Noticias ambientales

Venezuela: la carrera contra el tiempo para salvar al sapo arlequín de Rancho Grande | ENTREVISTA

Los colores del sapo arlequín de Rancho Grande no significan que sea venenoso. Crédito de fotografía: Margarita Lampo.

  • La zoóloga Margarita Lampo lidera a un grupo de científicas venezolanas que trabajan para evitar la extinción de este anfibio endémico de Venezuela.
  • En el estado de Aragua solo quedan 433 individuos adultos de esta especie clasificada en Peligro crítico de extinción.

Un hongo amenaza con llevar a la extinción a la población del sapo arlequín de Rancho Grande (Atelopus cruciger), un anfibio endémico de Venezuela. Desde 2005, un grupo de científicas se ha puesto como meta evitar que esta especie se convierta en solo historia.

La  investigadora Margarita Lampo, zoóloga, herpetóloga e investigadora emérita del Instituto Nacional de Investigaciones Científicas es quien dirige las acciones para salvar al sapo arlequín de Rancho Grande, una especie que está en Peligro Crítico de Extinción, de acuerdo con la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)

Para evitar su extinción, dice la científica,  se requieren dos estrategias: la protección del hábitat de este animal y  la reproducción en laboratorio del anfibio. Esto último es el gran reto del proyecto.

El experimento va por buen camino. El proyecto de la Fundación para el Desarrollo de las Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales (FUDECI) y la Universidad Central de Venezuela, ubicada en Caracas, ya logró el nacimiento de dos grupos de renacuajos que, si todo sale bien, podrán ser introducidos a su hábitat natural. Además, ya casi logran la recolección de todos los sapos necesarios para tener mayor oportunidad de aumentar la población de la especie.

Cada paso requiere un cuidado milimétrico de los detalles. Todo debe hacerse con mucha precisión para que las especies sobrevivan en Caracas, para que se reproduzcan y para que las propias científicas puedan continuar con su tarea, pese a las complejidades de la zona de trabajo. Por ejemplo, en el área donde trabajan hay serpientes mapanar (Bothrops atrox). “Hay que ser muy cuidadoso, porque uno puede terminar con una mordedura de esta serpiente que es muy venenosa”, comenta Lampo.

En entrevista con Mongabay Latam, Margarita Lampo, directora de FUDEC y doctora en Ecología de la Universidad Central de Venezuela, explica cómo ha sido la travesía para salvar a esta especie y de los retos que enfrentan quienes luchan por evitar una extinción más.

Un proyecto de conservación liderado por la científica Margarita Lampo busca evitar que se extinga el sapo arlequín de Rancho Grande en Venezuela. Crédito de imagen: Margarita Lampo.
Un proyecto de conservación liderado por la científica Margarita Lampo busca evitar que se extinga el sapo arlequín de Rancho Grande en Venezuela. Crédito de imagen: Margarita Lampo.

Lee más | Argentina: incendios afectaron a casi 100 mil hectáreas de bosques en la provincia de Salta

—¿Qué llevó a este sapo a estar en Peligro Crítico de extinción?

—La razón por la que está en Peligro crítico de extinción es porque su área geográfica es muy reducida. Si sumas las dos áreas donde habitan las poblaciones de este sapo, su extensión es muy baja, de ocho kilómetros cuadrados. Que sólo esté en esos dos lugares hace que sea muy vulnerable a la extinción. Puede haber otras poblaciones que no hayamos detectado.

Las áreas en donde están son dos ríos en la vertiente norte de la cordillera de la Costa, en el Parque Nacional Henri Pittier, en el estado de Aragua. Viven en quebradas frías, con agua cristalina, con mucha corriente de agua. Están a 150 a 200 metros sobre el nivel del mar. No puedo dar más detalle sobre los ríos, porque la gente podría ir y eso es muy riesgoso para estas poblaciones. El hábitat natural es en los bosques que están alrededor de las quebradas. Originalmente se encontraban desde el nivel del mar hasta 2200 metros sobre este, en la cordillera de la costa.

—¿Cuál es el mayor factor de riesgo para esta especie?

Un hongo que ataca su piel. Como tienen la piel permeable, estos sapos constantemente están interactuando a través de su piel con su medio para mantener su equilibrio osmótico, es decir el balance de concentración de sales y agua entre el cuerpo y el medio. Esto permite que el cuerpo funcione. Cuando el hongo invade la primera capa de la piel, rompe las células mientras se va reproduciendo; al no poder mantener ese balance osmótico, el sapo tiene un ataque cardiaco y muere.

—¿Por qué incrementa su riesgo de extinción el hecho de que solo esté en dos puntos?

—En esos dos lugares, las poblaciones están en buenas condiciones, tienen cantidades abundantes de sapos. Sin embargo, eso funciona como los huevos o las frutas en una cesta: cuando tienes todos en una cesta si se pudre uno, se pudre el resto. Es decir, si el hongo los enferma, al resto también.

—¿Por qué las poblaciones sobrevivientes están en zonas bajas?

Estamos tratando de entenderlo. Hay una hipótesis que hemos venido trabajando, que no la tenemos confirmada. Los datos hasta ahora nos dicen que puede que las tierras bajas sean refugios térmicos. Es decir, sitios donde las poblaciones pueden sobrevivir mejor porque el hongo que las llevó al borde de la extinción tiene una transmisión más lenta en zonas de mayor temperatura. La otra razón sería que este animal tiene más capacidad de crecer y reproducirse en las tierras bajas que en las altas, porque la temperatura fría limita la tasa de crecimiento. Un animal en las zonas bajas crece, se reproduce más rápido. Estas dinámicas pueden estar actuando en coordinación.

Lee más | El destello de luces que ayuda a conservar a las tortugas marinas en El Salvador

Así se ve el sapo arlequín de Rancho Grande con sus colores amarillo y negro. Foto: Margarita Lampo.

—¿Cómo era la especie antes de que llegara el hongo?

Los sapos adultos están entrando en su etapa reproductiva más temprano, más jóvenes, cuando tienen menor talla. Antes de la epidemia se reproducían a mayor edad, cuando ya tenían una mayor talla. La mayor parte de las poblaciones desaparecieron a finales de los 80.

—¿Hay amenazas a la conservación de su hábitat?

No de manera grave. Están dentro del parque nacional, en zonas que son poco visitadas. En las partes bajas hay una presión para expandir la frontera agrícola. Hay que vigilar el lindero del Parque Nacional Henri Pittier.

—¿Cuál es la diferencia entre una rana y un sapo?

Pertenecen a géneros diferentes. La manera más fácil de distinguirlos es que el sapo tiene la piel más seca, mientras que la rana es más húmeda, pegajosa.

—¿Cómo se reproducen?

Tienen un comportamiento muy bonito, muy particular. El macho se monta sobre la hembra cuando ella tiene los huevos bien maduros dentro de su barriga. Ella escoge el sitio, desova debajo de las piedras en el agua y el macho los fertiliza. Las hembras ponen cientos de huevos. La fertilización es externa, no hay cópula. El macho la abraza, se queda pegado sobre ella para asegurarse que fertiliza los huevos con su orina espermática. Ese abrazo se llama amplexus. El macho puede perder hasta el 60 % de su masa corporal, se mueren a veces esperando a que la hembra ponga los huevos. Se quedan hasta veinte, treinta días sobre la hembra. Es raro, en otras especies el amplexus dura algunas horas, no es de semanas.

Lee más | México: asentamientos ilegales, caza y tala amenazan a la reserva estatal de Balam-Kú

Estos son los tanques en los que este equipo científico ha logrado la recolección y reproducción de sapos arlequines de Rancho Grande con el objetivo de salvar esta especie. Crédito de fotografía: Margarita Lampo.
Estos son los tanques en los que este equipo científico ha logrado la recolección y reproducción de sapos arlequines de Rancho Grande con el objetivo de salvar esta especie. Crédito de fotografía: Margarita Lampo.

—¿Luego qué sucede?

De ahí salen unos renacuajos que son minúsculos, tienen un par de milímetros, incluyendo la colita. Son muy chiquitos, esos renacuajos se dispersan hacia las zonas de los ríos, donde hay mucha corriente, para alejarse de los depredadores y se pegan a las piedras. En los años que llevamos en campo, apenas en tres o cuatro ocasiones hemos logrado recolectar renacuajos.

El renacuajo permanece en el agua cerca de 120 días. Luego se convierten en sapos muy pequeños, de medio centímetro. Es una etapa muy vulnerable, las serpientes y otros animales se los comen. Esa zona está llena de la serpiente mapanar. Es el riesgo que uno tiene en el trabajo de campo. Hay que estar muy cuidadoso, porque uno puede terminar con una mordedura de esta serpiente, que es muy venenosa.

—¿Qué sigue en la vida de los sapos?

Luego se van hacia el bosque, permanecen como un año o año y medio, creciendo. En tierras bajas, es probable que ya al año y medio logren reproducirse, o al segundo año. Hay muchas poblaciones en estas zonas que compensan la mortalidad generada por el hongo con esta temprana reproducción.

Estos sapos viven en quebradas prístinas en los ríos del Estado de Aragua en Venezuela.
Estos sapos viven en quebradas prístinas en los ríos dentro del Parque Nacional Henri Pittier, en el Estado de Aragua en Venezuela.

—¿Cuánto tiempo viven?

Dos años, después de que salen del agua. En cautiverio la expectativa es mucho mayor. Nosotros tenemos en cautiverio un individuo que ha vivido más de cuatro años.

—¿De dónde viene su nombre común de arlequín de Rancho Grande?

Arlequín son todos los atelopus, el género, porque con sus colores se asemeja un poco al traje de los arlequines. Son cerca de 100 especies de sapos arlequines. Lo de Rancho Grande es por el Parque Nacional Henri Pittier, porque los primeros individuos probablemente hayan venido de ahí.

—¿En qué consiste el plan que tienen para evitar su extinción?

Tenemos dos estrategias de conservación. Una in situ (en su hábitat) que se trata de monitorear a las poblaciones para entender qué es lo que las hace persistir, pese al hongo, y para tratar de que sus sitios se mantengan prístinos. También se realizan  programas de educación para que la gente tenga mayor conciencia sobre el valor de la especie, su estado de vulnerabilidad y la necesidad de proteger sus hábitats.

En la estrategia ex situ (en laboratorio) se busca generar poblaciones de respaldo en cautiverio, porque no sabemos si por alguna razón climática o una epidemia o lo que sea, nos quedamos sin individuos.

La investigadora Margarita Lampo, zoóloga, herpetóloga e investigadora emérita del Instituto Nacional de Investigaciones Científicas es quien dirige las acciones para salvar al sapo arlequín de Rancho Grande, una especie que está en Peligro Crítico de Extinción, de acuerdo con la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Crédito de fotografía: Celsi Señaris.
La investigadora Margarita Lampo, zoóloga, herpetóloga e investigadora emérita del Instituto Nacional de Investigaciones Científicas es quien dirige las acciones para salvar al sapo arlequín de Rancho Grande, una especie que está en Peligro Crítico de Extinción, de acuerdo con la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Crédito de fotografía: Celsi Señaris.

—¿Cómo es el trabajo en laboratorio?

El año pasado inauguramos nuestro primer centro de cría de sapos arlequines  en Caracas y ya estamos logrando la reproducción de una población cautiva, con los individuos fundadores (los primeros de un nuevo grupo) que se requieren. Ya estamos con los renacuajos de la segunda puesta. Es difícil recrear en un tanque de reproducción las condiciones para tratar de simular aquello que es central para su supervivencia. Trabajamos en red aprendiendo de lo que están haciendo en centros de investigación en Ecuador y Panamá. El objetivo final es tratar de introducir de nuevo a los individuos en las zonas donde solía estar, en zonas bajas y prístinas. El objetivo sería no solo tener dos poblaciones.

En el laboratorio lo más importante es tener agua con alta oxigenación. Cada segundo día se debe cambiar un tercio del agua, porque esos animales están en lugares donde el agua se está renovando todo el tiempo. Están acostumbrados a estar en aguas muy limpias. Tienes que garantizar la ventilación para el oxígeno. Tenemos piedras, pero no se puede recrear todo. Los alimentamos con insectos vivos, moscas vivas. Ellos no comen animales muertos. Enriquecemos las presas con vitaminas, para garantizar que tengan bien todas las vitaminas.

—¿Cuántos individuos han recolectado?

Se recomienda, por la experiencia de Panamá y Ecuador, comenzar por veinte individuos fundadores, diez hembras y diez machos. Estamos cerca de tenerlos. Ya hemos recolectado varios, nos faltan pocos.

—¿Cuáles son los siguientes pasos del proyecto?

Ya tenemos los primeros desoves. No estamos esperando a tener todos los individuos para que empiece la reproducción. Hemos avanzado, ya han nacido algunos renacuajos. También, a finales de marzo ya vamos a tener los fundadores que requerimos. De las dos poblaciones existentes, solo estamos usando una como fuente de individuos. Hemos salido recientemente de trabajo de campo. Hace poco verificamos que la otra población está en buenas condiciones, abundante.

—¿En qué lugares van a introducir los nuevos sapos?

—En sitios de tierras bajas, prístinas. Que no tengan perturbación pero que sean suficientemente accesibles para que podamos visitarlas con regularidad para hacer el seguimiento. Uno toma nota sobre qué otras especies hay en la zona, para escoger lugares donde la prevalencia del hongo sea baja.

—¿Quiénes participan en la investigación?

Es un trabajo en equipo. Ha participado la doctora Celsa Señaris en su momento, pero sí todos estos años. La doctora Onil Ballestas, que empezó como estudiante y ahora es investigadora del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC). También está Ingrid Márquez, investigadora de la Fundación La Salle, ella ha estado muy involucrada en el proyecto. Además, contamos con Katiuska González, del IVIC, que ha estado involucrada como asistente de trabajo de campo. No es un equipo muy grande, en Venezuela ya quedan pocos herpetólogos, pero estamos muy entusiasmados con el proyecto.

—¿Cómo es investigar en Venezuela?

Las condiciones son muy malas, las universidades están funcionando mal porque los profesores están siendo mal pagados. Muchos se fueron del país. No hay dinero para hacer investigación.

*Imagen principal: Los colores del sapo arlequín de Rancho Grande no significan que sea venenoso. Crédito de fotografía: Margarita Lampo.

———

Videos  | Animales intoxicados por el humo y con quemaduras: los otros afectados por los incendios de Chile

Si quieres conocer más sobre la situación ambiental en Latinoamerica, puedes revisar nuestra colección de artículos.

YouTube video player

Si quieres estar al tanto de las mejores historias de Mongabay Latam, puedes suscribirte al boletín aquí o seguirnos en FacebookTwitterInstagram y YouTube.

Facebook | La minería ilegal se apodera de la Amazonía sur de Ecuador

Salir de la versión móvil