En Bolivia, la deforestación para cultivar hoja de coca se agudiza en el sur del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS). Mongabay Latam y La Brava viajaron hasta la zona y recogieron testimonios que señalan que la deforestación y las quemas controladas para sembrar hoja de coca causaron que las nacientes de los arroyos y vertientes se sequen.
La deforestación avanza sin freno en el TIPNIS
Cuatro sindicatos, como se denomina a los asentamientos de colonos, rodean a la comunidad indígena Santísima Trinidad, aquella que resiste en medio del Polígono 7.
Apenas algunos guardatojos, pequeñas aves amarillas y negras, sobrevuelan su lindero. Luisa, indígena mojeña, dice que son lo más cercano a animales silvestres que se ven por acá, pues a causa de la deforestación el resto habita mucho más adentro del monte.
La diferencia entre el sindicato y la comunidad es notoria. Al lado derecho cocalero se extienden los distintos chacos en terrenos recién deforestados. Del otro lado aún hay árboles en pie. Cerca de un arroyo, al interior de Santísima Trinidad, hay tres chacos continuos con pequeñas plantaciones de coca.
“Esos son de los colonos”, dice Luisa.
Muestra a lo lejos el bulón (estaca de cemento) que delimita el territorio de la comunidad. Dicho bulón fue colocado en 2006, sin embargo, según los comunarios que realizaron una inspección hace algunas semanas, la estaca fue removida por los colonos y reubicada más hacia el interior del territorio indígena. En otras palabras, el límite se movió en favor de los cocaleros, aseguran.
El problema de este llamado avasallamiento o invasión es continuo. El corregidor de la comunidad, Francisco Saavedra, dice que actualmente todos sus vecinos invaden un poco. En algunos casos han intentado encontrar soluciones mediante el diálogo, asegura, pero esto no siempre funciona. Por ello, recurrieron al Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA) para delimitar los perímetros dentro de la comunidad. Sin embargo, según Saavedra, dicha institución no les dio ninguna solución. “Existe corrupción”, dice el corregidor. Este medio solicitó información al INRA mediante una carta y llamadas telefónicas, pero tras un mes de espera e insistencia no obtuvo respuesta.
Similar situación se da en San Antonio de Moleto, donde la colonización ingresó en 1997 con fuerza. Ese año rebasó la zona donde están las viviendas y penetró hasta el sector conocido como La boca del río. Después de reclamos y la intervención del INRA, los cocaleros salieron, aunque no fuera de la línea roja que en 1992 había sido consensuada como límite de la colonización.
Una comparación a través de imágenes satelitales entre la línea roja y la ubicación del asentamiento cocalero, aledaño a San Antonio de Moleto, muestra que el avasallamiento se encuentra dentro del territorio indígena. Es precisamente ahí donde se deforesta.
Las imágenes satelitales permiten ver también cómo se incrementó la deforestación progresivamente de 2004 a 2020, siendo 2013 el año que comenzó a acelerarse. Esta deforestación se ve, principalmente, en el Polígono 7, que cubre el 12 % del TIPNIS.
En este lugar está permitido el cultivo de hoja de coca hasta un cato por productor. Un cato es un pedazo de tierra de 1600 metros cuadrados donde se siembra coca; sin embargo, en muchos casos se sobrepasa ese límite y se siembra dentro del territorio indígena donde está prohibido, asegura la dirigencia del CONISUR.
El Informe Anual de Monitoreo de Coca, publicado en agosto de 2021 por la Oficina de Naciones Unidas Contra las Drogas y el Delito (UNODC), señala al TIPNIS como una de las seis áreas protegidas afectadas con cocales. En 2020, se encontraron 1373 ha al interior del Polígono Siete, un 27 % superior al año anterior. Lo más grave, sin embargo, son las cifras que se registraron ese año al interior del territorio indígena, donde está prohibido el cultivo de coca: 27 hectáreas (ha), equivalentes a 38 estadios de fútbol.
Según Luisa, quien acompañó al equipo periodístico durante el sobrevuelo con el dron, la deforestación se da por partes. “Son varios pedazos que se van sumando”, dice. Así lo evidencian las imágenes.
Lee la investigación completa aquí
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