011. En esta resolución se delimitaban y protegían legalmente 30.031 hectáreas de área marina y terrestre. Este acuerdo fue el que sentó la base para, posteriormente, declarar toda el área del PANACO como sitio RAMSAR en 2013. Solo faltaba un paso para que el parque se hiciera realidad: que el Congreso realizara la declaratoria oficial.
Para la organización que representa Cabrera esto era un triunfo. De inmediato se creó el Plan de Manejo para el periodo 2012-2024 del parque. En ese documento quedó escrito que la zona núcleo se tenía que destinar a la conservación.
El expediente de declaratoria del PANACO se envió el 4 de septiembre de 2011 al Secretario General del Congreso Nacional de ese momento, Rigoberto Chang Castillo, del Partido Nacional. Veinte días después, Chang había presentado el proyecto de ley del PANACO ante el Congreso, esperando a que el presidente de la cámara legislativa de ese momento, Juan Orlando Hernández —que hoy enfrenta un juicio en Estados Unidos por cargos de narcotráfico—, la aprobara y firmara. Esas son las últimas comunicaciones que se tienen sobre el estado de la propuesta del PANACO en los archivos del Congreso Nacional, según las solicitudes de acceso a la información realizadas para esta investigación.
Y es que resulta que el expediente desapareció.
Se solicitó copia del expediente al ICF y su respuesta fue: “Este Departamento no cuenta con dicha información, dado que el expediente que se custodiaba por el DAP [Departamento de Áreas Protegidas del ICF], se quemó durante el incendio ocurrido en las instalaciones de ICF el 26 de abril de 2013, lo cual fue comunicado al público mediante Acuerdo 01A-ICF-2013 y publicado en La Gaceta No. 33,122 de fecha 13 de mayo de 2013. Por otro lado, el expediente presentado al Congreso Nacional de la República fue extraviado en dicho Órgano del Estado”.
La propuesta del PANACO quedó en el limbo legal como área protegida y nunca fue declarada por el Congreso Nacional. Debido a su importancia regional e internacional, sus límites y superficie geográfica de 30.031 hectáreas coinciden casi en su totalidad con las hectáreas declaradas como sitio RAMSAR en 2013.
Entre 2011 y 2014, los humedales de Cuyamel, ubicados en la zona núcleo que pretendía proteger el PANACO, fueron destruidos. Alrededor de unas 1.170 hectáreas de humedal desaparecieron.
La destrucción de los humedales de Cuyamel
“Yo llegué aquí en el 2018, cuando gran parte de los humedales de lo que sería el PANACO ya habían muerto”, dice un habitante de Omoa. La gente del lugar habla de la antigua propuesta de área protegida y a susurros comentan cómo murió. No todos se atreven a contar los detalles porque, dicen, detrás están los grandes intereses económicos de “gente poderosa” de los monocultivos de palma aceitera y king grass, también conocido como zacate o pasto elefante.
El desastre, aseguran, empezó con las plantaciones de palma. Los palmeros llegaron a esta zona de Omoa aproximadamente en 2012. Los pobladores de la zona recuerdan cómo con grandes tractores arrancaban los árboles “con todo y raíz” para preparar el terreno. También escarbaron para hacer canales y desviar el cauce del río Cuyamel. “¡Si viera usted cómo fue todo eso! Ahora esa laguna [Jaloa] ya casi está perdida, ya no la va ver usted como antes, ya no quedó nada”, dice Ezequiel —a quien llamaremos así para proteger su identidad— mientras caminamos hacia la laguna de Jaloa.
Gustavo Cabrera corrobora lo que dice Ezequiel y asegura que los palmeros alteraron la dinámica del humedal hasta llevarlo al desastre.