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“Esta COP tiene que demostrar que aún cuando estamos en tiempos de crisis, el proceso sigue vivo” | ENTREVISTA a Manuel Pulgar Vidal

  • Uno de los puntos importantes a negociar en la COP27 será el avance en la credibilidad, un concepto que nació el año pasado y que busca establecer mecanismos que eviten las malas prácticas a la hora de implementar, por ejemplo, proyectos de carbono. 
  • También se deberá avanzar en adaptación al cambio climático,  tema importante que afecta particularmente a América Latina, así como en el cumplimiento de las metas de financiamiento.

Hoy empieza la 27ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), el encuentro anual más importante sobre acción climática que este año se realiza en la ciudad costera egipcia de Sharm el-Sheikh.

Jefes de Estado, ministros y negociadores, junto con activistas climáticos y representantes de la sociedad civil, deberán avanzar en los resultados obtenidos el año pasado en la COP26, para adoptar medidas en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, el fortalecimiento de la resiliencia y la adaptación a las consecuencias inevitables del cambio climático, el cumplimiento de los compromisos de financiación de la acción climática en los países en vías de desarrollo y en un sistema de credibilidad para asegurar el avance y cumplimiento de las metas.

Mongabay Latam conversó con Manuel Pulgar Vidal, ex ministro del Ambiente peruano y actual líder de Clima y Energía para la organización no gubernamental WWF, sobre cuáles son los principales temas que deberán abordarse en la COP 27 y lo que se espera de ella. Además, el experto analizó en qué condiciones se presentarán a estas negociaciones algunos de los países de América Latina.

En su opinión, mientras naciones como Chile y Colombia han establecido satisfactoriamente metas de descarbonización ambiciosas, posicionándose como líderes en el debate climático, países como Perú y México se mantienen ausentes del debate y “no son considerados”, debido al poco y casi nulo avance que han tenido en sus compromisos. “Somos un país casi paria”, dijo el especialista refiriéndose al lugar que ocupa Perú en el escenario internacional latinoamericano.

Manuel Pulgar Vidal. Foto: WWF

—¿Cuál es el escenario en el que se desarrolla esta COP?

—Hemos llegado a la COP 27 en una situación gravísima de crisis a nivel global. Tenemos una guerra, una crisis energética, crisis de alimentos y eso está enmarcando el cómo el mundo está moviendo la acción climática.

Lo que espero, y creo que sería un indicador de éxito, es que esta COP mantenga muy vivo el proceso y siga incrementando la ambición climática incluso en tiempos de emergencia. Lo que esta COP tiene que demostrar es que aún cuando estamos en tiempos de emergencia y de crisis política y económica, el proceso no solamente está vivo, sino que el proceso sigue siendo irreversible.

—¿Qué es lo que debe cumplir esta COP?

—Esta es una COP que se celebra sin muchas expectativas de mandatos nuevos. Esta va a ser más bien una COP de implementación, que está fuertemente enmarcada por la demanda de los más vulnerables, para que se siga incrementando la capacidad de definir una meta global en adaptación, pero en especial para una nueva meta global de financiamiento.

—¿De qué se trata esa meta global de financiamiento? 

—En el acuerdo de París se estableció que al 2020 debíamos tener fondos de al menos 100 000 millones de dólares anuales para sustentar la acción climática (de los países en vías de desarrollo y más vulnerables) y que esos fondos debían provenir fundamentalmente de los países desarrollados.

El año pasado se mostró que este financiamiento climático de 100 000 millones de dólares anuales no se ha cumplido. Ahora entonces hay dos retos: cumplir con esa meta y empezar a negociar una nueva, porque todos somos conscientes de que 100 000 millones de dólares anuales es poco dinero para el costo real de la transición. Se espera que en esta COP también se empiece ya a definir con mayor precisión de cuánto sería.

—A inicios de este año, un informe del IPCC señaló que aunque América Latina ya está sintiendo los impactos del cambio climático, no está preparada para adaptarse a él. ¿Cuáles son entonces los temas referentes a adaptación que deben concretarse?

—A la fecha, de casi 200 países en el mundo, solo 37 han presentado planes nacionales de adaptación. En América Latina no son más de 15. Entonces hay mucho reconocimiento del nivel de vulnerabilidad de América Latina, pero América Latina no está cumpliendo su parte que es tener buenos planes nacionales de adaptación.

Por otro lado, el gran problema de la adaptación es que, comparado a la mitigación, no tiene métrica clara. Hay una demanda en el mundo de que se defina una mayor y mejor métrica para medir progreso en adaptación. Es lo que se ha llamado el Global Goal on Adaptation y debe concretarse en la próxima COP28.

En esta COP, entonces, se debe avanzar en el Global Goal on Adaptation, se debe seguir animando a los países a que presenten sus planes nacionales de adaptación y se debe avanzar en recursos financieros para la adaptación. El secretario general de Naciones Unidas ha venido diciendo todo el último año que los fondos para el clima deberían ser 50 % para mitigación y 50 % para adaptación y estamos muy lejos de ello porque la mayoría de recursos están para la mitigación.

Gran Chaco argentino
Sequía en el Gran Chaco argentino. Foto: Ricardo Tiddi.

—Justamente en temas de financiamiento, ya se han reportado malas prácticas en proyectos de carbono. ¿Será uno de los temas a tratar? 

—La COP26 levantó lo que se llamó la credibilidad. Por un lado está la credibilidad en la parte pública o de los Estados, que tiene que ver con la verificación de que las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (los NDC, que son los planes en donde cada país expone de qué manera y en cuánto disminuirá sus emisiones de gases de efecto invernadero) avancen, tengan metas que estén realmente bien sustentadas y que se pueda medir progreso. Por otro lado está también la credibilidad en la parte privada y es ahí donde está el problema mayor.

El gran debate es que, en primer lugar, no todas las corporaciones forman parte, por ejemplo, de la entidad que está definiendo todo el paquete de estándares. Además, hay un conjunto de corporaciones que están utilizando offsets (sistemas de compensación).

—¿A qué se refiere?

—Muchas organizaciones se oponen fuertemente a los offsets porque en vez de reducir las emisiones de tu propia cadena de valor, más bien sales al mercado a comprar bonos o a compensar tus emisiones con la actividad de un tercero. Lo que sucede entonces es que se desvía la atención del objetivo, que es que haya una reducción real de emisiones en la propia actividad. Ese debate sobre offsets, sobre el rol que pueden cumplir los mercados de carbono y sobre cómo debemos seguir haciendo los estándares más mandatorios, va a enmarcar fuertemente esta COP.

El Secretario General de la ONU, António Guterres, muy al inicio de este año convocó a un grupo de expertos, un grupo de alto nivel, para tratar este tema. Este grupo está liderado por la ministra de Ambiente de Canadá, Catherine McKenna, que en esta COP va a presentar su reporte. Hay mucha expectativa sobre qué es lo que puede decir ella como recomendaciones para mejorar la credibilidad.

Estamos en un año donde la credibilidad todavía no se ha resuelto, pero esperamos que se avance fuertemente en ella.

Muchas empresas han buscado desarrollar proyectos de carbono en selvas como la del Pirá Paraná, territorio de varias comunidades étnicas, atraídos por sus grandes extensiones de bosque y la resistente gobernanza de sus comunidades.. Fotografía cortesía de Mauricio Romero Mendoza.

—En el tema de ir avanzando en la ambición, ¿qué tanto se ha cumplido? 

—A nivel global han sido muy pocos los países que en el 2022 han presentado metas mejoradas de ambición, es decir de mitigación. A nivel global, el gran déficit es China que no ha presentado su NDC. Estados Unidos, si bien es cierto no ha presentado un nuevo NDC, dictó una ley que, aún cuando está vinculada a la reducción de la inflación, es un gran paquete climático en especial de promoción de energías renovables. Es un buen modelo de implementación muy concreta de una meta. India también ha dado una señal positiva aunque no lo suficientemente ambiciosa.

—¿Y a nivel de América Latina? 

—A nivel de América Latina ha habido muy poco progreso. La COP26 dejó mandatos claros para el futuro del proceso y uno de ellos es que los países deben presentar sus planes de largo plazo y esto es bien importante.

La mayoría de las NDC están hechas con metas al 2030, mientras que la estrategia a largo plazo es la meta al 2050. Son dos planes distintos. Pero las NDC no van a ser útiles si no están atadas a la visión a largo plazo de los países de cómo van a alcanzar la carbono neutralidad. Y hay países de la región todavía pendientes con sus estrategias de largo plazo. Perú es uno de ellos.

—¿Cómo llega Perú a estas negociaciones luego de las críticas que ha recibido el gobierno en cuanto al manejo de la crisis ambiental provocada por el derrame de Repsol, por ejemplo?

—Perú llega muy mal. Si bien es cierto que al inicio del gobierno hubo un par de buenas señales, una de ellas el decreto supremo que declaró emergencia climática e incorporó un conjunto de buenos propósitos, pero hasta la época no hay ningún avance.

Perú es el único país de la Alianza del Pacífico (conformada por Chile, Colombia, México y Perú) que no tiene su estrategia de largo plazo al 2050, lo que es un poco vergonzoso y el Perú no está para nada en el radar de los países políticamente importantes en el debate climático. Es una pena porque todo lo que construimos camino al Acuerdo de París se destruyó irremediablemente y Perú es un país absolutamente ausente, y no considerado en lo más mínimo en el debate climático internacional. Somos un país casi paria.

Zona Resguardada de Ancón, en Perú, 10 días después del derrame de Repsol. Foto: Max Cabello Orcasitas / Mongabay Latam

—¿Qué impactos pueden tener, en las negociaciones, los constantes anuncios del gobierno colombiano de desincentivar la exploración y explotación de hidrocarburos?

—Creo que es una buena señal. Pero creo que América Latina está muy estática en la transición energética, debido a nuestra disponibilidad abundante de fuentes fósiles. Estamos atrapados en la abundancia de combustibles fósiles, en especial petróleo y en muchos casos gas natural, y eso nos ha limitado la conducción de una visión clara hacia las energías renovables, no convencionales o a las energías alternativas tipo el hidrógeno.

Uno de los pocos países que ha avanzado en ese sentido es Chile y probablemente la razón es que es uno de los países con menos fuentes energéticas fósiles, pero los otros países están atrapados y no están mirando el futuro.

—¿Qué cambios cree que puede tener el nuevo gobierno de Petro frente a los compromisos del gobierno anterior? 

— Colombia ha avanzado significativamente. Creo que los presidentes Santos y Duque, a nivel del debate climático y a nivel del compromiso, fueron líderes en América Latina. El presidente Petro en ese sentido tiene la vara bastante alta y creo que sería un avance significativo si él es capaz de llevar a la práctica los compromisos que Colombia tiene en su estrategia al 2050.

Colombia tiene ya una meta bastante ambiciosa. Lo que queremos ahora es ver su concreción en políticas públicas reales, en leyes, en mecanismos financieros, en acciones tangibles.

—Chile está avanzando a paso firme en la transmisión energética y también en la electromovilidad. ¿Qué significa eso en términos de mitigación para la región?

—Chile es un modelo. Hay que tener en cuenta que Chile empezó esto hace muchos años. Probablemente en un inicio la lógica estuvo más orientada a controlar la contaminación en ciudades como Santiago y trabajaron mucho en sistemas orientados a mejorar la calidad del aire. Pero luego incorporaron una variable climática y mejoraron la electromovilidad y las políticas para promover energías renovables. Entonces, Chile tiene claridad de hacia dónde caminar y está absolutamente alineado a la tendencia económica del proceso.

Planta de energía solar en el norte de Chile. Foto: Enel

—Sin embargo, Chile tiene serios problemas ambientales ligados a la minería de recursos como el litio que, justamente, son claves para la transición energética. ¿Cómo se puede avanzar en el cumplimiento de los objetivos, pero al mismo tiempo proteger los ecosistemas que contienen estos recursos?

—Todos sabemos que hay una necesidad de extracción de metales para la transición climática: cobre, litio, grafito, cobalto. Y lo que hay es una fuerte presión para que esa minería se haga de una manera distinta. Hoy ya se habla de Smart Mining (minería inteligente) que establece cuáles son las condiciones bajo las cuales debería hacerse esa minería. Para empezar tiene que ser realizada con una fuente de energía que sea renovable. No puedes realizar minería para un metal necesario para la transición energética, si tu fuente de energía es la quema de carbón, no tiene ningún sentido. Entonces hay un conjunto de condiciones de lo que sería esta Smart Mining, en especial para estos metales que van a ser absolutamente necesarios para las transiciones.

—En México se está construyendo una refinería y se sigue apostando a energía fósiles. ¿Qué consecuencias trae esa postura?

—México es un país que se detuvo desde que ingresó Andrés Manuel López Obrador al poder. México tuvo una fuerte y muy interesante dinámica para subastar energías renovables no convencionales y eso se detuvo para seguir apostando a los combustibles fósiles.

Creo que a países como México, no es que los va a sancionar el Acuerdo de París, los va a sancionar el mercado. La economía cada vez más se está conduciendo por consideraciones climáticas. Eso es lo que yo siempre le digo a los gobernantes de América Latina: esto no se trata de que haya un acuerdo que te va a sancionar, quién te va a sancionar es la economía del mundo.

Cuando uno ve que Europa está discutiendo lo que se llama Ajustes de Carbón en Frontera, cuya meta sería establecer un cargo económico a productos que llegan a Europa con alta carga de carbono, ahí tú te das cuenta hacia dónde van las tendencias de la economía y es la economía la que va sancionar a países como México que no tengan responsabilidad climática.

*Imagen principal: futuro 360

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