- Las casas y colegios de Negritos, en Piura, están sobre pozos mal abandonados y sitios contaminados que las empresas a cargo de explotar el petróleo ni el Estado han remediado. Hay 1835 pasivos ambientales, decenas de ellos de alto riesgo. Negritos es la ciudad en mayor crisis ambiental del Perú.
- En las zonas más afectadas, las familias conviven con el fuerte olor a gas, el calor sofocante y el continuo deterioro de sus viviendas a causa de los pasivos ambientales. El salar de Negritos es un foco de afloramiento constante de crudo. Obras de remediación en colegio emblemático están abandonadas.
- El distrito de Lobitos presenta un caos similar. La contaminación del mar por los derrames de crudo en los sectores enclavados en el Lote Z-69 también es alarmante. Mongabay Latam recorrió los lugares críticos y esto fue lo que encontró.
El lugar es una casa hecha con láminas de madera y tablones que funcionan como columnas, en el asentamiento humano Villa Hermosa, localidad de Negritos, en Piura, norte del Perú. La enfermera Milagros Ipanaqué, una mujer de expresión sombría y ausente, vuelve a forzar la puerta y otra vez fracasa en su intento de abrirla por completo. Varias grietas convergen en un punto hinchado del piso formando un pequeño cráter, como si las raíces de un enorme árbol pugnaran por brotar a la superficie. Ocurre lo mismo en la entrada a las habitaciones, al cuarto de baño, a la cocina. El suelo está quebrado por todas partes y con desniveles que atajan el giro total de las puertas. En las paredes hay fisuras profundas y los bordes superiores han quedado separados de los soportes del techo. Caminar aquí es lo mismo que recorrer cualquier espacio que ha sido azotado por un terremoto.
Lo que sucede dentro de esta vivienda de 15 metros de largo y ocho de ancho es lo mismo que en, al menos, otras 25 de la calle Las Magnolias, arteria principal de Villa Hermosa. Las primeras resquebrajaduras se hicieron notorias hace seis años. Los vecinos lo asociaron entonces con un mal procedimiento en las construcciones, pero hoy ya tienen claro qué pasa. Sus viviendas están encima o cerca de antiguos pozos petroleros que nunca fueron sellados adecuadamente. En un mapa de Negritos, el dirigente vecinal Juan Rodríguez señala los pasivos ambientales que, asegura, una institución del Estado identificó y repasa una anotación breve que copió durante la visita de dos supervisores: “La presión que genera el gas ocasiona que los pisos se partan”. Cada cimiento de Villa Hermosa ha soportado fracturas en cadena. Algo similar a un cáncer que se disemina incontrolable en el subsuelo y va arruinando una casa tras otra.
Milagros Ipanaqué se toma el rostro con una mano y con la otra apunta a un sector entre las planchas de fibrocemento (Eternit) que conforman su techo: “De allí cayó un palo a la cama de mi hija. Lo teníamos como viga. No la golpeó de milagro. El suelo se está abriendo tanto que ya ha movido las paredes”. Su casa parece estar en una lenta inclinación hacia la izquierda: la construcción está cediendo y se ha convertido en una amenaza para la familia. Cada ambiente envuelve una rara confluencia de hedor a gas y alcantarilla que, con la temperatura de Negritos al mediodía —31°, en promedio, si es verano—, se acentúa y esparce. El vaho intenso penetra en la respiración, la hace pesada. A ratos es intolerable, más aún para quienes lo experimentan por primera vez. En las miradas que habitan Villa Hermosa hay irritación, pero también desamparo, sobresalto ante las secuelas de los pasivos ambientales que abandonaron las empresas tras largos periodos de explotación del crudo.
La historia se remonta a más de 150 años atrás. En 1873, Henri Meiggs, empresario norteamericano que había montado una red de ferrocarriles en el Perú, perforó el primer pozo petrolero en Negritos. El propietario de la desaparecida hacienda La Brea y Pariñas, Genaro Helguero, se sumó al boyante negocio y, en 1888, habilitó nuevos pozos en ese terreno de 166 mil hectáreas donde Negritos estaba circunscrito. La empresa London & Pacific Petroleum tomó los trabajos en el complejo petrolífero de Helguero pero, hacia 1914, cedió sus derechos a la International Petroleum Co. El distrito de La Brea fue creado en 1932 y Negritos pasó a ser su capital, aunque en la práctica es el mismo territorio. Para 1968, el gobierno peruano estatizó los yacimientos en tierra y creó Petroperú a fin de explotar y comercializar el crudo. Las operaciones de la empresa nacional fueron privatizadas en 1992. Al año siguiente, el Estado adjudicó por tres décadas a la compañía Sapet Development Perú el lote petrolero VII, en cuya delimitación se encuentra Negritos. El contrato con Sapet concluyó el 15 de octubre de 2023.
Ninguna de las compañías que realizó perforaciones y administraron los pozos petroleros en Negritos ejecutó remediación ambiental al irse. El alcalde de La Brea, Ronald Revolledo, dice a Mongabay Latam que en medio de la expansión urbana en Negritos, a fines de los años 80, muchos inmuebles fueron edificados sobre pozos mal abandonados, que para entonces no evidenciaban riesgo.
Según la base de datos construida por Mongabay Latam, que reúne los pasivos ambientales actualizados a diciembre de 2023 por el Ministerio de Energía y Minas (Minem), en el distrito de La Brea hay 1835 pasivos, más de la mitad de los 3264 que existen a nivel nacional. Del total ubicado en este distrito, 40 pasivos registran un nivel alto de riesgo a la salud, 88 tienen un nivel alto de riesgo físico —asociado a la infraestructura petrolera abandonada— y 28 un nivel alto de riesgo a la calidad ambiental. Esto coincide con las cifras de un informe de la organización internacional Oxfam. En Negritos, capital de La Brea, viven casi 13 mil personas en torno a sitios contaminados y pozos mal abandonados. La zona más perjudicada, sin duda para el alcalde Revolledo, es Villa Hermosa, donde viven 106 familias.
El antropólogo Mario Zúñiga, especialista en temas de hidrocarburos y poblaciones originarias, es coautor del estudio de Oxfam que revela la cruda perspectiva de Negritos dentro de la contaminación petrolera en el país. Su lectura de la emergencia en la ciudad norteña es contundente: “Es una población altamente en peligro. El Estado no ha establecido una política de prevención, no ha atendido los lugares impactados, no ha preparado presupuesto para ello. Y, en medio de este grave contexto, habrá nuevas operaciones”.