- Un grupo de investigadores estudió que el aumento del nivel del mar y el cambio en la recarga del acuífero en Yucatán incrementarán la salinidad del agua subterránea, la única fuente de abastecimiento en la península.
- De acuerdo con sus cálculos, en 2100 la gente en la costa no encontrará agua dulce hasta alejarse unos 18 kilómetros del punto donde rompen las olas.
- En un escenario extremo, la intrusión salina al acuífero impedirá la reproducción de especies como los flamencos.
- Este problema se desarrolla en medio de una crisis social generada por el incremento del turismo y los desarrollos inmobiliarios que han desplazado a poblaciones locales cada vez más lejos de la costa.
Irineo Novelo, comisario ejidal de Sisal, recuerda que era fácil encontrar agua dulce cuando era niño: bastaba con que su papá hiciera un hoyo en la arena o su abuelo escarbara un pozo a metro y medio del mar para observar el agua clara, tomarla con sus manos y saciar su sed. No recuerda con exactitud el momento en el que eso se volvió excepcional, solo sabe por un cálculo mental que pasaron 58 años. Varios de los pozos que existen en Sisal —un pueblo costero del estado de Yucatán, en el Golfo de México—, se convirtieron en letrinas desde que el agua que sale de ellos comenzó a oler y a saber a sal, un fenómeno que se conoce como “salinización”.
Aunque esto ya es una realidad en varias zonas de la costa de Yucatán, el problema se agravará, aseguran los expertos. En octubre de 2024, un grupo de investigadores concluyó en un artículo que el aumento del nivel del mar y los cambios en las lluvias incrementarán la salinidad del acuífero de agua dulce en Yucatán, causando “complejas consecuencias socioeconómicas y ambientales” en la costa noroeste, donde se ubica Sisal. Esto adquiere especial relevancia si se considera que el agua dulce subterránea es la fuente de abastecimiento más importante y prácticamente la única en la península de Yucatán.
Por ahora, la población de Sisal continúa abasteciéndose del agua dulce que sale de un pozo ubicado a seis kilómetros tierra adentro desde la línea de la playa. Sin embargo, ese suministro no está garantizado a largo plazo. Todo indica que con el tiempo también se verá comprometido.
La situación adquiere especial relevancia en un momento en que la localidad es centro de tensiones sociales, debido a que sus pobladores reclaman tierras costeras como suyas para evitar que terminen en posesión de inmobiliarias. En este proceso, las autoridades federales los acusan de talar dos hectáreas de manglar, algo que los pobladores niegan. Por estos hechos, la Fiscalía General de la República (FGR) abrió una investigación. Estos ecosistemas actúan como una barrera natural que es clave para la regulación de la salinidad costera.

Cuando el acuífero se vuelve salado
En todo acuífero costero se produce un movimiento natural del agua dulce hacia el mar. Es así que el agua dulce se mezcla progresivamente con el agua salada. En acuíferos como el de la península de Yucatán, el espesor de esa mezcla, llamada interfase salina, es delgado y oscila entre 1 y 1.5 metros de profundidad, explica el investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, César Canul-Macario.
Cuando ocurre que por algún fenómeno natural o por acción del hombre el mar comienza a ganar espacio esa interfase salina se modifica. “La intrusión salina implica en este caso que el mar le gana espacio al acuífero de agua dulce”, precisa Canul-Macario, “y las aguas que antes no estaban saladas comienzan a presentar salinidades que tal vez no son adecuadas para el consumo humano”, explica.
En 2020, César Canul-Macario observó la entrada de agua salada a los primeros kilómetros del acuífero cercano a la costa noroeste de Yucatán, donde está Sisal, y pronosticó cómo la intrusión salina avanzará para los años 2040, 2060 y 2100. De acuerdo con sus cálculos, en 2100 la gente en la costa no encontrará agua dulce hasta alejarse 18 kilómetros del punto donde rompen las olas.
El aumento del nivel del mar y los cambios en las precipitaciones, dos escenarios producidos por la crisis climática, son el origen de este problema y continuarán afectando la distribución de la salinidad en el acuífero costero y la calidad del agua, supone el estudio de Canul-Macario. De hecho, para 2040, asegura el investigador, estarán comprometidas zonas vitales del acuífero como es la fuente primaria de suministro público de agua en Sisal. Este año, indica, el agua que abastece a la población excederá las concentraciones permitidas a nivel global y local de minerales, sales y metales disueltos.
La investigación de Canul-Macario se basó en los datos del Panel Internacional de Cambio Climático (IPCC), el principal órgano científico que entrega la información necesaria a los tomadores de decisión que conforman la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
El IPCC ha proyectado un aumento del nivel del mar entre 40 y 80 centímetros para el año 2100 en la costa de la península de Yucatán. Además, prevé cambios en el régimen hidrológico, es decir, en las lluvias, lo que podría afectar el abastecimiento del acuífero. De acuerdo con Canul-Macario, en un acuífero como el de Yucatán, donde los gradientes hidráulicos (es decir, la inclinación que hay entre el agua del continente y el agua del mar) son muy planos, un aumento de hasta 80 centímetros tiene grandes implicaciones, puesto que hasta un pequeño incremento del nivel medio del mar genera cambios importantes en el acuífero.
Monitorear a largo plazo
El biólogo Erick Soto, técnico de la UNAM, está encargado de monitorear la salinidad en nueve pozos de la península de Yucatán. Al llegar a uno de los pozos de Sisal, saca un carrete y coloca en su punta un instrumento oceanográfico que permite medir la conductividad, temperatura y profundidad del agua. Deja caer el carrete al pozo y el instrumento baja rápidamente hasta tocar el agua, a 17 metros de profundidad.
Tras sacar una muestra de agua, conecta el aparato a una computadora que calcula los datos. Mientras arroja los hallazgos, el científico explica que en el acuífero el agua dulce se mantiene arriba por tener una baja densidad. El agua salada, en cambio, permanece abajo por la mayor densidad que le otorga la sal. Si el instrumento oceanográfico que utiliza Soto registra un alza en los niveles de salinidad en comparación a registros previos, quiere decir que ha aumentado la intrusión salina, es decir, que el agua salada está ganando espacio.

El trabajo que hace Soto obtiene un perfil de presión, conductividad y temperatura del agua, variables necesarias para estudiar características del océano como su salinidad, su densidad y su composición química.
Durante el monitoreo, Soto registró agua de mar a 16 metros de profundidad en dos pozos. El primero se ubica a 291 metros del mar; mientras que el segundo, está a 4.73 kilómetros.
“Para mí es crítico”, dice en referencia al pozo que se encuentra a más de cuatro kilómetros de la playa. “En menos de cinco metros (de profundidad) cambia la salinidad hasta 22 gramos por litro. El agua de mar tiene 36 gramos de salinidad. Tengo un agua salobre más alta que la del manglar”, asegura.
“En el pozo ubicado a 291 metros varía mucho más y eso también es grave”, indica. ”No es lo mismo que la salinidad empiece a 10 metros que a 12. Aquí se pueden quedar sin agua antes”.
El pozo que alimenta de agua dulce a Sisal está seis kilómetros tierra adentro en la carretera Sisal-Hunucmá. “Esa área que abastece a la población costera muestra reducciones importantes en el espesor de agua dulce, por lo que para 2100 no sería viable la extracción de agua dulce en esta zona”, explica el último estudio de Canul-Macario.
Hasta hace unos días, Irineo Novelo no sabía de las proyecciones del estudio de Canul-Macario. “Estaría bueno que nos informaran. Nosotros deberíamos saber qué se hace y qué información se tiene de Sisal”, dice. Él tiene claro que por ubicarse cerca del océano las poblaciones costeras son más vulnerables y completamente dependientes de los acuíferos para conseguir agua potable.
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En agosto de 2024, la población de Sisal, de casi 2100 personas, se quedó sin tubería que les proveyera agua a sus casas durante un mes a causa de un incendio. Esa experiencia, dice Irineo, “confirmó lo vulnerables que somos”. “Yo tenía que ver de dónde conseguir para poder tener acceso al agua. Tenía que estar pendiente de las pipas y a veces dar para los refrescos para que te llegue el agua a tu cisterna. Al no tener los famosos pozos en los patios pues tienes que buscar y amañarte para que tengas el agua aquí en la casa y bañarte, cocinar, lavar. El agua se necesita hasta para lo más básico como procesar maíz para la tortilla” añade.
El biólogo Erick Soto concuerda con Novelo respecto a la falta de difusión del tema y reconoce la importancia de que en un futuro sea la gente quien monitoree sus pozos. Eso, explica, les permitiría obtener evidencia para asegurar una mejor calidad del agua y la sobrevivencia de especies vitales en la costa.

“Hay gente que me pregunta: ‘¿Cómo está mi pozo?’, y para mí esa participación es lo que le da importancia al estudio. Un señor me dijo que el agua a la altura de un pozo a 64 metros tierra adentro en Sisal era dulce y ahorita ya no es. Son cuestiones que ellos mismos van notando a lo largo de los años, pero faltan datos para ir corroborando y hacer peticiones”, explica.
Además la salinización también impacta a los ecosistemas. Desde los organismos más pequeños como los crustáceos, moluscos o algunas bacterias hasta los más grandes como los flamencos. Recientemente, los flamencos se repartieron en otras zonas cuando normalmente llegan a Celestún. El aumento de la salinidad hacia el norte en los diferentes ecosistemas provocó que hubiera alimento antes y quedaran rezagados en varias ubicaciones, dice Soto.
El fitoplancton, uno de los alimentos preferidos de los flamencos, se deshidrata con el aumento de la salinidad. “Pasa como cuando te bañas y se te arrugan los dedos, nosotros podemos aguantarlo, pero hay organismos que no”, dice el biólogo.
“Los más afectados son los manglares o la ciénaga”, dice Soto. Las Chelemeras -un colectivo de mujeres mayas que restauran manglares en Chelem, Yucatán- le contaron a Soto que había manglares que no se daban aunque pusieran la salinidad correcta debido a la intrusión generada por el aumento del nivel del mar.
Al final se afecta el ciclo completo: “Recordemos que los espermatozoides y los óvulos son células. Hay muchos organismos que van e introducen sus huevecillos o se reproducen en manglares hacia el acuífero. El aumento de la salinidad afecta la composición perfecta para absorber y se van muriendo o simplemente no pueden desarrollarse sus organismos porque nunca hay una fecundación. Eso es un poco más extremo. Si avanza la salinidad no van a poder reproducirse”, explica.
No podemos tardar mucho tiempo
En Tulum, ubicado en el estado de Quintana Roo, también en la península de Yucatán, es común entre los turistas lavarse los dientes con el agua embotellada de los hoteles. En colonias poco turísticas como Mayapax, Los Huracanes y Villas Tulum, en cambio, los habitantes pueden pasar hasta ocho días con agua salada y amarillenta saliendo de la llave.
Para solucionar el problema, en 2023 se anunció la instalación de dos plantas desalinizadoras en Quintana Roo: una en Tulum y otra en Cozumel, con capacidad de desalinizar 50 litros de agua salobre por segundo.
Esta estrategia es una de las opciones que plantea César Canul-Macario para la costa noroeste de Yucatán en un futuro, cuando el aumento de la salinidad reduzca el espesor del agua dulce que aún queda disponible para la población.
Los costos dependen de la calidad de sal en el agua. “Ahorita todavía tienen agua dulce, pero en un escenario muy adverso tendrían agua completamente salada, que es donde ya empieza a pintar muchísimo más costoso. En promedio a nivel mundial, un metro cúbico de agua desalinizada ronda los dos o tres dólares. Más el costo de llevarla a casas”, dice el investigador.
En sus estudios, Canul-Macario también plantea otras opciones como los muros impermeables a lo largo de la costa para controlar la intrusión de agua salada, la captación de lluvia o la recarga artificial de agua dulce. Sin embargo, ha llegado a conclusiones similares: el incremento de la salinidad se traduce en un incremento en los precios del agua potable, dado los costos de operación y mantenimiento.

Aunque los escenarios que proyectó Canul-Macario en su estudio no son inmediatos, insiste en la necesidad de actuar rápido considerando que existen otras variables que también contribuyen a la salinización del acuífero. Por ejemplo, el aumento de la demanda de agua dulce debido al crecimiento acelerado de la población, del turismo y del sector inmobiliario en la región.
Para esta nota se le solicitó personalmente una entrevista a Cristina Pérez Bojórquez, alcaldesa de Hunucmá, municipio al que pertenece Sisal. Sin embargo, su asistente evadió fijar una fecha. Lo único que argumentó sobre el tema, en un recorrido de autoridades ambientales en Sisal, fue: “Es algo que han externado cooperativistas pues los lugares donde ellos llevan al turismo (son afectados)”.
Irineo Novelo teme que la realidad de su comunidad se vuelva como la de Ciudad del Carmen o Tulum, donde dependen de plantas desalinizadoras. “Espero que la ciencia tenga formas más avanzadas para que el agua de mar sea apta para consumo humano”, dice preocupado.
*Imagen principal: foto aérea de Sisal. Foto: Miguel Guillermo
* Este texto fue posible gracias al apoyo financiero y acompañamiento editorial de Mongabay y Causa Natura.