¿Es posible recuperar el caudal de un río que prácticamente había desaparecido? La respuesta es sí. En Ecuador, una comunidad indígena kichwa empleó una serie de prácticas sostenibles para salvar su páramo y volver a tener agua. Los detalles en esta #HistoriaGráfica
El inicio del cambio
Hasta hace 18 años solían bañarse una vez por semana, el agua no llegaba a sus casas y debían bajar por ella a la quebrada, a 500 metros de la comunidad. Cuando vino la sequía, todo empeoró y lograban bañarse apenas una vez al mes. “Es que no teníamos agua”, dice una mujer, con la vestimenta típica de los indígenas kichwas de la sierra ecuatoriana, sentada en los pajonales encendidos por el brillo de un sol portentoso. “La ropita ahí montonada porque no se podía lavar. Nosotros también sufriendo. Para cocinar —recuerda— tocaba ir de mañanita a la quebrada. Bastante gente migró, se fue. No había garantía de vida”.
Esa sequía empezó a principios del 2005 y duró cinco meses. Los cinco comuneros que me acompañan la recuerdan ahora desde este sector, conocido como Las Fuentes de Chupacorral, una bella montaña rural en la ciudad de Ibarra, a dos kilómetros del centro poblado de la comuna. Cuentan la historia con orgullo porque esa sequía les cambió la vida. Ellos forman parte de una comunidad kichwa de 73 familias llamada La Merced de Chilco —o Chilco a secas— y ahora, casi dos décadas después, no solo tienen agua en sus casas, sino que hicieron crecer tanto el caudal del río Tahuando, que ya hay un tanque de reserva que les garantiza agua todo el tiempo y están pensando en construir un estanque. “Ahora nos bañamos todos los días”, dicen.
Cuando la sequía llegó, ya tenían un tiempo preocupados por la reducción paulatina del nivel del agua. “En invierno había apenas unos 2 litros por segundo y en verano no había nada. Aquí mismo donde estamos ahora, no había nada”, dice Manuel Aparicio Escola, el líder de la comunidad, guardaparques y el que más conoce estas tierras, estos árboles y estos pajonales. “Ahora tenemos 2,5 litros por segundo en verano y en invierno caen hasta 6 o 7. En el tanque de reserva están saliendo como 3 litros por segundo. Hay suficiente agua para todo”.
Esta es la historia de cómo esta comunidad, ubicada a más 3000 metros sobre el nivel del mar, en un ecosistema alpino intertropical, logró su “milagro del agua”, a qué tuvo que renunciar, qué tuvo que cambiar y cómo, en el camino, hicieron retroceder la frontera agrícola, eliminando el pastoreo para que renacieran sus pajonales ysembrando 97 000 árboles en el páramo.
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