- La comunidad indígena cofán de Zábalo pasó de contar 180 nidos de tortuga charapa (Podocnemis unifilis) en un año, a registrar unos 537 puntos de anidación anualmente.
- La especie es una fuente de proteína para los indígenas amazónicos y también cumple un importante rol en el ecosistema. Sin embargo, está clasificada como Vulnerable según la Lista Roja de Reptiles del Ecuador.
En la riberas del río Aguarico, en el norte de la Amazonía ecuatoriana, era habitual ver tantas tortugas charapa como “piedras”, dice Felipe Borman, originario de la comunidad indígena cofán de Zábalo, al interior de la Reserva de Producción de Fauna Cuyabeno. Sin embargo, la fuerte cacería y extracción de huevos provocaron una drástica disminución en las poblaciones de esta tortuga de agua dulce.
Las charapas pequeñas y grandes, como son conocidas comúnmente las Podocnemis unifilis y Podocnemis expansa, eran una importante fuente de alimento para las comunidades indígenas.
Estas especies están evaluadas en la Lista Roja de Reptiles del Ecuador como especie Vulnerable y en Peligro Crítico, respectivamente.
La alarma se levantó a finales de la década de los ochenta. En uno de esos años, la comunidad contó solo 180 nidos. Entonces, decidieron tomar acción.
En cinco claves te contamos cómo los cofán entendieron la crisis y recuperaron la población de charapas.
Las amenazas
La explotación de tortugas charapa se extiende por toda la región amazónica, incluyendo Ecuador, Colombia, Bolivia, Brasil, Perú, Venezuela y Guyana, países en donde se les han atribuido usos dietéticos, medicinales y ornamentales.
Ahora hay una nueva amenaza. “Últimamente, también tenemos todo el efecto del cambio climático que está afectando a los ríos y eso impacta directamente a los sitios en donde ponen los huevos las tortugas: se están calentando demasiado las playas. Además, ahora los ríos crecen en diferentes tiempos y, como las tortugas viven en ellos, son muy vulnerables”, explica Borman, integrante de la Fundación Sobrevivencia Cofán (FSC).
Estrategias de protección
En 1989 se tomó la primera medida para protegerlas: los cofán de Zábalo se autoimpusieron la prohibición total de su consumo. No obstante, miembros de otras comunidades pasaban por el río continuaban consumiéndolas.
En 1991, la comunidad tomó una segunda medida: trasladar los nidos a las playas más altas para que no fueran recolectados por la gente y evitar que fueran afectados por la creciente del río. Como resultado, se liberaron más de 200 nuevas tortugas.
Entre 1994 y 1995 lograron el nacimiento de 990 tortugas e incluso comenzaron a recibir los primeros incentivos económicos por parte de organizaciones no gubernamentales, con los que construyeron las primeras playas y piscinas artificiales. A lo largo de las siguientes dos décadas, lograron el nacimiento de más de 100 000 tortugas charapas en su territorio.
¿Por qué protegerlas?
Las charapas son consideradas “indispensables en el ecosistema”, de acuerdo con Borman. Explica que ayudan a mantener el equilibrio de los ecosistemas acuáticos y a dispersar las semillas.
Además, al remover el fondo de los ríos para enterrarse y el de las orillas de los ríos para poner sus nidos, promueven la recirculación de nutrientes.
Tanto su carne como sus huevos son fuente de proteína para los pueblos y nacionalidades indígenas de la Amazonía. La desaparición de esta especie pondría en riesgo su soberanía alimentaria.
El rol de la comunidad
“Toda la comunidad [de Zábalo] está involucrada”, asegura Borman. Se implementaron reglamentos internos para proteger a la Podocnemis unifilis y la comunidad invierte dinero propio a este proyecto.
Grupos de unas seis familias se turnan cada mañana para recorrer las playas en búsqueda de los sitios de anidación. Si una familia encuentra unos seis nidos, puede cosechar la mitad y señalizar el resto para la conservación.
Un monitor registra el trabajo de las familias y revisa cada nido para evaluar si se encuentra en un área de riesgo. De ser así, trasplanta con mucho cuidado los huevos en un balde con arena y los resiembra en una playa artificial. La comunidad se encarga de las crías hasta los doce meses dentro de unas piscinas artificiales, antes de liberarlas en el río.
Los resultados
En un periodo de 17 años, la comunidad Zábalo reportó 9 126 nidos a lo largo del río Aguarico, con un promedio de 537 nidos por año. El 56 % fueron asignados para fines de conservación, el 36 % fueron consumidos localmente y el 8 % se perdió por causas de origen natural.
El éxito de eclosión se estimó sólo para los nidos con información completa —es decir, que cuenten con etiquetados correctos sobre fechas y números de huevos localizados—, arrojando un éxito promedio de 81.4 %.
“Ahora debemos luchar para asegurar el ingreso económico para la gente”, dice Borman. “Hoy en día, en las organizaciones, nos dicen que le vamos a enseñar a la gente sobre conservación y educación ambiental, porque nuestro proyecto es una herramienta para asegurar la abundancia en el futuro”.
*Imagen principal: Un total de 105 174 crías de tortuga Podocnemis unifilis —conocidas comúnmente como charapas— han sido el resultado del exitoso programa de manejo comunitario que inició en la década de los noventa. Foto: María José Torres / WWF Ecuador