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El destello de luces que ayuda a conservar a las tortugas marinas en El Salvador

Durante la noche, entre mayo y septiembre, cuatro de las especies de tortugas marinas existentes, arriban a la playa de la Barra de Santiago, en El Salvador. Decenas de mujeres las esperan y luego las acompañan en el proceso de desove, para luego llevar sus huevos a un lugar donde serán protegidos.

  • Una iniciativa comunitaria de la organización Ambas que reúne mujeres en las playas de la Barra de Santiago lleva ocho años marcando tortugas y recolectando sus huevos.
  • En cada temporada anual de desove y anidación de las tortugas, Ambas marca alrededor de 200 tortugas y recoge entre 87 mil y 90 mil huevos, con una tasa de nacimiento del 95 %.
  • Una de las formas para garantizar que los lugareños no se coman o vendan los huevos es pagarles para que los recojan. Por cada 14 huevos que recojan y lleven al vivero, Ambas les paga 2,50 dólares.

La rutina de Flor Puquir cambia entre mayo y diciembre. Deja sus trabajos de costurera en un segundo plano para dedicarse a una tarea nocturna y a contrarreloj, ser tortuguera. Puquir recoge los huevos de las tortugas marinas que llegan a desovar y anidar a la playa Barra de Santiago, en El Salvador, para llevarlos a un vivero en donde les garantizan protección. Para su oficio lleva una linterna y un radio por el que sus compañeros le avisan la posición a donde han llegado los también llamados quelonios, o se comunica con quienes se encargan de marcar y revisar al ejemplar que está en la playa.

Tan pronto como encuentra a uno de los animales arribando, lo primero que hace Flor Puquir es avisar a los demás tortugueros por medio de señales luminosas. Luego se encarga de protegerla —sin asustarla— para que ni los pobladores que quieren recoger sus huevos para consumirlos o venderlos como comida ni depredadores como los perros callejeros puedan obtenerlos. Una vez termina el proceso de desove, Puquir recoge todos los huevos y rápidamente los lleva hasta el vivero.

Es una tarea a contrarreloj que no puede demorarse más de una hora y media entre la puesta y el período de incubación y además la vibración del vehículo en que son transportados u otros factores pueden dañarlos. Después de que los huevos llegan al vivero, se demoran 45 días en incubar hasta que nacen y están listos para ser liberados en la playa.

Cuatro especies de tortugas marinas (golfina, baula, carey y prieta. llegan a las playas de La Barra De Santiago, en El Salvador, a desovar. Foto: AMBAS.

A la labor de Flor Puquir se suma Marcela Linares, una antropóloga que desde hace dos años se unió voluntariamente a la campaña de marcaje de tortugas. Una vez Puquir o cualquiera de los tortugueros, hacen las señales de linterna para avisar de la llegada de uno de los animales, comienza la labor de los marcadores. Ellos salen en una cuatrimoto hasta el punto de arribo en donde diligencian un formato que pretende recolectar los datos de tamaño, especie, peso y estado del animal (refiriéndose a si tiene alguna herida).

Al terminar la recolección de datos, Linares toma una placa de metal que contiene el indicativo de El Salvador más un serial numérico único para cada ejemplar que identifica y lo pone a presión en una de las aletas de la tortuga. El propósito no es solo identificar a cada tortuga que llega sino también darles un seguimiento (por ejemplo establecer cuántas veces arribó para desovar y cuántos huevos puso) y, si es posible, hacerles el monitoreo de su ruta migratoria.

Marcela Linares, es una de las voluntarias que trabaja con la organización comunitaria Ambas, en el marcaje de las tortugas para así hacer el seguimiento a sus desplazamientos . Foto: cortesía de AMBAS.

23 años de trabajo comunitario

Como Flor Puquir y Marcela Linares, son cerca de 250 personas que pertenecen a la Asociación de Desarrollo Comunal de Mujeres de la Barra de Santiago (Ambas) quienes se dedican a marcar a las tortugas y a recolectar y proteger sus huevos. Ambas es una organización comunitaria que desde hace 23 años se dedica a crear estrategias de conservación ambiental y cultural en la zona.

En 2014, las mujeres de Ambas decidieron recolectar e incubar los huevos de las cuatro especies de tortugas marinas que anidan en El Salvador: la tortuga golfina (Lepidochelys olivacea), la tortuga baula (Dermochelys coriacea), la tortuga carey (Eretmochelys imbricata) y la tortuga prieta (Chelonia agassizi). Según el biólogo y técnico de Ambas, Éder Caseros, la iniciativa surgió cuando las mujeres de la comunidad, en cabeza de Rosa Aguilar quien tenía una especial sensibilidad por los animales, se dieron cuenta de que la contaminación generada por cultivos como la caña de azúcar y la pesca incidental e industrial estaban afectando la riqueza biológica de la zona.

Durante la temporada de desove, los huevos que las tortugas ponen en la playa La Barra de Santiago son llevados a un vivero para su protección. Foto: cortesía de AMBAS.

En El Salvador, los huevos que ponen las tortugas son recolectados por lugareños para su sustento, ya sea como comida porque tradicionalmente es una fuente de alimento y también porque les atribuyen propiedades afrodisíacas. Además, algunos atrapan a las tortugas para comercializar su carne que es utilizada en platos exóticos o para la comercialización ilegal de especies.

En cada temporada anual de desove y anidación de las tortugas, Ambas marca alrededor de 200 tortugas y recoge entre 87 mil y 90 mil huevos, con una tasa de nacimiento del 95 %. “Las mayores arribadas que tenemos son de tortugas de la especie golfina. Pero nuestro objetivo también está en las otras especies amenazadas o en peligro de extinción como la prieta, la tortuga verde y baula. Estas ya las trabajamos con más delicadeza y tratamos de incentivar más a los tortugueros para que recojan los huevos y no los consuman”, explica Caseros.

Una salida económica

La recolección de huevos se convirtió en una oportunidad para los lugareños de recibir ingresos extra y dejar de vender los productos de tortugas para sobrevivir. Por cada 14 huevos que recojan y lleven al vivero, Ambas les paga 2,50 dólares.

La idea de lograr un ingreso económico a sus coterráneos no fue, sin embargo, el deseo inicial de Faquir. Fue hace unos años, cuando caminaba por la playa con su hermana y vio el arribo de un ejemplar. “Yo no sabía nada de tortugas, entonces nosotras corrimos y la fuimos a tocar. Lamentablemente ella se fue y yo le dije a mi hermana que ojalá existiera un vivero para cuidarlas. Eso me motivó a trabajar para que ellas sobrevivieran y así no se perdiera la especie”. Entonces comenzó a averiguar y supo que algunas mujeres hacían ese trabajo sin mucho ruido y se unió a ellas.

Desde 2003, las mujeres de Ambas diseñaron proyectos de recolección y marcación y lograron implementarlos a través de convocatorias de diferentes organizaciones —como el Fondo de Inversión Ambiental de El Salvador (Fiaes)— que son los principales promotores de estas iniciativas comunitarias. Fiaes es una organización no gubernamental estadounidense que ayuda a intermediar recursos estatales para la protección y restauración ambiental.

El proyecto de marcajes con las placas metálicas, que es uno de los principales focos de financiación de Fiaes, cuesta alrededor de 2 dólares por cada tortuga. “El marcaje de tortugas marinas se hace para identificar cuántos individuos arriban en la población, cuántas hemos liberado y cuántas existen en el mar. También es muy importante reconocer las rutas migratorias y entender aspectos sobre su biología reproductiva”, explica a Mongabay Latam, la técnica de monitoreo y coordinadora de seguimiento de Fiaes, Yolanda Barrera.

Para realizar los procesos de marcaje, las mujeres y voluntarios de Ambas cuentan con la supervisión y capacitación de varios científicos y biólogos que trabajan permanentemente con ellas como Éder Caseros. Y, en el caso de los proyectos financiados por Fiaes, estos también brindan apoyo en ese tema.

Durante el proceso de marcaje, los voluntarios ponen una placa de metal en la aleta de la tortuga. En ella está labrado un código numérico único en el mundo. Foto: cortesía de AMBAS.

En 2009, El Salvador decretó una veda permanente que prohíbe el comercio y el consumo de cualquier producto derivado de las tortugas. Sin embargo, Faquir, Linares y Caseros confirman que siguen existiendo habitantes de la zona que, pese a las restricciones, aún ofrecen estos productos a los restaurantes o a los turistas. La tortuga Baula, (o Baulé, como le dicen los habitantes de la zona) y la golfina se encuentran dentro de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional por la Conservación de la Naturaleza (UICN) como especies Vulnerables, mientras que la tortuga carey se encuentra catalogada en la misma lista en estado de Peligro Crítico.

“He discutido con varias personas porque ellos no las tratan bien. A veces solo se llevan los huevos y las dejan desprotegidas porque, por ejemplo, a veces andan perros en la playa y las muerden. Yo les digo que eso no se hace porque así como ellos tienen necesidades, ellas también tienen necesidad de que las protejan porque no se pueden defender”, asegura Faquir.

El retorno de la baula

Uno de los grandes logros que ha alcanzado Ambas fue el retorno de la tortuga baula (Dermochelys coriacea), la tortuga marina más grande del mundo. Según Caseros, los habitantes más viejos de la zona cuentan que hace algunos años se veían varias tortugas de la especie arribando a las playas de El Salvador para desovar y anidar. Sin embargo, con el pasar de los años y los peligros a los que se ven expuestas, fueron desapareciendo hasta no reportar ningún ejemplar en los períodos de arribo desde 2016. Incluso ninguna de las mujeres de la asociación había visto una tortuga de este tipo en muchos años.

Esto cambió cuando en 2021 lograron avistar dos ejemplares que llegaron a las playas de Barra de Santiago. En ese momento, los trabajadores se dieron a la labor de marcarlas y proteger a sus huevos. Tanto Caseros como las mujeres de Ambas reconocen ese logro como propio ya que por medio de charlas de concientización y la protección de las zonas de anidación dieron el ambiente propicio para que la especie retornara. Esto es muy importante, pues según el técnico, hay zonas de la playa a la que no llegan las tortugas por los altos niveles de ruido o las luces de los establecimientos turísticos como restaurantes de la zona.

La baula, también conocida como laúd, no tiene un caparazón duro como las demás. Según Daniel Vivas-Barreto, asistente curador de la colección de reptiles del Museo de Historia Natural de Uniandes, es muy importante por sus características particulares como la gran migración que hacen y su adaptabilidad a las temperaturas bajas. Además, para Vivas-Barreto, la extinción de esta especie podría afectar a toda la cadena trófica ya que son grandes reguladoras de medusas, al ser éste su principal alimento.

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Tras otras viajeras

La tortuga baula no ha sido la única a la que Ambas le ha seguido los pasos. En 2021, a las playas de Oaxaca, México, llegó una tortuga con la placa identificadora de la organización salvadoreña. Caseros y todo el equipo de Ambas lo supieron porque son parte de un grupo de whatsapp en el que están varias organizaciones cuidadoras de tortugas en el Pacífico y por el cual sus compañeros mexicanos mandaron varias fotos de la placa y de la tortuga que había arribado.

Después de varias semanas, en que los voluntarios y las mujeres de Ambas cuidan los huevos de las tortugas marinas que llegan a desovar a las playas de La Barra De Santiago, llega el momento de acompañar a las tortuguitas en su camino al mar. Foto: AMBAS.

Aunque ya tenían una primera pista de que las tortugas salvadoreñas llegaban a México, solo lograron confirmar esta ruta migratoria cuando una tortuga marcada con el serial mexicano arribó en la playa Barra de Santiago, en junio de 2022. “Esto nos indica que hay rutas que ellas están utilizando para poder desplazarse. Por el marcaje, podemos decir que salen cada temporada de anidación, ya que tenemos registros anuales de su arribo. También podemos hacer estimaciones de sus poblaciones dentro del territorio. Esto es una muestra de nuestro universo”, explica Caseros.

Durante el periodo de desove del 2022, Ambas logró marcar 100 ejemplares de tortuga de los cuales 98 anidaron. A partir de allí, y con la ayuda del equipo de científicos que apoya los procesos de Ambas encabezado por el biólogo Luis Roberto Quintanilla, lograron identificar las zonas de la playa en donde más anidaban las tortugas y concluyeron que cuando los niveles del mar están más altos, los esfuerzos de las especies por llegar a la playa se reducen y de esta manera aumentan la cantidad.

Otro de los hallazgos más importantes es lograr determinar que los ejemplares que habían sido marcados en temporadas anteriores retornaban a la playa de Barra de Santiago para desovar una vez más. “Durante la temporada de anidación 2022 se registraron 10 tortugas que ya contaban con marcas de este mismo proyecto, cuatro marcadas en 2021 y seis marcadas en los meses de septiembre y octubre de 2022”, asegura el informe de Ambas.

Para Linares, el marcaje es una de las actividades más satisfactorias por su especial aporte a la comunidad científica. “Creo que lo más gratificante de mi trabajo es saber que estoy aportando a que la comunidad científica de biólogos, veterinarios, agrónomos y todos aquellos que están involucrados con el medio ambiente, conozcan y puedan tener información clave para futuras investigaciones sobre la biodiversidad en nuestro país”. El hallazgo de la ruta migratoria fue presentado por el colectivo mexicano en la sexta Reunión Nacional sobre Tortugas Marinas en México en 2021.

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¿Iniciativas que se quedan cortas?

Dentro del Plan de acción y mitigación para la conservación de tortugas marinas que publicó el Ministerio de Ambiente de El Salvador, se asegura que pese a los muchos proyectos de recolección, incubación y protección de huevos, “su efectividad ha sido limitada por varios factores, principalmente el hecho de que los mismos están dedicados a establecer y manejar corrales de incubación de huevos y no se han abordado otras amenazas hacia los individuos juveniles y adultos en el mar dentro de los manglares, que es donde pasan la mayor parte de su vida alimentándose o apareándose”, explicó Osmel Sánchez, biólogo e investigador de la Universidad Gerardo Barrios de El Salvador.

Para él, el hecho de que los marcajes estén hechos de una placa metálica y no tengan un localizador incorporado hace que estas iniciativas se queden cortas. “Como país hay que dar un paso adelante en los próximos años para que a las tortugas no se les marque solo con la placa sino también con rastreadores satelitales para ver el desplazamiento de la especie. Con las placas solo se pueden tener los datos si vuelven a arribar a la playa”.

Las mujeres de la organización Ambas junto con voluntarios y biólogos dedican sus días y noches a la búsqueda de tortugas marinas para marcarlas y resguardar sus huevos. Foto: Ambas.

Otra preocupación de Sánchez y a la que se suma Éder Caseros es la continuidad de estos proyectos. Según el biólogo y técnico, el hecho de que dependan de financiación externa hace que siempre estén preocupados por el dinero para continuar con su labor. “​​Poder obtener dinero depende de los territorios en donde las financiadoras estén trabajando y donde el Ministerio de Ambiente elija que sean zonas de conservación. Puede que elijan a la playa Barra de Santiago, como puede que no”, asegura Sánchez.

Recuperando el manglar

Para hacerle frente a las necesidades y problemáticas que tienen las tortugas durante su vida adulta, Ambas ha empezado con un nuevo proyecto de restauración y reforestación del manglar de la zona Barra de Santiago. Para Caseros, la importancia de este proyecto está en los beneficios que puede traerle a la comunidad y al medio ambiente. “El bosque de manglar tiene la capacidad de fijar hasta tres veces más dióxido de carbono, en comparación con un bosque continental. También genera oxígeno y ayuda en factores económicos porque se genera madera y se puede pescar”.

Con la reforestación y protección del manglar en la Barra de Santiago, no sólo se busca conservar el ecosistema sino también darle mejores condiciones a las tortugas para que arriben en la época de desove. Foto: cortesía de AMBAS.

“Nosotros hacemos un diagnóstico y dentro de esa valoración tenemos un inventario de especies que son las que encontramos ahorita tal cual esté el sitio. Cuando terminamos de restaurar o limpiar hacemos un monitoreo post intervención en donde encontramos especies nuevas. Esa información la cruzamos y ahí sabemos si el ecosistema que estaba deteriorado ya no lo está. Dentro de las especies que hemos visto que retornan están las tortugas marinas. Por ejemplo, la tortuga prieta es la que más entra a buscar zonas de forrajeo para poder alimentarse”, explica el técnico.

*Imagen principal: Durante la noche, entre mayo y septiembre, cuatro de las especies de tortugas marinas existentes, arriban a la playa de la Barra de Santiago, en El Salvador. Decenas de mujeres las esperan y luego las acompañan en el proceso de desove, para luego llevar sus huevos a un lugar donde serán protegidos.
Foto: APHOTOGRAFIA.

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