- Viajes a la Amazonía para revelar los impactos de la minería ilegal de oro e investigaciones a empresas que se aprovechan de la impunidad para lucrar con la naturaleza son algunos de los reportajes de los colaboradores y reporteros de Mongabay Latam en 2024.
- Otras expediciones los llevaron a conocer qué hay detrás de los desplazamientos climáticos, a caminar en medio de densas humaredas provocadas por los incendios que azotaron Sudamérica y a contar historias de defensoras amenazadas.
- Cómo se investigaron y cubrieron algunas de las historias ambientales más complejas del año en México, Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Bolivia.
- Las consecuencias de estas historias, contadas por su autores.
Surcar la Amazonía en medio de un paro armado, revelar casos de empresas que aprovechan la falta de fiscalización para explotar recursos, visitar localidades afectadas por pozos petroleros mal abandonados y caminar tras las huellas de los jaguares son algunas de las experiencias de reporteros y colaboradores de Mongabay Latam en 2024.
Periodistas de México, Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Bolivia cuentan los retos que enfrentaron para llegar a territorios tomados por grupos criminales, hallar en medio de cientos de documentos casos de corrupción y violación a los derechos de la naturaleza y de las comunidades indígenas y locales, y revelar que si bien la crisis climática tiene sus consecuencias, estas no están aisladas de la falta de acciones acertadas y oportunas de las autoridades.
Estas son sus historias:
1. El martirtio de los pasivos ambientales en Negritos: un reportaje de Enrique Vera
El artículo es parte de un proyecto que tomó en cuenta distintas zonas afectadas por pasivos ambientales en Perú. Fui a Negritos, una localidad en el norte, en Piura, que alberga el pasivo ambiental más antiguo del país y actualmente registra los índices de mayor gravedad.
Llegamos a Villa Hermosa, un asentamiento que se ha ido formando desde mediados de los años 90, pero donde hace muchos años se habían extraído hidrocarburos. El tema es que allí, la gente tiene que vivir en cámaras de gas. Lo que sucede es que los pozos petroleros no fueron sellados, entonces el gas está empezando a salir del subsuelo. La fuerza de los hidrocarburos rompe los pisos, hay grietas en las casas, aberturas en las paredes, casas descentradas. Esta es una bomba de tiempo, si la situación continúa así a mediano plazo.
A eso se suma que la temperatura promedio es de 30 grados centígrados y en las épocas calientes puede elevarse a 35. Los techos de las casas son de eternit —fibrocemento— y cuando caen los rayos de sol se genera dentro de las casas un ardor terrible. El reportero gráfico, Sebastián Castañeda, y yo nos adentramos en varias casas por media hora para saber cómo era vivir en ellas. No pudimos aguantar ni 20 minutos porque la sensación es muy fuerte, es tortuosa. Tratamos de trasladar eso a la historia.
La contaminación también afecta al Salar de Negritos, que está cerca del mar. Además, las enormes plataformas petroleras que las empresas dejaron mar adentro generan expulsión de petróleo.
Hemos tenido mucha accesibilidad, receptividad y acompañamiento de la gente que quería denunciar, de gente muy interesada en lo medioambiental, que ve que el Salar de Negritos era un paraje natural bellísimo y ahora está lleno de cráteres de petróleo. Luego tuvimos que contrastar con las autoridades responsables y hubo rechazo, en el sentido de que no contestaron las preguntas. La situación sigue igual, en el corto plazo no se va a arreglar y calculo que a mediano plazo, tampoco.
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2. Una travesía en medio de un paro armado: la cobertura de Óscar Parra
Quisimos poner sobre la mesa las afectaciones de la minería de oro en los entornos de los parques nacionales naturales de Chiribiquete y otros que quedan hacia los Andes: Alto Fragua Indi Wasi y Serranía de los Churumbelos.
Fue una situación compleja porque había un paro armado de las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Nos tocó hacer un proceso grande para armar un protocolo de seguridad. El paro fue sobre el río Caquetá, desde Solano hacia el sur. Varias personas se habían quejado de la violencia producida por los combates, del asesinato de líderes y del confinamiento. Nosotros íbamos a llegar por río a Solano, entonces tratamos de hacer un viaje exprés.
Llegamos a Florencia, la capital del departamento Caquetá, a medianoche. Fuimos por tierra a un primer lugar donde evidenciamos la minería ilegal, el uso de mercurio y la deforestación. Desde Curillo, uno de los principales puertos del río Caquetá, bajamos por lancha hasta Solano. Documentamos el uso de dragas de oro y de mercurio. Salimos al otro día por cuestiones de seguridad. Es bastante evidente la presencia del Frente Carolina Ramírez, una disidencia de las FARC. Ellos controlan los ríos con hombres armados. Ayudó que fuéramos con un habitante del lugar como fixer —colaborador—, regresamos sin problema.
En la parte del Alto Fragua Indi Wasi vimos que se dirige agua de riachuelos a piscinas llenas de detergentes para la minería artesanal. Esto está relacionado con la deforestación, que luego constatamos gracias a imágenes satelitales y encargados del control ambiental en Colombia. Río abajo, hablamos con gente que había trabajado en parques nacionales y organizaciones sociales e indígenas que señalaban que hay afectaciones a la salud por culpa del mercurio.
Nosotros fuimos en febrero. En esa época ya había temor por la inminente llegada de los Comandos de la Frontera, al que no llamaría disidencia, están conformados por ex integrantes de las FARC, paramilitares y narcotraficantes. Hubo una tensión muy fuerte con el Frente Carolina Ramírez. En mayo hubo una masacre en la que asesinaron a al menos 11 jóvenes reclutados. Lamentablemente, a partir de junio, se volvió más complejo hacer lo que hicimos.
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3. Hallazgos con impacto en la Justicia: la investigación de Nicolás Sepúlveda
La realización de este artículo arrancó porque se juntaron dos cosas. Por un lado, accedí a correos electrónicos de ejecutivos de Quiborax y, por otro, Mongabay Latam estaba siguiendo el daño al Salar de Surire. Desde Chile, trabajé junto a Michelle Carrere, editora de Mongabay Latam. Los correos mostraban cómo los ejecutivos de Quiborax se ponían de acuerdo para burlar las restricciones ambientales para explotar ulexita, mineral con el cual se produce ácido bórico. Los correos estaban en lenguajes muy técnicos, nos costó entender dónde se violaba la normativa ambiental. Finalmente lo logramos.
Revisamos la historia de los permisos ambientales. Fue bastante complejo reconstruirla. Los primeros se otorgaron durante la dictadura de Augusto Pinochet, por lo que hubo que buscar en bases de datos. Además, fue dificultoso obtener la documentación de la fiscalización ambiental. En los últimos 30 o 40 años ha existido una fiscalización bastante laxa por parte de la autoridad chilena. Hicimos una línea de tiempo para entenderla. También visitamos la zona. Allí vimos de forma directa la afectación a las comunidades aymaras.
Tras la publicación del reportaje, los ejecutivos de la minera tuvieron una actitud un poco amenazante. Además estamos mencionados en una denuncia por divulgación de información que consideran confidencial. No sé si el caso ha avanzado.
Las consecuencias que tuvo el reportaje fueron bien importantes porque en Chile, en general, no hay demasiada investigación periodística relacionada con temas ambientales. Luego de la publicación, el Consejo Nacional del Estado presentó una querella en contra de Quiborax por el daño al Salar de Surire. Se paralizó la faena de la minera durante varios meses. Fue un tremendo aporte de la investigación periodística en términos de visibilizar el problema y dejar en claro que había una negligencia en cuanto a fiscalización de lo que ocurría en el salar.
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4. Las complejidades de la crisis climática y de la erosión costera: un artículo de Thelma Gómez Durán
En 2023, en México, se realizó la caravana El Sur Resiste, que recorrió comunidades que están sufriendo los efectos del cambio climático y que están en contra de megaproyectos llevados a cabo por la administración de Andrés Manuel López Obrador. Uno de los puntos que visitó la caravana fue la comunidad El Bosque, que sufre los efectos de la erosión costera. Fue una visita fugaz, de unas cuántas horas. Conocí a varios de sus habitantes, entre esos, a dos de las personas que protagonizan el artículo. Mantuve la comunicación con ellas y empecé a leer papers y a entrevistar a investigadores, científicos y a gente de las organizaciones que trabajan sobre la crisis climática y la erosión costera.
Se hablaba de El Bosque como esta comunidad que está sufriendo los impactos del cambio climático y sí, pero no es sólo eso. Desde mi punto de vista, para los gobiernos es fácil sostener esa narrativa. Pero creo que es obligación del periodismo mostrar todas las problemáticas que afectan a las comunidades costeras. En el caso de El Bosque se conjunta la elevación del nivel del mar y el cambio climático, pero también las acciones humanas que contribuyen al fenómeno de la erosión costera, como las intervenciones inadecuadas en los ríos, las obras que se realizan en las costas, la destrucción de las dunas y de los manglares.
En esta historia, uno de los retos fue mostrar la complejidad que traen los fenómenos climáticos y ambientales. Para determinar que existe erosión costera, debe haber un análisis de muchos años. Y aunque los científicos en México han estado hablando de erosión costera desde hace mucho tiempo, así como ha habido un menosprecio hacia las costas, ha habido un menosprecio a la investigación científica.
También fue importante mostrar las consecuencias en las comunidades. En el caso de El Bosque, se trata de pescadores viviendo en la ciudad. Cada vez vamos a ver más comunidades que van a tener que cambiar completamente su modo de vida, sus espacios, sus formas de relacionarse, de estar con sus familias y comunidades, de trabajar y de vivir. Ahora, por estas situaciones y por un desdén de los gobiernos de todos los niveles, que no atienden los problemas a tiempo y de manera digna, las comunidades tienen que cambiar radicalmente su forma de vida.
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5. Tras las huellas del jaguar en Bolivia: la búsqueda de Iván Paredes Tamayo
Hemos viajado a una de las zonas de menos penetración y mayor cuidado en la Amazonía boliviana, donde el jaguar se está refugiando, según dicen los expertos. Se trata de Ixiamas, un pueblo al norte del departamento de la Paz. Muy cerca está una de las áreas protegidas más grandes de Bolivia, el Parque Nacional Madidi, y el Área Municipal de Conservación y Manejo del Bajo Madidi.
Allí hemos conocido que en agosto de 2023 han matado a un jaguar y han encontrado su cuerpo sin cabeza en una carretera. Ese hecho enciende nuevamente las alarmas del tráfico ilegal. Antes, ese negocio negro era abierto: en las vías públicas, en las redes sociales y en las radios locales se promovía la compra de colmillos de jaguar para el tráfico hacia China. Nos decían que la comercialización estaba dominada por mafias chinas, pero se mezclaron con mafias bolivianas que operan como intermediarios.
En esa zona, las mafias chinas están presentes, por eso representaba un riesgo llegar. Antes del viaje hicimos una evaluación de los riesgos para la investigación e hice contactos con los guardaparques. Aunque son las principales fuentes porque conocen de primera mano este tema, por seguridad no menciono sus nombres en el reportaje. Policías y autoridades fiscales también prefieren ocultar sus identidades. Pero hay otras fuentes, como las que integran el Comité Vecinal de Defensa del Jaguar, que pidieron que se publiquen sus nombres porque es su lucha.
Este trabajo y la búsqueda de huellas de jaguar se hizo en medio de una densa humareda, que afectaba a la respiración y a los ojos. Es que hemos viajado en la época de los incendios forestales de gran magnitud en Bolivia y el humo en Ixiamas era muy denso. Por la humareda, los jaguares se adentran más a la selva. No han sido buenas noticias.
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6. El seguimiento a un grupo criminal que extrae oro ilegal: el trabajo de Arturo Torres
Venía siguiendo el fenómeno de las agrupaciones criminales narcotraficantes en Ecuador desde hace algunos años. Empecé a obtener datos certeros de cómo estaba operando una de ellas, Los Lobos, y el crecimiento que tenían. El periodista Dan Collyns tenía información de lo que pasaba en el Parque Nacional Podocarpus, en la frontera con Perú. Entonces, tratamos de identificar el nivel de expansión de esta banda narcotraficante. Sabíamos que era progresivo, pero no se conocía a fondo en qué zonas de minería ilegal estaban.
Empezamos a buscar datos con la Agencia de Regulación y Control Minero y con el Ejército. Obtuvimos información de que Los Lobos no estaban sólo en Ponce Enríquez, Azuay, suroeste del país, sino también en otras provincias. Fue interesante identificar que iban tomando más control en zonas donde no tienen muchas disputas con otras bandas y en donde es difícil el control para el Estado. Empezaron a diversificarse, enfocándose principalmente en la minería, aunque también en extorsiones y secuestros exprés.
Fue interesante ensamblar el problema de la criminalidad con lo ambiental y con las acciones de las comunidades y los defensores indígenas que están padeciendo por este tema. El trabajo estuvo complementado con fuentes de inteligencia y autoridades.
Dan Collyns viajó al Podocarpus, que fue, entre comillas, más fácil que ir a Camilo Ponce, que es mucho más peligroso. Para ese viaje, se tomaron medidas de seguridad y se manejó con cautela con quién llegar y cómo hacerlo. Es grave no poder ir a otras zonas porque sabes que están en disputa de las organizaciones criminales.
Algo positivo es que encontramos a defensores indígenas del territorio que se la juegan para no caer en las garras de las organizaciones criminales. Ellos han podido encontrar respaldo y aliados en algunos militares.
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7. Un hotel construido en el cinturón de protección de un área protegida: la investigación de Mongabay Latam
Este artículo surgió porque desde hace años había muchas denuncias de los maricultores en torno a la construcción del Hotel Boutique Atenas en la zona de amortiguamiento de la Reserva Nacional de Paracas, en Perú. Eso llamó la atención del equipo de Mongabay Latam. Esta historia requería revisión de documentos, obtención de registros públicos y análisis de informes de los casos judiciales para saber en qué habían quedado las denuncias. También se necesitaba armar el mapa de quiénes eran los responsables.
El mayor reto fue recortar muy filosamente con qué parte de la historia nos íbamos a quedar, cómo íbamos a ilustrar el abuso que se daba en la frontera de la Reserva de Paracas y cómo íbamos a filtrar, con la ayuda de abogados, cada hecho. Se hizo una selección muy aguda de la información que sí podíamos exponer, legalmente hablando, sin caer en contradicciones de presunciones de inocencia. Con este tipo de historias muchas veces caemos en la línea de “no es ético, pero es legal”, pero aquí sí hubo ilegalidad.
Supimos que ciertos personajes actuaron con muchísima violencia en contra de los maricultores. También vimos que estos personajes eran protagonistas de varias otras denuncias. El dueño del hotel, Sandro Espinoza Flores, ya ha sido sentenciado en Lambayeque por apropiarse de un predio a través de engaños. Esas se convirtieron en referencias de con quién nos estábamos metiendo. Preferimos que el artículo no sea firmado. Además, tomamos otras medidas de seguridad, como omitir nombres de fuentes que así lo pidieron.
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8. Una defensora de la Amazonía refugiada en otro continente: un perfil por Laila Abu Shihab Vergara
En Mongabay Latam estaban preparando un especial sobre defensoras ambientales en distintos países de América Latina y tenían historias mapeadas. Me encargaron la historia de Alis Ramírez, en una alianza con Vorágine, el medio del cual soy cofundadora.
Alis vive en Nueva Zelanda. Hay 17 horas de diferencia con Colombia. Por eso, fue difícil coordinar las conexiones y acordar horarios. Tuve unas tres o cuatro charlas por videollamada con ella. Era importante verla, así fuera a través de la pantalla. En una de las llamadas le pedí que me mostrara su casa para conocer, con las limitaciones de la pantalla, cómo era su hogar.
También hablé con Mercedes Mejía Leudo, una profesora universitaria, investigadora de la Amazonía y experta en las problemáticas del departamento de Alis, Caquetá. Luego consulté varios documentos oficiales y académicos para tener un buen contexto sobre la minería, los cultivos de hojas de coca y las actividades extractivas en esa región.
Para Mongabay era importante tener un registro fotográfico de ella y de la tierra que tuvo que abandonar. Pero ocurrió que las pocas fotos que ella tenía eran de hace mucho tiempo y en una calidad muy mala. Eso hizo que ella se diera cuenta de que no tiene registro de su época allá, de su finca, de sus cultivos. Eso la entristeció mucho.
Alis está allá con su familia, algunos de sus hijos y nietos. Cuando hablamos estaba empezando a aprender inglés, está tratando de integrarse. Tiempo después me envió un par de mensajes para decirme que gracias a la publicación hubo personas que le escribieron. Sintió que le ayudó a visibilizar sus luchas.
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Imagen principal: Toma aérea que muestra el avance del mar sobre la comunidad de El Bosque, en Tabasco. Foto: Isabel Mateos