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#EnCorto | Visón americano: un carnívoro voraz de piel sedosa que se adueñó de la Patagonia argentina

Tres visones americanos caminan despreocupados por la orilla de una laguna. El puma es prácticamente el único depredador que tiene la especie en la Patagonia. Foto: Romina Mancilla.

Tres visones americanos caminan despreocupados por la orilla de una laguna. El puma es prácticamente el único depredador que tiene la especie en la Patagonia. Foto: Romina Mancilla.

  • Entre 1930 y 1970 la industria de la moda potenció, con el auspicio de las autoridades, la instalación de criaderos de animales cuya piel era utilizada para la confección de abrigos. Así llegó el visón americano (Neovison vison) a la Argentina.
  • Años más tarde, la crisis de esa industria llevó al cierre de casi todos los criaderos. La liberación de los visones condujo a su expansión en vida silvestre y hoy ocupa casi toda la Patagonia, desde Neuquén a Tierra del Fuego.
  • Su erradicación ya es imposible. Su carácter depredador y oportunista lo ha transformado en una amenaza para especies en peligro como el macá tobiano, la gallineta chica o el pato de los torrentes.

Todo comenzó hace 90 años, cuando la moda internacional impulsó a los abrigos de piel como un símbolo de sofisticación. En diversas áreas del planeta florecieron los criaderos de animales cuya piel se destinaría a la confección de prendas. El sur de América fue uno de los puntos elegidos para desarrollar esta industria. En los años treinta, en la Argentina hubo incluso políticas gubernamentales que propiciaron la apertura de esos establecimientos para diversificar las actividades económicas rurales.

El visón americano (Neovison vison) se transformó en una de las especies animales favoritas de esta industria. Las granjas en donde se criaba a estos mamíferos estaban dispersas por todo el sur del país; las más grandes llegaron a contar hasta con 30 000 ejemplares. Varios de estos lugares de crianza no eran lo suficientemente seguros ni tampoco tuvieron el éxito que esperaban. Así comenzaron los problemas. Los ejemplares que escaparon de las jaulas comenzaron a integrar la población silvestre de visones en Argentina. El cierre de aquellos criaderos que fracasaban también contribuyó, ya que la mayoría de los animales eran liberados sin ningún control.

A partir de los años noventa, las pieles sintéticas y el crecimiento de la conciencia conservacionista llevaron a la ruina definitiva del negocio y la cantidad de visones sueltos se multiplicó de manera exponencial.

¿Qué ha ocurrido con esta especie en la Argentina desde entonces? En tres claves te lo explicamos.

Ejemplar de visón en el interior de su jaula. La imagen pertenece a uno de los pocos criaderos que aún siguen funcionando en la Argentina. Foto: Patrick Buchanan.
Ejemplar de visón en el interior de su jaula. La imagen pertenece a uno de los pocos criaderos que aún siguen funcionando en la Argentina. Foto: Patrick Buchanan.

 

¿Cómo es el visón?

 

Alargados, recubiertos con mucho pelo, de patas cortas y pequeñas manchas blancas en el rostro y el vientre, el visón tiende a despertar ternura. Ni el tamaño, que apenas alcanza los 70 centímetros de largo en los machos, ni su volumen —no llega a los dos kilos de peso— llevan a imaginar su gran voracidad y su preferencia por las aves. Es omnívoro y oportunista. Come peces, reptiles, roedores y anfibios, pero también frutos. Tiene una dieta que les garantiza alimentación en casi todas las circunstancias posibles.

Exótico, ya que es natural de Canadá y Estados Unidos, el visón es considerado por el gobierno argentino como una especie invasora en el país, una verdadera “plaga” que recorre prácticamente toda la Patagonia argentina. Su presencia ha sido detectada desde Neuquén, al norte, hasta la Isla Grande de Tierra del Fuego en el confín más austral de América, y se extiende también por la vertiente chilena de los Andes.

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Su gran capacidad de adaptación le permite acomodarse a todos los ambientes: montañas, bosques, mesetas, costas. Los expertos aceptan que su población es imposible de cuantificar hasta el momento, pero tiende a expandirse más allá de las medidas de control que poco a poco se han ido estableciendo. “Son unos cazadores súper eficientes, con una habilidad muy desarrollada que les permite atacar aves de tamaño considerable, como el cisne negro o el cauquén, que puede pesar hasta tres kilos”, explica Laura Fasola, doctora en biología y coordinadora del Programa Patagonia de la organización Aves Argentinas.

Un visón americano se desliza entre las piedras para beber las aguas de una laguna en la Patagonia argentina. Foto: Laura Fasola.
Un visón americano se desliza entre las piedras para beber las aguas de una laguna en la Patagonia argentina. Foto: Laura Fasola.

 

Una invasión silenciosa

 

Las consecuencias de la acción de los visones no resultan evidentes a simple vista, excepto cuando ataca animales de corral, perjudicando a los dueños de pequeñas granjas. Pero ha habido casos tremendos. El del macá tobiano (Podiceps gallardoi) es uno de ellos.

Esta pequeña ave endémica de Santa Cruz, se encuentra en estado crítico de conservación y la continuidad de la especie depende de factores vitales como la supervivencia de las aves adultas. Muy selectivo en sus hábitos, el macá solo tiene sus nidos en las lagunas de altura de la meseta cordillerana. Allí establece sus colonias cada verano. En 2011, un único individuo de visón americano descubrió una de esas colonias. Su visita hizo estragos: mató 33 aves adultas, destrozó los nidos, los huevos y los pichones que encontró a su paso. En una sola noche puso en peligro la existencia de toda una especie.

Tampoco está del todo clara la influencia que el visón ejerce sobre el huillín (Lontra provocax), la nutria nativa de la Patagonia clasificada como En Peligro en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). “El tamaño sensiblemente mayor del huillín descarta la depredación directa, pero la competencia por alimentos similares podría ser un factor que empeore su situación en zonas donde la densidad de nutrias sea especialmente baja”, dice Hernán Pastore, biólogo referente de fauna de la Dirección Regional Patagonia Norte.

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“Es muy difícil medir el impacto real sobre las especies que depreda”, resume Alejandro Valenzuela, bioecólogo especializado en manejo de especies invasoras e investigador adjunto del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). “Salvo en situaciones particulares, el visón nunca ha sido la principal amenaza de una especie, sino más bien la última gota que rebalsa el vaso”, añade Laura Fasola. “Se trata —puntualiza Valenzuela— de invasiones conocidas como silenciosas”.

Dos de los 33 ejemplares de macá tobiano que fueron depredados por un visón americano en una sola noche del verano de 2011 yacen muertos sobre su nido. Foto: Kimi Roesler.
Dos de los 33 ejemplares de macá tobiano que fueron depredados por un visón americano en una sola noche del verano de 2011 yacen muertos sobre su nido. Foto: Kimi Roesler.

 

Control selectivo en áreas claves

 

La dificultad para demostrar con datos concretos los daños que produce el visón americano sobre la fauna local ha sido uno de los grandes obstáculos que han encontrado los científicos para investigar a fondo la especie. Al mismo tiempo, esta situación expone cierta falta de interés institucional para buscar soluciones a su invasión, poner en marcha programas de manejo y sostenerlos en el tiempo.

“El tema del control de especies exóticas requiere de continuidad. No se puede controlar una especie hoy, mañana no y después otra vez sí, pero esto es lo que viene sucediendo desde hace años”, expresa sin titubeos Hernán Pastore.

En algunas áreas protegidas del país, los especialistas y cuidadores han detectado por años el peligro, por lo que han construido diversas modalidades de trampas, sin embargo, el punto crítico es que fuera de estas zonas no hay ningún tipo de control y eso impide eliminar por completo los problemas que causan los visones. Las técnicas y los modos de combatir a los visones han avanzado, adaptándose a las circunstancias y la fauna a proteger. Los especialistas señalan que lo ideal sería erradicar la especie, pero que esto ya es imposible. Entonces la mejor estrategia es hacer un control en sectores importantes para la conservación de la biodiversidad.

Aquí es donde destaca la importancia de comunicar a la población, a través de la educación ambiental, lo que significan las invasiones biológicas. Esto es vital para lograr la aprobación del público sobre el tipo de manejo y conseguir que estos mecanismos sean más efectivos. Para los expertos, el tema de aceptación social es uno de los más complicados, sobre todo en especies que generan carisma, empatía y hasta ternura en los seres humanos.

Las trampas de captura van montadas sobre una plataforma que las mantiene a flote y no llevan cebo, ya que los visones entran en ellas sin necesidad de que se los incentive. Foto: Gonzalo Pardo.
Las trampas de captura van montadas sobre una plataforma que las mantiene a flote y no llevan cebo, ya que los visones entran en ellas sin necesidad de que se los incentive. Foto: Gonzalo Pardo.

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* Imagen principal: Tres visones americanos caminan despreocupados por la orilla de una laguna. El puma es prácticamente el único depredador que tiene la especie en la Patagonia. Foto: Romina Mancilla.

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