- Como en toda Latinoamérica, en la Panamazonía la migración interna fue impulsada por la fiebre del oro, la apropiación de tierras a medida que se mejoraban las carreteras y las oportunidades laborales en proyectos de infraestructura a gran escala, como minas industriales y plantas hidroeléctricas.
- Brasil es un caso emblemático, por lo que Killeen continúa explicando cómo la población de Rondônia pasó de 100.000 habitantes en 1972 a más de 400.000 en 1982, cuando fue elevado a estado. Para 1990, había superado el millón de habitantes.
- Por desgracia, muchos de estos esquemas de asentamiento promovidos desde el Estado reflejaban el tráfico de influencias que caracterizaba a los gobiernos federal y estatal que, si bien empezó en los años 60, continúa hasta hoy.
A lo largo del siglo XX, Brasil ha tenido tres principales fuentes de inmigración: el noreste, donde la emigración era una de las pocas vías para escapar de la pobreza; el sur, donde las familias de clase media aprovecharon oportunidades para continuar la tradición agrícola; y el centro oeste, desde donde los inmigrantes se desplazaron hacia el norte como parte de la expansión natural de la frontera agrícola. En la Amazonía, la migración interna fue impulsada por la fiebre del oro, la apropiación de tierras a medida que se mejoraban las carreteras y las oportunidades laborales en proyectos de infraestructura a gran escala, como minas industriales y plantas hidroeléctricas. Sin embargo, la tendencia más constante ha sido el flujo de personas desde las comunidades rurales hacia las urbanas. Entre los inmigrantes se cuentan empresarios, profesionales y ganaderos, pero la mayoría son familias empobrecidas o marginadas en busca de mejores oportunidades.
La migración hacia la Amazonía se incentivó inicialmente con la construcción de la Rodovia Belém-Brasília, inaugurada entre 1958 y 1960, que conectó la nueva capital con la ciudad más grande de la región amazónica, desatando la primera fiebre de tierras en la Amazonía. Durante ese periodo, los gobiernos de Pará y Goiás comercializaron millones de hectáreas para promover la colonización y el asentamiento de familias de clase media y adineradas. No obstante, en la década de 1970, la construcción de otra infraestructura, como la Rodovia Transamazónica (BR-175), el ferrocarril hacia el distrito minero de Carajás (EF-315) y la carretera troncal que conecta los municipios del este de Pará (BR-158), provocó un mayor flujo migratorio. Según el censo de 2010, 725.000 residentes de Pará provenían de los estados del noreste de Brasil.
La mayoría de los nuevos inmigrantes eran nordestinos atraídos por las oportunidades que ofrecía el Instituto Nacional de Colonização e Reforma Agrária (INCRA), una agencia federal recién creada que distribuía parcelas de entre 40 y 100 hectáreas como parte de un programa integrado de construcción de carreteras y colonización (Plano de Integração Nacional). Al igual que los migrantes nordestinos durante el auge del caucho, estos buscaban escapar de la pobreza y encontrar mayor libertad o autonomía, alejándose de su vida anterior como aparceros en condiciones contractuales injustas.
La mayoría de estos migrantes no logró obtener una asignación de tierra en los asentamientos organizados por el gobierno, optando por ocupar parcelas de tierra pública y convirtiéndose así en posseiros (ocupantes) en lugar de propietarios, un estatus de tenencia que con el tiempo les otorgaba ciertos derechos legales. No obstante, sin acceso a crédito ni apoyo técnico, muchos no lograron subsistir y terminaron trabajando como empleados rurales para ganaderos corporativos y de clase media, quienes también respondían al llamado del gobierno militar para colonizar el Amazonas.
En 1975, se hizo evidente que la falta de infraestructura y servicios básicos estaba generando caos en las zonas de pequeñas explotaciones agrícolas. En respuesta, el gobierno militar ajustó su estrategia para favorecer las grandes transacciones de tierras y la creación de ranchos a gran escala. A pesar de ello, los nordestinos siguieron llegando, lo que provocó conflictos, a menudo violentos, entre grandes terratenientes con influencia política y comunidades de pequeños agricultores apoyados por la Iglesia católica y la sociedad civil.
En las zonas cercanas a los puertos fluviales en la orilla norte del río Amazonas (Prainha, Monte Alegre, Alencar, Óbidos, Oriximiná), los inmigrantes nordestinos y los ribeirinhos (pobladores ribereños) establecieron pequeñas granjas dedicadas al cultivo de alimentos básicos, especialmente mandioca (yuca). Con el tiempo, estos productores ampliaron sus actividades y se diversificaron hacia la ganadería.
El transporte fluvial también facilitó la llegada de nordestinos al noreste de Rondônia en la década de 1960. Muchos se sintieron atraídos por la minería de casiterita (estaño), mientras que el gobierno mejoraba el camino de mulas entre Cuiabá y Porto Velho, que más tarde se convertiría en la BR-364. Esto sentó las bases para un auge de la colonización en los años 70, con cuatro proyectos patrocinados por el INCRA a lo largo de esta carretera. En los años 80, el proyecto POLONOROESTE impulsó 19 nuevos centros de colonización, desatando una masiva fiebre de tierras.
La población de Rondônia pasó de 100.000 habitantes en 1972 a más de 400.000 en 1982, cuando fue elevado a estado. Para 1990, había superado el millón de habitantes, en su mayoría pequeños agricultores, incluidos nordestinos y recientes inmigrantes de Paraná, que transformaron la zona en un vasto terreno agrícola. Esta transición, aunque conflictiva y mal planificada, convirtió a Rondônia en una de las economías agrícolas más equitativas de Brasil.
Acre, por su parte, fue declarado estado casi 20 años antes que Rondônia. Durante ese tiempo, su población subsistió principalmente gracias a la extracción de caucho y la recolección de nueces de Brasil. No obstante, la situación cambió con la construcción de la BR-364 hacia Acre y la creación de varios asentamientos agrarios patrocinados por el INCRA. La población aumentó de 111.000 en 1970 a 300.000 en 1980 y a más de 490.000 en 1990.
La mayoría de las familias inmigrantes establecieron pequeñas y medianas granjas ganaderas, lo que provocó conflictos con los seringueiros (extractores de caucho), que luchaban por preservar su modo de vida basado en el bosque, en un entorno político y económico que los amenazaba. El gobierno militar dejó de subsidiar el caucho y fomentó la ganadería como herramienta para expandir los asentamientos. Mientras tanto, los trabajadores del caucho se organizaron en sindicatos para defender sus concesiones de tierra frente a los acaparadores.
El movimiento fue liderado por Chico Mendes, pionero de una táctica conocida como empate, que consistía en un enfrentamiento pacífico entre un grupo de seringueiros y los contratistas encargados de talar los bosques. Esta táctica era arriesgada en un contexto donde el Estado de Derecho era inexistente o distorsionado por funcionarios que se beneficiaban de las políticas gubernamentales destinadas a expandir la frontera agrícola.
Paralelamente, la deforestación comenzaba a cobrar relevancia entre las organizaciones de la sociedad civil. Gracias al carismático liderazgo de Chico Mendes y su capacidad para comunicar la difícil situación de su comunidad a nivel global, el problema adquirió atención internacional. Entre sus logros destaca la promoción de la creación de reservas extractivas, una solución que garantizaba los derechos de las comunidades forestales al mismo tiempo que fomentaba conservación de los bosques.
En 1987, el Fondo de Defensa Ambiental y la Federación Nacional de Vida Silvestre invitaron a Mendes a la conferencia anual del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Washington, D.C. Allí, expuso ante miembros del Congreso sobre un proyecto vial financiado por el BID en Acre, que amenazaba la selva tropical y a sus habitantes. A raíz de su intervención, tanto el BID como el Banco Mundial respaldaron la idea de crear reservas extractivas. Ante la presión internacional, el gobierno brasileño estableció la primera de estas reservas en 1988.
Sin embargo, el prestigio internacional de Chico Mendes no lo protegió de los ganaderos, quienes continuaban invadiendo y deforestando los alrededores de su ciudad natal, Xapuri. En 1988, fue asesinado en el patio de su casa por un sicario contratado.
Otra importante ruta migratoria en la Amazonía fue la carretera que atraviesa el sureste de Pará (BR-150 y BR-158), por donde la mayoría de las familias ganaderas emigraron desde Goiás. Este estado, dominado por la ganadería, está impregnado de una cultura pionera asociada con los ganaderos. La influencia de este grupo es visible en comunidades de colonos como São Félix do Xingu, fundado en 1910 durante el auge del caucho. En la década de 1980, el Projeto de Colonização Tucumã transformó el municipio mediante un asentamiento privado implementado por la empresa Andrade Gutiérrez, que incluyó la construcción de la carretera regional PA-279, conectando São Félix con la BR-150 en Xinguara.
El proyecto de colonización se vio abrumado por la llegada masiva de colonos y mineros ilegales de oro, lo que llevó a Andrade Gutiérrez a abandonar su compromiso de desarrollar una serie de agrovilas. En lugar de eso, la empresa devolvió la responsabilidad de la distribución de tierras al INCRA, que tampoco pudo, o no quiso, detener la apropiación de tierras fiscales. Aunque la situación en São Félix do Xingu no era muy distinta a la de otros municipios del este de Pará, los inmigrantes provenientes de Goiás demostraron ser especialmente hábiles en las prácticas de acaparamiento de tierras, conocidas como grilagem. Aproximadamente el 40 % de los propietarios de tierras del municipio provienen de Goiás, seguidos de inmigrantes de Mato Grosso, Minas Gerais y Tocantins.
La inmigración a Mato Grosso presenta un caso particular. Entre 1981 y 1991, el estado recibió alrededor de 500.000 inmigrantes, en un fenómeno demográfico muy distinto al de Pará, Acre y Rondônia. Casi la mitad de los recién llegados provenían del sur del país, en su mayoría de ascendencia europea. Eran familias que buscaban continuar su tradición de agricultura familiar, atraídas por la dificultad de adquirir tierras cultivables en sus lugares de origen en Paraná, Santa Catarina y Rio Grande do Sul. Estas familias se asentaron en las áreas fronterizas del norte de Mato Grosso, donde empresas privadas y cooperativas organizaban proyectos de colonización, actuando como intermediarios tanto para grandes como pequeños agricultores.
Muchos de estos esquemas de asentamiento reflejaban el tráfico de influencias que caracterizaba a los gobiernos federal y estatal en las décadas de 1960 y 1970. En una de las transacciones más notables, se vendieron dos millones de hectáreas a cuatro empresas a un precio de solo 4 dólares por hectárea. Varias de estas empresas agrícolas dieron nombre a municipios como Sinop, Colíder, Cotriguaçu y Colniza, cuyos nombres provienen de las compañías o acrónimos de las mismas.
Los inmigrantes del sur contaban de varias ventajas culturales. Tenían conexiones sociales y familiares influyentes, que les abrían puertas y les brindaban oportunidades que no tenían los campesinos sin tierra en Pará. Además, muchos de estos inmigrantes provenían del mismo municipio del sur, lo que fomentaba un espíritu comunitario. Entre ellos se encontraba André Antonio Maggi, padre de Blairo Maggi, un magnate de la soya que más tarde sería gobernador de Mato Grosso y ministro de Agricultura entre 2016 y 2017.
Hoy en día, la migración dentro de la Amazonía brasileña es mayormente interna, con residentes amazónicos trasladándose a las ciudades como parte del fenómeno global de la urbanización. Esta migración está motivada por la falta de oportunidades en las zonas rurales y la creación de empleos temporales en proyectos de construcción. Por ejemplo, los proyectos hidroeléctricos en el río Madeira atrajeron a unas 80.000 personas al noroeste de Rondônia durante la construcción de las represas de Santo Antônio y Jirau, mientras que alrededor de 20.000 migrantes se trasladaron a Altamira durante la construcción de la hidroeléctrica de Belo Monte.
La fiebre del oro también ha atraído a decenas de miles de mineros irregulares, conocidos en Brasil como garimpeiros. El garimpo más famoso fue Serra Pelada, una enorme mina a cielo abierto excavada a mano, ubicada a unos 100 kilómetros al este del complejo mineral de Carajás, que estuvo en operación entre 1979 y 1992. Otros garimpos, como los de Tapajós-Crepori, Cumaru-Oirlandia do Norte, Alta Floresta-Jurua, así como las regiones fronterizas de Roraima, han experimentado oleadas periódicas de actividad. Desde 2018, un renovado auge ha tenido lugar debido al incremento de los precios del oro en los mercados internacionales. Sin embargo, el destino de los garimpeiros una vez se agota un yacimiento no está bien documentado. Algunos se trasladan a otros campos de oro, mientras que otros se incorporan a la fuerza laboral regional o se convierten en pequeños empresarios o ganaderos, dependiendo de su suerte en los yacimientos.
El sector minero formal en Pará se ha convertido en un imán para los migrantes. El trabajo en las instalaciones industriales es solo una de las múltiples oportunidades laborales que ofrece la región, y la actividad económica relacionada con la minería ha acelerado el crecimiento del sector servicios. La zona que rodea el complejo mineral de Carajás se encuentra entre una de las más deforestadas del Amazonas, con más del 80 % de su área dedicada a la ganadería y ocupada por propiedades de tierras tanto pequeñas como grandes.
Estudios recientes sugieren que la deforestación es un impacto secundario de la industria minera. Además, muchos otros factores, como proyectos de colonización, infraestructuras viales nacionales y la especulación territorial, también han contribuido al fenómeno simultáneamente.
Imagen destacada: Incendio en la Reserva Extractiva Jaci-Parana, en Porto Velho, estado de Rondonia. Tomada el 16 de agosto de 2020. Crédito: Christian Braga / Greenpeace.
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons -licencia CC BY 4.0).