- En Honduras, hay 200 000 hectáreas sembradas con palma aceitera. En el Valle del Aguán, este monocultivo sobrepasa las 20 000, hectáreas, según la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG).
- En ese valle, la Cooperativa Agropecuaria El Tranvío denuncia que la Corporación Dinant —empresa que produce desde jabones, alimentos y aceite de palma— mantiene inundadas y contaminadas sus tierras.
- La población campesina de la zona, además, sostiene una lucha para recuperar las tierras que perdieron en medio de la reforma agraria de los años setenta y que hoy son ocupadas por la empresa.
Una corriente de agua oscura y aceitosa emana de las tuberías que atraviesan la Cooperativa Agropecuaria El Tranvío, ubicada en el Valle del Aguán, al norte de Honduras. Su olor es putrefacto. Durante la temporada lluviosa, aumenta su presencia e inunda los cultivos de palma y plátano, pero también las viviendas de la población campesina, provocando en sus habitantes enfermedades estomacales y de la piel.
En el centro de la Cooperativa El Tranvío hay dos zonas con agua estancada que, de acuerdo con los habitantes del lugar, proviene de las lagunas de oxidación —piscinas en donde se tratan los residuos generados durante la producción de aceite de palma— que están a menos de un kilómetro, en la comunidad de Quebrada de Agua, y que pertenecen a la Corporación Dinant, uno de los emporios más grandes de Honduras que fabrica desde jabones, alimentos y aceites.
Hace tres años, habitantes de la cooperativa construyeron canales para desviar el curso del agua sucia. Así buscaban evitar que desembocara en el caudal del río Aguán. Su intención resultó inútil: esa agua, denuncian, llega al principal afluente de agua que abastece a todo el Valle del Aguán.
La campesina y periodista comunitaria Ada Díaz se lamenta de que eso ocurra. Ella cuenta que en los años setenta, cuando las tierras fueron destinadas para la reforma agraria, en el Valle del Aguán brotaban por montones riachuelos que contribuían a hacerle los honores al sobrenombre que había adoptado la zona: “El granero de Centroamérica”, por su capacidad de producir granos básicos y hortalizas. Antes, enfatiza, “el agua nunca fue aceitosa”. Ahora, la mayoría de esas tierras fértiles sólo producen palma aceitera.
Tras la Reforma Agraria de la década de los setenta, Honduras apostó por el cultivo de palma como el principal modelo productivo del país. Para el año 2004, las plantaciones se extendían por aproximadamente 69 000 hectáreas, según datos proporcionados por la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG). En la actualidad, esta cifra casi se ha triplicado, llegando a las 200 000 hectáreas. De ellas, 20 000 se encuentran concentradas en el Valle del Aguán, una región caracterizada por sus verdes montañas y amplias extensiones planas de tierra que se extienden hasta el mar Caribe.
Honduras ocupa actualmente el sexto lugar entre los países que exportan aceite de palma a Alemania y el 61 % lo producen tres empresas, de acuerdo con Iniciativa Cristiana Romero, organización alemana dedicada a la promoción de los derechos humanos en Centroamérica.
Juan Mejía, ingeniero forestal e integrante del Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia, explica que en Centroamérica, Honduras destaca como uno de los principales países productores de aceite de palma. Eso, resalta, ha traído consecuencias ambientales y socioeconómicas significativas como el acaparamiento de tierra, la eliminación de cultivos básicos para la alimentación, la degradación de la calidad del suelo, la reducción de la diversidad biológica y la contaminación de fuentes de agua.
Mejía explica que la contaminación del agua se debe, sobre todo, al uso inapropiado de las aguas residuales que resultan del proceso de fabricación del aceite. Esta situación contribuye a la degradación del suelo, la aparición de malos olores, la proliferación de plagas y enfermedades. Además, “la huella hídrica del cultivo de palma es considerablemente alta, con aproximadamente 5 000 metros cúbicos de agua necesarios por cada tonelada de aceite producido”, apunta.
En las comunidades del Valle del Aguán se observan varias de estas consecuencias. Esa región, además, también es escenario de un conflicto entre los campesinos que reclaman las que en algún momento fueron sus tierras y los empresarios que ahora las poseen.
Agua “aceitosa” y tierras que se inundan
David Ramos es un campesino de la Cooperativa El Tranvío. A bordo de su motocicleta, conduce hasta el lugar donde una tubería rota expulsa un líquido aceitoso hacia uno de los canales que años atrás servía para abastecer de agua a las familias. “Aquí se podía lavar ropa e incluso pescar”, recuerda.
El campesino Agustín Vásquez afirma que habitantes de la cooperativa han podido constatar la existencia de una red de tuberías subterráneas que drena el agua de las lagunas de oxidación. La tubería obsoleta, consideran, provoca que el agua usada por la empresa se desborde e inunde los terrenos del asentamiento campesino y llegue al río Aguán. Y sospechan que, cuando hay lluvias, la empresa aprovecha para vaciar estas lagunas.
Wilfredo Ramírez es uno de los campesinos encargados de cortar los frutos de las palmas aceiteras. Dice que cada vez que llueve y la Corporación Dinant libera el contenido de sus lagunas de oxidación comienza a presentar picazón en la piel, alergias e incluso puede padecer hongos en la piel. “La contaminación queda en la ropa, a pesar de lavarla”, dice y asegura que esto lo han vivido todos los campesinos de la cooperativa.
Durante la temporada de lluvias, los trabajadores que cortan el fruto de la palma —que se procesa para fabricar el aceite— se ven obligados a realizar su labor con el agua hasta la cintura, exponiéndose a los productos químicos provenientes de las lagunas de oxidación y a las mordeduras de serpientes, una amenaza común en las plantaciones de palma.
Campesinos de la Cooperativa El Tranvío aseguran que hay personas que sufren prolongadas enfermedades en la piel como consecuencia de esta exposición. Además, señalan que los pozos que abastecen de agua a la comunidad también están contaminados, ya que sufren de frecuentes enfermedades estomacales.
Al recorrer El Tranvío es posible observar que los pozos que abastecen de agua a la población están a menos de un kilómetro de las lagunas de oxidación de Dinant.
En mayo de 2024, los habitantes de la Cooperativa solicitaron a la organización no gubernamental Centro de Estudios para la Democracia (CESPAD) que realizara un análisis del agua que emana de la tubería rota y de los pozos utilizados por la población para realizar las tareas domésticas, lavar la ropa, bañarse y alimentar a los animales. Aún están a la espera de los resultados.
La empresa que domina el Valle
En Honduras hay alrededor de 20 000 pequeños productores de palma en el país, de acuerdo con la Secretaría de Agricultura y Ganadería, sin embargo, el ingeniero forestal Juan Mejía resalta que la producción industrial del aceite de palma es dominada por grandes empresas como la Corporación Dinant, Jaremar, Hondupalma y Palcasa.
En el Valle del Aguán, la Corporación Dinant opera una refinería, una fraccionadora, una planta de biodiesel y una planta productora de aceites y grasas de grado alimenticio. Además, cuenta con dos lagunas de oxidación adyacentes a su planta extractora de aceite con una capacidad de almacenamiento de 26 000 metros cúbicos.
En la página web de la empresa, la información disponible sobre las lagunas de oxidación se centra únicamente en el proceso de generación de energía, a partir de las aguas residuales resultantes de sus procesos de extracción de aceite de palma. Se menciona que estos efluentes se envían a un biodigestor para obtener biogás, que incluye metano en mayor concentración.
Además, se indica que las aguas residuales tratadas que salen de la planta de biogás, con una carga orgánica reducida, se utilizan para la fertilización de 1,670 hectáreas de plantaciones de palma aceitera ubicadas en los alrededores de las fábricas de extracción.
Mongabay Latam intentó contactar a la empresa, a través de correo electrónico, para solicitar una entrevista y obtener su postura ante las denuncias presentadas por la población. Hasta el momento de publicación de este reportaje no se ha obtenido respuesta.
Denuncias en el aire
Ada Díaz lamenta la ausencia de cualquier autoridad en la zona. A pesar de los esfuerzos por contactar a la Unidad Ambiental del municipio de Tocoa, no han tenido éxito. Tampoco han recibido respuesta por parte de las autoridades sanitarias.
Díaz comenta que, ante la falta de acceso al sistema de salud, la cooperativa El Tranvío ha destinado un fondo para ayudar a las familias con los gastos médicos.
Otras comunidades que también están sufriendo las consecuencias de las lagunas de oxidación son El Chile, Las Brisas, Quebrada de Arena y El Cinco. “Todas estas tierras estuvieron bajo el control de la Corporación Dinant durante décadas y hay evidencia de que la tubería con el agua contaminada pasa debajo de ellas”, asegura Díaz.
Mongabay Latam solicitó entrevista con la jefa de la Unidad Ambiental Municipal (UMA), de Tocoa, Nuris Anaida Cisneros. Respondió que no está autorizada para dar entrevistas por su reciente nombramiento.
Por su parte, el ministro del Ambiente en Honduras, Lucky Medina, le dijo a Mongabay Latam que se realizan verificaciones, de acuerdo con la ley, de los informes de impacto ambiental y las medidas de mitigación presentadas por las empresas. Además, señala que existe un monitoreo constante y una atención especial a las denuncias relacionadas con la contaminación de aguas, suelos y deforestación.
Medina destaca que durante la administración actual se han realizado alrededor de 170 inspecciones en colaboración con otras instituciones, como las Fuerzas Armadas, la Fiscalía del Ambiente y la Procuraduría General de la República. Estas inspecciones tienen como objetivo tomar medidas judiciales si es necesario para garantizar el cumplimiento de las regulaciones ambientales.
Al consultarle sobre la contaminación que padece la Cooperativa El Tranvío, dijo “no recordar el caso” en ese momento, pero se comprometía a “dar seguimiento a las denuncias de los campesinos, porque resulta preocupante que el agua esté desembocando en el río Aguán”.
Sobre el manejo de las lagunas de oxidación, el funcionario hondureño destaca que una medida que han implementado es ordenar a las empresas la construcción de nuevas lagunas. Esto se hace para asegurar que no haya contaminación de ríos, quebradas o áreas residenciales cercanas.
Sin mencionar nombres ni proporcionar detalles, el ministro señaló que en la zona son varios los sectores que han sido denunciados por contaminación, incluyendo empresas mineras y agroindustriales como las meloneras, cañeras y plantaciones de palma aceitera, así como las camaroneras.
La lucha por recuperar sus tierras
Además de padecer las inundaciones y la contaminación de sus fuentes de agua, la familia de Ada Díaz y más de un centenar de personas de la Cooperativa El Tranvío mantienen desde hace tres años una lucha por recuperar lo que ellos señalan como su territorio: 700 hectáreas en el municipio de Tocoa, en el departamento de Colón.
A inicios de los noventa, con la puesta en marcha de la Ley de Modernización Agrícola, esas tierras fueron a parar a manos de la familia Facussé, dueños de la Corporación Dinant, en el pasado registrada como Corporación Cressida.
Díaz explica que la Ley de Modernización Agrícola permitió a las familias campesinas obtener préstamos hipotecarios para adquirir maquinaria que facilitara la producción. Sin embargo, muchas de estas familias no pudieron pagar los créditos, que eran otorgados por empresas como la Corporación Cressida. “Fue así como los Facussé acumularon más de 16 000 hectáreas de tierra (en todo el país), de las 40 000 que el Estado de Honduras había destinado para la reforma agraria”, asegura. A la Cooperativa El Tranvío le corresponden 700 hectáreas.
Las tierras que reclama la Cooperativa El Tranvío, ahora están ocupadas por extensas plantaciones de palma aceitera de la empresa de la familia Facussé.
Un estudio realizado por Iniciativa Cristiana Romero —organización alemana dedicada a la promoción de los derechos humanos en Centroamérica— resalta que el cultivo de palma aceitera está en auge en Honduras. En este país, dice el documento, hay acusaciones de violencia contra los pequeños agricultores por parte de empresas palmicultoras.
Los habitantes de la Cooperativa El Tranvío no cesan en su búsqueda de recuperar sus tierras. Tampoco se resignan a vivir padeciendo las consecuencias de las inundaciones y de estar en contacto con agua de olor putrefacto.
Por ahora, la población espera con expectativa los resultados de los análisis de CESPAD. Esos análisis, consideran, serán una herramienta que les permitirá tener aún más pruebas sobre la contaminación del agua. Mientras eso sucede, no dejan de presionar a las autoridades para obtener una respuesta ante las denuncias de contaminación provocadas por las lagunas de oxidación.
Además, continúan trabajando para mejorar las condiciones de vida de las familias. Desde que iniciaron el proceso de recuperación de la tierra, la cooperativa adoptó un modelo de desarrollo alternativo centrado en la producción de pollo, lácteos, así como cultivos de plátano y maíz. Ada Díaz resalta que esto es parte de su apuesta por alcanzar una soberanía comunitaria integral.
*Imagen destacada: El agua proveniente de las lagunas de oxidación desemboca en el río Aguán. Foto: Lesly B. Frazier.
**Este reportaje es una alianza periodística entre Mongabay Latam y Radio Progreso de Honduras.