- La comunidad indígena Inga de Villagarzón, Putumayo, ahora procesa el moriche o canangucha para la extracción del aceite del fruto. Este sirve para crear productos cosmetológicos.
- Esta estrategia surge como una recuperación y sistematización de los saberes ancestrales. Además, es una apuesta por la creación de economías más sustentables que reemplacen la tala de árboles y la ganadería.
Jeyson Cuéllar es uno de los jóvenes del pueblo Inga de Villagarzón, Putumayo, que conforma el equipo que puso en marcha la primera planta indígena de procesamiento de canangucha o moriche, un fruto amazónico que ancestralmente se produce en sus territorios. Su tarea es acompañar el proceso de instalación de las maquinarias para la extracción de aceite de moriche que se usa para hacer productos cosméticos y del manual de uso de todas las partes del fruto que ahora es una de las actividades económicas en potencia para todo su pueblo. El joven indígena es tecnólogo en gestión de empresas agropecuarias del Sistema Nacional de Aprendizaje (Sena), la institución pública que entrega formación técnica y tecnológica de manera gratuita en Colombia.
Sacha Muiu es una planta con capacidad para producir 500 litros de aceite de moriche con fines cosméticos por año. Según Cuellar, esta planta que se inauguró en febrero de 2023, “forma parte de un pilar indígena que tienen las comunidades dentro de su mandato, dentro de sus derechos. Como guardianes y cuidadores de la Amazonía podemos aprovechar las especies y crear una economía propia con el fin de mejorar la calidad de la vida de los pueblos y de la Amazonía”.
Sacha Muiu también es el nombre de la asociación que es dueña de esa planta y que se constituyó el 31 de marzo de 2021 con ocho comunidades del pueblo Inga: Resguardo Indígena Inga de Albania, Resguardo Blasiaku, Resguardo Chaluyaco, Resguardo Wasipungo, Resguardo Mayor Inga Nukanchipa Alpa Amukunapa Wasi (integrado por Cabildo menor Cachiiaku Andaki, Cabildo menor Musu Waira Sacha Nukanchipa), Cabildo Saladilloiaco, Diana Silva Montealegre y Carlos López Descanse.
Esa sociedad, que no tiene ánimo de lucro, surgió para brindar alternativas económicas y reafirmar los principios ancestrales de uso y aprovechamiento de la naturaleza, según declaran en sus principios fundacionales.
Un fruto de consumo ancestral
El moriche o canangucha es un fruto amazónico derivado de la palma del mismo nombre (Mauritia flexuosa) que se da en zonas inundadas o cerca de cursos de agua. Es de piel rojiza, pulpa amarilla y mide cerca de siete centímetros. Según el Instituto Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi), esta palma es la segunda más abundante en América Latina y es predominante en la Amazonía colombiana. Según la entidad, las comunidades suelen aprovechar el fruto para el consumo directo debido a su “alto contenido en grasas, proteínas y carbohidratos” y usan su aceite para la fabricación de jabones y el fortalecimiento del cabello.
Para la comunidad Inga, Sacha Muiu representa un nuevo sustento económico y una estrategia para la conservación de sus saberes y del medio ambiente. Según dicen, este proyecto significa una apuesta por reducir la frontera agropecuaria que ha derivado del cambio de uso de suelo y por recuperar las áreas ancestrales de los morichales. “Lo más importante del proyecto es que las comunidades generen conciencia sobre el territorio y sobre todo el departamento. Especialmente sobre su protección y su valor porque todo es un sistema de vida y de pensamiento”, afirma Cuéllar.
Para María Soledad Hernández, coordinadora del programa Investigación de Sostenibilidad e Intervención del Instituto Sinchi, “cada día las comunidades amazónicas hacen uso de su biodiversidad, son responsables de su uso sustentable, de lo que deriva de su aprovechamiento y de los retornos para mantener su calidad de vida”.
Hernández considera que con proyectos como Sacha Muiu se ha logrado la contención de la deforestación y la oferta de nuevos productos con un valor agregado que responden a las necesidades del mercado nacional e internacional.
Por ejemplo, Sacha Muiu contempla la elaboración e implementación de un plan de manejo forestal y cultural de los cultivos que permita la protección y reforestación de los sitios sagrados de los morichales. Además, durante la planeación se logró la capacitación y sensibilización de los pueblos indígenas alrededor de la conservación y de la importancia cultural del cultivo.
Los indígenas de las ocho comunidades, en compañía de varios técnicos expertos en el tema, realizaron una caracterización biofísica de 40 hectáreas de su territorio y diagnosticaron sus espacios sagrados.
“En la zonificación se delimitó un área de conservación de 2,92 hectáreas y un área de conservación de 0,047 hectáreas de especies reportadas en la lista roja de la UICN y de 3 especies forestales en vulnerabilidad. Además, se incluyó un área de 5 hectáreas destinadas a la restauración ecológica por medio de un programa de reforestación con la palma de moriche”, asegura el plan del proyecto.
La comunidad asegura que uno de los objetivos principales fue realizar la identificación de fauna, y su relación asociada al ecosistema del moriche en las ochos comunidades Inga, para protegerla. “Se reconocieron 35 especies representadas en seis clases taxonómicas (mamíferos, aves, anfibios, insectos y peces) y 24 familias; trabajo de campo que aporta mayor reconocimiento en aves e insectos (mariposas)”.
De un proceso ancestral a uno industrial
Aunque el pueblo Inga trabaja por la sistematización y venta nacional e internacional del aceite de moriche, este es un saber ancestral que, desde su cosmovisión, ha sido transmitido de generación en generación. “Los morichales o cananguchales son espacios sagrados donde habitan los mamos que antiguamente existieron. Allí habitan los espíritus de los mayores que han fallecido. Son un lugar sagrado para el pueblo”, cuenta Diana Silva, indígena Nasa, ex vicepresidenta de Sacha Muiu y asociada del proyecto.
“Sacha Muiu aprovecha y transforma de manera respetuosa y armónica especies amazónicas no maderables en el territorio ancestral”. Es es la misión de la organización comunitaria, dice Silva.
Jeyson Cuéllar explica que para extraer el aceite del moriche, la comunidad Inga empieza por recolectar y seleccionar el fruto maduro de las palmas silvestres que abundan en su territorio. La producción es anual pues, según el Instituto Sinchi, el fruto tarda cuatro meses en formarse y cuatro más en madurar. Luego de que los indígenas recolectan los frutos, la cosecha es trasladada a la planta Sacha Muiu donde se hace un segundo proceso de selección por peso y se desinfecta la carga.
Ya en la planta, y a diferencia de lo que se hacía artesanalmente, se procede al despulpado sistematizado del moriche en donde se obtienen por separado la semilla, la cáscara y la pulpa del fruto. Esta última se pone a secar, aprovechando la energía solar, para luego ser prensada con una tela muy delgada que permite la extracción de grasas saturadas que no sirven para la producción del aceite extra virgen que quieren obtener. El portafolio de este emprendimiento indígena ofrece aceites y grasas para la industria cosmética.
Para financiar a Sacha Muiu, la asociación de 8 comunidades del pueblo Inga, que es dueña de la planta, presentó tres veces consecutivas el proyecto a Visión Amazonía, un proyecto del Gobierno Nacional que busca reducir las emisiones por deforestación y que financia proyectos de las comunidades indígenas y campesinas del país con el fin de “fortalecer el ordenamiento territorial, la gobernanza ambiental sus Planes de Vida, sus sistemas de gobierno, y asegurar la autonomía alimentaria”. De este programa de gobierno lograron recibir, en 2023, una primera inversión de 980 millones de pesos (215 mil dólares) con los que compraron la máquina despulpadora.
“La propuesta que le entregamos a Visión Amazonía contenía cuatro objetivos: realizar el estudio del aprovechamiento forestal de los morichales y con esto conseguir el permiso de la Corporación Ambiental; vincular la Guardia Indígena para iniciar un proceso de monitoreo del territorio, verificando las acciones de implementación y la reforestación; capacitar a la guardia y a las comunidades en torno a la preservación y conservación de los cananguchales; y la implementación de la planta de procesamiento”, asegura Silva.
Toda una nueva forma de vida
El proyecto de Sacha Muiu, además de la planta de procesamiento del moriche, también pretende ser una respuesta a otras problemáticas y necesidades que tienen las comunidades Inga. Dentro de los planes también está la construcción de un sendero ecológico, un centro experimental en el que se investiguen y se desarrollen otros productos derivados de sus plantas ancestrales, una maloca para reuniones, y la implementación de parcelas demostrativas de moriche, sacha inchi, copoazú y otros frutos amazónicos. Para Visión Amazonía, la comunidad con todo esto le apunta “a un complejo industrial indígena que sea ejemplo de producción social, ambiental y económicamente sostenible”.
El jóven indígena Jeyson Cuéllar asegura que la implementación de la planta Sacha Muiu y los demás proyectos representan una oportunidad para que las personas de las comunidades encuentren un empleo estable que, además, beneficie al territorio y cree unidad en todos los pueblos. Cuéllar también espera que en pocos meses el aceite de moriche logre posicionarse como un producto sostenible a nivel nacional e internacional.
Su visión es que los Inga puedan convertirse en líderes en la industria de productos orgánicos amazónicos y silvestres con “salvaguarda y protección de sus sistemas de conocimiento ancestral a beneficio de la humanidad, con tecnología de bajo impacto ambiental para la conservación y con reducción de la deforestación y del cambio climático en los territorios ancestrales”.
Diana Silva asegura que el próximo paso que se quiere dar con la asociación es el aprovechamiento de todas las partes de los frutos. “Algunas semillas podrían aprovecharse para hacer botones y artesanías porque es un marfil muy duro. También se puede usar para hacer harina para vender y así desarrollar un proyecto de procesamiento de alimentos con jóvenes y mujeres”, afirma.
* Imagen principal: La canangucha o moriche es una palma que crece en la Amazonia y cuyo fruto es aprovechado ancestralmente por los pueblos indígenas. Foto: Visión Amazonía.
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