Noticias ambientales

Bangladesh proyecta enorme planta de carbón en el manglar más grande del mundo

Esta es una versión extensa de un artículo que apareció en Yale e360 el 29 de octubre de 2013: Importante manglar encara la gran amenaza de una planta de carbón.




Un tigre de Bengala en el manglar de Sundarbans. Foto por: Steve Winter/National Geographic y Panthera.

Un tigre de Bengala en el manglar de Sundarbans. Foto por: Steve Winter/National Geographic y Panthera.



Su suponía que el 22 de octubre funcionarios bangladesíes e indios celebrarían una ceremonia para colocar la piedra fundamental de la planta de energía de Rampal, una planta a carbón, nueva e inmensa, que estará ubicada al borde de Sundarbans, el manglar más grande del mundo. Sin embargo, los gobiernos cancelaron la ceremonia repentinamente para más bien anunciar que sus jefes de estado ya habían inaugurado el proyecto a principios de octubre, y que lo habían hecho ya sin aspavientos por Skype. Aun cuando los gobiernos afirman que fueron sus apretadas agendas las que provocaron el cambio, los activistas contienden que la súbita cancelación de la ceremonia se debe a la creciente presión contra la planta de carbón, que incluyó una marcha de cinco días en septiembre que atrajo a miles.



“La marcha partió de la capital de Bangladesh, Dhaka, con casi 5.000 participantes, pero ya había congregado a más de 20.000 personas cuando, cinco días después, llegó a su destino [las cercanías de Sundarbans]”, le dijo Mowdud Rahman, ingeniero de Southeast Asia Renewable Energy People’s Assembly (SEAREPA) [Asamblea popular de energía renovable en el sureste asiático] a mongabay.com, y agregó que la “histórica” marcha fue “la primera vez que vimos que Sundarbans está en el corazón de cada bangladesí”.



Los opositores contienden que el proyecto de 1.320 mega watts tiene potencial para devastar Sundarbans, la selva más grande de Bangladesh y el último reducto del tigre en esta nación. Argumentan que es posible que la polución tóxica, el desvío del agua hacia la planta y el tráfico pesado de barcazas de carbón dejen el ecosistema de Sundarbans en progresiva degradación y amenacen los medios de sustento de medio millón de personas que dependen directamente del gran manglar.



“Nadie en su sano juicio estaría de acuerdo con este proyecto”, dijo Kallol Mustafa, activista bangladesí, a TIME Magazine en septiembre.



No obstante, el gobierno bangladesí respondió enérgicamente a los alegatos de que la planta de carbón causará daños en Sundarbans.



“[La planta de carbón de Rampal] no tendrá efecto negativo alguno en el medio ambiente. Sundarbans es nuestra salvaguardia [contra los desastres naturales] y no instalaríamos una planta de energía que pusiera en peligro a Sundarbans”, declaró Monowar Islam, Secretario de Energía de Bangladesh. El gobierno acusó a quienes se oponen a la planta de emplear “propaganda”.



Protestantes en la Larga Marcha. Foto por: Nusrat Islam Khan.
Protestantes en la Larga Marcha. Foto por: Nusrat Islam Khan.


Aun así, Bangladesh sigue siendo catalogado entre los países más vulnerables del mundo al calentamiento global, y tanto el gobierno como los expertos advierten que el país, de escasa altura, enfrenta crecidas en el nivel del mar, clima extremo que se intensifica, escasez de agua, inseguridad alimentaria y quizás millones de refugiados del clima.



“En el mundo, Bangladesh ya es punto álgido de ciclones tropicales y otros eventos climáticos, y es sumamente vulnerable a las tormentas y sequías que el cambio climático va provocando con cada vez mayor intensidad”, dijo el año pasado Hasan Mahmud, Ministro de Medio Ambiente y Bosques de Bangladesh. “Dos tercios del país están a menos de cinco metros por encima del nivel del mar y sus costas están expuestas a inundaciones y a la intrusión de agua salada, algo que ya estamos experimentando”.



Pese a ello, Bangladesh se está volcando hacia la energía a carbón—la fuente de energía que más carbono emite—inclusive mientras reprende, con toda justicia, a las naciones ricas por su desmesurado papel en crear el calentamiento global.



La planta de carbón de Rampal, que incita tanta oposición y tantos titulares en Bangladesh, es, de hecho, sólo una de al menos doce plantas de carbón que el gobierno actual, encabezado por la primera ministra Sheikh Hasina, propone para el país. Aunados, estos proyectos son parte de una ambiciosa estrategia gubernamental para generar más electricidad, hasta 20.000 mega watts antes de 2021, para una nación ávida de energía. Mas los activistas contienden que hay otras formas de producir energía que no amenazan a Sundarbans ni exacerban el cambio climático.



Camaradas de carbón: India y Bangladesh



La planta de carbón de Rampal no es sólo para Bangladesh. Concebido en 2010, el proyecto es una asociación entre la Junta de Desarrollo de Energía de Bangladesh y la Corporación Nacional de Energía Térmica (NTPC, National Thermal Power Corporation), de propiedad estatal de India, que compartirán en partes iguales la propiedad de la planta y la electricidad que produzca, aun cuando NTPC solamente está haciendo frente al 15 por ciento de los costos. Los críticos alegan que, pese a ser un proyecto conjunto de India y Bangladesh, es Bangladesh la que encarará los efectos ecológicos y humanos.




Mangles en Sundarbans. Foto por: Pranabesh Das.
Mangles en Sundarbans. Foto por: Pranabesh Das.


“El carbón es un gran negocio en India y sin duda hay poderosos intereses en juego”, dice Ashish Fernandes, experto en carbón de Greenpeace India. “Si Bangladesh se ve encerrada en un paradigma de energía dependiente del carbón, empresas como NTPC harán ingentes ganancias a costa del pueblo y del medio ambiente [bangladesíes]”.



La planta de carbón de Rampal, construida a 14 kilómetros del borde de Sundarbans, viola la ley india que estipula que las plantas de energía deben estar al menos a 25 kilómetros de tierra forestal. Sin embargo, en nota reciente a la prensa, el gobierno bangladesí contiende que 14 kilómetros es una “distancia segura”.



“[India] quiere destruir [los] Sundarbans de la parte bangladesí”, le dijo Sushanta Sinha, periodista local, a mongabay.com. Arguye que India no sólo obtendrá energía barata de la planta y sin inconvenientes medioambientales, sino que la degradación de los Sundarbans bangladesíes hará más atractiva la misma selva que se encuentra al otro lado de la frontera con India.



Sundarbans



Así como comparten la planta de carbón de Rampal, Bangladesh e India comparten el manglar de Sundarbans. Cerca al 80 por ciento de esta selva se halla al interior de Bangladesh y el resto está en el estado indio de Bengala. Sundarbans—sitio declarado Patrimonio de la Humanidad por UNESCO y lugar de los humedales de Ramsar—hoy cubre una impresionante área de 10.000 kilómetros cuadrados y, pese a que los colonos británicos lo consideraban un erial, es de enorme importancia para la gente del lugar, la cual por milenios ha dependido de sus pesquerías, madera y otras riquezas.



“[Sundarbans] cumple una función importante en la economía nacional (3,4% del PIB nacional) y es la mayor fuente de productos forestales en el país”, explica Abdullah Abu Diyan, medioambientalista y guía local. “Esta selva genera empleo a gran escala y oportunidad de sustento durante la estación de cosecha de material para techar, miel y cera de abeja, peces, crustáceos y moluscos”.



Mas el costo humano de la planta de carbón ya se lo está pagando: varias familias, de un total estimado de 4.000, ya fueron sacadas a la fuerza para dar lugar a la planta. La tierra que habitaban, mayormente estanques camaroneros y arrozales, pronto se convertirá en un sitio industrial.




La familia de Tajuddin Ahmed. Ahmed acaba de perder su tierra por causa de la planta de carbón de Rampal. Foto por: Nusrat Islam Khan.
La familia de Tajuddin Ahmed. Ahmed acaba de perder su tierra por causa de la planta de carbón de Rampal. Foto por: Nusrat Islam Khan.



No es de sorprender que este enorme manglar (aproximadamente del tamaño del Líbano) albergue una plétora de especies. A la fecha, los biólogos han catalogado a 330 especies de plantas, más de 270 aves, 208 peces, 42 mamíferos y 35 reptiles en la inmensa y última selva de Bangladesh. Muchas de estas especies están en peligro de extinción, como el delfín del río Ganges (Platanista gangetica) y el delfín Irrawaddy (Orcaella brevirostris); el avesol asiático (Heliopais personatus), un ave acuática; Heritiera fomes, una importante especie de mangle que se usa para leña; y, por supuesto, el tigre de Bengala (Panthera tigris tigris).



“Sundarbans es el último hábitat que le queda [en Bangladesh] al tigre de Bengala y no se lo puede relocalizar mediante corredores”, dice Diyan. Sundarbans aloja a más del 10 por ciento de los tigres de Bengala que viven en libertad en el mundo, unos 270 individuos. Hace tres años Bangladesh fue una de las 13 naciones que se comprometió a duplicar sus poblaciones de tigres hasta 2022. Mas los conservacionistas dicen que es posible que la planta de carbón merme su población en Sundarbans.



“Si se afecta adversamente a Sundarbans, es probable que también se afecte a los tigres”, anota Karolyn Upham, conservacionista de Zoological Society of London (ZSL, Sociedad Zoológica de Londres) que trabaja en la región.



Empero, los conservacionistas contienden que es posible que la planta de carbón ensombrezca al manglar como un todo, no sólo al tigre. Los manglares están entre los ecosistemas más importantes del mundo: actúan de viveros de peces, refugios de diversidad y depósitos de carbono. Más aun, en una era de creciente cambio climático, los mangles se confrontan a ciclones más devastadores y a mares en alza.



Aun así, según el gobierno, la planta de carbón de Rampal extraerá hasta 9.150 metros cúbicos de agua del río por hora y la pasará por una planta desalinizadora. Como los mangles dependen de una mezcla de agua dulce y salada—a la que se suele llamar salobre—los medioambientalistas no solo temen que desciendan los niveles del agua en el río Passur sino que se turbe la mezcla de agua dulce y salada, y se condene a las franjas de mangles de Sundarbans.



“Se ha propuesto ubicar la planta de energía en la ribera del río Passur, un río, de sólo dos, que trae agua dulce a Sundarbans”, explica Diyan. “Cualquier cambio en la calidad del río Passur puede ser extremadamente dañino para todo el ecosistema”.



Es más, el agua que se volverá a verter al río Passur será 20 a 25 grados Fahrenheit más caliente que el agua del río, lo cual amenaza a las especies acuáticas.



Una cigüeña en Sundarbans. Foto por: Pranabesh Das.
Una cigüeña en Sundarbans. Foto por: Pranabesh Das.



Las plantas a carbón también esparcen una colección tóxica de químicos al aire y al agua, como arsénico, mercurio, plomo, níquel y radio. El gobierno dice que la planta podría descargar hasta 52.000 toneladas de azufre por año, lo cual, según el tipo de carbón que se quema, acarrea lluvia ácida en Sundarbans y en las regiones vecinas.



“Se sabe que los ecosistemas de mangle contienen suelos ácidos; cualquier alteración drena el ácido al agua y conlleva un gran desastre para la fauna acuática, lo cual incluye las pesquerías”, añade Diyan.



La planta de carbón de Rampal también requerirá quemar unos 4,72 millones de toneladas de carbón cada año, que, según el gobierno, significará aproximadamente un barco al día cargando carbón por aguas de cuantiosa vida silvestre. Si se vertiera el carbón de las barcazas se contaminaría el agua. Por otro lado, los barcos también contaminarán de ruido a diario y pondrán en riesgo a especies como los delfines. Recién el año pasado, Bangladesh cercó tres nuevas áreas de Sundarbans como Reservas de Vida Silvestre para los delfines.



“El agua de Sundarbans y de las áreas circundantes se verá afectada por la descarga de agua refrigerante, efluentes de los barcos y agua que se drena del carbón de los barcos”, dice Abdullah Harun Chowdhury, ecólogo de la Universidad de Khulna, quien conduce sus propias evaluaciones del efecto de la planta de carbón de Rampal.



No obstante, el gobierno de Bangladesh, que no respondió a las repetidas solicitudes de comentarios que le hizo mongabay.com, sigue argumentando que la planta de carbón no tendrá efectos en el medio ambiente.



“[La planta de carbón de Rampal] se construirá con lo último en tecnología crítica ultra superior, así que no afectará el medio ambiente de Sundarbans”, dijo en septiembre Tawfiq-e-Elahi Chowdhury, asesor del primer ministro.



Ciervos chital en Sundarbans, una importante especie que es presa del tigre de Bengala. Los ciervos sobreviven gracias a los mangles y, a su vez, los tigres cazan a los ciervos. Foto por: Pranabesh Das.
Ciervos chital en Sundarbans, una importante especie que es presa del tigre de Bengala. Los ciervos sobreviven gracias a los mangles y, a su vez, los tigres cazan a los ciervos. Foto por: Pranabesh Das.



Agregó que “el asunto debe entenderse con una visión científica, no emotiva. La crítica [de quienes se oponen] no se basa en información ni en conocimiento tecnológico. Nuestra decisión se basa en términos reales y no en emociones”.



De acuerdo a una reciente nota de prensa del gobierno, la planta sólo quemará “carbón importado de gran calidad” y las “emisiones de carbono, azufre, cenizas volátiles y varios otros tipos de polución del aire se mantendrán a un nivel mínimo para evitar cualquier efecto adverso en el medio ambiente”.



En la misma nota el gobierno dice que la planta de carbón le “conviene en mucho a la población”.



Mas esto no convence a quienes se oponen.



“Aun cuando no hay una ‘buena’ ubicación para una planta de carbón, el situarla en, o cerca de, un ecosistema único que ya está bajo presión, como Sundarbans, es inexcusable”, dice Fernandes de Greenpeace India.



Las EIM en pugna



En enero de este año, el gobierno bangladesí dio a conocer un Estudio de Impacto Medioambiental (EIM) de 676 páginas sobre la planta de carbón de Rampal. El estudio lo hizo Center for Environment and Geographic Information Services [Centro de servicios de información medioambiental y geográfica]. Empero, en vez de aliviar la preocupación, EIM provocó nuevas disputas. Por ejemplo, EIM argumenta que es “muy poco” probable que haya lluvia ácida proveniente de la planta de carbón de Rampal debido a los métodos de mitigación y al tipo de carbón que se quema, pero los activistas dicen que esas garantías no bastan.



“La lluvia ácida… es un riesgo tan grande [que] antes de pensar en instalar una planta de energía a carbón cerca de Sundarbans se necesita plena seguridad de que es nula la posibilidad de esta clase de riesgos”, anota Rahman.



Algunos científicos también han atacado al EIM del gobierno por minimizar las amenazas y dispersar información errónea. La evaluación gubernamental trata a Sundarbans como un “área residencial y rural” y no como un “área ecológicamente crítica”. Al cambiar la designación, el gobierno impone menores umbrales a contaminantes como el azufre y el nitrógeno.



Un bote leñador en Sundarbans. Foto por: Pranabesh Das.
Un bote leñador en Sundarbans. Foto por: Pranabesh Das.



“Desafía la lógica tratar a Sundarbans, el manglar más grande del mundo…como un área residencial”, le dijo el economista Anu Muhammad de la Universidad de Jahangirnagar al periódico The Independent de Bangladesh.



“[El] gobierno está tratando de desorientar a la gente con información falsa”, contiende el periodista Sushanta Sinha.



Más aún, los críticos dicen que el gobierno ya había aprobado tácitamente la planta de carbón antes de que EIM se hubiese siquiera escrito o presentado al Ministerio del Medio Ambiente para ser aprobado. En 2010 el gobierno ya había obtenido 1.834 hectáreas (4.532 acres) de tierra para el proyecto, una adquisición que ya ha sacado a algunos lugareños de su tierra ancestral.



“Si observamos las cronología de eventos resulta claro que el proceso de EIM fue una mera patraña, un instrumento para racionalizar un proyecto predeterminado”, dice Rahman.



Mas el EIM gubernamental no es el único documento científico en investigar el efecto de la planta de carbón de Rampal. Antes de hacerse pública la evaluación oficial, el ecólogo Chowdhury condujo su propia investigación. Por varios años, Chowdhury y su equipo tomaron muestras del agua y del aire, monitorearon la biodiversidad y trabajaron con la comunidad local para generar un EIM independiente. Al final, llegaron a conclusiones radicalmente diferentes a las del gobierno.



“La mayoría de los efectos de [la planta] son negativos e irreversibles y carecen de forma alguna de mitigación”, concluye el informe de Chowdhury.



Por amor al carbón en un mundo en calentamiento



El mes pasado, Maplecroft, una empresa de análisis de riesgos en el mundo, con sede en el Reino Unido, tildó a Bangladesh de la nación más vulnerable del mundo al cambio climático. Se estima que Bangladesh, de ingente población—sigue siendo una de las naciones de mayor densidad poblacional del mundo—y de pobreza generalizada, va a padecer cuando el mar anegue sus tierras. Según las proyecciones del Grupo intergubernamental de expertos sobre el cambio climático, 17 por ciento del territorio bangladesí se verá inundado por el mar conforme sus aguas se elevan.



Nada de esto niega el gobierno. El año pasado, Hasan Mahmud, Ministro de Medio Ambiente y Bosques, declaró sucintamente, “en Bangladesh el cambio climático no es una amenaza; el cambio climático es la realidad”.



De hecho, muchos señalan que los efectos que ya se están dando en Bangladesh ilustran la conmoción que el cambio climático causará por el mundo.



Recolectores de miel en Sundarbans. Foto por: Kaiser Ahmed.
Recolectores de miel en Sundarbans. Foto por: Kaiser Ahmed.



Y esta opinión tiene su eco en el propio pináculo del gobierno bangladesí. En la Cumbre del Clima de NN.UU. en Copenhague en 2009, la primera ministra Hasina dijo que “la cantidad de refugiados que causa el cambio climático aumenta día a día. Los niveles marinos y temperaturas en alza están destruyendo el hábitat de los peces y las vidas de nuestros pescadores”.



Y no ha cambiado su posición en los últimos años. Hace seis meses, Hasina le dijo a una audiencia en la Cumbre de adaptación al cambio climático en Dhaka que “necesitamos actuar ahora [sobre el cambio climático] sin demoras […] Esto necesita abordarse como máxima prioridad”.



Aun así, Hasina sigue siendo firme defensora de la planta de carbón de Rampal, y su gobierno es la fuerza motriz de la repentina inversión de Bangladesh en el carbón. Hasta hace poco, menos del cinco por ciento de la producción de electricidad de Bangladesh provenía del carbón, y el país producía la mayor parte de su energía a partir del gas natural y la biomasa.



Diyan dice que la gente de Bangladesh “no ha recibido muestra alguna de que las acciones del gobierno son coherentes con el cambio climático”.



El gobierno contiende que la planta de carbón de Rampal—y las otras—producirán la energía que los 150 millones de bangladesíes tanto necesitan, la mitad de los cuales todavía carecen de electricidad.



Sin embargo, los activistas hacen notar que en un país de abundante luz solar y viento, hay muchas alternativas al carbón plagado de carbono.



De aumentar la eficiencia de plantas a gas que ya funcionan se agregaría 2.500 mega watts en un año—casi el doble de la producción energética de la planta de carbón de Rampal—, según el ingeniero Mowdud Rahman. Además, dijo que Bangladesh debería explorar las energías eólica, solar, a biogás y a hidroelectricidad a pequeña escala para cubrir sus necesidades. El gobierno bangladesí se acaba de imponer la meta de producir 5 por ciento de su energía, hasta 2015, a partir de fuentes renovables, y 10 por ciento hasta 2020.



“Desafortunadamente, esto sólo aparenta ser un objetivo idílico sin mayores intenciones de logro”, dice Rahman. “No parece haber mucha innovación entre quienes hacen políticas, pero sí un vicioso interés en esta planta”.



La larga marcha



En septiembre, bangladesíes preocupados llevaron su oposición a las calles. Decenas de miles participaron en una marcha de cinco días desde la capital hasta Sundarbans; otros miles apoyaron la iniciativa por medio de las redes sociales, según el Comité nacional de protección del petróleo, gas, recursos minerales, energía y puertos; el cual organiza la marcha.



“No hay forma alguna en que el gobierno pueda negar esta inmensa protesta y esta continua campaña”, dice Rahman.



Vista aérea de la larga marcha. Foto por: Nusrat Islam Khan.
Vista aérea de la larga marcha. Foto por: Nusrat Islam Khan.


Al final de la larga marcha de 400 kilómetros, los líderes activistas hicieron conocer la “Declaración de la larga marcha” que exige al gobierno que hasta el 11 de octubre se cancele el proyecto.



“Hemos dicho con frecuencia que hay alternativas para producir electricidad, pero que no hay alternativas para Sundarbans”, se leía en la declaración.



Mas, a la fecha, lo único que el gobierno ha cancelado es la ceremonia de inauguración de la planta de carbón. Los manifestantes volvieron a tomar las calles el 11 y esta vez los detuvo la policía.



“Ahora es cuando debemos mostrar una sabiduría común y tomar las decisiones correctas para un mundo más verde y más habitable”, le dijo la primera ministra Hasina al mundo, allá en 2009 en la Cumbre del Clima, y agregó, “las futuras generaciones nos juzgarán por las opciones que hoy tomemos”.





Huellas de tigre en el barro. Foto por: Karolyn Upham/ZSL.
Huellas de tigre en el barro. Foto por: Karolyn Upham/ZSL.


Un morador local de Rampal que perdió su tierra y que alega que no se le compensó adecuadamente. Foto por: Nusrat Islam Khan.
Un morador local de Rampal que perdió su tierra y que alega que no se le compensó adecuadamente. Foto por: Nusrat Islam Khan.


Un bote de pesca en Sundarbans. Foto por: Navid Bin Sakhawat.
Un bote de pesca en Sundarbans. Foto por: Navid Bin Sakhawat.




Manifestantes. Foto por: Nusrat Islam Khan.
Manifestantes. Foto por: Nusrat Islam Khan.




Mangles en Sundarbans. Foto por: Mohammad Rakibul Hasan.
Mangles en Sundarbans. Foto por: Mohammad Rakibul Hasan.



Salir de la versión móvil