- La historia de los grupos étnicos es importante para comprender cómo la llegada de los europeos desde el S. XVI ha significado una constante amenaza a su supervivencia.
- Se calcula que eran entre 4-18 millones de habitantes en la Amazonía, número que se ha ido reduciendo a propósito del auge del caucho y otros eventos de gran mortandad.
- Actualmente, la tendencia a una mayor autoidentificación es un proceso continuo a lo largo de varios tramos del cauce principal del río Amazonas.
Antes de la llegada de los europeos, las tierras bajas amazónicas albergaban varios centenares de grupos étnicos que vivían en decenas de miles de aldeas con una población estimada entre 4 y 15 millones de habitantes. Durante milenios, estas sociedades transformaron las áreas ubicadas a lo largo del cauce principal del río Amazonas y sus principales afluentes meridionales mediante el desarrollo de prácticas agrícolas que crearon suelos de tierra oscura, una tecnología que mejoró las propiedades físicas y químicas de los suelos tropicales, aumentó su productividad y aseguró su uso sostenible durante siglos.
Aunque estas sociedades rurales carecían en su mayoría de grandes centros urbanos, eran lo suficientemente sofisticadas como para domesticar docenas de especies de plantas y manipular poblaciones naturales de bosques nativos para crear arboledas gestionadas por especies que proporcionaban alimento y fibra. Al mismo tiempo, las culturas que ocupaban las regiones de bosque estacional y sabana en el borde sur del Amazonas diseñaron paisajes mediante la construcción de montículos, calzadas y sistemas de zanjas que mejoraron el rendimiento de los cultivos y crearon sistemas logísticos que sustentaron a poblaciones aún más densas.
Trágicamente, todas estas sociedades colapsaron en los siglos XV y XVI, cuando las epidemias causadas por patógenos introducidos con os primeros conquistadores arrasaron sus comunidades. Aunque la arqueología aún tiene que descubrir todos los detalles truculentos, estas sociedades eran particularmente susceptibles a las pandemias debido a su densidad de población relativamente alta y una red comercial que promovía las interacciones culturales. Se estima que la población se redujo a menos de 400.000 personas en un colapso demográfico catastrófico.
Se desconoce el número de grupos étnicos que existían antes de la Gran Mortandad, pero las poblaciones remanentes estaban en gran medida aisladas unas de otras, lo que dio lugar a la percepción arraigada durante mucho tiempo de que la selva amazónica era una zona salvaje y prístina. La transición a una selva escasamente poblada proporcionó a los grupos ampliamente dispersos protección inmunológica debido a su aislamiento entre sí como de los colonizadores europeos. Durante los dos siglos siguientes, la población siguió disminuyendo debido a las intervenciones de misioneros y agentes coloniales que reintrodujeron patógenos en poblaciones que aún no habían adquirido defensas inmunológicas .
El auge del caucho a finales del siglo XIX provocó otra ronda de aniquilación, cuando las comunidades indígenas fueron esclavizadas, desplazadas o masacradas. La mayoría de los que sobrevivieron como entidades étnicas huyeron a zonas más profundas del bosque, ocupando áreas forestales a lo largo de afluentes terciarios o valles remotos en las estribaciones de los Andes y las tierras altas de la Guayana. Los antropólogos estiman que la población indígena en la Amazonía brasileña era de apenas unos 100.000 indígenas a mediados de la década de 1970.
La oficina brasileña encargada de los censos oficiales (IBGE) comenzó a recopilar datos sobre grupos étnicos individuales en 1991, y esa encuesta inicial sugirió que su número había aumentado en un 50%, tendencia confirmada por el siguiente censo, que mostró un aumento adicional del 72%. Este incremento reflejaba las altas tasas de natalidad y un aumento en su empadronamiento, catalizado por el emergente movimiento indígena, No sólo se motivó a los individuos a autoidentificarse como indígenas, sino que el Estado brasileño ubicó en el mapa aldeas remotas a medida que creaba nuevos territorios indígenas. Si las tasas de crecimiento se mantienen, en torno al 6% anual, el censo de 2022 debería mostrar una población indígena superior a 700.000 habitantes.
Se han producido repuntes demográficos similares en otros países donde los incentivos para reivindicar una identidad indígena específica han motivado a las comunidades a afirmar o recuperar su patrimonio cultural. Desafortunadamente, también existen fuerzas sociales que hacen que algunos individuos abandonen su identidad étnica, especialmente dentro de poblaciones urbanas que experimentan discriminación o animadversión racial. En Bolivia, por ejemplo, las personas a menudo se identifican más por su afiliación regional que por origen étnico, y en ambos casos se ven afectadas por un entorno político altamente polarizado.
La clave para la reactivación demográfica ha sido la aplicación de políticas que priorizan la formalización de los derechos sobre la tierra de comunidades con herencia étnica específica. Las comunidades ribereñas, con evidentes raíces indígenas son conscientes de las ventajas legales de tener una identidad étnica. Esto ha motivado a todas las comunidades de la cuenca a redescubrir su herencia indígena. La tendencia a una mayor autoidentificación es un proceso continuo a lo largo de varios tramos del cauce principal del río Amazonas, particularmente cerca de la unión de los ríos Marañón y Ucayali (Kukama, Yagua), Solimões (Tikuna, Miranha, Kukama, Kambeba / Omagua), la Amazonía media (Mura), y cerca de la desembocadura del Tapajós (Arapium, Borari, Mawé).
Sin embargo, la recuperación demográfica de las culturas indígenas amazónicas debe ser evaluada en el contexto de la población no étnica, que es producto de 400 años de migración y la posterior fusión social provocada por los matrimonios mixtos.
Imagen destacada: Las comunidades Ribeirinho, situadas en el curso principal de los ríos Amazonas y Solimões, entre Iquitos y Belém, pueden remontar su historia demográfica a los grupos étnicos que habitaron el río y sus afluentes antes de la llegada de los misioneros europeos, así como comerciantes, soldados, aventureros, caucheros, y esclavos fugitivos que emigraron a la llanura aluvial durante los últimos cuatro siglos. Crédito: © PARALAXIS / Shutterstock.
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons -licencia CC BY 4.0).