- La muerte de dos ballenas jorobadas al interior de dos áreas marinas protegidas de la Patagonia chilena —una en la Reserva Nacional Kawésqar y otra en el Parque Nacional Laguna San Rafael— ha conmocionado al país.
- Las autoridades investigan si hay o no responsabilidad por parte de las empresas salmoneras que mantienen centros de cultivo al interior de estas áreas protegidas.
- Lo ocurrido revive la urgencia de establecer, cuanto antes, planes de manejo en las áreas marinas protegidas, particularmente en la Reserva Nacional Kawésqar, donde la industria salmonera insiste en quedarse.
Greenpeace Chile y una comunidad Kawésqar presentaron dos querellas criminales contra quienes resulten responsables de la muerte de dos ballenas jorobadas que fueron encontradas a finales de octubre al interior de la Reserva Nacional Kawésqar y del Parque Nacional Laguna San Rafael, en Chile. Las ballenas estaban cerca de los centros industriales de salmón que las empresas Australis Seafoods y Cooke Aquaculture mantienen respectivamente en las áreas protegidas.
El gobierno de Chile presentó dos denuncias en la Fiscalía para esclarecer la muerte de las ballenas jorobadas y la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA), por su parte, realizó requerimientos de información a ambas compañías para que informaran el detalle de las condiciones en que se hallaban los ejemplares muertos, por ejemplo, si habían sido encontrados enmallados o si presentaban evidencia de interacción con cabos o amarres.
De acuerdo con organizaciones de la sociedad civil defensoras del ambiente, en un registro audiovisual fechado el 20 de octubre, y que fue compartido por un tour operador, es posible apreciar al cetáceo que fue encontrado muerto en el Parque Nacional Laguna San Rafael, nadando alrededor de las jaulas acuícolas que Cooke Aquaculture mantiene en la zona. La empresa, negó que exista relación entre sus actividades productivas y la muerte de la ballena.
Las responsabilidades, sin embargo, deberán ser esclarecidas por las fiscalías de las regiones de Aysén y de Magallanes donde el Ministerio de Medio Ambiente ingresó las denuncias. El objetivo, explicó la ministra de esa cartera, Maisa Rojas, es que “se generen todas las diligencias necesarias para determinar si en esos hechos existen delitos asociados y establecer las responsabilidades que correspondan, por eventual delito, según la ley de Protección de Cetáceos, la ley de Pesca y Acuicultura, u otras”.
Lo ocurrido vuelve a poner en la palestra la necesidad de avanzar en la conformación de los planes de manejo de las áreas marinas protegidas para que su conservación sea efectiva. Uno de ellos es el plan de manejo de la Reserva Nacional Kawésqar, que si bien logró avanzar hasta la redacción de un borrador, actualmente se encuentra estancado, debido a que la consulta indígena para votar el documento está detenida. Comunidades kawésqar han denunciado obstrucción del proceso.
Mongabay Latam conversó con Alex Muñoz, académico de la Escuela de Medioambiente de la Universidad de Yale, ex director del programa Pristine Seas de National Geographic para América Latina y quien ha seguido de cerca la conformación de la Reserva Nacional Kawésqar, sobre los retos que tiene pendiente esta importante área marina protegida.
—¿Qué se puede concluir tras la muerte de las ballenas jorobadas dentro de la Reserva Nacional Kawésqar y el Parque Nacional Laguna San Rafael?
—Lo ocurrido demuestra que las reservas y parques, mientras tengan salmoneras, serán áreas protegidas de mentira. Es absolutamente incompatible la conservación y un uso industrial tan invasivo como la salmonicultura.
—Pero aún no se ha determinado que exista una relación entre la muerte de las ballenas y las actividades salmoneras.
—La muerte de ballenas y otros mamíferos marinos producto de las salmoneras en la Patagonia y dentro de áreas protegidas está documentada. Estos no son los primeros casos. En 2020 una ballena murió enredada en un centro de Australis en la reserva nacional Las Guaitecas. Seguirán ocurriendo muertes de este tipo mientras se mantengan estas jaulas en las rutas y lugares donde habitan naturalmente. Por eso estos ecosistemas tan únicos y sensibles deben ser protegidos y estar libres de usos industriales.
—Lo ocurrido pone presión para que se concrete el plan de manejo de la Reserva Nacional Kawésqar. ¿Qué opinión tiene sobre cómo ha avanzado este proceso?
—Ha sido un proceso accidentado porque ha habido poca claridad sobre la intención de proteger la Reserva Nacional Kawésqar como corresponde. Las salmoneras que están dentro de la reserva atentan contra la biodiversidad que se intenta proteger y, sin embargo, no se ha debatido la posibilidad de retirarlas. Ha habido un debate público, pero el gobierno del presidente Boric más bien ha consolidado la situación de las salmoneras existentes, lo cual es un muy mal augurio.
Echo de menos un debate más profundo sobre la protección que merece un lugar como la Reserva Nacional Kawésqar, que es tan relevante como su contrapartida terrestre. Siempre hemos sostenido, al igual que algunas comunidades Kawésqar, que debería haber un solo Parque Nacional Kawésqar que contemple mar y tierra, porque existe una unidad ecológica, existe también una importancia equivalente tanto en tierra como en mar y, además, existe la cosmovisión Kawésqar que siempre ha pensado su territorio como una unidad marina y terrestre.
Es por eso que hace unos años las comunidades Kawésqar, con el respaldo científico de National Geographic, presentaron una propuesta para que la Reserva Nacional Kawésqar fuera parque nacional, la cual nunca fue escuchada por el gobierno del presidente Boric y sus ministros.
—¿Tuvo la oportunidad de mirar el borrador del Plan de Manejo de la reserva? ¿Qué opinión tiene de él?
—El borrador me parece pobre y, lamentablemente, va a consolidar la situación de las salmoneras existentes en la Reserva Nacional Kawésqar. Me parece que se perdió una oportunidad para poner sobre la mesa la salida programada de las salmoneras dentro de la reserva y lo que hace es señalar que pueden quedarse ahí indefinitivamente, incluso renovando las concesiones que hoy día tienen.
Me preocupa además que el borrador omita estudios científicos publicados muy relevantes sobre la reserva como el que se realizó durante la expedición de National Geographic en el año 2020. Es uno de los estudios más completos que se ha hecho, sin embargo, por ningún lado aparece citado ni considerado y eso me parece negligente. Además, el plan no da cuenta de las innumerables irregularidades que las salmoneras ya han cometido dentro de la reserva, entre ellas sobreproducción, incurrir en causales de caducidad y otras infracciones que deberían motivar una discusión sobre la conveniencia de mantener estas salmoneras dentro de la reserva.
Yo respeto mucho a los equipos técnicos, pero creo que no están teniendo el respaldo de las autoridades de gobierno que deberían mostrar el camino y el apoyo político para poner en discusión la salida de las salmoneras de la Reserva Nacional que Kawésqar, que es uno de los ecosistemas marinos más valiosos que existen en Chile.
—Dirigentes kawésqar y abogados que han estado acompañando jurídicamente a algunas de las comunidades dicen que en el borrador sí quedó estipulado que la salmonicultura, o la acuicultura en general, no es compatible con la reserva. ¿Considera que debería ser más explícita esa incompatibilidad?
—El borrador del plan de administración tiene dos afirmaciones contradictorias: por un lado dice que las salmoneras no son compatibles con la conservación dentro de la reserva y por otro lado consolida la situación de las salmoneras ya existentes, diciendo que pueden renovar sus concesiones hasta que ellas quieran.
Lo dice en otros términos, pero hay un juego mañoso de las palabras que se usan para sugerir que las salmoneras existentes podrán permanecer e incluso podrán renovar sus concesiones si así lo desean. Entonces, es un plan que señala cosas, pero que no entrega las herramientas para cumplirlas.
—A pesar de eso, la industria salmonera se opone al borrador, ¿por qué?
—Las empresas salmoneras pusieron sus ojos en la Reserva Nacional Kawésqar para proyectar una gran expansión de sus operaciones, entonces están exagerando sus argumentos para que la reserva siga permitiendo nuevas concesiones y para, desde luego, no perder las que ya tienen. La industria salmonera está siendo poco sincera para no tener un debate de buena fe sobre la importancia de mantener la reserva nacional.
Recordemos que allí se han producido múltiples infracciones por parte de estas mismas empresas que han sido autorizadas a operar y que han deliberadamente aumentado su producción por sobre lo permitido. Es el caso de Australis y otras que han sido sancionadas por infringir las leyes ambientales.
¿Cómo se puede confiar en empresas cuyo modelo de negocios es infringir la ley para ganar más dinero? Me parece que esas empresas han perdido toda la legitimidad para siquiera discutir si es que pueden permanecer o no dentro de un área protegida tan importante. Deberían sencillamente ser objeto de un retiro progresivo.
Además, no olvidemos que hay dos que están al borde de la quiebra, como Australis Mar y Nova Austral, que es la que se pretende instalar en la Reserva Nacional, reubicándose desde el Parque Nacional Agostini. Ambas empresas son la principal amenaza al empleo de Magallanes y constantemente han desviado la atención hacia aquellos que pretenden cuidar este ecosistema cuando son ellas, producto de su mala gestión, las principales responsables de la amenaza al empleo de la zona.
—Usted señalaba que el borrador del plan de manejo le parece pobre. Justamente, la Asociación de Salmonicultores de Magallanes asegura que la razón para oponerse al borrador del plan de manejo es que carece de fundamentos científicos. ¿Está de acuerdo entonces con ellos?
—Está bastante acreditado que la salmonicultura produce enormes impactos negativos en un medio ambiente frágil como el de los canales y fiordos patagónicos. Eso no está en discusión y por lo tanto no deberían estar en áreas protegidas como la Reserva Nacional Kawésqar.
Hay antecedentes contundentes que acreditan el alto valor ecológico de la reserva nacional. Sorpresivamente, la investigación de National Geographic no fue incluida en el borrador del plan de administración, pero lo que es cierto es que existe abundante información sobre los objetos de conservación de esta zona, sobre la fragilidad del ecosistema y también las características únicas e irrepetibles que se combinan en la reserva nacional Kawésqar. Yo desafío a los salmoneros a que encuentren otro lugar en el planeta donde existan condiciones similares entre los fiordos patagónicos, los bosques de algas, los glaciares, la influencia productiva del océano Pacífico a lo que se suman los aspectos culturales de suma importancia como la presencia del pueblo Kawésqar por más de 6000 años.
—El proceso de consulta indígena para la elaboración del plan de manejo de la Reserva Nacional Kawésqar se encuentra detenido luego de que la Corte de Apelaciones de Santiago fallara a favor de una comunidad kawésqar que interpuso “un recurso de protección” para detener la consulta indígena. ¿Los desacuerdos entre las comunidades son un obstáculo para el progreso del plan de manejo?
—El gobierno debe respetar los derechos indígenas, eso es lo primero. Segundo, es responsabilidad y obligación del Estado conducir la consulta indígena cuando se toman decisiones que pueden afectar sus derechos sobre el territorio. Eso se hizo en primer lugar en el año 2018 y producto de esa consulta las comunidades Kawésqar señalaron claramente que el Parque Nacional Kawésqar que se creaba en tierra debería tener una parte marítima igualmente protegida, pero no se ha cumplido.
Existe un plan de administración que se propone para la Reserva Nacional Kawésqar que también debería pasar por una consulta indígena. No es extraño que ciertas comunidades tengan desacuerdos, pero lo que no está en discusión es que debería haber una consulta indígena donde las comunidades se expresen libremente sobre el destino que se le da al territorio donde han vivido ancestralmente. Esa consulta debería estar ajena a las presiones de la industria salmonera. Esto lo digo porque es sabido que hay comunidades indígenas que están recibiendo beneficios económicos por parte de empresas salmoneras con el objeto de que no se expresen libremente como un colectivo, sino que quieran percibir recursos económicos, motivados en gran parte por la vulnerabilidad en la que muchas de estas comunidades se mantienen.
El gobierno debería corregir y velar por la transparencia del proceso, porque si uno retira los beneficios económicos que las salmoneras le dan a las comunidades, probablemente la consulta indígena daría un resultado completamente distinto.
—Pero eso no es posible puesto que la salmonicultura está presente en el territorio y, como usted señala, hay comunidades que se benefician de ella.
—El fracaso del gobierno ha sido no proponer una visión de largo plazo que resguarde la naturaleza y al mismo tiempo genere una actividad económica sustentable.
Las salmoneras no son compatibles con la conservación que se busca en las áreas marinas protegidas, especialmente en los parques y reservas nacionales. Es falaz decir que las salmoneras se tienen que quedar para siempre porque ya están ahí. Es como si dijéramos que la caza de ballena, que era tan lucrativa, debería mantenerse porque genera empleo. El mundo está pasando por una crisis ambiental sin precedentes y la responsabilidad de los gobiernos es orientar su desarrollo hacia el resguardo de los últimos lugares de importancia ecológica que van quedando en el mundo, porque son la única garantía de que podamos frenar la pérdida de biodiversidad y el cambio climático.
Yo creo que más que centrarnos en el plan de administración, lo que tenemos que debatir como país es si estamos dispuestos a cuidar nuestros tesoros naturales o si los vamos a seguir sacrificando para generar un crecimiento económico que cada vez es más esquivo y que nos está perjudicando como país: estamos perdiendo recursos y estamos dañando la reputación de Chile al permitir actividades que tienen daños brutales en el ecosistema y que hoy están siendo criticados en distintas partes del mundo por sus altos impactos ambientales.
Hemos visto a The New York Times y a The Washington Post escribiendo artículos muy críticos sobre el salmón proveniente de Chile y ese es un daño que también tiene repercusiones económicas.
—Usted hizo referencia al “fracaso del gobierno”. ¿Le parece que esta administración, que se autoproclamó “el primer gobierno ecológico”, ha fracasado en su compromiso con el medio ambiente?
—Me parece que el gobierno ecológico ha sido una decepción porque ha sacrificado la agenda ambiental para aspirar a un crecimiento económico de la manera tradicional. Existe una incongruencia entre lo que sostiene el gobierno con cierta dureza contra las salmoneras y lo que finalmente hace, que es completamente permisivo. Esto es porque el debate pone foco en el derecho de propiedad y el crecimiento económico, pero no estamos teniendo una discusión de largo plazo sobre la importancia de mantener los últimos lugares salvajes que van quedando en Chile y en el mundo, y cómo debemos liberarlos de las actividades económicas que los destruyan.
El llamado es a abrir la discusión para definir de qué manera podemos cuidar mejor la Patagonia y generar los empleos, que son tan necesarios, en base a actividades que sean realmente compatibles con la conservación de la naturaleza, porque de eso se trata la innovación y la visión que se requiere para el siglo XXI.
Chile tiene las condiciones para generar empleo y actividades económicas en base al respeto por su naturaleza, que es uno de sus activos más importantes. Si los seguimos destruyendo, simplemente nos vamos a empobrecer en el mediano plazo.
*Imagen Principal: Reserva Nacional Kawésqar. Foto: Manu San Félix -National Geographic