Lejos de haber hecho una limpieza en las áreas contaminadas por los narcolaboratorios, hay muchos ejemplos en que las autoridades quemaron químicos al aire libre, esparciendo más contaminación, los dejaron en el lugar, los transportaron inadecuadamente o los guardaron de manera incorrecta. Por un mal almacenamiento de las sustancias aseguradas, las bodegas de la Delegación en Sinaloa de la FGR han explotado en dos ocasiones, una en 2015 y otra en 2021.

A finales de septiembre de 2023, la Semar informó del aseguramiento de uno de los más grandes laboratorios incautados a orillas del Río San Lorenzo (que nace en Durango y pasa por municipios de Sinaloa como Culiacán y Cosalá hasta llegar al Océano Pacífico), donde fueron asegurados 8 000 kilogramos de metanfetamina, 33.1 mil kilos de precursores químicos, 12 reactores, 21 condensadores, batidoras y material diverso para la alteración de droga.

La única forma de tener acceso al laboratorio era por agua, una nueva modalidad para evitar los operativos de los militares que ya ha sido puesta en práctica en otros municipios sinaloenses. El problema en este tipo de instalaciones, al igual que en la zona serrana, es que las autoridades no pueden trasladar todos los químicos y recipientes incautados, por lo que optan por destruirlos en el lugar, dejando más contaminantes esparcidos en el área.

Militares procedieron a la inhabilitación de un laboratorio en la zona serrana del municipio de Cosalá, Sinaloa. Fotografía: Sedena
Personal de Semar inhabilita y destruye laboratorio en el lugar del hallazgo. Fotografía: Semar
Fuerzas Armadas destruyen laboratorio en los límites de Sinaloa y Durango. Fotografía: Semar

En las fotografías incluidas en los comunicados de prensa de Sedena y Semar se observa a su personal destruyendo utensilios, rompiendo bolsas de químicos y quemando algunos de ellos al aire libre al no lograr una forma de extraerlos de los sitios en donde fueron localizados.

El narcolaboratorio, considerado el segundo más grande que se haya descubierto durante el periodo de López Obrador, se encontró en el poblado de Angostura, localizado en medio de unos cultivos de maíz dentro de la reserva natural de la Bahía Santa María. Disperso en un terreno de tres hectáreas protegidas por el techo de los árboles, con sus 36 reactores distribuidos en 10 módulos era capaz de producir hasta tres toneladas de metanfetamina diariamente.

El agua utilizada por este laboratorio era extraída de los canales de riego que abastecen los campos de maíz, y regresaba a la tierra junto a otros desechos, a escasos metros de los cultivos. De acuerdo con la FGR, en el lugar aseguraron 10 724 litros de metanfetamina, 2 369 litros de tolueno, 589 litros de ácido clorhídrico, 140 litros de ácido sulfúrico, 39 litros de metilamina, 39 litros de acetona, y 39.9 kilos de ácido fenilacético.

Entre los arbustos se escondían materiales y tinas abandonadas, corroídas por los químicos y decenas de bidones sin nombres para identificar las sustancias, pero en la tierra se observaba un cambio en la coloración, dejando un aspecto rojizo.

Cuando Quinto Elementos Lab preguntó vía Transparencia que pasó con esos desechos, la Sedena señaló que todo fue puesto a disposición de la FGR, y esta autoridad se negó a compartir más información relacionada con dicho laboratorio.

El laboratorio de Angostura ostentó el título de ser el más grande descubierto en el sexenio hasta febrero de 2024, luego de que Marina encontró uno de 72 rectores, 102 condensadores y 32 centrifugadoras, en Quiriego al sur de Sonora, donde había insumos para producir hasta 41 toneladas de metanfetaminas.

Las recomendaciones internacionales

En el Informe Mundial Sobre las Drogas 2022 de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (UNODC), se reconoce el impacto al ambiente por la fabricación de drogas sintéticas, advirtiendo que sus efectos pueden ser considerables a nivel local o comunitario, porque las drogas suelen ser fabricadas en lugares remotos y su producción conlleva vertidos o descargas de desechos a bosques y ríos.

La UNODC dispone de una guía para eliminar las sustancias encontradas en un laboratorio, destacando la distancia mínima de cuerpos de agua, campos, zonas agrícolas, poblados, pozos de agua y huertos, la cual puede variar de 500 a 750 metros, y puede llegar a ser hasta de 1 kilómetro en caso de aguas subterráneas.

Al no obtener respuestas de la autoridad federal, Quinto Elemento Lab indagó en la base de datos filtrada por Guacamaya Leaks, donde encontró una guía básica para el procedimiento de laboratorios clandestinos y gestión de sus desechos, elaborada por la Coordinación General de Servicios Periciales de la FGR.

En un correo enviado el 27 de enero de 2021 desde el despacho de la Coordinación de Supervisión y Control Regional, se adjuntó la propuesta de guía para su análisis, en seguimiento a una reunión de trabajo interdisciplinaria realizada cinco días antes y donde las autoridades abordaron el tema del manejo de los residuos que dejan los narcolaboratorios.

“Ante la importancia del tema, dicho documento es una guía básica para los procedimientos del manejo de las sustancias, así como del apoyo técnico requerido, la cual contempla requerimientos, personal técnico, métodos para la destrucción (excavación segura, quema al aire libre e incineración)”, dice el correo destinado a personal de FGR y de Sedena, con cargos de generales, tenientes y mayor.

Correo destinado a personal de FGR y de Sedena, con cargos de generales, tenientes y mayor. En la base de datos de Guacamaya Leaks se encuentra este correo electrónico que indica que los mandos de la Fiscalía General de la República (antes Procuraduría) y la Sedena iniciaron la redacción de un documento técnico para la destrucción de laboratorios clandestinos muy parecido a la guía de la ONU. Pero al preguntar si este manual está en uso, la FGR dijo a Quinto Elemento Lab que dicho material es considerado reservado. Las personas listadas en el correo fueron contactadas vía correo electrónico, pero no hubo respuesta a las solicitudes de entrevista.

Luego del hallazgo se preguntó vía Transparencia a la FGR —por ser quienes elaboraron la guía— confirmar su existencia. Pero respondieron que dicho material era considerado reservado, y mandos militares en Sinaloa no lograron confirmar su uso en la práctica.

Este equipo periodístico preguntó al menos a tres comandantes y a un teniente militar sobre los protocolos para desmantelar los laboratorios de droga sintética en los sitios donde fueron descubiertos, pero no lograron dar una respuesta detallada.

En la Plataforma Nacional de Transparencia se localizaron contratos de la FGR con al menos tres empresas dedicadas al acopio y destrucción de residuos peligrosos, pero vía acceso a la información, negaron tener una relación vigente con ellas, y no quisieron compartir datos sobre carpetas de investigación en específico al considerar que la información contiene datos personales.

Elaboración propia con información de la Sedena. Diseño: Eduardo Mota

 

COMESA es la empresa encargada de recoger y destruir los contaminantes en Sinaloa, según mandos de la Novena Zona Militar con sede en Culiacán. En su página de internet, la compañía menciona procedimientos para deshacerse de sustancias peligrosas provenientes de la industria, agricultura, clínicas y hospitales, pero no señala nada sobre laboratorios de droga sintética, a pesar de reconocer públicamente que la FGR figura entre sus clientes.
Los intentos de Quinto Elemento Lab para comunicarse con COMESA y las solicitudes de entrevistas con sus directivos fueron ignorados hasta el cierre de este reportaje.

¿No se fabrica fentanilo en México?

La preocupación del gobierno federal en el tema de las drogas no son las políticas ambientales, sino dar el mensaje que el daño ocasionado por el fentanilo no es culpa de México. Andrés Manuel López Obrador por casi un año insistió en su país que no fabrica este opiáceo sintético.

Esto a pesar de docenas de comunicados emitidos por la propia Sedena, donde presume de haber incautado más de 80.3 mil kilos y 76.9 mil litros de precursores y sustancias esenciales para la fabricación de fentanilo en México entre 2018 y 2022, incluyendo piperidona, cloruro de propionilo, tetrahidrofurano y piperidina, precursores químicos empleados para la fabricación de ese opioide. En un boletín de febrero de 2023, Sedena también reportó, “personal del Ejército Mexicano llevó a cabo el aseguramiento de un centro de manufactura de pastillas de fentanilo”.

En el otoño pasado, el nuevo secretario de Seguridad Pública de Sinaloa, general retirado Gerardo Mérida Sánchez, se metió en problemas con el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, cuando en su primera conferencia de prensa reconoció que la entidad es un lugar de producción y trasladado de fentanilo.

Hasta “Los Chapitos”, los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán que ya lideran el Cartel de Sinaloa y a quienes Estados Unidos culpa de la epidemia de sobredosis en su país, niegan que haya producción de fentanilo en el estado, según mantas colgadas supuestamente por aquel cartel. En el mensaje el grupo se deslindó de este negocio, aunque es imposible confirmar quién colgó las pancartas.

“En Sinaloa, queda estrictamente prohibido la venta, fabricación, transporte o cualquier tipo de negocio que involucre a la sustancia conocida como fentanilo … Nunca hemos sido ni seremos afines a ese negocio. Aténgase a las consecuencias. Att. Chapitos”, decían las 11 mantas colgadas en diversos puntos de Sinaloa el 2 de octubre de 2023.

Luego Andrés Manuel López Obrador admitió que sí, con los Estados Unidos y Canadá, México produce fentanilo, en una entrevista con el programa de noticias estadounidense 60 Minutes. Pero también, el titular de la Agencia de Investigación Criminal de la Fiscalía General de la República tuvo que retractar una declaración en abril que “México ha sido campeón en la producción de metanfetamina y ahora fentanilo”, por contradecir la narrativa del presidente.

Se deja la limpieza a los ciudadanos

Por la falta de procedimientos gubernamentales y ante la negación como una estrategia para no enfrentar el problema, a los pobladores solamente les queda la opción de tomar el asunto en sus propias manos.

En 2019, un guardabosques detectó un laboratorio dentro de la reserva ecológica de la Bahía de Santa María, en el municipio de Angostura, pero no se atrevieron a denunciarlo. A principios de la pandemia de COVID-19 en 2020, los criminales lo abandonaron y los ambientalistas esperaron a que alguna autoridad acudiera a desmantelarlo, pero eso no ocurrió.

Después de esperar infructuosamente que alguien acudiera a limpiar y llevarse los desechos, decidieron hacerlo ellos mismos. El intenso olor que desprendían los contenedores los guió hasta el sitio exacto, donde había una gran cantidad de desperdicios, recuerda Ximena, quien solamente ofrece su nombre de pila por asuntos de seguridad.

Para instalar su narcolaboratorio, los delincuentes destruyeron parte de la vegetación de esta zona destinada a la conservación de cactáceas, una especie protegida por las autoridades federales.

Ximena recuerda haber visto tinacos, barricas de fierro, recipientes de distintos tamaños, quemadores, cilindros de gas, ladrillos ahumados, decenas de ollas de peltre y otros utensilios repartidas en al menos tres hectáreas, aisladas por canales de riego.

Varios recipientes aún tenían líquidos, y no olvida el olor, similar al emanado por un baño abandonado. A pesar del temor de estar en el laboratorio abandonado y del riesgo que implicaba trasladar esos materiales, comenzaron a levantar los desechos para transportarlos en una camioneta hacia un basurero a cielo abierto localizado a una media hora del lugar. Ninguna autoridad se los impidió.

“Sabían lo que estábamos recogiendo porque parecíamos hormigas y pasamos por el medio de todas las comunidades (…) no había manera que no se dieran cuenta que estábamos acarreando como hormiga una camioneta, otra camioneta, y otra camioneta con tambos”, relató.

Los pobladores no lograron hacer ningún trabajo de restauración porque no existían programas para replantar cactáceas en la zona. En febrero de 2023 las autoridades detectaron otro narcolaboratorio dentro del área natural protegida, a tan solo 15 kilómetros de distancia de donde habían instalado el antiguo laboratorio abandonado.

Imagen principal: Desechos químicos son vertidos en los lugares cercanos a los laboratorios de droga sintética, donde flora y fauna conviven y los consumen. Fotografía: Jesús Bustamante

*Esta investigación se publica como parte de una alianza periodística entre Mongabay Latam y Quinto Elemento Lab.

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