- El Golfo de California y sus islas son clave para la conservación de distintas especies de aves marinas, algunas en riesgo de extinción. En el pasado, las poblaciones de estas aves sufrieron una drástica disminución, inicialmente por la extracción de guano, también por el saqueo de sus huevos y la presencia de roedores introducidos a las islas. Hoy sus amenazas provienen de la pesca de sardinas.
- Desde 1979, la doctora Enriqueta Velarde estudia a las aves marinas que anidan en el Golfo de California. En entrevista con Mongabay Latam, la investigadora explica cómo la sobrepesca, la pesca incidental y otras acciones que realiza la flota industrial de sardina están afectando a las poblaciones de estas aves.
- La científica es una de las varias personas que solicitan a las autoridades mexicanas que rechacen la petición de una empresa que busca la autorización para que, en los próximos 30 años, 50 embarcaciones realicen pesca industrial de sardina en la Reserva de la Biosfera Zona Marina Bahía de los Ángeles, canales de Ballenas y Salsipuedes, ubicada en el Golfo de California.
Pareciera una leyenda que se repite de generación en generación: el explorador francés Jacques Cousteau quedó tan maravillado con lo que miró en las aguas del Golfo de California que lo llamó “el acuario del mundo”. Nadie puede dudar de esa afirmación, pero si se recorren las islas que hay en esa región de México y se levanta la vista es posible constatar que en ese lugar la diversidad también revolotea.
Las islas del Golfo de California son importantes sitios de reproducción de distintas especies de aves marinas. Incluso, algunas concentran entre el 95 y 99 % de la población mundial de algunas especies, entre ellas la Gaviota Patas Amarillas (Larus livens), la Gaviota Ploma (L. heermanni), el Charrán Elegante (Thalasseus elegans), el Mérgulo de Craveri (Synthliboramphus craveri), los Paíños Negro y Mínimo (Oceanodroma melania e O. microsoma).
“Estas islas representan el lugar más importante en donde estas especies sobreviven y se perpetúan”, enfatiza la doctora Enriqueta Velarde González, investigadora del Instituto de Ciencias Marinas y Pesquerías de la Universidad Veracruzana, y una de las más reconocidas especialistas en aves marinas y, en especial, de aquellas que se reproducen en el Golfo de California, sobre todo en la Isla Rasa, declarada en 1964 como Área Natural Protegida.
Enriqueta Velarde llegó a Isla Rasa para hacer su tesis doctoral sobre las aves marinas en 1979. Desde entonces, esa isla y las aves han sido parte de su vida. Su trabajo científico contribuyó a la creación del Parque Nacional Archipiélago de San Lorenzo, en 2005, y de la Reserva de la Biósfera de Bahía de Los Ángeles, Canales de Ballenas y de Salsipuedes en 2007.
Cada año, Enriqueta Velarde se instala durante varias semanas en la Isla Rasa para medir, pesar, censar, anillar y observar a las aves marinas. Desde hace poco más de una década, la investigadora y otros de sus colegas han alertado sobre cómo la pesca industrial de sardina que se realiza en el Golfo de California está causando estragos en las poblaciones de varias especies.
La investigadora y otros científicos potencializaron su alerta a mediados de mayo, cuando la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) abrió a consulta pública una Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) presentada por Sistema Producto Pelágicos Menores de Sonora. Esta empresa solicita autorización para el ingreso de 50 embarcaciones industriales de pesca, por los próximos 30 años, a la Reserva de la Biosfera Zona Marina Bahía de los Ángeles, canales de Ballenas y Salsipuedes.
Los científicos no son los únicos preocupados por esta solicitud. El grupo Comunidad de Bahía de los Ángeles Baja California abrió una petición en Change, para solicitar a las autoridades mexicanas que nieguen la autorización.
En entrevista con Mongabay Latam, la doctora Enriqueta Velarde explica por qué la forma en que hoy se realiza la pesca de sardina en el Golfo de California es una de las principales amenazas para el futuro de muchas especies de aves marinas que hasta ahora han librado la extinción.
Tan sólo en 2023, la investigadora registró una “muy alta mortandad por pesca incidental y aves afectadas por las maniobras de la flota pesquera… Se contabilizaron más de 400 aves muertas en un sólo día. Eso se reflejó en las islas con pollos abandonados y nidadas perdidas, porque los padres ya no regresan a alimentarlos”.
—¿Cuál era la situación de las aves marinas que anidan en la Isla Rasa en 1979, cuando usted llegó a trabajar en el lugar?
—Las poblaciones de aves marinas eran algo bajas, ya que se había llevado a cabo mucha colecta de sus huevos durante las décadas previas a la declaratoria como área protegida en 1964.
Los pobladores locales viajaban en lanchas a vela para colectar huevo de las aves marinas. El huevo se usaba para consumo humano y se vendía en poblados costeros. Se tiene registro de que, en ese entonces, durante una temporada colectaron más de 50 000 huevos. En Isla Rasa se colectaba, principalmente, el huevo de Charrán Elegante y Gaviota Ploma, las dos principales especies de aves marinas que anidan en el lugar.
Cuando llegué a estudiar las aves marinas en la isla, el gran problema que había era la presencia de roedores introducidos: rata negra (Rattus rattus) y ratón casero (Mus musculus), ambas especies de origen euroasiático e introducidas a América durante la colonización europea. A Isla Rasa se cree que llegaron en los barcos que arribaron durante la época de extracción de guano a fines del siglo XIX e inicios del XX.
Estos roedores depredaban los huevos y polluelos de las aves que anidaban en la isla. Extirparon la colonia de Mérgulo de Baja California (Synthliboramphus craveri) y de Pardela Mexicana (Puffinus opisthomelas).
—¿Eso significa que estas dos especies ya no volvieron a anidar en Isla Rasa?
—Tras la erradicación de los roedores introducidos, estas especies volvieron a ocupar la Isla Rasa para anidar. Así lo describimos en estudios científicos publicados en 2011 y en 2015. Además, el éxito reproductivo de la Gaviota Ploma se duplicó en las zonas de colinas rocosas en la isla y la colonia del Charrán Elegante creció en casi un orden de magnitud, ya que cuando comencé mi trabajo en la isla estimamos aproximadamente 35 000 individuos anidando y en 2021 ya superaban los 300 000.
—De hecho, Isla Rasa es un ejemplo internacional de los resultados positivos que se desencadenan con un programa exitoso de control de especies invasoras. ¿Cuánto tiempo llevó erradicar a las especies invasoras?
—El programa de erradicación de roedores introducidos de Isla Rasa fue implementado, dirigido y coordinado por el biólogo Jesús Ramírez Ruiz, entre 1993 y 1995. Consistió en evaluar las poblaciones, dieta y temporadas de reproducción de estos roedores en los primeros dos años, en el tercer año se erradicaron los roedores usando un químico anticoagulante considerado “de segunda generación”. Los roedores se eliminaron en dos meses. Programas similares han sido aplicados en varias islas de México y muchas islas a nivel mundial.
—¿Cuál es el estado de conservación que hoy guarda la Isla Rasa y las aves marinas que ahí anidan?
—A grandes rasgos podemos decir que, después de una gran recuperación de las poblaciones de estas aves, principalmente el Charrán Elegante y la recuperación espontánea del Mérgulo y la Pardela, actualmente hay una baja en las poblaciones de aves marinas debido a la sobrepesca de su alimento: los peces pelágicos menores, particularmente la sardina Monterrey (Sardinops sagax, sinonimia Sardinops caeruleus), y también por el calentamiento global que ha generado baja productividad marina y, por tanto, falta de alimento para sus presas más importantes que son, como menciono, los peces pelágicos menores.
—Cada año, usted acude a la Isla Rasa a estudiar y monitorear a la población de aves, ¿qué cambios ha observado en sus poblaciones?
—Hay una reducción en las poblaciones anidantes y bajo éxito reproductivo. Son varias las causas, pero principalmente hemos reconocido dos: el cambio climático y la sobrepesca de los recursos alimentarios de las aves. Estos dos factores actúan de forma sinérgica. Un trabajo de nuestro equipo muestra el efecto conjunto del clima y la pesca sobre el tamaño de la población de Charrán Elegante que anida en Isla Rasa.
Las condiciones negativas respecto a la abundancia del alimento de las aves pueden resultar en que algunas especies no lleguen a anidar en sus áreas acostumbradas, o bien, si llegan no pongan huevos o, en algunos años que sí ponen huevos y nacen algunos polluelos, no hay suficiente alimento en la zona para que los padres puedan alimentarlos y, como consecuencia, mueren.
—¿Hay otras acciones de la actividad pesquera que están contribuyendo a la disminución de las poblaciones de las aves marinas en el Golfo de California?
—Las aves marinas, además, son víctimas de la llamada “captura incidental” que, en realidad, no es tan incidental, ya que hemos estimado que en un periodo de 18 meses se ven afectados aproximadamente 19 000 pelícanos pardos por las actividades pesqueras que se realizan en la zona.
Durante la maniobra de la pesca de pelágicos menores, los peces se estresan y liberan un aceite en el interior de la red de cerco (que es el arte de pesca que se usa en esta pesquería), las aves que entran ahí —para tratar de alimentarse de los pececillos que están adentro de la red— resultan con el plumaje aceitado, lo que provoca que pierdan la capacidad de volar, de flotar y regular su temperatura. Esto les causa la muerte por ahogamiento, hipotermia, deshidratación o inanición.
Un tercer factor tiene efectos similares, pero se debe a que, durante la maniobra pesquera, el buque vierte por la borda agua que lleva aceite de pescado.
—¿Cuántas flotas pesqueras entran al Golfo de California a realizar captura de sardina?
—La flota del estado de Sonora y hay otra de Sinaloa. La que más impacta la zona donde trabajo es la de Sonora, ya que entra a la región de las grandes islas, que es en donde se encuentran las colonias más importantes de reproducción de varias especies de aves marinas y de lobo marino (Zalophus californianus), así como importantes poblaciones de varias especies de ballenas y delfines, como la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae), la ballena de aleta (Balaenoptera physalus), la ballena azul (Balaenoptera musculus) y el cachalote (Physeter macrocephalus).
—¿Qué especies de aves marinas son las que están en mayor riesgo por la pesca incidental?
—El Pelícano Café, el Bobo Patas Azules, el Bobo Café y la Gaviota Ploma son las más afectadas. Pero también se ha registrado que otras especies quedan atrapadas en las redes de cerco de los barcos sardineros que pescan en la zona, por ejemplo, lobos marinos, delfines e, incluso, ballenas, así como tiburones y rayas, diversas especies de peces y tortugas marinas.
—En 2014, un estudio científico en los que usted participó determinó que la captura incidental de la pesquería de sardina en el Golfo de California afectaba a, por lo menos, 13 especies de aves marinas.
—Esos resultados se obtuvieron con base en un programa de observadores a bordo de algunos barcos pesqueros. El estudio sólo duró 18 meses y se suspendió. Actualmente hay un programa de observadores, pero no hace un trabajo detallado como lo hacía el primer programa que fue diseñado por especialistas de diversos grupos taxonómicos, entre los cuales participé para el caso de aves marinas.
El programa de observadores a bordo de los buques de pesca industrial de sardina implementado en 2013-2014 tenía un registro detallado de las especies incluidas en la llamada “captura incidental”. Se registraban los peces que no eran pelágicos, tortugas, aves y mamíferos marinos que eran atrapados o de alguna forma afectados (resultando heridos o muertos) durante las maniobras pesqueras. Pero, actualmente, no se registran las afectaciones en las aves causadas por la impregnación del aceite de pescado. Eso no se registra en las observaciones del actual programa.
En las aves marinas ese aceite tiene efectos, incluso, más drásticos que el causado por el petróleo, de acuerdo con estudios de Lora A. Morandin y Patrick D O´Hara.
La mortalidad durante los siguientes minutos o hasta días de que las aves estuvieron expuestas al aceite de pescado es mucho mayor (hasta tres órdenes de magnitud), que la generada directamente o por causa de heridas infringidas durante el proceso de la maniobra pesquera. Por ello, al no registrar a las aves que quedan aceitadas de esta forma, se subestima mucho su mortalidad y el efecto negativo de esta pesca sobre sus poblaciones.
—¿Cuáles son las recomendaciones que los científicos realizaron en 2014 para disminuir la pesca incidental y las afectaciones a las aves marinas? ¿Fueron tomadas en cuenta por las flotas pesqueras o por alguna autoridad?
—La recomendación más importante que hicimos fue pescar lejos de las zonas de reproducción de las aves, pero esta recomendación no se tomó en cuenta. La flota industrial sardinera pesca, incluso, a un par de kilómetros de las islas de anidación de aves marinas.
Otras recomendaciones fueron el uso de chorros de agua para formar una especie de “paraguas” que evitara la entrada de las aves a la red de cerco. Esta recomendación no fue bien entendida y se ha observado que los chorros de agua son lanzados sobre las aves, empeorando su condición cuando entran a la red de cerco, ya que su plumaje queda aún más impregnado de aceite y agua, haciendo casi imposible que puedan salir de la red y recuperarse.
—En la actualidad, ¿cuáles son sus recomendaciones para que la pesca de sardinas en el Golfo de California no afecte a las aves marinas y a otras especies?
—Se recomienda, no sólo por mi sino por varios especialistas en aves y mamíferos marinos, que la actividad de la flota debe ser a por lo menos 50 kilómetros o más de las islas en donde existan colonias de reproducción de estas especies. Esto ayudará a que disminuya su captura incidental y a mantener el recurso alimentario de estas aves y lobos marinos sin ser sobre pescado en sus áreas de reproducción.
—¿El Programa de Manejo de la Reserva de la Biósfera de Bahía de los Ángeles, Canales de Ballenas y Salsipuedes permite la pesca dentro de la zona?
—Sí, permite la pesca industrial dentro de ciertas zonas de la reserva: en Bahía San Rafael y en las dos bahías de la costa oriental de la Isla Ángel de la Guarda. En el resto de la Reserva de la Biosfera no está permitida la pesca industrial. Sin embargo, periódicamente se registran barcos sardineros pescando en zonas donde no tienen permitido hacerlo.
—Cuándo se realizó ese Programa de Manejo de la reserva, ¿se estableció un periodo para realizar actividades de pesca en el área?
—No se estableció un límite de tiempo para realizar la pesca industrial de pelágicos menores. Los programas de manejo se pueden revisar cada cinco años, actualmente es necesario realizar la revisión del que tiene esta reserva.
—Permitir la pesca dentro de una reserva marina, ¿no es un sinsentido, no debilita la función por la que se crea un área natural protegida marina?
—La pesca industrial es demasiado dañina en este tipo de áreas. Las reservas de la biosfera son áreas protegidas donde se permiten diferentes tipos de actividades humanas, porque muchas veces son zonas con comunidades humanas ya asentadas en su interior o en su área aledaña desde antes de la declaratoria de la reserva.
En el caso de esta reserva, hay actividades de pesca artesanal y deportiva que pueden coexistir y armonizar con los objetivos de la reserva, siempre y cuando se lleven a cabo de manera sustentable. Esto es posible si se tienen como base estudios para determinar las áreas y niveles de extracción que no sobrepasen los de regeneración natural de las poblaciones de las especies aprovechadas.
En el caso de la pesca industrial, ésta es sumamente dañina a todo el ecosistema e incluso a la economía de las comunidades humanas ribereñas de la zona, por lo cual, en vez de permitirse su práctica en esta área, lo adecuado sería que se resguardara toda la zona como una reserva pesquera (es decir, que no se permita la pesca industrial), lo cual se ha demostrado que genera una derrama de peces al exterior de la reserva, con lo cual se estaría beneficiando, incluso, a la industria en sus capturas al exterior del área.
—¿Es posible tener una pesca sustentable de sardinas en el Golfo de California?
—Si, claro que es posible. De hecho, existen estudios que determinan las cuotas que permitirían una pesca sustentable de sardina Monterrey y otros pelágicos menores en el área (Gutiérrez-Benítez et al. 2019, Girón-Nava et al. 2022 y otros). Hay más estudios en vías de publicación, fundamentados en otras variables diferentes, y que corroboran las recomendaciones que se incluyen en estos dos estudios anteriores.
Desafortunadamente estos estudios no son tomados en cuenta. La industria pesquera de pelágicos menores no acepta que se le pongan cuotas de captura y las autoridades no las implementan.
—¿Por qué no se implementan?
—Esta industria tiene mucho poder económico y político, ya que es la más importante a nivel nacional en cuanto a volumen desembarcado se refiere. Además, produce la materia prima de otra industria muy importante que es la del alimento balanceado para el ganado de todo tipo (inclusive para los criaderos de peces, como las granjas atuneras que hay en las costas del Pacífico de Baja California).
Aproximadamente, el 3 % de estos alimentos balanceados es la harina de pescado generada por la industria sardinera que engloba a las flotas pesqueras, así como a las plantas enlatadoras y a las productoras de harina y aceite de pescado. Estas plantas procesan alrededor del 95 % de la captura de pelágicos menores. Es decir, sólo cerca del 5 % de la captura se destina al consumo humano directo (o sea al enlatado).
Una proteína de primerísima calidad, que es excelente alimento para nosotros y pudiera abastecer los requerimientos de proteína animal de toda la población de México, es mandada a la quema para producir harina de pescado la cual se da a vacas, pollos, cerdos, borregos, etcétera. Este es un desperdicio ecológico desde todos los puntos que queramos verlo y un uso totalmente desatinado de un importantísimo recurso marino.
Además, el combustible de la flota está subsidiado. Este es precisamente el tipo de subsidios mal aplicados y que generan un daño en vez de un beneficio a nuestro ecosistema marino y a la economía de las comunidades ribereñas de la zona, ya que se está llevando el alimento de los peces de los que viven (o podrían vivir) estas comunidades de pescadores.
—¿Qué debe contemplar un nuevo Plan de Manejo para esta reserva?
—Debería contemplar los efectos del cambio climático en la abundancia del alimento de las aves marinas, los mamíferos marinos, peces e invertebrados marinos de la región, como el calamar gigante, por ejemplo, ya que todas estas especies se alimentan principalmente de peces pelágicos menores. También debería contemplar los efectos negativos de la pesca de pelágicos menores.
El manejo de las pesquerías debe realizarse desde un punto de vista ecosistémico y no por especie, como se ha venido haciendo tradicionalmente. Ya se ha demostrado que este tipo de manejo no funciona y hay que cambiarlo por el manejo con una perspectiva de ecosistema. Con base en ello, se deberían determinar las acciones y actividades permitidas en la reserva.
—¿Cuál es la mayor enseñanza que le ha dejado dedicar varias décadas de su vida a estudiar las aves marinas del Golfo de California?
—Que debemos aprender de la naturaleza, que es la gran maestra. Siempre que tengamos una pregunta debemos observar qué sucede en la naturaleza para poder responderla. Otra enseñanza es que los recursos no son infinitos y que si los explotamos sin límite acabaremos con ellos.
* Imagen principal: Barco sardinero de la flota de Sonora navega frente a Isla Rasa. Foto: E.Velarde
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