Esta serie fotográfica muestra las afectaciones causadas por más de 1800 pasivos ambientales de la explotación de petróleo en Negritos.
Ni las empresas ni el Estado han remediado los efectos de la extracción que puso en riesgo a comunidades y ecosistemas clave.
Viviendas, escuelas y hasta un salar son los escenarios de donde surgen estos pasivos ambientales para alterar por completo la vida de las personas y la biodiversidad.
En Negritos, capital de La Brea, al norte de Perú, es habitual encontrarse con enormes hoyos llenos de crudo en la mitad de la calle, en los colegios o en las aceras. Allí, cerca de 13 000 personas viven rodeadas de pozos de petróleo que fueron mal abandonados y que ahora impactan su vida y los ecosistemas aledaños.
*Un reportaje fotográfico de Sebastián Castañeda Vita para Mongabay Latam
Desde el siglo XIX iniciaron las explotaciones petroleras en esta zona de Perú. Los impactos permanecen hasta la actualidad. Foto: Sebastián Castañeda
La historia se remonta a más de 150 años atrás. En 1873, Henri Meiggs, empresario norteamericano que había montado una red de ferrocarriles en Perú, perforó el primer pozo petrolero en Negritos. Desde entonces, no han dejado de habilitarse nuevos espacios de operaciones extractivas públicas o privadas.
Ninguna de las compañías que realizó perforaciones y administró los pozos en Negritos ejecutó remediación ambiental al irse. Según la base de datos construida por Mongabay Latam, que reúne los pasivos ambientales actualizados a diciembre de 2023 por el Ministerio de Energía y Minas (Minem), en el distrito de La Brea se concentran 1835 pasivos, más de la mitad de los 3264 que existen a nivel nacional.
Ninguna de las compañías que realizó perforaciones y administró los pozos petroleros en Negritos ejecutó remediación ambiental al irse. Foto: Sebastián CastañedaAlrededor del salar de Negritos, un paraje turístico, se evidencian cráteres llenos de petróleo. Foto: Sebastián Castañeda
El alcalde de La Brea, Ronald Revolledo, aseguró a Mongabay Latam que en medio de la expansión urbana en Negritos, a finales de la década de 1980, muchos inmuebles fueron edificados sobre pozos mal abandonados, que para entonces no evidenciaban riesgo. Actualmente, 40 de los pasivos ambientales registran un nivel alto de riesgo a la salud, 88 tienen un nivel alto de riesgo físico —asociado a la infraestructura petrolera abandonada— y 28, un nivel alto de riesgo a la calidad ambiental.
El terreno de un colegio en Negritos registra filtraciones de crudo desde hace 20 años. Foto: Sebastián Castañeda
Por eso, las viviendas de los habitantes que fueron construidas encima o cerca de pozos petroleros sellados de forma inadecuada se encuentran ampliamente afectadas. El suelo se ha quebrado y en las paredes se evidencian fisuras profundas. Como explicó el dirigente vecinal Juan Rodríguez en esta investigación, las instituciones del Estado han identificado que “la presión que genera el gas ocasiona que los pisos se partan”.
Pobladores de Negritos se ven afectados por los pasivos ambientales. El piso levantado y paredes agrietadas son el reflejo del daño. Foto: Sebastián CastañedaIsabel Curay y su familia han visto cómo los pasivos ambientales destruyen partes de su hogar e impiden su uso. Foto: Sebastián Castañeda
No ha sido lo único. Decenas de estudiantes también se han visto afectados por los afloramientos de petróleo en sus aulas de clase. Hay huecos con trazas de crudo que abarcan casi la mitad del salón y les ha obligado a reubicarse.
Aunque el Ministerio de Energía y Minas (Minem) dio inicio a unas obras y excavaciones para indagar la procedencia del crudo, desde octubre de 2023 se frenaron los avances. En 2019, 2022 y 2023, esta entidad emitió resoluciones directorales donde apuntó que no había hallado responsables de los pasivos ambientales vinculados con los colegios.
Para el antropólogo Mario Zúñiga, especialista en temas de hidrocarburos y poblaciones originarias, los habitantes de Negritos están en peligro. “El Estado no ha establecido una política de prevención, no ha atendido los lugares impactados, no ha preparado presupuesto para ello. Y, en medio de este grave contexto, habrá nuevas operaciones”, dijo a Mongabay Latam.
Las viviendas, escuelas y habitantes no han sido los únicos afectados. Desde el aire, el salar de Negritos -un foco de afloramientos constantes de crudo- luce como un territorio apocalíptico. Una serie de cráteres cargados de petróleo, segmentos de tierra negra y un humedal con extensas manchas de crudo hacen parte del paisaje.
Vista aérea de los afloramientos petroleros en el salar de Negritos. Foto: Sebastián Castañeda
Como explicó Sebastián Castañeda, autor de las fotografías de este reportaje, volar el dron sobre el salar le permitió ver “la desgracia”. “Esas piscinas de petróleo generan indignación. Ya había visto noticias y escuchado sobre las afectaciones en los colegios y viviendas, pero no me imaginé la magnitud de los pasivos y lo que sucede en el salar”.
Cráteres llenos de petróleo contaminan el Salar de Negritos. Son desfogues del crudo que brota de los pozos mal abandonados. Foto: Sebastián CastañedaAunque hay una ley que regula los pasivos ambientales, expertos señalan que el Estado no está preparado para afrontarlos ni lo ha incluido en la agenda. Ya hay un retraso evidente en las acciones. Foto: Sebastián Castañeda
Los salares son hábitats característicos de las parihuanas o flamencos. El biólogo Enver Ortiz, miembro del Grupo de Conservación de Flamencos Altoandinos, precisa que la especie dispersa en el Salar de Negritos es el flamenco chileno (Phoenicopterus chilensis), cuyo principal alimento, la Artemia salina, abunda justamente donde existen grandes concentraciones de sal. “Si hay presencia de hidrocarburos, esto va a afectar la cadena alimenticia del flamenco, desde los microorganismos que consume, y a él mismo”, explicó.
Aunque los flamencos tienen un alto nivel de tolerancia, si su alimento es afectado a causa de los hidrocarburos, se verían amenazados y podrían irse. Foto: Sebastián Castañeda
El panorama en esta zona, insiste el fotógrafo Castañeda, es paradójico. “Por un lado está la nueva refinería de Talará, donde se han invertido miles de millones de dólares, y por el otro, tienes a Negritos abandonado”.
A 30 minutos en auto desde Negritos está el distrito de Lobitos, un balneario enclavado en el lote petrolero VI. En las explanadas que distancian algunos conjuntos de predios, resaltan los cabezales de pozos mal abandonados y hay maquinarias de perforación en plena actividad.
Explotación petrolera en Lobitos. Más de 300 familias viven en esta zona sobre 330 pasivos ambientales. Foto: Sebastián Castañeda
Mar adentro, la situación también es compleja. En el mar de Lobitos operan, aproximadamente, 20 plataformas desde donde se extrae petróleo del fondo marino y existe un sistema de tuberías hasta llegar a los tanques de almacenamiento. En el mar de Negritos hay 16 plataformas y en Cabo Blanco, balneario localizado en el distrito de El Alto, al norte de Lobitos, son unas 27.
El mal estado de tuberías y plataformas en los tres sectores propicia que semanalmente los pescadores naveguen sobre derrames de crudo. Jorge Periche afirma que la constante contaminación marina ha originado que ya no haya pesca de especies como el jurel y la corvina en Lobitos.
Entre 1997 y 2022, el mar de la costa norte del Perú registró 404 derrames en los que se vertió lo equivalente a 87 370.82 barriles de petróleo.
Pobladores de Negritos muestran sus viviendas afectadas y agrietadas por pasivos ambientales. Foto: Sebastián CastañedaAfectaciones causadas por los pasivos ambientales a la casa de Milagros Ipanaqué, en Negritos. Foto: Sebastián Castañeda
Mientras los habitantes de Negritos y Lobitos conviven entre el fuerte olor a gas y la falta de soluciones, las nuevas empresas administradoras han declarado que sus objetivos son mantener e incrementar los actuales promedios de producción de crudo en la zona. También se han vuelto a adjudicar lotes petroleros que envuelven pasivos ambientales de alto riesgo, con más de 100 años de antigüedad (como ocurre en Negritos) y sin visos de remediación.
Imagen principal: Dos pozos petroleros de 1980, ubicados a las afueras del colegio José Pardo y Barreda, fueron mal abandonados y han provocado afloramientos de hidrocarburos en las instalaciones de la institución. Foto: Sebastián Castañeda