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Ilustración científica: una poderosa herramienta para impulsar el cuidado de la naturaleza | ENTREVISTA

Sapito lipón (Pleurodema brachyops). Ilustración: Camila Pizano

  • Camila Pizano es una bióloga e ilustradora científica colombiana. Durante su trayectoria de más de 20 años, ha ilustrado muchas de sus propias investigaciones y las de otros colegas.
  • Su trabajo forma parte de la exposición “Historias naturales: 400 años de ilustración científica”, organizada por la Biblioteca del American Museum of Natural History y la Universidad de los Andes, en Colombia.

Dibujar un animal con expresión humana nunca había estado entre sus retos. Cuando a Camila Pizano le pidieron ilustrar a más de 20 primates para un importante libro científico, de entre todos, la mirada del sakí barbudo negro (Chiropotes satanás) —un primate que solo se encuentra en la Amazonía entre Brasil y Colombia— la atrapó. La tarea de capturar sus serios rasgos faciales y la textura de su poblada barba le resultó fascinante. “Lo logré mirando muchas fotografías, leyendo la descripción de la especie, haciendo toda esa investigación detrás de la ilustración”, dice la ilustradora científica colombiana.

Esa ilustración y otras más forman parte del libro En Busca del Origen. Las expediciones de Alfred Russel Wallace en la Amazonia (1848-1852), escrito por Felipe Guhl, profesor de la Universidad de Los Andes, sobre los viajes y descubrimientos del explorador en América del Sur y Asia tropical.

“Adicionalmente, hice plantas, escenarios, ecosistemas, aves. Fue un gran reto y, para mí, una gran oportunidad para aprender más sobre Wallace y estos animales en un libro fascinante e importantísimo, porque él fue el primero en describir muchos de estos primates y darse cuenta de que tenían una distribución limitada, es decir, que él no encontraba el mismo primate a lo largo de todo el río que recorrió”, dice la experta.

Sakí barbudo negro (Chiropotes satanas). Ilustración: Camila Pizano

Camila Pizano es bióloga colombiana y tiene un doctorado en ecología tropical. También es profesora y directora del Herbario de la Universidad Icesi, en Cali, Colombia. Su obra forma parte de la exposición “Historias naturales: 400 años de ilustración científica”, que reúne una muestra de estos trabajos artísticos realizados en los últimos cuatro siglos.

En esta exposición se explora el papel que ha jugado la ilustración en los descubrimientos científicos, en áreas que van desde la zoología hasta la astronomía. La muestra consta de 50 reproducciones en gran formato que han acompañado trabajos científicos extraídos de la colección de libros raros y curiosos de la Biblioteca del American Museum of Natural History, de Nueva York, pero también de ilustradores modernos colombianos, en colaboración con la Universidad de los Andes. Esta exposición estará disponible en el Centro Cívico Universitario hasta el 25 de noviembre de 2022.

Camila Pizano, bióloga e ilustradora científica colombiana. Foto: Cortesía Camila Pizano

La ilustración —con técnicas como el grabado y la litografía— ha sido históricamente esencial para la investigación científica y para la difusión de los hallazgos sobre el mundo natural entre los científicos y el público. Aunque actualmente la comunidad científica usa diferentes tecnologías en la captura de imágenes para investigar y acompañar sus resultados —como la fotografía infrarroja, tomografías computarizadas y escáneres— la ilustración científica sigue teniendo relevancia para describir, por ejemplo, especies extintas, representar escenarios o estructuras complejas.

En Mongabay Latam conversamos con Camila Pizano sobre los aportes que ha dado este arte a la ciencia.

—¿Cómo fue que, de ser bióloga, se interesó en la ilustración científica? ¿Qué oportunidad vio en ese campo?

—Cuando se está en la carrera (de biología), siempre hay que hacer trabajo de ilustración, de dibujo y de acercamiento a diferentes organismos. Digamos que de ahí surge la necesidad de ilustrar, pero adicionalmente, vengo de una familia de artistas. Mi mamá es artista, mi abuelo era arquitecto y mi bisabuelo también era artista. Siempre estuve muy cercana al arte por mi familia, pero cuando empecé a estudiar biología, descubrí que hay una disciplina que une la ciencia con el arte: la ilustración científica. Me enamoré de ella porque puedo combinar mis dos pasiones. Al inicio de mi carrera tomé unos cursos de ilustración científica y, de ahí en adelante, he ilustrado para muchos científicos, para mis estudios y, además, he enseñado ilustración científica. Así fue el inicio de esa de esa carrera hace 20 años.

Mono araña negro (Ateles paniscus). Ilustración: Camila Pizano

—¿Qué es la ilustración científica? ¿Es amplio su campo de trabajo?

Hay una diferencia entre dibujo científico e ilustración científica. Lo que pretende la ilustración es captar o representar de manera muy exacta especies, organismos y fenómenos de la naturaleza. El dibujo científico es una interpretación más libre, no hay que ceñirse tanto a las características específicas de los organismos o de los fenómenos. Ambas tienen en común esa intención de ilustrar todo eso y es extremadamente amplio su campo de acción. Cuando yo descubro una especie nueva de planta, insecto o cualquier otra, esas descripciones de especies nuevas deben ir acompañadas de ilustraciones que, obviamente, son muy exactas y muy precisas. Debes tener toda la morfología del animal o de la planta.

Entonces, va desde algo muy científico hasta interpretaciones más libres. Pueden ser estas obras en grandes espacios de las ciudades, como murales, donde también se representan aspectos de la naturaleza, pero no tienen que ser tan regidos por la ciencia ni por mediciones, sino de una interpretación artística de cualquier aspecto de la naturaleza.

Mono nocturno (Aotus vociferans). Ilustración: Camila Pizano

—¿Cómo han servido las ilustraciones científicas, a lo largo de la historia, para documentar y dar cuenta de los descubrimientos científicos, pero también para acercar a la comunidad lectora al mundo de la biodiversidad?

La ilustración surge como una necesidad y disciplina en el siglo XVIII, porque en realidad aparece desde las cavernas europeas, donde tenemos las primeras representaciones de animales. La disciplina surge con toda la era de la exploración, porque es cuando empezamos a descubrir, a describir un montón de especies y en esta época no había fotografía. La única herramienta que teníamos para mostrar toda esta diversidad era por medio de la ilustración. Sin duda, la más espectacular surgió entre el siglo XVIII y XIX.

Ya en el siglo XX, aparece la fotografía y entonces esa función descriptiva del descubrimiento científico es un poco reemplazada por la fotografía. Sin embargo, es una ciencia que no muere, porque acerca a las personas que no crecimos en la naturaleza —o estamos alejadas— al día a día de la naturaleza. La ilustración o el dibujo científico nos permiten conocer a las especies, a los ecosistemas y a estos aspectos de la naturaleza que ya no hacen parte de nuestro día a día; son fabulosos para acercarnos a sus componentes.

Pacó o membrillo (Gustavia superba). Ilustración: Camila Pizano

—¿Cuál es el proceso para elaborar una ilustración científica y cuáles son las técnicas que más le gustan?

Utilizo el puntillismo —la tinta china— que es un método muy aceptado en la literatura científica, porque te permite mucha exactitud; además, es en blanco y negro, por lo que va acorde a la mayoría de las revistas científicas, que antes eran impresas. Esa técnica la utilizo para ilustrar cosas muy detalladas, como plantas e insectos, que necesitan mucho detalle y características muy exactas. También utilizo acuarelas y lápices de colores, que ya son técnicas que dan un poquito más de libertad de expresión, pero que también son útiles para mostrar colores y estructuras.

El proceso depende mucho del objetivo. Por ejemplo, si estoy ilustrando una especie nueva que se descubrió, es un proceso de mucha precisión, de mucho estudio de medidas, de mirar por el estereoscopio, que es parecido a un microscopio. Si estamos hablando de plantas, hay algunas que tienen pequeños pelitos, la estructura de las flores, la medición de cada una de sus partes. Después de ese estudio, plasmo un boceto en lápiz muy preciso y luego aplico el lápiz de color, la acuarela o la tinta china. Al final, trato de eliminar un poquito el lápiz con el borrador. Este es un proceso que puede durar de 10 a 30 horas. Ahora, si tengo que hacer dibujo científico, que no es tan exacto, hago el mismo boceto, pero tengo un poco más de libertad y creatividad. Si estoy haciendo un mamífero, no tengo que hacer precisamente los pelos del largo exacto, sino con un poquito más de libertad manual, pero también hago el estudio morfológico de la especie.

—Hasta ahora, ¿cuál ha sido su ilustración favorita?

Mi obra predilecta son mis ilustraciones de ecosistemas. He hecho sobre el bosque seco tropical, de bosque montano tropical o bosque húmedo tropical, que son ilustraciones que me toman meses, pero que el resultado final me encanta, porque son composiciones complejas donde tengo plantas y animales.

Las que más me han costado, son las de las especies. Una vez tuve que ilustrar una especie nueva de insecto, de un género que se llama Lutzomyia, parecido a un zancudo, pequeñito y con alas. En los insectos es muy importante el largo de las patas, pero también de los pelos. Me tocó hacer un trabajo muy detallado por el estereoscopio. Fue muy duro porque era tomar las medidas y luego sacar los ojos del estereoscopio y pasar al papel para hacer las estructuras. Ese tipo de ilustraciones requieren de mucho trabajo y son las más difíciles. Todas llevan ese mismo proceso, una siempre tiene que investigar.

llustración de Alejandra López San Miguel. Forma parte de la exposición “Historias naturales: 400 años de ilustración científica”, organizada por la Biblioteca del American Museum of Natural History y la Universidad de los Andes.

—¿Por qué a pesar de que hay técnicas cada vez más especializadas para capturar imágenes, sigue siendo importante la ilustración científica?

Cuando describes especies o estás hablando de detalles morfológicos muy particulares en los diferentes organismos, tomas una fotografía y vas a ver toda la parte del organismo. Por ejemplo, si volvemos a hablar de plantas, imagínate que estoy retratando una flor; en la fotografía puedo lograr muchísimo detalle, pero de cierta manera no puedo resaltar que las anteras —que son las estructuras que producen polen— tienen una medición o una superficie exacta. En cambio, en el dibujo puedes resaltar detalles  y características muy importantes que van a diferenciar una especie de la otra. El dibujo lo que te permite es dar énfasis y hacer en gran detalle esa morfología o esas particularidades que diferencian unas especies de otras.

Cuaderno de apuntes de la ilustradora Carolina Franco. Forma parte de la exposición “Historias naturales: 400 años de ilustración científica”, organizada por la Biblioteca del American Museum of Natural History y la Universidad de los Andes.

—¿Cómo se ha reinventado la ilustración científica en la actualidad? ¿Qué novedades podemos encontrar?

—La ilustración digital es un campo que se amplía cada día más. No soy experta en eso, pero sí puedo decir que cada día hay más herramientas digitales, no solamente para ilustrar, sino también para recrear cosas que ya no están a nuestro alrededor. Un ejemplo son los dinosaurios. Si tienes que ilustrar uno, de pronto tienes algunos huesos del animal, pero tienes que imaginarte cómo era el animal completo, cuál era su coloración y ahí las herramientas digitales son una maravilla, porque puedes recrear al animal en tres dimensiones y ponerlo incluso en movimiento. En el campo digital hay cada día más herramientas para hacer unas ilustraciones cada vez más impresionantes.

Ilustración de Sasicha Jamie Rubesch. Forma parte de la exposición “Historias naturales: 400 años de ilustración científica”, organizada por la Biblioteca del American Museum of Natural History y la Universidad de los Andes.

—Háblenos de la exposición “Historias naturales: 400 años de ilustración científica”, ¿qué significa tener tanta historia reunida y ser parte de ella?

La exposición es una alianza que se está haciendo en la Universidad de los Andes con el Museo de Historia Natural de Nueva York. Es una gran oportunidad de ver parte del trabajo del museo, pero también de ilustradores colombianos. Para mí es un orgullo estar ahí. Muestran ilustraciones de altísima calidad y algunas que hacen parte de la colección del museo. La intención es acercar al público general a estas colecciones, a la ilustración, para que la gente conozca esta rama de la ciencia y el arte. Para mí es una gran oportunidad y un gran orgullo estar en esa exposición.

Ilustración de Melissa Otalora. Forma parte de la exposición “Historias naturales: 400 años de ilustración científica”, organizada por la Biblioteca del American Museum of Natural History y la Universidad de los Andes.

—¿Qué es lo que más le apasiona de dedicarse a la ilustración científica? 

Es mi escape, es mi hobby. Crear arte es algo fantástico. Además, cuando una es científica y se la pasa todo el día escribiendo cosas en un lenguaje tan rígido, estudiando y haciendo pruebas estadísticas, el arte te da una capacidad de prender otra parte de tu cerebro, entrar en esa onda creativa que es muy relajante y fascinante. Me parece que lo más chévere es cuando terminas una ilustración, ves el resultado y dices: lo logré. Ilustrar y representar de manera satisfactoria una planta o un animal es un proceso muy chévere.

Ilustración de Cristina Villegas Giraldo. Forma parte de la exposición “Historias naturales: 400 años de ilustración científica”, organizada por la Biblioteca del American Museum of Natural History y la Universidad de los Andes.

—¿Hacia dónde se dirige el futuro de la ilustración científica?

Mi reflexión va muy de la mano con mi experiencia. Yo soy profesora y dicto un curso de dibujo científico que es para toda la Universidad Icesi, aquí en Cali, y me ha parecido una experiencia fascinante porque tengo estudiantes de todas las carreras. Siento que es una clase que les abre los ojos hacia conocer la naturaleza. Nosotros estamos en un campus megadiverso y, muchas veces, no nos damos cuenta. En esa clase empiezan a descubrir las plantas, las aves, incluso los insectos y los organismos acuáticos que viven en la universidad. Me he dado cuenta de que personas que pensaban que no sabían dibujar o que no les interesaba, entran al curso y no solamente descubren su capacidad artística, también empiezan a descubrir y a entrar en contacto con la naturaleza. Creo que es una herramienta educativa muy grande.

¿Hacia dónde va la ilustración? Creo que a utilizar estas nuevas técnicas que cada día avanzan más para lograr captar detalles. Utilizando la ilustración podemos realmente captar la atención y el interés del público en el cambio climático, en la biodiversidad que nos rodea y en la conservación de las especies, podemos contribuir a que cada día cuidemos un poco más la naturaleza. Creo que tiene mucho poder en ese campo.

Camila Pizano y estudiantes del taller “Ilustración Científica”, en la Universidad del Norte en Barranquilla. Foto: Cortesía Camila Pizano

* Imagen principal: Sapito lipón (Pleurodema brachyops). Ilustración: Camila Pizano

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