En Chile, una indicación introducida en 2012 a la actual ley de pesca, permitió que pescadores artesanales e industriales pudieran traspasarse hasta el 100 % de sus cuotas de pesca de merluza austral, es decir, comercializan el derecho a que otro extraiga la cantidad de pescado que les fue asignado. Más de una década después, el mercado está dominado por la industria y cada vez son menos los pescadores artesanales dedicados a la pesca de la merluza austral.
El mecanismo, no sólo no ha logrado que la merluza austral se recupere del estado de sobreexplotación en el que entró en 2013, sino que ha concentrado la extracción y comercialización de este recurso en el sector pesquero industrial, alimentando un negocio que mueve millones de dólares, pero del cuál los pescadores artesanales que continúan en el oficio permanecen al margen.
Miles de pescadores han tenido que abandonar la pesca en busca de otros trabajos que les generen los ingresos que necesitan para costearse la vida. Al hacerlo, el círculo se estrecha aún más en torno a la industria que vuelve a expulsar a más pescadores del mar y concentra aún más el mercado. Este ciclo se repite y se transforma en un espiral que amenaza con borrar por completo a la pesca artesanal.
Un dato muestra uno de los efectos de ese ciclo: de las más de 30 plantas que en el año 2013 procesaban pescado artesanal, hoy solo quedan ocho, según datos del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura.
Para entender lo que hay detrás de esta historia, hablamos con Michelle Carrere, editora de océanos en Mongabay Latam.
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Illustraciones: Tobias Arboleda.
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