Noticias ambientales

Cuando la naturaleza protege nuestra vida

Si alguien salva tu vida, deseas manifestarle tu gratitud, puedes expresarle un gesto amable, decirle “gracias” o de alguna forma, devolverle el favor. Sin embargo, cuando le debes la vida a una planta, que se encuentra a miles de millas de distancia, la tarea es más difícil.


Al desempeñarme como enfermera, sé que muchas de las medicinas que protegen la vida provienen de plantas y de animales que se encuentran alrededor del planeta. Sin embargo, nunca pensé que un día, para sobrevivir, tendría que depender de la corteza de un raro árbol asiático.

Hace nueve años, fui diagnosticada con un cáncer de apéndice y se me informó que solamente me quedaban unos pocos meses de vida. Como madre de dos niñas, no podía aceptar el pronóstico. Afortunadamente, encontré un médico que deseaba ayudarme a dar la pelea. Me fue practicada una importante cirugía abdominal y varios meses de quimioterapia.


Actualmente, estoy curada del cáncer, en gran parte gracias al irinotecan. Un medicamento que ayuda a bloquear el crecimiento de los glóbulos blancos; éste tiene su origen en un árbol cuyo fruto es como una legumbre en forma de banano, que únicamente se encuentra en la China y en el Tíbet al cual, acertadamente, se le denominó “Árbol Chino de la Felicidad “ (Camptotheca). No obstante, este árbol y muchos otros recursos para el tratamiento futuro del cáncer, están en peligro y pronto podrían extinguirse.


He vivido muchos años; más allá de los de mi esperanza de vida. Otro número incalculable de personas están saludables y vivas, gracias a otras medicinas que proceden de fuentes naturales (desde las que ayudan a disminuír el colesterol, hasta aquellas que combaten la malaria).



Alrededor del mundo, muchas de las áreas silvestres que dan refugio a plantas y animales, que podrían ser la fuente de numerosas y nuevas medicinas, están desapareciendo muy rápidamente. La destrucción de un bosque, que parece estar al otro lado del mundo, podría tener consecuencias de vida o muerte para las personas que viven aquí en los Estados Unidos.


Las plantas no tienen movilidad para escapar al calentamiento; así es que se valen de un arsenal químico para protegerse de insectos, de enfermedades y de otras amenazas. Muchos de esos componentes tienen el potencial para proteger, no solamente a las plantas; sino a nosotros mismos. No cabe duda, el 50% de las medicinas desarrolladas en los últimos 25 años, y el 70% de las utilizadas actualmente para tratar el cáncer, provinieron de la naturaleza.




Vinca rosea, nativa de Madagascar. Fotografía de: Rhett A. Butler, 2009.

Para desarrollar la prostratina, una nueva medicina contra el SIDA (Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida), los científicos extrajeron componentes químicos de una planta tropical que se encontró al occidente de Samoa. La vinblastina y la vincristina, que se utilizan para el tratamiento de la leucemia y del linfoma, provienen de una planta llamada Vinca rosea, nativa de Madagascar; existen cientos de otros ejemplos.


Las medicinas tambien se han obtenido de muchas especies animales: bastantes al borde de la extincion. Por ejemplo, el Exenatide, fármaco para la diabetes (más comúnmente conocido por su marca “Byetta”), fue sintetizado de un componente encontrado en la saliva del Monstruo de Gila – lagartija en peligro- nativa de Méjico. Los sobrevivientes de trasplante de corazón frecuentemente consumen el medicamento isinopril, que proviene del veneno de la serpiente pit viper, de Brasil.


No obstante, el hábitat de estas plantas y animales puede extinguirse en 40 años. Cada año, perdemos 32 millones de acres de bosques, una extensión similar a la de Lousiana. Los científicos estiman que la tercera parte del total de especies podría comenzar a verse gravemente amenazadas al final del presente siglo. Los científicos únicamente han tenido la oportunidad de investigar el 1% de las plantas tropicales, para observar los componentes que podrían beneficiar la salud de los seres humanos. Si no actuamos pronto, podríamos perder, para siempre, la fuente natural de recursos que podrían curar: el cáncer, la artritis, el SIDA, la diabetes, las enfermedades del corazón y otras innumerables enfermedades.


La mayoría de las especies del planeta viven en las naciones más pobres del mundo; esa es la razón por la cual el mes pasado viajé, junto a otros sobrevivientes de cáncer del país, a Washington, para apoyar un nueva solicitud al Congreso, con el fin de que nuestras naciones hagan esfuerzos internacionales de conservación. Introducida a comienzos de esta primavera, la Ley de Conservación mundial establecería una estrategia nacional que ayudará a nuestros gobiernos a preservar las áreas naturales de los paises en vías de desarrollo, que son demasiado pobres, como para hacerlo por su cuenta.


Estoy agradecida con el Árbol de la Felicidad Chino, el cual ayudó a salvar mi vida y me permitió ver crecer a mis dos hijas. Hablar de la naturaleza y de todos los tratamientos médicos que provienen de ésta, es solo mi forma de decir “gracias”.



Carolyn Langlie-Lesnik es enfermera registrada, sobreviviente de un cáncer de apéndice y editora de “The Appendix Cancer Connection“. Residente de Crown Park, Indiana, trabaja con los sobrevivientes de cáncer para promover los vínculos entre la conservación internacional y el tratamiento de las enfermedades mortales.)


Salir de la versión móvil