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Un buitre egipcio muerto lleva a conservacionistas a la pista de un mercado negro de partes de animales





Buitre egipcio adulto en estado cautivo. Fotografía de Carlos Delgado.

Buitre egipcio adulto en estado cautivo. Fotografía de Carlos Delgado/Creative Commons 3.0.


La caza



Alrededor de las once de la mañana del jueves 27 de febrero de 2014, Angoulou Enika se escondió entre los altos pastizales a un lado de un gran pozo de agua, ubicado en la región del Sahel en Níger. Se mantuvo lo más quieto posible mientras apuntaba su rifle a un buitre egipcio que había bajado a tierra a tomar agua. Mantuvo la respiración, sostuvo el rifle y disparó. El ave cayó hacia un lado.



Contento con su puntería, se incorporó, levantó el animal y empezó a despellejarlo. Apiló las plumas en un costado, separó cuidadosamente los ojos y el cerebro, cortó y dispuso la carne al sol para que se secara y limpió todo el cráneo y el esqueleto. En ese momento encontró un extraño dispositivo, parecido a un teléfono celular, adosado a la espalda del animal, y lo cargó junto con lo demás porque pensó que podría venderlo. Lo único que desechó fueron los intestinos. Todas las partes del buitre son valiosas en su lugar de origen, Nigeria.



Los ricos de ese país ubicado al sur de Níger están dispuestos a pagar mucho dinero por partes del cuerpo de buitres egipcios. Creen que conservar una cabeza o pluma de esta ave en sus casas les traerá aún más fortuna. Algunos incluso comen los ojos o el cerebro con el fin de obtener poderes de clarividencia para predecir, por ejemplo, qué equipo saldrá campeón en la Copa del Mundo, y así poder apostarle.



La caza de este mes fue realmente exitosa para Enika. En total cazó 8 buitres y 42 cuervos, otra ave considerada un amuleto valioso. Ya estaba listo para volver a su aldea en Nigeria, ubicada a 84 km al sur de allí.



Nunca se imaginó que el ave que acababa de matar ese día era Paschalis, un buitre egipcio que era rastreado mediante satélites por científicos del proyecto “Retorno del Neophron” de LIFE+, una iniciativa conservacionista financiada con fondos de la Unión Europea. Sin darse cuenta, había removido el transmisor -que todavía estaba en funcionamiento- de la espalda del animal y lo había llevado con él hasta su país, con lo que dio inicio a una investigación internacional de dos meses que fue tras sus huellas.



La investigación



Buitre egipcio joven equipado con un transmisor. Fotografía de Petros Babakas/Lifeneophron.eu.
Buitre egipcio joven equipado con un transmisor. Fotografía de Petros Babakas/Lifeneophron.eu.


A muchos kilómetros de allí, en la capital de Bulgaria, el ornitólogo Volen Akumarev, que trabaja en la Sociedad Protectora de Aves de Bulgaria, fue quien notó que la señal de Paschalis había dejado de moverse. Akumarev y sus colegas de LIFE+ ya están acostumbrados a perder el rastro de las aves y reconocen rápidamente cuando una señal se queda inmóvil. Sólo uno de diez buitres egipcios recién nacidos sobreviven y llegan a la adultez.



Esta rara especie (Neophron percnopterus) tiene hábitos curiosos: nacen en Europa y de jóvenes viajan hacia África, donde pasan el invierno. Cual verdaderos cosmopolitas, en el verano vuelan de regreso a su hogar en Europa y pasan el resto de su vida así, migrando entre los dos continentes.



“No son sólo nuestros”, dice a menudo Stoyan Nikolov, gerente del proyecto de conservación LIFE+. “Pasan la mitad de sus vidas en Europa y la otra mitad en África. Son blancos y negros por igual”.



Paschalis sólo tenía siete meses cuando lo mataron. Había nacido en el Parque Nacional Dadia en Grecia, y los ornitólogos de WWF Grecia le habían colocado un anillo en la pata y un transmisor satelital en la espalda.



Paschalis era parte de un grupo de ocho buitres egipcios equipados con transmisores satelitales que cruzaron el Mediterráneo en su migración hacia África. Los otros siete o se ahogaron (debido a que no había con ellos un buitre adulto que les mostrara la ruta correcta para volar sobre el mar) o fueron presa de predadores. Paschalis era el único sobreviviente del largo viaje, y se había asentado en un pozo de agua cerca de la aldea Damou Kadi en Níger, en el mismo lugar donde lo alcanzó la bala del cazador ese día.



El equipo del proyecto LIFE+ (que reúne a la Sociedad Protectora de Aves de Bulgaria, HOS, WWF Grecia y la Sociedad Real para la Protección de Aves) observó en la computadora cómo la señal del transmisor satelital se trasladaba desde allí hacia una casa en la aldea cercana y luego por la ruta principal hacia el cruce de la frontera con Nigeria. En ese momento se contactaron con colegas de dos ONG locales: el Fondo de Conservación del Sahara, de Níger, y el Instituto de Investigación en Ornitología A.P. Leventis, de Nigeria.



En marzo, apenas unas semanas después del incidente, las ONG enviaron a algunos científicos al lugar desde donde se recibieron las últimas coordenadas satelitales, en ambos países africanos. La investigación posterior desenmascaró una extensa red de comercio ilegal de partes de animales que valen miles de dólares.



La red



La migración de Paschalis. Fotografía de Lifeneophron.eu.
La migración de Paschalis. Fotografía de Lifeneophron.eu.



Los investigadores del Fondo de Conservación del Sahara descubrieron que Enika caza cerca de la aldea Damou Kadi cada tres meses. Muy pocos buitres quedan en su país natal, Nigeria, donde los lugareños los han perseguido y cazado hasta casi llevarlos a la extinción.



“Este cazador es un pez pequeño”, dijo Nikolov. “Hay que concentrarse en llegar a la raíz del problema y revelar la red ilegal en su totalidad”.



Los buitres egipcios están listados como especie amenazada por IUCN. Hay leyes nacionales y convenios internacionales -como CITES- firmados tanto por Níger como Nigeria que los protegen en papel, pero que rara vez se aplican realmente. Lo que es más, los precios que se pagan por partes del cuerpo de animales se ha triplicado en los últimos años.



“Durante las competencias deportivas hay un aumento de la demanda en el mercado de cerebros de buitres”, explicó Nikolov, y continuó: “Antes, sólo los chamanes llevaban a cabo ceremonias tradicionales de predicción del futuro, y en ocasiones especiales. Ahora se ha convertido en algo que está de moda hacer, por cuestiones de satisfacción personal”.



Muchos nigerianos consumen también la carne del buitre e incluso sus excrementos, con la esperanza de que curen enfermedades.



El transmisor dañado de Paschalis. Fotografía de APLORI/Lifeneophron.eu.
El transmisor dañado de Paschalis. Fotografía de APLORI/Lifeneophron.eu.



“Algunas culturas africanas creen que los buitres tienen poderes mágicos porque están en contacto con la muerte todo el tiempo sin que ella los afecte”, comentó Nikolov.



Sin embargo, no hay evidencia científica de ningún tipo de que partes del cuerpo de un buitre tengan efectos sanadores.



Los científicos búlgaros suponen que las partes más valiosas se exportan a Europa como valiosos objetos fetiches. Los emigrantes de la diáspora africana que residen en Inglaterra, Holanda y otros países todavía mantienen creencias tradicionales y podrían ser un mercado de las partes.



“Lo que importa, en todo caso, es que estas personas pueden pagar un precio mucho más alto que los chamanes locales”.



La investigación continúa.



“Me siento como un perro de caza”, señaló Nikolov. “Quiero que la muerte de Paschalis no haya sido en vano, por lo que vamos a usar este caso para aprender todo lo que podamos sobre esta amenaza y qué hacer para contrarrestarla”.



El futuro



El humedal donde se reúnen ganado y buitres durante la temporada seca en la región del Sahel. Fotografía de SCF/Lifeneophron.eu.
El humedal donde se reúnen ganado y buitres durante la temporada seca en la región del Sahel. Fotografía de SCF/Lifeneophron.eu.



“No basta con prohibir las actividades dañinas”, dice Nikolov. “Tales problemas sólo pueden resolverse ofreciendo alternativas”. En consecuencia, reforzar la ley es la última prioridad que tienen los conservacionistas.



Una de las ideas que los científicos de LIFE+ quieren implementar es organizar campañas informales que se dirijan a grupos nómades y granjeros de los países del Sahel. Estos grupos no saben que los buitres tienen un rol importante en los ecosistemas locales, porque comen animales muertos y ayudan así a prevenir la propagación de enfermedades. Sin ellos, los pastores podrían perder sus animales.



“Los ancianos están al tanto de eso”, pudo saber Nikolov de las entrevistas que mantuvo con lugareños de Chad y Yibuti. “Las generaciones jóvenes son la que han perdido esta sabiduría”.



Otra de las ideas es organizar campañas de salud para vacunar y brindar asistencia básica a las familias. Tener acceso a la medicina moderna podría disuadir a la gente de continuar con la práctica de comer partes de buitres recomendada por curanderos dudosos.



Sin embargo, los conservacionistas no tienen fondos suficientes para trabajar en forma remota en África.



Según Nikolov, el proyecto gasta millones de dólares en proteger 75 parejas de buitres en la península balcánica. “Pero en África hay miles de buitres. Sería mucho más rentable invertir los fondos de conservación directamente allá”.



Enfatiza que sólo una pequeña porción del dinero se gasta en las aves en sí (para dispositivos de seguimiento, alimentación complementaria, etc.).



“Prácticamente todo el dinero se invierte en ofrecer educación ambiental y trabajo de conservación a los lugareños a lo largo de todo el recorrido migratorio que hacen los buitres”.




El nombre del cazador fue modificado mientras está en curso la investigación.




Armas de fuego fabricadas a mano por el cazador de buitres. Fotografía de SCF/Lifeneophron.eu.
Armas de fuego fabricadas a mano por el cazador de buitres. Fotografía de SCF/Lifeneophron.eu.


Lugar donde Paschalis fue cazado y aldea en donde se retuvo al transmisor por varios días. Fotografía de Lifeneophron.eu.
Lugar donde Paschalis fue cazado y aldea en donde se retuvo al transmisor por varios días. Fotografía de Lifeneophron.eu.


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