- Desde 2014 se han registrado más de 2300 tortugas caguama muertas en la Zona de Refugio Pesquero de la Costa Occidental de Baja California Sur, casi el 6 % de la población estimada en el Golfo de Ulloa.
- La falta de estudios recientes impide conocer con certeza las causas de muerte.
- El marco legal carece de un límite de mortandad específico, lo que deja sin efecto las medidas para suspender la pesca, posible causante de los decesos, debido a uso de redes.
- México ha recibido sanciones simbólicas de Estados Unidos por no cumplir con sus compromisos de protección a la especie.
La tortuga caguama, amarilla o boba (Caretta caretta) es una viajera que nace en las playas de Japón y cada año atraviesa 11 000 kilómetros hasta el Golfo de Ulloa, en Baja California Sur, al norte de México, donde permanece dos décadas. Allí se desarrolla, alimenta y reproduce. Era tal la cantidad de tortugas caguama que habitaban en el Golfo de Ulloa (43 000 según estudios realizados entre 2005 y 2007) que en 2015 se creó la Zona de Refugio Pesquero de la Costa Occidental de Baja California Sur para reducir el riesgo de que murieran en las redes de pesca. En esta área se permite la pesca comercial con artes específicas autorizadas, pero queda prohibido el uso de redes relacionadas con la captura incidental de tortugas marinas. A pesar de esto, datos de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) indican que la muerte de la tortuga caguama en el Golfo de Ulloa, el segundo sitio más importante del mundo en concentración de esta especie, es un problema persistente.
Entre 2014 y julio de 2025, 2375 de estas tortugas murieron en la Zona de Refugio Pesquero de la Costa Occidental de Baja California Sur, de acuerdo con una solicitud de información que hizo Mongabay Latam a la Profepa. La cifra corresponde a casi el 6 % de la población estimada en el Golfo de Ulloa.
Las cifras preocupan a los expertos sobre todo porque la tortuga caguama está catalogada como especie en Peligro de Extinción en la norma mexicana NOM-059-Semarnat-2010, lo que implica que el tamaño de sus poblaciones ha disminuido drásticamente. Además se encuentra clasificada como Vulnerable en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Tomás Camacho Bareño, integrante de la Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Puerto Chale, una agrupación de más de 70 pescadores que trabajan en el Golfo de Ulloa, dice que han visto tortugas muertas este año, “pero menos que antes”.
El líder pescador tiene razón: el número de muertes de tortugas en la zona de refugio pesquero ha variado en la última década, de acuerdo con los registros de la Profepa. Los años con mayor número de muertes fueron 2018, con 458 tortugas; seguido de 2020, con 453; y 2019, con 337. En contraste, los registros más bajos se dieron en 2025, con solo 10 muertes reportadas, aunque ese dato corresponde hasta julio.
El problema radica en que no se ha investigado la causa de las muertes y sin esa información no se pueden implementar medidas efectivas para detener la mortandad. A esta falta de datos se suma un vacío legal que deja a las tortugas que habitan en el Golfo de Ulloa en una situación de mayor vulnerabilidad.

No hay claridad en la causa de muerte
Hay organizaciones que desde hace décadas denuncian la muerte de tortugas caguama en el Golfo de Ulloa y piden que se investigue la causa. El capítulo 24 sobre el medio ambiente del Tratado entre los Estados Unidos Mexicanos, los Estados Unidos de América y Canadá (T-MEC) obliga a los Estados partes a la conservación a largo plazo de las tortugas marinas.
El tratado establece un mecanismo que permite a cualquier “persona de una Parte” del acuerdo —es decir, un nacional de alguno de los tres países— presentar ante el Secretariado de la Comisión para la Cooperación Ambiental (CCA) una petición en la que se asevere que uno de los países del tratado está incurriendo en omisiones en la aplicación efectiva de su legislación ambiental. El secretariado puede preparar un expediente de hechos sobre el tema. Eso fue lo que hicieron las organizaciones Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA) y el Centro para la Diversidad Biológica (Center for Biological Diversity) de Estados Unidos en diciembre de 2020.
En el estudio “Análisis de los cambios post mortem de tortugas marinas del Pacífico de Baja California Sur con técnicas forenses”, publicado en mayo de 2017 y citado en la petición presentada por las organizaciones, las investigadoras Evelia Reséndiz Balderas y María Mónica Lara‑Uc analizaron las causas de muerte de tortugas marinas en el Golfo de Ulloa. Las investigadoras determinaron que el 28 % de los ejemplares evaluados murieron por pesca incidental, es decir, atrapadas en los aparejos de pesca que los pescadores usan para capturar otras especies. Un 22 % murió debido al consumo humano. Además, indicaron que para el 50 % de las tortugas restantes no fue posible identificar la causa de muerte debido al avanzado estado de descomposición de los cuerpos.
“Hay una gran cantidad de tortugas caguama muriendo en la zona y México no ha encontrado la causa de la mortalidad. Se ha establecido que es multifactorial y hasta ahí. Ya se reconoció que es un hecho, que está ocurriendo, que puede tener varios factores, pero México no sabe cuáles”, dice Mario Alberto Sánchez Castro, director regional de la oficina noroeste de CEMDA.

Alejandro Olivera, representante en México del Centro para la Diversidad Biológica, agrega que no existen estudios recientes sobre la muerte de tortugas caguama en el Golfo de Ulloa. «Los estudios que tenemos son viejos, entonces la gente dice que no hay estudios científicos que comprueben que las tortugas mueren ahogadas en las redes [de pesca], pero tampoco nadie deja pasar a las organizaciones y científicos [al Golfo de Ulloa] para que los puedan hacer».
Este vacío científico ha dado pie a múltiples hipótesis y muchas carecen de revisión por pares o publicaciones científicas formales, asegura Olivera. Se ha sugerido, por ejemplo, que las muertes podrían deberse a hipotermia causada por corrientes frías, la radiactividad tras el accidente de Fukushima o falta de alimento, pero el biólogo considera que hay que investigar y revisar bien si la causa es la muerte incidental en redes de pesca.
«En ninguna otra parte del mundo se registran mortandades de tortugas como las que ocurren aquí y coinciden precisamente con una zona de alta actividad pesquera. Es un problema que persiste y los picos de mortalidad se presentan entre mayo y agosto, justo cuando se incrementa significativamente la pesca», dice Olivera.
Según indica el Reporte sobre acciones del sector ambiental para la protección de las tortugas marinas en México, emitido por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en 2019, el monitoreo de varamientos en la playa de San Lázaro permitió documentar 785 ejemplares de tortuga caguama varados en 2013, con el mayor número registrado durante el periodo mayo-septiembre. Es decir, en los meses de mayor actividad pesquera en la zona.
Las cifras de tortugas muertas registradas por Profepa podrían ser conservadoras. El biólogo marino Alejandro Olivera explica que solo se contabilizan los ejemplares que llegan varados a la playa, cuando en realidad no todas las tortugas muertas alcanzan la costa. El monitoreo, añade, se concentra en la playa de San Lázaro, que abarca apenas 40 kilómetros dentro del extenso Golfo de Ulloa. «Hay una estimación que solo llega una de cada cuatro. Por cada una que te encuentres en la playa, puedes multiplicar para saber el total de tortugas que murieron por año”, asegura el especialista.

Los pescadores consideran que las causas son otras
Es complicado comprobar las causas de muerte de la tortuga caguama. Esta especie tiene una piel gruesa y dura, lo que dificulta encontrar marcas visibles de redes tras su muerte. Cuando varan, después de flotar durante horas o días en el mar, el avanzado estado de descomposición impide obtener evidencia clara de lo que les sucedió. Olivera asegura que este hecho es utilizado como argumento para sostener que «no hay evidencias» que vinculen la muerte de las tortugas con la pesca.
«Encontrar una marca de red en un reptil es muy difícil. Mueren ahogadas en minutos y no forcejean mucho. Las tortugas llegan a la playa en estado muy avanzado de descomposición sin marcas de redes», dice el biólogo.
El 19 de agosto de 2025, un pescador compartió un video en Facebook en el que aparece una tortuga caguama muerta flotando en el Golfo de Ulloa. En la grabación, el hombre afirma que no fue responsable de su muerte, ya que él estaba pescando con línea y anzuelo. Señala que actualmente no hay una pesquería activa con redes agalleras y que las artes de pesca utilizadas —líneas, anzuelos y trampas— hacen casi imposible la captura de tortugas. “Es urgente generar más información que contribuya a esclarecer las verdaderas causas de la mortandad de tortugas, la pesca no es el principal motivo”, asegura el pescador.
Tomás Camacho Bareño, integrante de la Sociedad Cooperativa de Producción Pesquera Puerto Chale, indica que la razón más importante por la que mueren las tortugas son los cambios de temperatura. Según dice, eso las aletarga, las hace permanecer más tiempo en la superficie, haciéndolas más susceptibles a ser golpeadas por las embarcaciones.
“No te voy a negar que hay interacción con la pesca, pero no quiere decir que cada interacción significa que la tortuga está muerta. No sabemos, no hay estudios suficientes. Lo que sí se ha estudiado es que a más frío, más varamientos”, dice el también ingeniero en pesquerías.
El expediente
El 22 de abril de 2024, cuatro años después de la petición interpuesta por las dos organizaciones, el Secretariado de la Comisión para la Cooperación Ambiental publicó un expediente de hechos de 150 páginas como respuesta. El informe menciona que personal del Secretariado y un experto en biología marina realizaron el 19 de julio de 2023 una visita de campo en la playa San Lázaro. Durante el recorrido, observaron dos cadáveres de tortuga caguama en avanzado estado de descomposición y su estómago salía de la boca, algo característico de una muerte por ahogamiento. Sin embargo, en ninguno de los dos casos se apreciaron marcas causadas por interacción con redes.

“Obsérvese, sin embargo, que —de acuerdo con la opinión de un experto consultado por el Secretariado— habría sido poco probable identificar tales marcas dado el grado de descomposición de los cadáveres”, cita el documento.
El expediente también señala que aproximadamente el 25 % de la pesca ribereña de Baja California Sur proviene del Golfo de Ulloa, donde la actividad pesquera es realizada principalmente por comunidades de los municipios de Comondú y Mulegé. En 2020, ambos municipios presentaban altos niveles de pobreza.
“La pesca la vamos a defender porque es la columna vertebral que sostiene a todas las comunidades del Golfo de Ulloa. Si quitas esa columna vertebral, se acaban las comunidades. Entonces, lo que ocupamos es ordenamiento. Los pescadores no estamos en contra de la conservación, estamos en contra de la imposición”, comenta Camacho Bareño.
La pesquería en el Golfo de Ulloa se distingue por la captura de diversas especies a lo largo del año, entre ellas langosta, almejas, abulón, tiburón, calamar, jaiba, camarón, caracol y pulpo. Según datos públicos de la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (CONAPESCA) y citados en el expediente, las capturas de especies pelágicas y demersales de escama en el Golfo de Ulloa aumentaron entre 2006 y 2022. De acuerdo con el expediente, estas pesquerías son las que emplean la mayor cantidad de redes de enmalle y agalleras, “que están asociadas a la captura incidental de tortuga caguama y son prohibidas en el área protegida bajo el acuerdo de refugio pesquero”.
La respuesta de México para el expediente apunta que la pesca no es la principal causante de la muerte de la tortuga caguama en el Golfo de Ulloa. Indica que las misma organizaciones que presentaron la petición admiten que existen diversos factores que pueden ocasionar su muerte, como la presencia de depredadores, los accidentes con embarcaciones, la ingestión de restos antropogénicos y contaminantes tóxicos, los factores ambientales, las condiciones nutricionales y las enfermedades de tipo metabólicas e infecciosas. Sin embargo, en la petición los investigadores también señalan que en la región no se han documentado casos de muertes vinculadas a estas causas.
El último esfuerzo del Gobierno mexicano por conocer la situación de la tortuga caguama es reciente. Un buque de investigación oceanográfica de la Secretaría de Marina zarpó con destino al Golfo de Ulloa en agosto de 2024, posterior a la entrega del expediente, para analizar cambios y condiciones del hábitat de la tortuga caguama y recopilar información sobre su estado de salud.
Los resultados de la expedición, obtenidos por Mongabay Latam mediante una solicitud de información, incluyen la descripción de variables oceanográficas como el viento, las mareas, las corrientes marinas, los nutrientes y el zooplancton, pero no relaciona estas características con la tortuga caguama. Sólo menciona que el 28 de agosto de 2024 fue cuando se observó el mayor número de estos animales.
Profepa, por su parte, dijo en respuesta a una solicitud de información de Mongabay Latam que el crucero se realizó del 19 al 31 de agosto y que durante el recorrido no fueron observadas tortugas “en estado comprometido».

Un hueco legal
El problema no sólo es la falta de certezas sobre las causas, también hay un hueco en los documentos que protegen a la tortuga caguama. En abril de 2015 se publicó el primer acuerdo de zona refugio para reducir la interacción de la pesca con tortugas marinas en Baja California Sur. Al año siguiente, el documento fue sustituido por un nuevo acuerdo que establecía que en la zona solo se toleraría un límite anual de mortalidad de 90 ejemplares de tortuga caguama.
En junio de 2018, se extendió la vigencia del programa por cinco años más y el 23 de junio de 2023, el documento se actualizó y se convirtió en la versión vigente, que señala que el límite de mortalidad de la tortuga será determinado por el Programa de Acción para la Conservación de la Especie (PACE) de la tortuga Caguama (Caretta caretta) de 2018. Sin embargo, el problema es que dicho documento no menciona ningún límite de mortalidad.
En una sesión extraordinaria del Órgano Ejecutivo del Comité de Ordenamiento Ecológico Marino y Regional del Pacífico Norte, realizada el 28 de marzo de 2023, se eliminó la referencia al umbral de mortalidad máxima aceptable de ejemplares de tortuga caguama en el Golfo de Ulloa.
Este límite fue eliminado después de que CEMDA ganara un amparo para quitarlo. La razón de haber interpuesto ese amparo, explica Olivera, es que “no puedes poner una cuota [de mortalidad] para una especie en peligro de extinción. La tortuga debe tener cero cuota. Es como decir ‘no vamos a matar más de 90 jaguares’. Deben ser cero porque están en peligro de extinción y están protegidos por la ley, entonces controvertimos ese argumento y se ganó”.
El acuerdo actualizado establece que “en caso de alcanzarse el límite anual de mortalidad de tortuga amarilla se suspenderá la pesca comercial con redes de enmalle, cimbras o palangres, durante el resto del año en la Zona de Refugio Pesquero”. El problema es que ese límite ya no existe en los documentos que regulan la región.
Esa contradicción permite que se dé la actividad pesquera sin limitaciones. “Tú como actor en el sector vas a decir: ‘A mí no me puedes limitar la pesca porque la regla indica que hasta que no se alcance el límite de mortandad [no se suspenderá la pesca comercial]’”. Pero el asunto, indica, es que ya no hay límite de mortandad. “Es un cheque en blanco, es un candado que está abierto”, dice el director regional de la oficina noroeste del CEMDA.
Sánchez Castro agrega que después de interponer el amparo para que no existiera un límite de mortandad, porque consideran que no se debe matar ni una sola tortuga, el aprendizaje que les quedó fue que deben enfocarse en que los instrumentos establezcan claramente que no se permite la mortandad.

No obstante, el director regional de la organización explica que la tortuga caguama no está desprotegida aunque exista ese hueco legal, ya que las autoridades mexicanas tienen que cumplir con las normativas nacionales y acuerdos internacionales que indican que se proteja a la caguama porque es una especie en peligro de extinción. Por ejemplo, dice, la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente menciona en su artículo 83 que el aprovechamiento de los recursos naturales en áreas donde habitan especies en peligro de extinción, como la tortuga caguama, deberá realizarse sin alterar las condiciones necesarias para su subsistencia, desarrollo y evolución.
Mongabay Latam envió preguntas a Conapesca y solicitó una entrevista para abordar el límite de mortalidad de la tortuga caguama, pero hasta la publicación de esta nota el organismo no envió respuestas.
Consecuencias internacionales
La desprotección de la tortuga también tiene impacto directo en las relaciones que tiene México con otros países. A partir del 10 de octubre de 2024, los puertos de Estados Unidos cerraron sus puertas a embarcaciones pesqueras con bandera mexicana que operan con redes de enmalle en el Golfo de Ulloa, de acuerdo con un comunicado de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA). “México fue citado [en las recomendaciones] por medidas inadecuadas para reducir la captura incidental de tortugas caguama”, menciona el boletín.
Sin embargo, para Olivera, se trata de una sanción “ridícula” porque “ninguna de las embarcaciones del Golfo de Ulloa pueden arribar a puertos de Estados Unidos. “Fue una sanción simbólica”, dice.
Mario Alberto Sánchez Castro, director regional del CEMDA, afirma que para proteger a las tortugas caguama es necesario trazar una ruta clara que permita aplicar los instrumentos legales existentes y generar condiciones que también protejan a las comunidades pesqueras.
Señala que la mayor área de oportunidad para el Gobierno es lograr una verdadera coordinación, no solo entre sus distintas instituciones, sino también con todos los actores involucrados. Considera que es fundamental establecer una gran mesa de diálogo donde participen instancias como la Secretaría de Marina, la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca, el Instituto Mexicano de Investigación Pesquera, universidades con estudios técnicos, organizaciones ambientales y los gobiernos estatal y municipal. “Esa gran mesa debe servir para que todos estén trabajando con la misma información y de ahí tendrían que salir acuerdos interinstitucionales para resolver los vacíos existentes”, explica.
También menciona que uno de los principales problemas ha sido la falta de transparencia gubernamental en el manejo del tema. Considera que, aunque es posible que algunas acciones de coordinación ya se estén realizando, la información no está siendo comunicada de manera clara ni accesible. Esta opacidad, dice, ha sido constante desde las solicitudes de información sobre la mortandad de tortuga caguama hasta la aplicación de las medidas correspondientes.
“Nosotros estamos interesados en que la problemática se pueda resolver de manera colectiva, hemos entendido que eso ha sido uno de los problemas, el tema de escucharse, pedir ayuda y buscar el beneficio colectivo. Al final de cuentas sí se tiene que proteger la especie, pero también la calidad de vida de las comunidades que están alrededor”, concluye Sánchez Castro.
Imagen principal: las caguamas recorren 11 000 kilómetros cada año desde Japón hasta Baja California Sur. Foto: cortesía NOAA