- En Panamá, unas 268 familias dejan sus chozas en la isla caribeña de Cartí Sugdup para mudarse a tierra firme, debido al incremento del nivel del mar.
- Con una inversión de 12 millones de dólares el proyecto marca un hito del desplazamiento climático en la región.
Luego de 14 años de incertidumbre, el día cero llegó para el primer reasentamiento a gran escala de una comunidad latinoamericana debido al incremento del nivel del mar. Ayer, 29 de mayo, el presidente de Panamá, Laurentino Cortizo, inauguró la urbanización Isber Yala, ubicada en una zona de montaña del Panamá continental. El lugar acogerá a unas 268 familias gunas que a partir de junio dejarán sus hogares ancestrales en la isla Cartí Sugdub para instalarse en tierra firme.
Cartí Sugdup es la isla más poblada de las 365 que conforman el archipiélago de Guna Yala, en el caribe panameño, y donde el aumento del nivel del mar producto de la crisis climática global ya genera estragos. Cuando llueve o sube la marea, el pueblo completo se anega y todo indica que la situación empeorará. Los datos de la estación de mareas del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), muestran aumentos de alrededor de seis milímetros por año durante los últimos siete años en el Caribe.
Las autoridades panameñas catalogaron la inauguración de Isber Yala como un momento histórico. Sin embargo, el nuevo asentamiento genera dudas entre líderes y comuneros guna puesto que la arquitectura de las construcciones, así como la disposición de las viviendas, difiere drásticamente de las costumbres de este pueblo.
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La “bandera” del cambio climático
Ante el paulatino avance de las olas, durante la administración del expresidente Juan Carlos Varela (2014 – 2019), se ofrecieron viviendas en las tierras colectivas y continentales de los indígenas gunas, ubicadas en Llanos de Cartí, para relocalizar a los pobladores isleños.
Tras años de espera, el proyecto conocido como Isber Yala —que tuvo un costo de 12.2 millones de dólares en un lote de 22 hectáreas y que se encuentra a unos 15 minutos de la isla en lancha y carretera— fue finalmente inaugurado. El lugar acogerá a 300 familias, de las cuales 268 son de Cartí Sugdup y 32 son indígenas que ya habían migrado a la ciudad de Panamá y ahora retornan a la comarca en Isber Yala. En total son unas 1500 personas que dejarán sus chozas de penca y bambú para cambiar todo su estilo de vida a una zona de montaña.
La mudanza está programada para los próximos días 3 al 7 de junio y se efectuará por partes: la isla se ha dividido en seis bloques identificados de manera alfabética, de la A a la F, y cada área consta de unas 10 familias.
El día 3, por ejemplo, se trasladará la parte noreste de la isla, empezando con las personas discapacitadas, las autoridades tradicionales o saglas, hasta mudar, paulatinamente, a las más de mil personas de la isla en 14 botes que han ofrecido los isleños, sin contar con los que facilitarán las autoridades gubernamentales panameñas.
Los traslados se realizarán con el apoyo de los estamentos de seguridad y participarán unos 150 funcionarios además de observadores de organismos internacionales.
Para las autoridades panameñas, se trata de un hecho histórico.“Esta es la bandera del cambio climático, la primera isla afectada por el cambio climático y Panamá va a estar bajo los ojos del mundo”, dijo Roger Tejada, ministro de Gobierno en declaraciones previas a la televisión local.
Las reacciones entre los indígenas gunas, sin embargo, no son del todo favorables. “Son casas de fósforo”, afirma Dalys Morris, quien ha liderado el comité del traslado desde sus inicios, cuando se decidió la mudanza. Morris hace referencia al tamaño de 49 metros cuadrados de las viviendas construidas de material rvc, que es un material plástico, según explicó en su momento Rogelio Paredes, ministro de Vivienda y Ordenamiento Territorial, ante los medios.
Además de las viviendas, la nueva barriada tiene dos chozas grandes que representan el congreso o lugar donde se reúnen las autoridades indígenas, además de la Casa de la Chicha, donde los gunas realizan sus tradiciones culturales.
“Yo no estoy de acuerdo en cuanto a la estructura física o arquitectónica de las casas, es igual a una barriada de Panamá, es incómodo para vivir para los gunas. Nos va a costar, va a haber un cambio drástico en la vida cotidiana, ni se diga a la gastronomía”, comenta a Mongabay Latam, Atilio Martinez, historiador Guna. La dieta diaria en las islas, explica, es en base a mariscos. Al mudarse a una zona montañosa la realidad será otra, asegura.
El inicio de un éxodo inminente
Aunque aún hay buena parte de la comunidad guna que no está convencida de los efectos del cambio climático en su comunidad, entre ellos el sagla José Davies, los datos científicos son contundentes. El nivel del mar aumenta aproximadamente 1,5 milímetros por año en la Bahía de Panamá, en el Pacífico, mientras que en el Caribe, donde está el archipiélago de Guna Yala, los datos de la estación de mareas de la Universidad de Hawai muestran aumentos de alrededor de seis milímetros por año durante los últimos siete años, asegura el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI).
De hecho, al estar muchas de las islas del archipiélago a menos de medio metro por encima de la línea de la marea alta, “podrían dejar de existir para finales de siglo, posiblemente impulsando un cambio en la identidad del pueblo Guna de una cultura isleña a una terrestre”, explicó el STRI en una publicación.
Las alertas de las autoridades panameñas son incluso más drásticas. De acuerdo con el Ministerio de Ambiente, en los próximos años se registrará un ascenso de nivel del mar estimado de medio metro o un poco más de tres pies para el Caribe. “El pronóstico es que para el año 2050 puede que hayan desaparecido todas las islas del archipiélago”, dijo el viceministro Batista, en una entrevista en la que se abordó la mudanza de los gunas.
Steven Paton, Director del Programa de Monitoreo Físico del STRI, no obstante, advierte que esas estimaciones no serían precisas. A la hora de hablar de aumentos en el nivel del mar, explica, “hay mucha relatividad porque algunos años es más, algunos años es menos; hay ciclos de aumentos y bajas con el fenómeno de El Niño y aunque la estación de Hawai dice algo, no es suficiente para tener una estimación justa de la tendencia actual.” Para tenerla, es necesario contar con datos de al menos una o dos décadas completas, asegura, cosa que aún no está a disposición de los científicos.
Con todo, lo que sí es innegable, precisan los expertos del STRI, es que el nivel del mar está aumentando y que las islas de la comarca Guna Yala son particularmente vulnerables aunque no son las únicas. Frente a esto, la sociedad tendrá que reinventarse, dice Paton, “porque no se puede tener a millones de migrantes sin crear un gran impacto”.
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Emoción y nostalgia por un cambio de vida
Hay miembros de la comunidad emocionados por la mudanza, aunque a otros les preocupa la espiritualidad. “Para el gobierno quizás esto es progreso o desarrollo, pero ¿qué clase de desarrollo, comunidad, progreso?, no es lo mismo nuestra cultura de hace miles de años que la impuesta, a menos que la casa estuviera acorde a nuestros diseños típicos”, añade Martínez.
Las autoridades gubernamentales afirman que se respetaron las costumbres de los indígenas. “Se les va a permitir a estas familias que tengan sus ranchos en la parte de atrás de sus viviendas para que no se pierda el tema cultural o la tradición que tienen estas familias”, afirmó Armando Palacios, director del Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc) en sus explicaciones a los preparativos de la mudanza.
Pero ante los cuestionamientos, el viceministro de Ordenamiento Territorial del Ministerio de Vivienda, José Batista, reconoció que él “no hubiera hecho ese proyecto así. Eso lo heredamos de la administración pasada”, dijo, afirmando que se deben considerar aspectos culturales.
Precisamente, ese punto le genera melancolía a la artesana guna, Keila Morales, quien contó a Mongabay Latam que desde hace meses viene consiguiendo un bote para mudar sus cosas a su nueva casa.
Ella vive con su madre en Cartí Sugdup, pero “están creciendo las familias, ya en nuestras casas no caben los niños”, cuenta la joven artesana de 39 años, mientras muestra orgullosa sus molas para venderlas en el puerto Niga Kantule, donde se toma la lancha para ir a Cartí Sugdup.
Asegura estar contenta por mudarse a tierra firme, “pero van a ser muchos cambios”, dice. “Aquí vemos y escuchamos el mar todos los días, allá es diferente, escucharemos el ruido de los pájaros; no tendremos piso de tierra como acá, sino cemento; no tendremos chozas. Quisiera que no perdamos nuestras costumbres, quería que nuestras casas fueran de chozas, pero no las hicieron así”.
Morales llevará consigo hamacas, estufa, pero se pregunta dónde dejarán los gunas el cayuco, el principal medio de transporte de los isleños.
“El gobierno dice que respeta aspectos culturales, pero no es cierto. No hay respeto a la cultura ni a las costumbres. Muchos no quieren irse porque se está violentando el aspecto cultural”, indica Arnelio Brenes, presidente de la Asociación de Estudiantes Gunas.
*Imagen Principal: el presidente saliente de Panamá, Laurentino Cortizo inauguró la urbanización Isber Yala. Foto: Presidencia de Panamá
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