- La paradoja de los minerales es que miles de familias dependen de su explotación y las actividades económicas que se generan, pero a la vez padecen los impactos en sus ecosistemas, formas de vida y salud.
- Según Killeen, los gobiernos saben que la promoción del desarrollo minero genera una balanza de pagos desfavorable en el largo plazo. Así, la ecuación general de costo-beneficio podría requerir una estrategia de desarrollo diferente.
- En el interín, las poblaciones aledañas a los proyectos se suelen ver enfrentadas entre el deseo de un empleo (así sea transitorio) y el temor a los impactos medioambientales que persisten por décadas.
- En este nuevo capítulo de Una tormenta perfecta en la Amazonía, conoceremos el desarrollo minero en los distintos países de la Amazonía así como los retos que enfrentan para hacerlo más sostenible en el tiempo.
La extracción de minerales es una de las principales causas de discordia entre los habitantes de la Panamazonía. Miles de familias dependen de la actividad económica que se origina, directa o indirectamente, en las industrias mineras y de hidrocarburos. Pero también, similar cantidad de familias sufren, directa o indirectamente, los impactos causados por la explotación de recursos naturales no renovables.
El sector minero puede organizarse en tres grupos según el tipo de materia prima que se extrae: (1) minerales industriales, como ser el hierro, la bauxita, el cobre, el zinc, el magnesio, el níquel, el plomo, el molibdeno y el estaño, que son clave para las cadenas de suministro esenciales en la economía mundial; (2) el oro, que tiene un uso industrial limitado, pero que ocupa una posición estratégica en los mercados financieros debido al valor asignado por la sociedad humana; (3) los hidrocarburos, específicamente el gas natural y el petróleo, que alimentan los sistemas de generación de electricidad y transporte. Estos últimos aún son ampliamente demandados en la economía mundial y son parte integral de la salud macroeconómica de las economías nacionales, aunque su utilidad futura está limitada por la realidad del cambio climático y la transición acelerada hacia las energías renovables.

Respecto a la legalidad o no de estas industrias extractivas, las de tipo legal dependen del régimen legal y las ilegales del beneplácito de los gobiernos nacionales, sin duda motivados por los beneficios económicos a corto plazo en su impacto macroeconómico. La dura realidad de una balanza de pagos desfavorable obliga a los gobiernos promover el desarrollo minero, incluso cuando la ecuación general de costo-beneficio podría requerir una estrategia de desarrollo diferente. Esta predisposición se reproduce en los gobiernos regionales y locales, sobre todo en los controlados por élites locales que se benefician de oportunidades de negocio secundarias.
Las poblaciones locales suelen verse enfrentadas a proyectos de desarrollo minero donde algunas agradecen las oportunidades de empleo, aunque sean transitorias; mientras que otras temen los bien documentados impactos sociales y medioambientales que pueden persistir mucho tiempo después del ciclo de vida productiva del activo extractivo.
Los operadores de una mina o un yacimiento petrolífero son moral, legal y financieramente responsables de los impactos medioambientales y sociales causados por sus emprendimientos. Sin embargo, comparten esa responsabilidad con el Estado, ya que los gobiernos son los receptores de impuestos y regalías, así como también administradores de las agencias estatales encargadas de la supervisión regulatoria. Debido que los minerales son productos básicos de exportación, el costo de evitar, mitigar o remediar los impactos es, teóricamente, compartido por los consumidores y las industrias derivadas, así como por las instituciones financieras que examinan y aprueban todos los proyectos legalmente constituidos.
Fuera de estas partes interesadas fácilmente identificables y coercibles, se encuentra la minería irregular que se beneficia del beneplácito (concusión) de los funcionarios electos. A cambio, estos son recompensados por un sistema financiero internacional que compra su oro. Nadie ha asumido la responsabilidad moral, legal o financiera de remediar los impactos masivos causados por la minería irregular, y ese costo es asumido por los habitantes de la Amazonía.
Imagen destacada: El modelo de negocio del sector petrolero depende de la exploración y el descubrimiento. Dado que el petróleo y el gas son recursos naturales no renovables, deben reemplazarse al mismo ritmo en que se consumen. La compañía petrolera boliviana (YPFB) ha invertido en numerosos pozos exploratorios en los Yungas bolivianos, incluso dentro de áreas protegidas y tierras indígenas. Crédito:© Colin Dunlop.
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons -licencia CC BY 4.0).