- Las comunidades indígenas de la Amazonía sufrieron por las inundaciones que azotaron sus territorios: perdieron sus áreas de cultivos y sus casas.
- Actualmente, se organizan para lograr métodos de subsistencia y tratar de vivir como antes de las lluvias.
- Además, los incendios provocaron las primeras pérdidas a partir de 2023, cuando el fuego quemó sus parcelas.
- Los líderes indígenas culpan a la minería ilegal y dicen que esta actividad aurífera dañó el cauce normal de sus ríos.
Las parcelas de la comunidad indígena Tres Hermanos, en la plena Amazonía boliviana, todavía tienen las marcas de la tragedia ambiental. El lodo y algunos charcos de agua muestran que esa tierra sufrió por las inundaciones, pero antes también había padecido por los incendios. Federico Chiponavi, un dirigente de esta zona, todavía camina en medio del barro y con pena agarra lo que quedó de sus plantaciones de café. No hay mucho, pero no baja la mirada. Afirma que buscará que sus plantaciones vuelvan a levantarse en medio del bosque dañado.
Tres Hermanos es una de las 20 comunidades indígenas que conforman la TCO Tacana I, en la Amazonía norte de Bolivia. Esta comunidad tacana fue fundada en 1991 por los hermanos Chiponavi. Actualmente, son 23 familias y viven de la agricultura. Cosechan maíz, arroz, plátano, yuca, cítricos, café y cacao. La pesca, dependiendo de la época, es también un sustento, aunque ahora sus arroyos y sus ríos están contaminados, aseguran, por los químicos que supuestamente bota una empresa azucarera.
En esta comunidad también se dedican al aprovechamiento forestal y tienen emprendimientos propios. Cuentan con una pequeña escuela, una capilla y el taller del emprendimiento, donde las mujeres tacanas hacen jabones medicinales.

El 21 de octubre de 2023, comunidades del norte paceño denunciaron el inicio de incendios forestales. Sin embargo, el Gobierno hizo caso omiso a estas alertas. Cerca de 40 000 hectáreas de tierras indígenas se vieron afectadas. Estas comunidades se encuentran cerca del Parque Nacional Madidi y de la Reserva de la Biosfera y Tierra Comunitaria de Origen (TCO) Pilón Lajas.
«En 2023, los incendios afectarán mucho a nuestra comunidad. Se quemaron varias parcelas y nuestra producción estaba muy afectada. El fuego por suerte no llegó a las casas de la comunidad, pero estábamos aislados. Luego, nos pasó algo similar, pero esta vez con el agua. Las inundaciones dañaron nuestras plantaciones. Yo puse café para poder cosechar, pero la mayoría de las plantas estaban afectadas por el agua. El plátano ya no servía, se pudrió todo. Pero ahora hay que levantarse y volver a plantar, no hay que bajar la mirada”, alienta Federico Chiponavi.
La comunidad Tres Hermanos fue una de las más golpeadas en la Amazonía boliviana por los incendios, perdiendo aproximadamente el 40 % de su territorio. Las mujeres vieron malograrse la mitad de su área de producción de jabones. Este emprendimiento, iniciado a principios de 2023, representa ahora una alternativa económica importante para la comunidad., Su pérdida ha tenido un fuerte impacto. Sin embargo, no bajan los brazos y siguen con su producción.
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Diego Chiponavi es el corregidor de esta comunidad. La autoridad indígena relata que pudo “reinventarse” tras los incendios de 2023 con ayuda de algunas instituciones, como Practical Action, que ejecutó planes para reactivar la producción y la rehabilitación de sistemas de agua. El corregidor explica que luego de los incendios se cultivaron diferentes tipos de productos, como el café y el cacao como una medida económica sostenible.
«Las aguas del río y de los arroyos llegaron a nuestros cultivos y dañaron la producción. Estábamos muy perjudicados, ya que muchos productos se pudrieron», relata Chiponavi.
Fuego y lluvias extendidas
Otro caso de resiliencia está en Capaina, también una comunidad tacana ubicada en el municipio de San Buenaventura. Este poblado primero sufrió por los incendios forestales y luego las inundaciones también afectaron su modo de vida: sus plantaciones quedaron deshechas, sus casas afectadas y los niños debieron dejar por un tiempo la escuela.
Daniela Mamio tiene 33 años y vivió en Capaina toda su vida. Ella es parte de una familia de líderes y autoridades de la comunidad, pero también es promotora comunal. “El incendio comenzó cerca de los últimos días de octubre de 2024, la comunidad estaba ayudando a otras comunidades que se estaban quemando, como Buena Vista, donde estaban perdiendo todo”, relata Daniela.

Los focos parecían multiplicarse, alentados por el viento que facilitaba la dinámica del fuego de un lugar a otro. Cuando el incendio llegó a Capaina, las fuerzas de sus brigadistas ya estaban reducidas. “El fuego era intenso y el viento era fuerte, los chacos cerca al incendio se quemaron uno tras otro”, dice Daniela.
Su papá, Wenceslao Mamio, fue corregidor de Capaina durante varias gestiones, incluso durante 2014, cuando la comunidad se enfrentó a una de las inundaciones más grandes que sufrió el pueblo tacana.
Cuando Capaina se inundó, luego de los incendios, la respuesta de sus autoridades fue la máxima: recorrieron casa por casa para salvar a sus pobladores. Este año, sucedió algo similar. Las inundaciones dañaron sus plantaciones y estaban aisladas, ya que las vías que conectan con San Buenaventura quedaron bloqueadas por el exceso de agua.
El presidente del Consejo Indígena del Pueblo Tacana, Jorge Canamari, relata que las lluvias anegaron a las comunidades indígenas de esa región amazónica por varias semanas y que recibieron poca ayuda de las autoridades.
“Fueron siete comunidades en el municipio de San Buenaventura que estaban muy afectadas por las inundaciones: Villa Alcira, San Miguel, Capaina, Buena Vista, Altamarani, Tres Hermanos, Caicira, comunidades que están en las riberas del río Beni”, remarca Canamari.
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El líder indígena lamenta que por este fenómeno murió una persona que se dirigía en una embarcación con su producción de plátano hacia la feria del municipio de Rurrenabaque. «Tuvo que ir desde su comunidad en bote, pero falleció debido a la crecida del río Beni. No había caminos libres, no había vías operables para que los comuneros pudieran sacar su producción agrícola. De alguna manera teníamos que vender para poder vivir», recuerda.
Para Canamari estas desgracias pueden evitarse. Sin embargo, pide atención del Estado para evitar la minería ilegal de aguas arriba, que es lo que afecta el cauce normal de los ríos de la Amazonía boliviana. “Duele el alma escuchando cada versión de diferentes comunarios, pagamos las consecuencias de empresas mineras legales o ilegales, somos los pueblos indígenas los que pagamos con el golpe de nuestra Madre Tierra”, lamenta el líder indígena.
Diego Chopinavi, el corregidor de la comunidad Tres Hermanos, también asegura que la minería ilegal que se desarrolla en el norte de La Paz afecta a los ríos que están en su zona. El líder indígena dijo que hay pobladores afectados por la contaminación por mercurio.
«Tenemos problemas por el agua que llega a nuestras comunidades desde el norte de La Paz, donde la minería se expandió. Acá esas aguas llegan contaminadas y afecta a nuestros hermanos», lamentó Chopinavi.
Un arca para salvar vidas
Otra historia en torno a las tragedias ambientales de esta región boliviana es la de la comunidad Puerto Yumani, de la etnia tacana y que pertenece al municipio de Rurrenabaque, en el departamento de Beni. Después de las inundaciones de 2015, esta localidad decidió fortalecerse ante los eventos adversos del clima.
Cada año sufre por las inundaciones y aunque hasta el momento no han tenido pérdidas humanas, han perdido sus sembradíos y animales. Por eso, en junio de 2023 construyeron un albergue en la altura. Esta localidad está a 274 metros sobre el nivel del mar y la infraestructura construida está a cinco metros arriba del suelo.

La organización Practical Action y la Alcaldía de Rurrenabaque dieron los recursos para los materiales y la comunidad puso la mano de obra. La construcción es conocida como el “Arca de Puerto Yumani” y su objetivo es poner a salvo a las 24 familias de la comunidad en caso de una nueva inundación, como la que los afectados a inicios de 2015. Ese desastre natural los encontró muy vulnerables y les dejaron hambre y enfermedades. En esta época de inundación, esta infraestructura salvó la vida de varias familias.
Sin embargo, actualmente sus plantaciones son las afectadas. Grover Yumani, corregidor de esta comunidad indígena, relata que ese albergue es utilizado porque las aguas llegaron a esta localidad afectando plantaciones y viviendas. Yumani incluso recuerda que las clases se suspendieron, ya que los niños no podían asistir a la escuela.
«Yo tenía 15 años cuando sufrimos la inundación de 2015. Lo recuerdo y fue muy lamentable. El agua llegó a varias viviendas y perjudicó los cultivos. Ahora las lluvias son fuertes y tememos que pase lo mismo. Pedimos ayuda para evitar desgracias«, relata Yumani.
Imagen principal: Federico Chiponavi muestra cómo quedó su parcela tras los incendios y las inundaciones en la comunidad Tres Hermanos. Foto: cortesía Practical Action