- La bióloga marina Johanna Calle tiene, desde los inicios de su carrera, una conexión especial con los arrecifes de coral, por lo que ha dedicado sus esfuerzos en protegerlos y restaurarlos.
- Trabaja especialmente en la zona sureste de México y el Caribe.
- La experta creó junto a colegas y allegados un proyecto de difusión: los festivales de corales.
- Con artistas, música y cine, estos festivales buscan sumar voluntarios a la conservación de los corales y divulgar información científica sobre estos seres vivos.
El océano está lleno de vida. Entre las más de 250 000 especies de animales marinos que lo habitan, destaca una que cautivó a la bióloga marina Johanna Calle hace 18 años. “Usualmente creen que son rocas o que son plantas, pero la realidad es que son seres vivos, animales”, explica la experta al describir los corales que han marcado su vida.
Calle, quien se ha dedicado a comprender los diferentes procesos de la vida de los corales, los ha estudiado en diversos países. En México, a donde llegó para estudiar su maestría en la Universidad Veracruzana; en el Caribe dominicano, donde realizó monitoreos para su doctorado; y en Colombia, donde formó parte del Instituto de Investigación Marina y Costera y del Sistema Nacional de Monitoreo de Arrecifes Coralinos en 2008.
Desde que empezó, dedicó muchas horas de buceo para observar el estado de las colonias de corales. Impulsada por los múltiples impactos a la salud de estas especies, entre ellos, los causados por la crisis climática, se concentró en investigar cómo restaurarlos.
Junto con otros colegas, logró que la restauración se entendiera como ciencia, en una época en que no se tomaba con seriedad. “Fuimos pioneros en esa rigurosidad, en una aplicación más metodológica”. A eso dedica ahora su tiempo, a entender las amenazas que sufren los corales y tratar de recuperarlos.
Pero además del trabajo científico, Calle se dedicó a buscar a más personas y organizaciones que quieran unirse en una cruzada por proteger las colonias de corales. Ahora colabora con Wave Of Change Science, una institución que crea estrategias de transformación para unir los sectores privados, públicos y científicos hacia una economía oceánica sostenible. “Es bonito el trabajo de esta forma porque me ha permitido realizar intercambio de experiencias con otros profesionales y gente local. He tenido la gran oportunidad de capacitar a voluntarios locales”, cuenta.
La bióloga enamorada de los corales caribeños quiso ir un paso más allá. Desde principios de 2024, está trabajando en un proyecto de difusión e inclusión que busca integrar a la sociedad en la restauración y protección de los arrecifes de corales a través de un innovador mecanismo: la celebración. En entrevista para Mongabay Latam, la bióloga cuenta los inicios del “Mussa Coral Fest”, una serie de eventos en el Caribe mexicano para concientizar a las comunidades sobre los corales a través del arte y la fiesta.

—¿Cuáles considera que han sido los principales hitos en su carrera para conservar los arrecifes de corales?
—El trabajar la restauración de los corales. Ha sido muy interesante porque ahora se lleva a cabo con una rigurosidad científica importante, realizamos protocolos para tener bases sólidas científicas, no solo lo que se conoce como “cortar y pegar”, que es simplemente reingresar a los animales a sus hábitats naturales, sino que monitoreamos su crecimiento, tratamos de entender qué les ayuda a sobrevivir, analizamos las amenazas, etcétera. Todo ello ha sido muy gratificante porque son proyectos que continúan trabajando en ello, y es que, la verdad, cuando trabajas con animales quisieras ver todo el proceso muy rápido, pero, al contrario, la restauración es lenta, toma mucho tiempo lograrse.
—Usted cuenta que cuando comenzaron los trabajos de restauración no eran vistos como ciencia. ¿Cómo se fue construyendo ese camino de la restauración marina hacia una ciencia?
—Lo que pasa es que la restauración ecológica marina como ciencia no se había necesitado porque en los arrecifes de coral, los pastos marinos, los fondos arenosos, por ejemplo, hasta hace tres décadas atrás no tenían problemas de conservación ni de abundancias, de bajas ni de diversidad baja.
Por ello, lo que sucede con este tipo de restauración es que está inspirada desde la restauración ecológica terrestre. Y ha costado trabajo porque este tipo de restauración es de bosques, de selva, y mucho tiene que ver con plantas. Pero en el caso de los arrecifes hablamos de animales. Así que hicimos muchas adecuaciones y recomendaciones de los ecólogos terrestres, por ejemplo, cuándo se restaura una hectárea de selva tropical, cuántos pinos por metro cuadrado. Y desde la biología marina fue aprender más y ahondar en estos conocimientos de la ecología y la biología de cada una de estas especies de coral, y claro, seguimos en ese estudio.
Entonces, no se consideraba una ciencia porque no era necesaria una restauración en el mar, ahora sí que la tenemos y ya la transición ha sido que empezamos a hacer doctorados de ciencias marinas con enfoque en restauración ecológica. Desde 2015, con mi trabajo de doctorado, fuimos pioneros en esto, al menos en la región del Gran Caribe.
—¿Podría contarnos más sobre las funciones de los corales y por qué es importante preservarlos?
—Estos seres siempre son confundidos con algo más. Usualmente, creen que son rocas o que son plantas, pero la realidad es que son seres vivos, animales. Yo los veo de esta forma: imaginemos que son los ingenieros o arquitectos de los arrecifes coralinos. Entonces, ¿qué pasa si desaparecen? Lo hacen también los arrecifes.
También son considerados como una línea de defensa ante embates como fenómenos naturales, y al ser esa línea de defensa, ofrecen también un refugio y protección a muchísimas especies marinas que, en algún momento de su ciclo vital o o todo su ciclo vital, pasan por el arrecife, se alimentan y se albergan en él. Lo complicado de esto es que son especies que tienen un crecimiento muy lento. Por ejemplo, hay especies de coral que llegan a crecer 0.5 centímetros al año, así que imagina lo mucho que les cuesta crecer y convertirse en ese apoyo para el equilibrio de su ecosistema.
—De acuerdo con lo que ha estudiado durante más de 18 años, ahora que se habla del peligro del blanqueamiento de los corales, ¿cuáles son las principales amenazas que impactan en estos animales?
—Hay amenazas claras: la crisis climática que genera cambios de temperatura en su ecosistema, enfermedades emergentes por eventos significativos relacionados con la misma crisis y por supuesto, un vacío en el manejo adecuado de estos ecosistemas en América Latina.
En cuanto a la crisis climática, se relaciona de muchas maneras. Comienza con el aumento de la temperatura del mar, que a su vez, provoca una acidificación de los océanos. Esto induce a que existan menos minerales necesarios para la formación del esqueleto del coral y se vuelven más vulnerables al paso de fenómenos naturales. Esto también está relacionado con lo que se conoce como blanqueamiento de los corales, que significa que van perdiendo defensas y se vuelven muy vulnerables a patógenos o cambios de temperatura en el mar. Es algo que ya me ha tocado ver de primera instancia y rompe el corazón, es muy duro de presenciar. De hecho, 2023 fue uno de los peores años en ese sentido.
También, en cuanto al aumento de temperatura, está el incremento del nivel medio del mar y el alza de eventos climáticos cada vez más intensos, como los huracanes, las tormentas tropicales, etcétera. Ya dijimos que estos animales son una línea de defensa; pues bueno, ayudan a que otras especies resistan estos embates, pero sí está ocurriendo que sean más débiles. No soportan e incluso desaparecen.
Por otro lado, existen especies invasoras y enfermedades complejas que los atacan. Esto convierte también al trabajo de conservación y restauración en una labor físicamente ardua porque hay que hacer control manual de estas plagas o invasiones. Y honestamente, todo este trabajo a mano, arduo, ayuda a que una se vuelva también resiliente con ellos.
Como se puede ver, los arrecifes son ecosistemas muy fuertes, que aportan muchísimo, pero que a su vez, por su componente principal, los corales, los convierte también en espacios muy frágiles, muy sensibles a cambios bruscos.
—Lograron llegar a que la restauración sea considerada ciencia, pero ahora se sale un poco del camino y se devuelve a las comunidades locales. ¿Cómo es ese trabajo actual?
—Se trata más bien de integrar a la comunidad. De hacer ciencia ciudadana. Obviamente se entrena a la ciudadanía, a las comunidades, para obtener datos de diferentes tipos de proyectos, no solamente de restauración de arrecifes de coral.
Para ese tema, por ejemplo, nosotros lo que hacemos es entrenar gente de las comunidades locales que trabajan en estos espacios, personas que se la pasan 24/7 metidos en el agua, y entonces ellos nos pueden ayudar a detectar cambios que a lo mejor los que vamos cada mes, cada semana, cada dos meses o incluso dos veces por año a los mismos arrecifes quizás no detectamos con la misma rapidez que ellos. Entonces, básicamente los entrenamos en identificación de especies, incluso algunas personas con conocimiento más avanzado pueden aplicar protocolos de medición de indicadores o atributos ecológicos con los que se puedan sacar índices de salud arrecifal.
También, desde programas con fundaciones con ONGs, en donde capacitan a las comunidades locales y luego ellos mismos son quienes ayudan con el mantenimiento, el seguimiento o la limpieza de, por ejemplo, viveros de coral.
Entonces, más que un devolver es integrar a la comunidad, que al final se beneficia directamente de los los servicios ecosistémicos que brindan los arrecifes de coral.
—¿Por qué cree que es necesario que otros sectores, además de los científicos, aporten en este proceso? ¿Qué es lo más complejo de llegar a los sectores privados y a los sectores locales?
—Además de los de la ciencia, que definitivamente tiene que ser la base, lo más difícil para integrar al sector privado es que las empresas puedan ver ese retorno de inversión tangible porque muchas veces, debido a los mismos procesos biológicos de estos animales, esto va a tomar demasiado tiempo, incluso décadas. Y es complejo que entiendan la importancia de los servicios ecosistémicos que estos ecosistemas prestan, que no solo va desde la provisión de alimentación, sino también la protección costera, la reducción de los riesgos, etcétera.
Por otro lado, en cuanto a sectores locales, es lograr un cambio en la mentalidad, donde entiendan que definitivamente para que la restauración de arrecifes de coral llegue a ser escalable tiene que haber un enfoque y proyectos que vayan de la mano con los diferentes sectores, no solamente privado, académico, local, social, sino también con gobiernos, ONGs, fundaciones y pues por supuesto la misma gente local que vive en estas comunidades, que al final, pues de lo que de sus ingresos económicos dependen directa o indirectamente de alguna manera es de estos servicios ecosistémicos que prestan los arrecifes de coral.
Y finalmente, es mostrar que, para lograr hacer una restauración ecológica que realmente tenga un gran impacto, se necesita un enfoque multidisciplinario, multiacadémico, en el que intervengan cada uno de los actores en coordinación y dando pasos hacia el mismo lado para que se dé lo que queremos todos, que es tener arrecifes coralinos saludables de vuelta en el planeta.
—Y ahora su último emprendimiento. Junto con Lucas Tomasello, usted fundó el proyecto Mussa Coral Fest para difundir la conservación de los corales. ¿Cómo surgió la idea?
—Ya llevo bastante tiempo trabajando con los ecosistemas de los corales. Entonces, conocí a Lucas Tomasello, que es un productor de eventos argentino. La idea de Mussa fue de él, de repente me preguntó: “¿Y si hacemos fiestas alusivas a los corales y difundimos el trabajo de conservación a través de ellas?”, él llevaría la parte de producción y yo la científica y acepté.
Y nos ocurrió algo curioso y es que cuando empezamos a buscar nombres para el proyecto, nos dimos cuenta que Lucas siempre nombraba sus eventos de especies marinas, incluso su productora se llama Hydra. Y Mussa surgió desde la idea de que la musa en la mitología griega es la diosa de las artes y, al final, este proyecto busca mezclar arte y ciencia para concientizar a la gente.
—¿Cómo funciona la propuesta de Mussa Coral Fest para la preservación de corales?
—Hasta ahora, han sido ocho eventos o fiestas. En cada una, está la parte artística, ya sea con músicos, con artistas plásticos, como Karla Divech o artistas audiovisuales, como ocurrió con el último evento donde presentamos un cortometraje hecho por voluntarios que habían estado presentes en fiestas anteriores. Nosotros lanzamos la convocatoria en redes sociales, tratamos de hacer ruido. Hay personas fuera de la organización, como estudiantes, por ejemplo, Valeria Casales, de Ciencias Ambientales, que es muy buena para las redes sociales. Ya con ello, la gente asiste. Pero no se queda ahí.
Tratamos de acompañar cada fiesta con un workshop o una clase en línea para que la gente aprenda sobre los corales y se sume a nuestras actividades de conservación. Por ejemplo, en uno de los últimos eventos que hicimos, invitamos a siete voluntarios que asistieron a fiestas previas y se sumaron a trabajar en la playa con nosotros desde la parte de restauración.
También, hemos estado acompañados desde una asociación civil que crearon mis compañeros de doctorado y asesor, llamada Meso Reef Dao, y me encanta contar con su apoyo porque le dan gran aporte a la parte científica y hemos hecho ya workshops con ellos, como el que ocurrió con Rodrigo Núñez, que también fue estudiante mío de maestría. Y con él hablamos sobre ciencia descentralizada y cómo obtener recursos, especialmente para proyectos de restauración de corales, con monedas crypto, que es una “cosa fuera de este mundo”.
Entonces, estos eventos me dejan esperanzada cuando veo que las personas se van hablando de corales y con más comprensión de sus ecosistemas.

—Ya con cuatro eventos hechos durante el primer semestre de 2024, ¿cuál considera que es el impacto actual del proyecto?
—Esto, honestamente, ha sido difícil de medir de manera exacta, pero el hecho de que las personas que han asistido se acerquen a preguntarme sobre los corales, que haya curiosidad y que alguno de ellos quieran o busquen colaborar con nosotros desde sus habilidades, me hace pensar que vamos por un buen camino.
Por otro lado, también hemos iniciado el trabajo con proveedores, que a su vez son locales, para cambiar algunas cuestiones también de los eventos, como el cero uso del plástico.
— ¿Cómo ve en un futuro el Mussa Coral Fest?
Quiero que Mussa llegue, gracias también al trabajo de Lucas, a ser un espacio de eventos masivos, quizá con fines de lucro para que también se convierta en nuestra fuente de trabajo, ya que por ahora todo ha sido labor voluntaria y en tiempos libres. También me imagino que, aunque hemos iniciado en Playa del Carmen, después nos expandamos a toda la república mexicana e incluso otros países y el planeta entero, pensando que hay zonas enormes de corales en otras regiones.
También, queremos que no sólo estos eventos sean sólo fiestas, sino también de todo tipo de arte que se conecte con la ciencia. Por supuesto, todavía nos falta unir muchísimas piezas del rompecabezas porque apenas estamos empezando, pero queremos llegar a ello.
Imagen destacada: El Mussa Coral Fest busca que la comunidad se integre a las actividades de conservación de los arrecifes de coral, como el caso de este grupo de voluntarios que sonríen junto a la bióloga marina Johanna Calle en una actividad en Cozumel. Foto: cortesía de Johanna Calle Triviño.
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