- El fenómeno de El Niño costero que ya afecta a Perú se está desplazando hacia el sur, aseguran los expertos.
- En entrevista con Mongabay Latam, el biólogo marino Guillermo Guzmán advierte que en Chile es necesario tomar previsiones; una de ellas es la protección de las algas mediante una veda que prohíba su extracción.
La temporada de lluvias en Perú durante este 2023, influenciada por el fenómeno de El Niño costero y el ciclón Yaku, ha dejado 84 personas fallecidas, nueve desaparecidas y más de 43 000 damnificadas, según el último reporte del Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI). Además, más de 103 000 viviendas y 45 000 hectáreas de cultivos han sido afectadas.
Científicos aseguran que existen indicios de que El Niño se estaría trasladando hacia el norte de Chile.
Las inusuales altas temperaturas del agua que en mayo siguen atrayendo a bañistas en las ciudades del norte de ese país, así como la presencia en sus mares de peces que normalmente nadan en las aguas de Perú y Ecuador, son algunos de los indicadores que apuntan a que posiblemente El Niño se hará sentir en Chile a partir de los próximos meses.
En entrevista con Mongabay Latam, el biólogo marino Guillermo Guzmán, académico de la Universidad Arturo Prat, advierte sobre los efectos que podría traer El Niño en Chile, si es que se presenta con fuerza, y sobre la necesidad de proteger las algas para resistir los embates de este fenómeno.
—¿Qué panorama se observa en Chile ante la posible llegada de El Niño?
—Aunque actualmente estamos en una condición más bien neutra, todos los modelos que manejan los oceanógrafos indican que en junio o julio ya estaremos sintiendo en Chile un evento de El Niño fuerte.
Venimos de La Niña y el sistema ha comenzado a experimentar una tendencia hacia la normalidad, pero esa normalidad parece que no va a alcanzar a estar mucho tiempo y va a pasar directamente hacia El Niño.
—¿Ya hay efectos?
—Tenemos aguas más calientes. De hecho, hay peces que están apareciendo que no son de acá de la zona sino del Perú y Ecuador. Ese es un indicador de que estamos ad portas de una probable presencia de El Niño. La gente sigue yendo a la playa y normalmente cuando empieza marzo en Iquique, la gente deja de ir a la playa. Además, la anchoveta se sumergió. Ese es otro indicio de que están las condiciones oceanográficas para El Niño.
—¿Lo que se teme es que llegue El Niño costero como está ocurriendo en Perú o podría hablarse de un fenómeno más global?
—En Perú hay un calentamiento de agua muy fuerte cercano a la costa que, aparentemente, se está dirigiendo hacia el norte chileno. Quienes dan la alerta de El Niño o La Niña es la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) que tiene las regiones del pacífico monitoreadas. Es en esas regiones donde se calcula el indicador. La NOAA solo dará la alerta después de detectar anomalías por tres meses seguidos.
—¿A qué se refiere cuando habla de un fenómeno de El Niño fuerte?
—El Niño más catastrófico fue en los años 1982 y 1983. Todas las rocas quedaron desnudas, sin organismos vivos. Fue tan violento que sencillamente acabó con todo.
El Niño afecta sobre todo a los organismos que viven pegados a la roca y que tienen poco desplazamiento, como las lapas o los locos. Como no están acondicionados para tolerar un rango de temperatura muy alto, mueren. Pierden la capacidad de adherirse a la roca y se desprenden. Los registros de los conchales del año 1982 y 1983 muestran una cantidad impresionante de animales muertos.
El Niño también afectó a los recursos pelágicos como la anchoveta y el jurel. No estaban las condiciones que necesitaban, y como esos peces pueden nadar, migraron. Eso afectó a las poblaciones de lobos marinos, porque no tenían qué comer y empezaron a morir de hambre. La mortandad de lobos fue horrible y afectó principalmente a las lobas y sus crías. Estas debían nadar más lejos en busca de alimento y los lobos pequeños morían por montones.
Se demoró más de 10 años que las algas volvieran a repoblar las rocas del norte.
—¿Han habido otros eventos fuertes?
—Han pasado 40 años del evento más catastrófico, pero han habido otros, por ejemplo, en 2017. Según los reportes, hubo uno por el año 1925 y también hay varios registros paleontológicos de El Niño fuertes.
Hoy estamos frente a esa posibilidad y tenemos que prepararnos. No podemos esperar dos o tres meses más, cuando vengan las lluvias torrenciales y nos quedemos sin caminos o empiece a deteriorarse el ambiente marino y comencemos a ver mortandad de animales. A eso súmale que hoy tenemos otro problema que es la gripe aviar. Están muriendo una cantidad impresionante de lobos marinos.
Tenemos que tomar previsión, trabajar también con la gente que se dedica al mar, porque los pescadores artesanales van a ser el grupo más afectado. Eso nos va a traer, además, complicaciones en la parte social y económica.
Ahora, si no pasa nada, al menos estuvimos alertas.
—¿Podría no pasar nada?
—Los eventos de El Niño son impredecibles y es muy difícil prever cuál va a ser el impacto que tendrán. Hay eventos que se anuncian con mucha fuerza que luego terminan en nada. En 2014, por ejemplo, se anunció uno muy grande pero las condiciones se regularizaron y volvimos a la condición neutra.
—¿Cuál ha sido la recepción de las autoridades ante su alerta?
—Tuvimos un seminario que organizamos en el área de Ciencias del Mar de la Universidad Arturo Prat, para dar a conocer algunos aspectos sobre esta posible presencia de El Niño y estaban las autoridades. Después de esa reunión, me llamó uno de los consejeros del alcalde para decirme que ellos van a sumarse, por lo menos, a la solicitud de veda del alga.
—¿Por qué del alga?
—Porque uno de los organismos más afectados en El Niño de los ochenta fueron precisamente los huiros (o algas). La diferencia es que hoy día estamos extrayendo las algas, entonces no sé qué catástrofe ambiental va a generar eso.
Las algas son estructuradoras de ambientes, entonces al extraerlas matamos toda la biodiversidad asociada a ellas. Eso algo que no solamente lo digo yo, sino también otros científicos a nivel nacional y organizaciones no gubernamentales como Oceana que también han levantado la voz al respecto. Necesitamos proteger las algas.
Al menos yo proponía que las puntas (penínsulas) se protegieran. Que se prohibiera la extracción de huiros en, por ejemplo, Punta Patache que está pronta a ser declarada como sitio protegido, y Punta Pichalo, en Pisagua, que ya fue declarada este año Área Marina Costera Protegida de Múltiples Usos.
—¿Por qué en esos sitios?
—Porque ahí, durante el fenómeno de 1982 y 1983, se mantuvieron las algas. Al parecer ahí hubo ondas que proporcionaron una especie de bolsón para taponar el efecto de las masas de agua que estaban ingresando. Entonces, mientras en las bahías se elevó muchísimo la temperatura del agua, en esas puntas permaneció una condición más normal que permitió que los organismos no murieran. Se cree que justamente desde esos sectores provinieron las especies que recolonizaron la costa luego de la retirada de El Niño. Es por eso que tenemos que preservar las puntas.
* Imagen Principal: Deslizamientos han afectado a cientos de personas en Huarochiri. Foto: Andina.
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