Al menos 34 hectáreas de bosque primario han sido deforestadas desde 2020 en el territorio waorani, dentro de la Reserva de la Biosfera del Yasuní, para la construcción de accesos viales realizadas por las prefecturas y también por actores ilegales.Con los caminos y la falta de control por parte de autoridades locales, la deforestación se extiende como resultado de nuevos asentamientos o conversión de bosques en pastizales o sembríos.La Nacionalidad Waorani del Ecuador conformó un grupo de monitores, llamado Kenguiwe, que recorre el territorio para crear alertas sobre las presiones ambientales que sufre. El equipo planifica construir puntos de control para prevenir estos problemas. *Este reportaje es una colaboración periodística entre Mongabay Latam y La Barra Espaciadora. A finales de 1980, la waorani Dayuma Kento recorrió el territorio de sus ancestros, en el centro-norte de la Amazonía ecuatoriana, para establecer los límites y reclamar el título de propiedad indígena al gobierno del entonces presidente, Rodrigo Borja. “Ella reconocía el territorio, fue una geógrafa más”, dice su sobrino Matías Alvarado. Cuarenta años después de la hazaña de la histórica lideresa wao, los herederos de Dayuma forman parte del grupo de monitores Kenguiwe. Su misión es vigilar, como el águila arpía, los bosques y el agua que han permitido su subsistencia durante siglos. La construcción de carreteras en medio de los bosques primarios es una de las mayores amenazas que enfrentan los waorani, según han reportado Kenguiwe y el Proyecto para el Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP, por sus siglas en inglés). Hasta el momento, se ha señalado la deforestación de al menos 38 kilómetros lineales (unas 34 hectáreas, al multiplicar la longitud por el ancho de cada acceso vial), provocada por la construcción de dos proyectos viales a cargo de las prefecturas de Pastaza y de Orellana, y de dos accesos construidos por actores ilegales o de manera informal. Solo en el primero, con el 15 % de avance de construcción, suman alrededor de 4.2 hectáreas deforestadas. En un año, cuando finalice la construcción de la carretera de 41 kilómetros de longitud y 6 metros de ancho, casi 25 hectáreas se habrán talado en medio de una selva que hasta hace un par de meses estaba intacta. Vicente Guiquita y Matías Alvarado, parte del equipo de monitoreo Kenguiwe, vigilan las zonas afectadas en la provincia de Pastaza. Foto: Armando Prado. Aunque la extensión afectada puede parecer menor, el biólogo Javier Vargas asegura que deforestar esta extensión en zonas de bosque primario dentro de la Reserva de la Biosfera del Yasuní es “muy significativo”. Esta reserva, conformada por el territorio waorani, el Parque Nacional Yasuní y la Zona Intangible Tagaeri-Taromenane, “representa una de las mayores concentraciones de biodiversidad en el planeta”, de acuerdo con Édison Mejía, exdirector del Parque Nacional Yasuní. Los wao han sido los guardianes de esta biodiversidad por siglos y, aunque históricamente habrían habitado en una extensión de casi dos millones de hectáreas, han logrado que el Estado ecuatoriano les reconozca 802 220 hectáreas, distribuidas en las provincias de Orellana, Napo y Pastaza. Unos 4000 wao, según el último censo de 2010, habitan en una cincuentena de comunidades y caseríos dispersos en este gran territorio. A pesar de las presiones de la industria petrolera y de la colonización, los wao aún viven rodeados de bosques primarios y, en la mayoría de casos, el agua de sus ríos todavía está libre de contaminación.