- Muchos fertilizantes que garantizan la seguridad alimentaria del mundo se sostienen con minerales. Durante años, estos compuestos provenían de diversos países y recientemente han sido descubiertas en la Amazonía.
- Los grandes yacimientos fueron descubiertos como parte de otros trabajos de infraestructura en la Amazonía.
- Potasa, fósforo y cal agrícola mejoran la performance de las tierras de cultivo., pero también están generando nuevas demandas y la crítica de las comunidades indígenas así como de activistas por el medio ambiente.
La actual expansión de las explotaciones agrícolas industriales de Brasil ha creado un sólido mercado para las materias primas minerales que son utilizadas en la fabricación de fertilizantes químicos. Históricamente, la demanda se cubría en gran medida con importaciones, pero una combinación de costos y consideraciones geopolíticas ha motivado a la agroindustria y al gobierno a invertir en la producción nacional de fertilizantes.
La mayor parte de esta inversión se realizará en minas y plantas de fabricación en otras partes de Brasil, sin embargo, la Amazonía brasileña tiene recursos minerales que son competitivos en costos y estratégicamente vitales. Los países andinos de igual forma dependen de las importaciones y, aunque en Perú hay interés por mejorar la producción nacional, las materias primas para fertilizantes no serían de origen amazónico. Las Guayanas no tienen economías agrícolas suficientes para justificar la inversión en fábricas de fertilizantes ni, aparentemente, reservas minerales suficientes para crear una industria exportadora.
Potasa: un nuevo recurso mineral en el corazón de la Amazonía
Brasil es el mayor importador del mundo de fertilizantes potásicos y depende casi por completo (95%) de las importaciones de tres países: Canadá, Bielorrusia y Rusia. Sin embargo, la cadena de suministro de fertilizantes está a punto de sufrir un cambio radical debido a un esfuerzo en curso para desarrollar una reserva de potasa de categoría mundial situada directamente debajo de la llanura aluvial del río Amazonas.
La potasa fue descubierta por geólogos de Petrobras cuando exploraban en busca de petróleo en las cuencas del Amazonas y del Solimões en los años 80. El yacimiento consiste en una franja de roca sedimentaria de 400 kilómetros de largo y de uno a cuatro metros de espesor, enterrada entre 650 y 900 metros por debajo de la superficie de la llanura aluvial del Amazonas. El yacimiento es un mineral de sal y arcilla, conocido como ‘silvinita’, que se encuentra dentro del estrato de Nova Olinda formado durante la era Cretácica hace unos 100 millones de años. Es esencialmente una capa de sal que se formó en un hábitat marino de aguas poco profundas ubicado en un estuario del río Proto-Amazonas durante un período con un fuerte clima evaporativo. Se calcula que el depósito contiene al menos 250 millones de toneladas de mineral con una pureza promedio del 31,5% de cloruro de potasio (KCl).
Los recursos para este proyecto están siendo desarrollados por una filial de un banco comercial canadiense, el Forbes and Manhattan, que se especializa en proyectos mineros nuevos. La empresa Brazil Potash adquirió los derechos mineros en el 2010 y desde entonces ha documentado las dimensiones del recurso mineral, mientras realiza estudios ambientales y de viabilidad.
La propuesta del proyecto se basa en una mina subterránea que empleará métodos convencionales de cámara y pilar para extraer aproximadamente 8,5 millones de toneladas anuales. El mineral extraído se concentrará en una instalación adyacente de procesamiento de “lixiviación en caliente” para producir 2,5 millones de toneladas de potasa comercial, cifra que significa aproximadamente el 30% del consumo nacional previsto.
El principal mercado comercial serán las granjas industriales de Mato Grosso y la potasa se entregará fluvialmente a través del río Madeira hasta Porto Velho, y posteriormente por la carretera nacional BR-364. La mina se sitúa río arriba de las terminales de granos en Itacoatiara y Santarem, lo que permitirá a las empresas de agronegocios utilizar las barcazas y camiones de granos que se encuentran vacíos para regresar a las zonas agrícolas.
Está previsto que la mina tenga una vida útil estimada en 34 años, y los promotores confían en localizar y desarrollar recursos financieros adicionales a mediano plazo. La inversión total prevista es de 2.100 millones de dólares, con unos ingresos brutos estimados en alrededor de 1.400 millones de dólares al año, y a junio de 2022, los inversores ya ejecutaron 100 millones de dólares para el desarrollo del proyecto. La empresa estima un ahorro de costos de aproximadamente 80 dólares por tonelada con relación de la potasa importada desde Canadá, lo que significa alrededor del 15% del costo total, traducido en un ahorro de entre 200 y 300 millones de dólares anuales para los agricultores de Mato Grosso.
Supuestamente, los desarrolladores del proyecto se adhieren a la normativa estipulada en los Principios del Ecuador con el compromiso de reciclar el agua para evitar el vertido de aguas residuales de las instalaciones de procesamiento, como también devolver toda la roca residual a los pozos y galerías de las minas abandonadas. Según la empresa, la mina propuesta generará 2.600 empleos directos durante la fase de construcción y 1.300 empleos directos durante la fase de explotación.
Los medioambientalistas se oponen a la mina debido por su impacto negativo en los bosques de várzea inundados estacionalmente y los hábitats de remanso que caracterizan la llanura aluvial del Amazonas. El rechazo de parte de los líderes indígenas se basa en antiguos e incumplidos reclamos del pueblo Mura por territorios adicionales, aunque la mina propuesta no se encuentra dentro o debajo de un territorio indígena legalmente constituido. No obstante, dado que una de sus reservas es adyacente a la mina, su aprobación sigue siendo necesaria según las condiciones de CLPI consagradas en la ley brasileña.
Por otro lado, la mina cuenta con el apoyo abrumador de los gobiernos local, estatal y federal, así como del sector agroindustrial, quienes sostienen que la mina se puede desarrollar con salvaguardias para minimizar y compensar cualquier impacto no deseado, al tiempo que se compensa de manera justa a las comunidades indígenas por cualquier impacto negativo.
Fósforo
A diferencia de la potasa, Brasil es casi autosuficiente en la producción de fosfato de roca (P2O5), donde ocho empresas explotan minas en siete estados para satisfacer aproximadamente el 80% del consumo nacional. La mayor parte de la producción se concentra en Minas Gerais (70%), pero dos empresas (Itafos Inc y Rialma Fertilizantes) han instalado minas a cielo abierto en Tocantins y está previsto abrir una tercera en el sudeste de Pará. A 2022, había 938 concesiones que identificaban el fosfato como el mineral objetivo dentro de la Amazonía. No obstante, sólo ocho han sido aprobadas para su explotación, todas ellas pertenecientes a las dos empresas mencionadas anteriormente.
Cal Agrícola
La piedra caliza, la dolomita y el yeso son las principales fuentes de cal agrícola, que generalmente no se considera un fertilizante, sino una enmienda del suelo que resuelve las limitaciones químicas y físicas comunes a muchos suelos tropicales. El componente activo es el carbonato de calcio (CaCO2), que es esencialmente roca pulverizada extraída de formaciones sedimentarias ricas en calcio. El carbonato de calcio actúa cambiando el pH del suelo de ácido a ligeramente alcalino, lo que elimina la toxicidad del aluminio y facilita la absorción de los tres macronutrientes esenciales (nitrógeno, fósforo y potasio: NPK), así como de la mayoría de los micronutrientes clave. El cambio en la química del suelo también transforma la biota, lo que conduce a un aumento de la materia orgánica y a una mejora de la capacidad de retención de agua a mediano plazo.
Tanto el bioma del Cerrado como el del Amazonas se caracterizan por tener suelos ácidos, por lo que comúnmente se suponía que en la Amazonía brasileña no se podía plantar exitosamente cultivos a nivel industrial. Sin embargo, a partir de la década del 80, los científicos del suelo de EMBRAPA demostraron que la aplicación de grandes cantidades de cal agrícola reduciría la acidez del suelo convirtiéndolos de infértiles a altamente productivos. A finales de la década del 90, se esparcieron anualmente entre 14 y dieciséis millones de toneladas de cal en los campos brasileños, a medida que el cultivo a gran escala de soya, maíz, algodón y otros cultivos industriales pasó a dominar la economía rural de Mato Grosso. Las tierras más codiciadas se ubicaban en las mesetas planas (planaltos) del bioma Cerrado, que tenían suelos friables, profundos y bien drenados, sin embargo, los agricultores industriales pronto expandieron sus operaciones a zonas dominadas por bosques húmedos.
La expansión de la agricultura industrial ha motivado a muchos propietarios de tierras convertir sus pastos cultivados en cultivos en hileras, o creando sociedades empresariales al alquilar sus propiedades a agricultores industriales que, como es evidente, comenzarán con la aplicación de cal agrícola. Los beneficios de la gestión agrícola del suelo motivan a los ganaderos restaurar sus pastos degradados como parte de un modelo de negocio de rotación cultivos-ganado que se ha extendido a Pará y Rondônia.
La recomendación de EMBRAPA sugiere una aplicación inicial de cal agrícola de entre cinco y nueve toneladas por hectárea. Sin embargo, las elevadas precipitaciones acaban eliminando alcalinidad del perfil del suelo y, a menos que haya una aplicación periódica de carbonato de calcio, los suelos irán perdiendo su capacidad productiva. En consecuencia, existe una demanda constante y creciente de piedra caliza, donde en 2019, la agroindustria de Mato Grosso utilizó aproximadamente 30 millones de toneladas. Gran parte de esa cal agrícola utilizada se extrae de los estados adyacentes, pero el costo del transporte ha motivado a los productores buscar suministros más cerca de casa.
En 2022, existían 24 canteras activas de caliza, dolomita y yeso donde se extrae y pulveriza la roca para su uso inmediato sin ningún proceso de concentración industrial. Algunas de estas canteras de piedra caliza llevan funcionando durante varias décadas como fuente de materia prima para el cemento Portland, pero la mayoría se han abierto recientemente para responder las necesidades de las granjas industriales del país. En 2022, había 1.800 concesiones mineras que incluían piedra caliza, dolomita o yeso como mineral objetivo, de ellas, 222 han obtenido licencia para operar.
Imagen destacada: La refinería de Alunorte, la fundición de aluminio de Albras y las instalaciones portuarias de Barcarena. Crédito: Programa de Aceleração do Crescimento (PAC). Flickr.com
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons -licencia CC BY 4.0).