- El 31 de marzo de 2023, Colombia anunció que el volcán Nevado del Ruiz podría hacer erupción y que pasó del nivel de alerta amarillo a naranja.
- Su erupción letal más reciente, en 1985, generó una avalancha que mató a más de 23 000 personas en lo que se conoció como la tragedia de Armero, un municipio que desapareció por completo. En 1989 fue su última gran erupción, la cual no dejó víctimas, y desde 2010 se encuentra en proceso eruptivo.
- Al menos 57 000 personas estarían en riesgo ante una eventual erupción del volcán que se encuentra entre los departamentos de Tolima y Caldas, en el centro de Colombia.
En 1985, Colombia se conmocionó por la tragedia de Armero, ocasionada por la erupción del volcán Nevado del Ruiz, que afectó a los departamentos de Caldas y Tolima. El municipio de Armero y más de 23 000 de sus habitantes —94 % de su población— murieron luego de una avalancha donde el material de la erupción volcánica se mezcló con las aguas y rocas del río Lagunilla, en cuyas riberas se ubicaba esta población. En el municipio de Chinchiná, Caldas, fallecieron 1800 personas por una segunda avalancha. La de 1985 fue la cuarta erupción más letal desde el año 1600.
Las alertas por la actividad del volcán se volvieron a activar desde marzo de 2023. De acuerdo con el Servicio Geológico Colombiano, hay 57 000 personas que habitan en la zona de amenaza alta de erupción del volcán Nevado del Ruiz. Debido a la actividad del volcán, el país pasó de la alerta amarilla a la naranja el pasado 31 de marzo. Esto significa que podría darse una erupción en los próximos días o semanas, si las condiciones actuales persisten. Para vigilar la actividad del Ruiz, el gobierno nacional estableció un puesto de mando unificado conformado por el Servicio Geológico Colombiano, la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), el Ejército Nacional, la Policía Nacional, la Defensa Civil y los bomberos.
El 2 de abril de 2023, el gobierno anunció su intención de evacuar de manera preventiva más de 40 familias y un día después sugirió hacer lo mismo con 2500 familias. El proceso de evacuación continúa, pero las autoridades han manifestado que algunas personas no quieren dejar sus territorios. El 11 de abril reportaron que al menos 2000 familias permanecían en las zonas de mayor exposición a la erupción. Los municipios en mayor riesgo son Villamaría, en Caldas, así como Casabianca, Herveo, Murillo y Villahermosa, en Tolima.
En abril, el volcán alcanzó los 10 000 sismos por día. Según las autoridades geológicas, esto significa que el magma o lava se está abriendo paso y rompiendo rocas cuya fractura envía ondas sísmicas. En la semana del 10 al 16 de abril, los sismos se concentraron en el cráter, debido a que el magma se encuentra a cuatro kilómetros de la cima del volcán, según explica la vulcanóloga Natalia Pardo, directora del departamento de Geociencias de la Universidad de los Andes en Bogotá.
Pardo habló con Mongabay Latam sobre cómo funciona el volcán nevado del Ruiz, su probabilidad de erupción y qué tanto daño se podría generar.
Lee más | Flota china esquiva monitoreo satelital por parte de las autoridades peruanas
—¿Qué tan probable es que haya una erupción?
—Estamos en alerta naranja, que es justamente ese momento intermedio entre algo que todavía no es claramente una erupción, pero que puede estar en camino. El nivel rojo sería la erupción en curso. Entonces, hay un rango de incertidumbre que hay que aprender a manejar y se deben tomar acciones preventivas. El volcán tiene cambios en su comportamiento —principalmente en el número y tipo de sismos— y eso aumenta la probabilidad de que entre en una erupción más grande a las ocurridas en la última década. Sin embargo, así como puede darse una erupción, el magma, o roca fundida, puede estacionarse, perder gas y enfriarse.
En los últimos días, según las interpretaciones de los investigadores de los observatorios que estudian los datos en tiempo real, se pudo haber recargado una de las cámaras magmáticas más cercanas a la superficie. Estas cámaras son una especie de reservorios o sitios donde se almacena el magma antes de salir. Es importante vigilar y prever las posibles afectaciones a los humanos. Tenemos que estar conscientes de que eso está pasando para tomar decisiones organizadas y adecuadas.
—¿Qué tipo de erupciones suelen darse en el Ruiz?
—Dentro de las explosivas, el Ruiz comúnmente no tiene las más grandes, que son las que llamamos plinianas y ultraplinianas. Al menos no las ha tenido en los últimos 10 000 años. Tiene unas más pequeñas, de una dimensión intermedia en la escala de explosividad, las que llamamos vulcanianas, con columnas eruptivas que se levantan un par de decenas de kilómetros, dependiendo del volumen del material.
—¿Qué es una columna eruptiva?
—Es una mezcla de partículas y gases que salen expulsados a la atmósfera durante una erupción explosiva. El magma tiene gas adentro y, en ciertas condiciones, puede explotar. Entonces, con la erupción salen expulsados fragmentos de material de distintos tamaños. Es lo que una persona puede referir como humo, pero no lo es.
Más que todo es vapor de agua, un poco de azufre y también dióxido de carbono, flúor y cloro, pero en estado gaseoso. También están los líquidos, que al salir se congelan, se vuelven sólidos y se transforman en fragmentos de roca de distintos tamaños, a los cuales llamamos piroclastos.
—¿Y de qué está compuesta la ceniza volcánica, tan común en el Ruiz durante los últimos 10 años?
—El magma sube de manera súbita y se rompe. Al quebrarse, se generan fragmentos que se enfrían muy rápido y se vuelven sólidos. Tienen diferentes tamaños, incluso desde dos milímetros. Estos fragmentos tienden a subir a la atmósfera y después son dispersados por el viento. Eso es lo que llamamos ceniza volcánica y eso puede estar hecho de lo que antes era líquido y se congeló: pedacitos de cristales o fragmentos triturados de la roca.
—¿Cómo se detectan los movimientos del magma?
—Con el seguimiento a la sismicidad. Por ejemplo, a medida que el magma sube, fractura las rocas. Esas fracturas liberan energía transportada como ondas sísmicas, las cuales se perciben con los sismómetros. Este volcán está muy bien monitoreado.
Los observatorios recolectan y procesan los datos en computadores. Hay unos métodos matemáticos y físicos para estimar profundidades, magnitudes y localización de los sismos; es decir, dónde se produjo esa liberación de energía.
—¿Y a qué profundidad está el magma actualmente?
—En este momento está a cuatro kilómetros de la salida del cráter. Pero en una situación de normalidad, hay magma a varias profundidades, entre 3 y 10 kilómetros de profundidad debajo de nuestros pies, dentro de reservorios conocidos como cámaras magmáticas. Es decir, se puede encontrar magma a partir de pocos kilómetros de profundidad.
Pero de ahí se puede seguir bajando. El magma puede estar disperso en varios sitios. Se forma a más de 120 km, en una zona llamada astenosfera, pero una vez formado, busca caminos para subir. Las cámaras magmáticas son esos sitios donde se puede acumular un volumen importante.
Debajo de los volcanes hay altas temperaturas, pero no necesariamente las rocas y la corteza terrestre se derriten por estas. De hecho, muchas veces las rocas, o corteza de la astenosfera, se derriten porque les entran fluidos como agua en un estado muy especial llamado supercrítico —una sustancia es supercrítica cuando se encuentra en condiciones altas de presión y temperatura, lo que hace que se comporte como un híbrido entre un líquido y un gas—. Esto permite que se funda parte de la astenosfera.
Lo que pasa en el cinturón de fuego del Pacífico, donde está el volcán Nevado del Ruiz, es que las placas tectónicas del fondo oceánico están hechas de unos minerales que tienen agua y esta a veces se libera e ingresa en la astenosfera, derritiéndola. Es como si rasgaras parte de esa astenosfera y la subieras. Al subirla, le quitas presión y también la puedes derretir. Ahí se genera el magma.
—¿Qué temperaturas se pueden generar dentro del volcán?
—El magma del Ruiz puede tener entre 700 y 900 grados centígrados de temperatura.
—¿Y cómo logran medir esa temperatura?
—La podemos conocer por las composiciones químicas de los materiales que conforman el magma. Conocemos la temperatura a la que se funden. Se pueden realizar experimentos para conocer las distintas temperaturas de fusión de los cristales que presenta un magma. Llevamos algunos de esos cristales a laboratorios, les medimos sus composiciones químicas y podemos usar modelos matemáticos para estimar temperaturas antes de las erupciones. Conocer la composición química en los bordes de los cristales es muy importante, porque esto es lo último que se formó, y eso nos indica la temperatura cercana al momento de la erupción, las presiones, entre otros datos.
—Lo que sucedió con Armero marcó la historia reciente de Colombia, ¿exactamente qué ocasionó la desaparición de este municipio?
—La columna eruptiva normalmente se inyecta a la atmósfera y el viento transporta sus partículas cuando esta es estable. Cuando no lo es, por gravedad, la columna eruptiva se desploma total o parcialmente y toda la mezcla viaja a ras de terreno, como una avalancha de gases y piedras calientes, como en la tragedia de Armero. El material de la columna eruptiva que se había desplomado derritió el glaciar del volcán Nevado del Ruiz.
Se generó una mezcla de material que se comportó como un concreto mojado. Es lo que llamamos lahar, un flujo de lodo que se conoce normalmente como avalancha. Se trata de una mezcla viscosa, muy espesa y gruesa que parece concreto mojado. Puede cargar rocas enormes, escombros, y va recogiendo todo lo que encuentre río abajo. Entonces, cuando se frena su flujo, se enfría muy rápido y funciona tal cual como el concreto al solidificarse. Como el río Lagunilla era muy encañonado, tenía mucho material. Armero estaba ubicado justo en el quiebre de pendiente donde se abre el cañón del río Lagunilla.
—¿Hoy existe la misma cantidad de nieve que había en el volcán nevado del Ruiz en 1985?
—Es mucho menor. Sin embargo, no hay que evitar la preocupación porque es tiempo de lluvias. Los lahares se forman cuando cualquier fuente de agua externa se mezcla con los piroclastos y viaja pendiente abajo.
—¿Cuánto tiempo podría durar la alerta naranja?
—Días, semanas o meses. Lo que pasa es que como un magma es un sistema tan complejo y dinámico, es muy difícil predecirlo. Tienen que bajar mucho varios parámetros del volcán para que se regrese al nivel amarillo, para que se pueda indicar que el magma se estancó.
—¿Cuánto puede durar una erupción?
—Pueden ser desde minutos, hasta horas o días. Algunas erupciones permanecen y pueden durar meses, como la del volcán Cumbre Vieja en La Palma, en las Islas Canarias, España. Pero ese es un tipo de volcán muy distinto.
—En la época de Armero, ¿qué tantos sismos se presentaban? ¿Son un indicador importante?
—Es un indicador muy importante, pero en la época de Armero no había una red de vigilancia. No se contaba con equipos de estudio ni observatorios vulcanológicos, no se sabía absolutamente nada de la sismicidad del volcán.
—¿Cómo se crean los mapas de amenaza?
—Son mapas donde se ha recolectado la información de la historia eruptiva del volcán en los últimos 10 000 años. Se construyen con geología de campo, unas técnicas de cartografía: estratigrafía y geocronología. Es decir, se van persiguiendo las huellas de erupciones del pasado y así se entiende cuál fue su volumen, cada cuánto sucedieron y hasta dónde llegaron.
Vamos mapeando los depósitos de las erupciones, los piroclastos o lavas, muchos de los cuales están visibles en los cañones y en los valles de los ríos. Cada capa de la tierra es como una página del libro del volcán. Luego, se toma esa información para producir muchas simulaciones por computador. El mapa codifica las zonas que potencialmente se pueden afectar por procesos semejantes a los pasados, pero usando la topografía actual.
Lee más | El reino Fungi: un fantástico mundo poblado de hongos
—Usted ha mencionado que el agua es una variable muy importante. ¿Qué ríos nacen en el volcán nevado del Ruiz y qué tanto riesgo representan para las comunidades aledañas?
—Los fenómenos más preocupantes son justamente los que se canalizan por los valles de los ríos que nacen en el volcán. Son los ríos Gualí, Lagunilla, Azufrado y Recio, que van hacia el río Magdalena. También están el río Claro y el Chinchiná.
—¿El país está preparado para enfrentar una erupción?
—En cuanto a gestión del riesgo, hay un salto monumental entre 1985 y la actualidad. Eso es algo para reconocer, felicitar y celebrar porque en 1985 no existía nada. Ahora existe una entidad que se encarga de coordinar las respuestas, que es la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres. Colombia es muy reconocida por el buen manejo de emergencias, pero el problema es después, cuando hay que hablar de recuperación.
También hay una dificultad en proporcionar medios de vida que permitan la estabilidad económica de las personas evacuadas. Por eso no es tan fácil que las poblaciones evacúen. Hay muchas personas que dicen: “prefiero morirme aquí sabiendo que es mi tierra, a irme sin nada y morirme en la miseria a un sitio que no es mío”. Eso complica mucho la situación.
Incluso, durante la fase de emergencia, lo que dificulta la tarea es que el ciudadano le deja toda la responsabilidad al Estado. En eso sí estamos muy mal porque los colombianos tenemos muy baja relación con el paisaje. No sabemos dónde están los volcanes, no sabemos cómo funcionan. No hay un conocimiento mínimo sobre dónde estamos parados, lo que nos hace una población supremamente vulnerable. Por lo general, la gente no sabe lo que hay que hacer frente a una posible erupción. Por ejemplo, gran parte del problema de Armero fue que el municipio no se percibía conectado al volcán. Lo veían como algo muy lejano y no sabían que su río nacía en el volcán.
—¿Cómo está Colombia en términos de sistemas de detección e investigación?
—Los observatorios tuvieron una inversión grandísima y la tecnología que hay es bastante alta. Además, están aliados con los observatorios mundiales. Contamos con gente que lleva mucho tiempo estudiando y trabajando en la vigilancia y, en términos de tecnología, estamos bien.
También se están usando imágenes satelitales y drones para monitoreo remoto. Los drones tienen unas cámaras especiales que permiten detectar ciertas longitudes de onda que puedes correlacionar con emisión de gases, temperatura, entre múltiples variables.
—¿Por qué toma de 10 a 15 minutos confirmar una erupción?
—En el momento de la erupción hay mucha nubosidad. La erupción activa los sismómetros —los dispositivos que detectan sismos—, pero en ese momento estos aparatos arrojan datos que no permiten distinguir de manera fácil la onda específica de la explosión. Entonces, se envían los sismogramas o señales de ondas sísmicas para que sean filtradas por tratamientos computacionales y poder determinar la onda que confirma la erupción. Eso toma un tiempo. Hoy ya se integra la inteligencia artificial, pero aún hay alguien detrás de los computadores que interpreta y toma las decisiones.
—¿Los sismos relacionados con actividad volcánica pueden sentirse en gran parte del país?
—No. Se sienten alrededor del volcán. En una erupción, los sismos son focalizados, a diferencia de los tectónicos, como los terremotos, que se sienten de manera expandida.
—Expertos han dicho que lo que pasa en el Ruiz es un proceso eruptivo de más de 10 años que está viviendo un pico…
—Sí, es un proceso que se ha presentado durante la última década. Desde hace cerca de 10 años el material empezó a salir. El volcán lleva emitiendo cenizas desde entonces.
—Colombia es un país con muchos volcanes, ¿qué otros ameritan especial atención?
—La mayoría están a lo largo de la cordillera central. En ella hay más de 20 que están vigilados y tienen un registro histórico de erupciones que han ocurrido en los últimos 10 000 años. Ameritan vigilancia porque pueden volver a hacer erupción.
Además del Ruiz, los que tienen erupciones más frecuentes son el Galeras y el Puracé. Hay otros con erupciones menos frecuentes como el Huila. También hay algunos de potencial muy explosivo que han tenido varias erupciones en los últimos 10 000 años y que seguramente impactaron a las comunidades prehispánicas. Estos incluyen el Cerro Bravo en Caldas, el Machín en Tolima, Sotará en Cauca y Ánimas y Azufral en Nariño.
*Imagen principal: El volcán Nevado del Ruiz está en proceso eruptivo desde 2010. Crédito de imagen: Servicio Geológico Colombiano.
———
Videos | Los inga: el pueblo indígena que el Estado invisibilizó ante una petrolera
Si quieres conocer más sobre la situación ambiental en Latinoamérica, puedes revisar nuestra colección de artículos aquí.
Si quieres estar al tanto de las mejores historias de Mongabay Latam, puedes suscribirte al boletín aquí o seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, LinkedIn, WhatsApp, Telegram, Spotify, TikTok y Flipboard