- La búsqueda de este mineral estratégico para la industria tecnológica impulsa la prospección en la Amazonia Legal, región de Brasil.
- De los 53 procesos mineros activos, 29 se encuentran a menos de 10 kilómetros de tierras indígenas, unidades de conservación y asentamientos de reforma agraria.
- La Amazonía Legal alberga a 28 millones de habitantes y al 67 % de los bosques tropicales del mundo, de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
- Esta es una nueva entrega del especial Litio en Conflicto, que integra Mongabay Latam y lidera el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP).
La fiebre del litio en Brasil se está extendiendo a la Amazonia Legal, región que alberga el mayor número de pueblos tradicionales y bosques nativos preservados del país. Las solicitudes para explorar el mineral, utilizado en la industria tecnológica, han batido récords en los últimos cuatro años y pueden causar impactos en al menos 21 áreas protegidas, entre tierras indígenas, unidades de conservación y asentamientos de la reforma agraria.
Brasil ocupa el décimo lugar en el mundo en materia de recursos de litio, calculados en 1.3 millones de toneladas, según el Servicio Geológico de los Estados Unidos. De éstos, hay 390 000 toneladas de reservas, es decir que son económicamente viables de explotar con las tecnologías actuales. Sin embargo, las cifras pueden estar subestimadas, ya que la cartografía del subsuelo brasileño aún está en proceso.
«Por el momento, hay 53 solicitudes presentadas en la región amazónica, de las cuales 48 (90%) fueron presentadas a partir de 2022, según datos compilados por Repórter Brasil de la base de datos pública de la Agencia Nacional de Minería (ANM). Los expertos consultados por esta alianza periodística alertan sobre el riesgo de que la extracción de litio avance de manera descontrolada e intensifique los conflictos socioambientales en la Amazonia.
El litio se considera estratégico para la transición energética, principalmente para su uso en baterías de vehículos eléctricos y también para el almacenamiento a gran escala de la electricidad generada por paneles solares y turbinas eólicas. Estos dos sectores, el transporte y la generación de energía eléctrica, son los que más gases de efecto invernadero emiten en el planeta.
Esto ha impulsado la búsqueda de litio en Brasil: hay 4400 procesos mineros activos registrados desde 1943, de los cuales 3900 son a partir de 2022, según la base de datos.
Una de las preocupaciones es la proximidad de los procesos mineros a áreas protegidas. De las 53 solicitudes en la Amazonia Legal, más de la mitad (29) se superponen o se encuentran a menos de 10 kilómetros de 21 áreas protegidas: cinco son tierras indígenas, ocho son unidades de conservación y ocho son asentamientos de la reforma agraria.
Leer más: El litio en México, de la ilusión a la incertidumbre
De estas 29 solicitudes, 18 cuentan con la autorización de la ANM para realizar exploración, una etapa que ya implica trabajo de campo, con posibles consecuencias negativas para estos territorios. A menudo, las empresas ni siquiera se ponen en contacto con las comunidades que podrían afectar.
Estas son algunas de las conclusiones de una investigación de Repórter Brasil, con el apoyo de la Rainforest Investigations Network del Pulitzer Center. La publicación forma parte del proyecto Litio en Conflicto, liderado por el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), que reunió a diez medios de comunicación -entre ellos, Mongabay Latam– para comprender los conflictos en torno a la industria de este mineral en América Latina.

La paradoja del litio
La explotación del litio puede agravar la crisis ambiental que, en teoría, este mineral ayudaría a resolver
“Existe una disputa bastante violenta por los recursos estratégicos en la Amazonia [como el litio, el níquel y las tierras raras]”, analiza la socióloga y geógrafa Elaine Santos, posdoctorada por el Instituto de Estudios Avanzados (IEA) de la Universidad de São Paulo. “La ampliación de la explotación minera en esa región sin duda provocará un aumento de los conflictos”, advierte.
“El aumento de la demanda de un mineral específico es preocupante. El litio es esencial para la transición energética, pero su avance se produce sin la debida evaluación de los costos sociales y ambientales”, reflexiona Pedro Igor Galvão Gomes, estudiante de maestría en ciencias ambientales de la Universidad Federal de Tocantins y becario del Rights Lab de la Universidad de Nottingham, en el Reino Unido.
La legislación ambiental no prohíbe las actividades mineras a menos de 10 kilómetros de las tierras indígenas, pero considera que las áreas se ven afectadas a esa distancia. Por esta razón, exige estudios de impacto y consultas previas, libres e informadas a las comunidades, tal y como se establece en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), del que Brasil es signatario.
“La devastación se extiende hacia el interior de las tierras indígenas, por mucho que la empresa se encuentre a 10 kilómetros», opina Alcebias Sapará, coordinador de la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonia Brasileña (Coiab).
Las unidades de conservación -áreas protegidas ambientalmente en el sistema brasileño- también cuentan con una zona de amortiguamiento de protección y requieren estudios específicos antes de su exploración. En el caso de los asentamientos, el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (Incra) debe intervenir para definir medidas compensatorias, debido a los impactos en la política de reforma agraria.
Este reciente aumento de las solicitudes de explotación en la Amazonía forma parte de lo que la investigadora estadounidense Thea Riofrancos denomina la “expansión de las fronteras extractivas” en su libro recientemente publicado Extraction: the frontiers of green capitalism, sobre el auge mundial del litio.
“Si la deforestación de los bosques tropicales es la segunda causa más importante del cambio climático, después de la quema de combustibles fósiles, y la construcción de una mina puede causar deforestación, se puede terminar contribuyendo al cambio climático que se supone las baterías de litio están resolviendo”, dijo en una entrevista con esta alianza periodística.
En Brasil, el rápido avance de la explotación de minerales críticos ya afecta a 45 pueblos indígenas aislados, como mostró Repórter Brasil la semana pasada.
En el caso del litio, algunos procesos mineros se encuentran incluso en áreas donde aún no hay constatación oficial de la presencia de litio, como los estados de Roraima, Amazonas y Pará.
“No todos los que solicitan autorización para investigar tienen la intención de explotar la zona. Esto da lugar a la comercialización de los derechos mineros y a la especulación”, explica Elaine Santos.

La explotación del litio causa daños en el valle del Jequitinhonha
El litio se encuentra en Brasil en rocas de origen volcánico, conocidas como pegmatitas. Es diferente de la extracción que se realiza en países vecinos, como Argentina, Bolivia y Chile, donde la actividad se lleva a cabo en piscinas de salmuera en lo alto de los Andes.
El mayor productor es Minas Gerais, sobre todo en el valle del Jequitinhonha, rebautizado como “Valle del Litio” por el gobierno del estado. Pero han sido los problemas causados por la minería los que más han llamado la atención de residentes y expertos. El litio ha transformado el paisaje y ha afectado al modo de vida de pueblos indígenas, quilombolas (poblaciones afrodescendientes) y comunidades tradicionales.
“Todo ha cambiado. El río ha desaparecido, el agua está contaminada”, relata un indígena, que pidió no ser identificado por motivos de seguridad.
“Nuestro territorio se ha convertido en una zona de sacrificio en nombre de la llamada transición energética”, lamenta la historiadora Lauanda Lopes, de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG). Desde 2024 forma parte de Liquit, un grupo interdisciplinario que investiga los impactos de la minería de litio en el valle del Jequitinhonha.
Entre los principales impactos se encuentran la dificultad de acceso al agua, la contaminación de los ríos, el aumento del polvo y de las enfermedades respiratorias, además de grietas en las casas, atribuidas a los temblores provocados por la minería.
“El actual modelo de explotación del litio en el valle del Jequitinhonha perpetúa un ciclo histórico de exclusión social, degradación ambiental y negación de la población tradicional”, concluye un dictamen del Ministerio Público Federal de Minas Gerais, al que Repórter Brasil tuvo acceso.
“Si en la Amazonia ocurre lo mismo que está ocurriendo en el valle del Jequitinhonha, nos enfrentaremos en el futuro a una situación de escasez de agua, aumento de los conflictos y falta de respeto a los derechos de las comunidades locales”, reflexiona Lopes, de la UFMG.
La minera Atlas admite potencial riesgo de explotar litio en la Amazonia
Al menos dos empresas mineras que operan en el valle del Jequitinhonha se están moviendo para explotar el litio en la Amazonía: Atlas y M4E.
Atlas Lítio Brasil es una filial de la estadounidense Atlas Lithium Corporation. Entre sus principales accionistas se encuentra el conglomerado japonés Mitsui & Co. Ltd., uno de los mayores grupos de inversión del mundo. Otro accionista y miembro de la junta directiva de la minera es Roger Noriega, ex embajador de Estados Unidos ante la OEA y ex subsecretario de Estado en el gobierno de George W. Bush.
Atlas, que opera en Minas Gerais desde 2018, afirma tener 797 kilómetros cuadrados en derechos mineros de litio, una de las mayores áreas de exploración de litio en Brasil. La extracción aún no ha comenzado, pero algunos proyectos en Jequitinhonha se encuentran en una fase avanzada de licenciamiento ambiental.
En la Amazonía, Atlas presentó tres solicitudes en 2024 para buscar litio en el sur de Tocantins. La ANM aún evalúa los tres procesos, que no se encuentran cerca de áreas protegidas, según el estudio de Repórter Brasil. Aun así, Atlas reconoce los posibles riesgos de operar en la región.
En su más reciente informe corporativo, la empresa destaca que las políticas ambientales de Brasil, en especial la preservación de la Amazonía, son “objeto de una supervisión continua por parte de los medios de comunicación”. También afirma que “si el entorno político, las regulaciones o las políticas de Brasil son, o se perciben como, inadecuadas, desfavorables u hostiles por parte de clientes o inversionistas extranjeros, podemos perder el interés de grupos de inversionistas o de compradores potenciales de nuestros minerales, lo que tendrá un impacto negativo sobre nosotros”.
La empresa admite también en sus estados financieros que las comunidades locales y las organizaciones no gubernamentales pueden retrasar sus planes de negocio. Esto es precisamente lo que está ocurriendo en el norte de Minas Gerais.

El 28 de agosto, la Justicia Federal suspendió la licencia ambiental de uno de los proyectos de la empresa en Araçuaí (Minas Gerais) al considerar que Atlas no escuchó a las comunidades quilombolas directamente afectadas.
El juez del caso afirmó que la concesión de la licencia ambiental “consolidaría la violación del derecho a la consulta previa”, tal y como se establece en el Convenio 169 de la OIT. El proyecto en cuestión se encuentra a solo 5.5 km de la comunidad quilombola.
En abril, la Fiscalía Federal ya había alertado sobre la posible violación de derechos en la región de Araçuaí y solicitó la cancelación de una audiencia pública entre la empresa y las comunidades locales. La recomendación del organismo destacaba el riesgo de “una grave restricción hídrica y de acceso al agua para la población regional”.
Atlas aún no ha iniciado la explotación comercial en Brasil, pero ya ha firmado un acuerdo de colaboración para distribuir la producción a la empresa china Sichuan Yahua Industrial Group, del grupo Yahua, uno de los más antiguos del sector químico de China, según el informe presentado a la SEC, órgano que regula el mercado de capitales estadounidense.
El conglomerado chino se dedica a la producción de explosivos civiles y a la cadena global del litio, desde la extracción hasta el procesamiento. Yahua afirma tener un papel central en la “energía limpia” y suministra a empresas automotrices como Tesla o BYD y a CATL, el mayor fabricante de baterías del mundo.
Atlas no respondió a las preguntas de Repórter Brasil antes de la publicación de este artículo. El espacio sigue abierto a comentarios.

El territorio más afectado de la Amazonía es objetivo de la minera M4E
El sur de Tocantins es la región más solicitada para la extracción de litio en la Amazonia Legal, según el análisis hecho por Repórter Brasil, con 39 de las 53 solicitudes mineras presentadas en la parte brasileña del bioma amazónico.
Allí se encuentra también la zona de protección ambiental más afectada por los procesos de extracción de litio, la Área de Protección Ambiental (APA) Lago de Peixe/Angical, situada entre los municipios de Paranã, Peixes y São Salvador do Tocantins.
Creada en 2007 como medida de compensación por una presa hidroeléctrica instalada en el río Tocantins, la unidad de conservación alberga diversos ecosistemas, como zonas de bosque ribereño y veredas (un ecosistema poblado por palmas moriche). Es el hábitat de fauna y flora nativas del bioma del Cerrado, algunas de ellas en peligro de extinción, como los peces pacu-dente-seco, aracu-boca-pra-cima, algunos tipos de bagre y otras especies.
En la APA conviven comunidades tradicionales y pequeños productores rurales con empresas de los sectores energético y agrícola y ahora ven el avance de la minería.
La unidad está rodeada por 12 solicitudes para la explotación de litio a menos de 10 kilómetros de distancia, según el cruce de datos realizado para este reportaje. Cinco de ellas fueron presentadas en 2023 por la empresa brasileña M4E Lithium Ltda. Las solicitudes suman 9.4 mil hectáreas y ya han sido autorizadas por la ANM.
En su sitio web, M4E defiende a Brasil como un territorio favorable a la minería de litio y afirma que el Gobierno, “tanto de partidos de izquierda como de derecha”, apoya la actividad. La empresa también destaca que “el litio es el nuevo petróleo” («lithium is the new oil»), frase pronunciada por el multimillonario Elon Musk, propietario de la empresa de vehículos eléctricos Tesla.
La posibilidad de abrir la APA Lago de Peixe a la minería de litio preocupa a los investigadores que trabajan en la región. “Es alarmante”, dice Alice Ferreira Araújo, bióloga formada por la Universidad Federal de Tocantins que lleva 15 años investigando la pesca y los impactos socioambientales.
Recuerda que la APA ya se enfrenta a presiones por todos lados: “Es una presión tan grande, con la agricultura y la ganadería, las centrales hidroeléctricas, el cambio climático, la deforestación masiva y ahora la minería. Si pensamos en la conservación, la minería es casi inviable. Si esto continúa, será otra zona más que se perderá”.
Además de las comunidades afectadas, Araújo se preocupa por los peces, ya que la minería puede contaminar los ríos por lixiviación, un proceso en el que el agua disuelve los minerales y productos químicos del suelo y los transporta a los cursos de agua. “Esto acaba influyendo tanto en la cadena alimentaria como en la reproducción de las especies migratorias”, explica.
Más allá del sur de Tocantins y el valle del Jequitinhonha, en Minas Gerais, M4E tiene solicitudes para explorar litio en otros cinco estados (Bahía, Ceará, Paraíba, Pernambuco y Río Grande del Norte), según la base de datos de la ANM, lo que suma un total de 64 solicitudes para el mineral, presentadas entre 2021 y 2024.
Incluso sin haber iniciado la extracción comercial de litio, M4E ya atrae inversiones. En marzo de 2024, la empresa recibió una inversión de la canadiense Lithium Royalty Corp (LRC), que opera en la cadena de baterías para vehículos eléctricos y tiene operaciones en Estados Unidos, Argentina, Australia y Brasil.
LRC, por su parte, prefirió no comentar el caso.
Esta investigación contó con el apoyo de Rainforest Investigations Network (RIN), del Pulitzer Center.
Litio en Conflicto es un proyecto liderado por el Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP) en alianza con Consenso (Paraguay), La Región (Bolivia), Quinto Elemento Lab (México), Repórter Brasil (Brasil), Ruido (Argentina), Climate Tracker Latam, Dialogue Earth, Mongabay Latam y Columbia Journalism Investigations (CJI), sobre cómo está funcionando la industria del litio en América Latina. Con el apoyo del equipo legal El Veinte.
Imagen principal: área forestal en la Tierra Indígena Kayapó (PA), una de las que pueden verse afectadas por la minería de litio en la Amazonía. Foto: cortesía Fernanda Ligabue/Repórter Brasil
CITAS inglés originales
Brazil’s political environment and its environmental policies, in particular the preservation of the Amazon rainforest, are continuously scrutinized by the global media. If Brazil’s political environment, regulations or policies are, or are perceived to be, inadequate, unfavorable or hostile by foreign customers or investors, we may lose the interest of investor groups or potential buyers of our minerals, which will have a negative impact on us
If deforestation of tropical forests is the number two cause of climate change after fossil fuel combustion and you’re deforesting to build a mine, you’re contributing to the climate change that you say the lithium batteries are solving.