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‘Las armas también matan a los árboles’: la sobrecaza aumenta la amenaza de extinción para los árboles


Un importante estudio revela que la caza y las trampas también perjudican a los árboles tropicales



El oso negro asiático (Ursus tibetanus), también conocido como oso luna, es clave en la dispersión de semillas para especies como la Miliusa horsfieldii y otros árboles en Tailandia. Este espécimen fue capturado con una cámara trampa. Un nuevo estudio revela que cuando especies como estas se cazan, los árboles tropicales se enfrentan a la extinción. Foto por: Dusit Ngoprasert, Programa de Conservación de la Ecología, Universidad de Tecnología Rey Mongkut Thonburi.

El oso negro asiático (Ursus tibetanus), también conocido como oso luna, es clave en la dispersión de semillas para especies como la Miliusa horsfieldii y otros árboles en Tailandia. Este espécimen fue capturado con una cámara trampa. Un nuevo estudio revela que cuando especies como estas se cazan, los árboles tropicales se enfrentan a la extinción. Foto por: Dusit Ngoprasert, Programa de Conservación de la Ecología, Universidad de Tecnología Rey Mongkut Thonburi.


Un Nuevo informe confirma lo que los ecologistas han temido durante mucho tiempo: la caza de aves y mamíferos aumenta de forma dramática el riesgo de extinción de árboles tropicales. Investigando la larga esperanza de vida del árbol del dosel Miliusa horsfieldii, los investigadores descubrieron que la sobrecaza de animales podría incrementar el riesgo de extinción para estas especies catorce veces a lo largo del siglo, de un 0’5 por ciento a un siete por ciento.



“Nuestro estudio es el primero que cuantifica duraderos efectos de décadas de dispersión de semillas por animales por todo el ciclo de vida del árbol, desde semillas, plantas de semillero hasta árboles adultos,” dijo el autor Jeremy Lichstein con la Universidad de Florida.



Pero, ¿cómo podría afectar la caza de pájaros y mamíferos a los árboles? La inmensa mayoría de árboles en los bosques tropicales no se expanden por el viento, como los de áreas templadas, sino por animales, que comen el fruto y esparcen las semillas lejos allá donde defequen. Estos “dispersores de semillas”, como se les conoce, incluyen una amplia variedad de especies desde pájaros y murciélagos hasta mamíferos más grandes como monos, gatos civeta, osos e incluso rinocerontes y elefantes. De hecho, algunas especies de árboles en los trópicos dependen únicamente de unas pocas especies animales para su dispersión. Dicho esto, los científicos llevan tiempo sospechando que la sobrecaza de mamíferos y pájaros podría provocar un decrecimiento de algunas poblaciones forestales.



“Los estudios pasados han mostrado mayormente efectos a corto plazo de la caza en comunidades de árboles pequeños y semilleros,” según el autor Trevor Caughlin, también con la Universidad de Florida, dijo en mongabay.com. “Muchos de estos estudios revelan un cambio en la composición de las especies en áreas de caza desde especies forestales que son dispersadas por animales hasta especies de árboles dispersadas por el viento. Lo que ha faltado es una forma de predecir las consecuencias a largo plazo de estos cambios en los bosques tropicales.”



Un joven gibón comiendo fruta en el Santuario de Vida Salvaje de Huai Kha Khaen. Los gibones son importantes dispersores. Foto por: Tommaso Savini, Programa de Conservación de la Ecología, Universidad de Tecnología Rey Mongkut Thonburi.
Un joven gibón comiendo fruta en el Santuario de Vida Salvaje de Huai Kha Khaen. Los gibones son importantes dispersores. Foto por: Tommaso Savini, Programa de Conservación de la Ecología, Universidad de Tecnología Rey Mongkut Thonburi.


Aunque algunas investigaciones incluso habían predicho escaso impacto en las poblaciones forestales a largo plazo, el informe de Caughlin, publicado hoy en las Actas de la Royal Society B, demuestra lo contrario. Para determinar esto, Caughlin y sus colegas ojearon 15 años de datos sobre poblaciones de Miliusa horsfieldii en el Santuario de Vida Salvaje de Huai Kha Khaeng, un área protegida en Tailandia que sigue siendo hogar de muchos animales dispersores de semillas. El equipo se centró en algo llamado “dependencia de densidad negativa,” o NDD (Negative Density Dependence) que básicamente significa que las semillas que se esparcen más lejos del árbol progenitor –por un mamífero o pájaro– terminan mucho mejor que aquellas que caen y crecen cerca.



Con tres años de trabajo en el parque –y armado con 15 años de datos– Caughlin descubrió que cuando el Miliusa horsfieldii estaba hacinado con otros de su misma especie, se enfrentaban a retos mayores, y no solo al comienzo de su vida. Este hacinamiento tiene “efectos a largo plazo que van más allá de la fase de semilla y afecta a la supervivencia de semilleros, retoños y árboles adultos,” explicó Caughlin, incluyendo disminución de semilleros y crecimiento del árbol. Definitivamente, la esperanza de vida del árbol estaba perjudicada.



“Estudiar todas las etapas de la vida de un árbol es importante debido al largo y complejo ciclo de vida que tienen,” anota Caughlin. “Un único árbol puede vivir cientos de años y producir cientos de miles de semillas, la mayoría de las cuales morirá mucho antes de alcanzar la edad adulta. Aun así, los árboles solo se mueven una única vez durante todo su ciclo de vida: en la dispersión de la semilla. Comprender la importancia de la dispersión de la semilla para la población forestal requiere la medición de la importancia del patrón espacial establecido por la dispersión de semillas en todas sus etapas.”



Una vez que el equipo había establecido cómo el hacinamiento forestal afectaba a las especies, describieron cómo esto reduciría la supervivencia a largo plazo en un entorno donde los dispersores de semilla han sido eliminados por la caza. Esto no es un escenario hipotético: muchos bosques en los trópicos han pasado a llamarse “bosques vacíos” donde incluso aunque los árboles siguen en pie, casi todo el medio y pájaros grandes y mamíferos han sido barridos por la práctica implacable de la caza y las trampas. En ningún otro sitio tiene mayor trascendencia el problema que en el Sureste de Asia, donde se realizó el estudio. El modelo a ordenador descubrió que la extinción sería 14 veces más probable para el Miliusa horsfieldii en el momento en que sus dispersores de semillas sean eliminados.



Aunque el estudio se centra en un único árbol del dosel, Caughlin dijo que espera que los resultados sean similares para otras especies de árboles dispersadas por animales en la región.



Los frutos, del tamaño de una cereza, del árbol Miliusa en Tailandia son ingeridos por numerosas especies de grandes mamíferos, incluyendo osos, primates y gatos civeta. Foto por: Trevor Caughlin, Universidad de Florida.
Los frutos, del tamaño de una cereza, del árbol Miliusa en Tailandia son ingeridos por numerosas especies de grandes mamíferos, incluyendo osos, primates y gatos civeta. Foto por: Trevor Caughlin, Universidad de Florida.



“Numerosos estudios muestran que los efectos de hacinamiento (NDD) son generalizados por todas las especies de árboles y la mayoría de los árboles tropicales son dispersados por animales,” dijo en mongabay.com. Aunque también añadió que es necesario investigar más sobre la relación entre dispersores de semillas y depredadores de semillas –aquellas especies que destruyen la semilla al comérsela.



“Las interacciones tropicales planta-animal son complejas y estamos comenzando a comprender cómo estas relaciones se traducen en cambios a largo plazo para las poblaciones de árboles. Por ejemplo, la sobrecaza de animales dispersores de semillas, depredadores de semillas y herbívoros (como el ciervo o los pecaríes) a menudo se produce al mismo tiempo. En estos casos, la pérdida de depredadores de semillas puede compensar la pérdida de dispersión y frenar la extinción de la población forestal. Sin embargo, está cada vez más claro que la pérdida de animales dispersores de semillas cambiará la composición y estructura de los bosques tropicales.”



El biólogo tropical, Richard Corlett, famoso experto en caza y dispersión de semillas en el sureste de Asia, dijo que el estudio “aborda un vacío importante” sobre las implicaciones de la sobrecaza.



“Sabíamos que la caza era mala, pero no estábamos seguros de por qué era mala y, por lo tanto, no podíamos predecir el impacto a largo plazo. Ahora sabemos que es realmente muy mala y que irá a peor. El mensaje ‘las armas matan árboles también’ debería ayudar a poner la sobrecaza en primer lugar en la agenda de conservación, que es donde merece estar,” añadió Corllet, que no participaba en el estudio pero es actualmente director del Centro de Conservación Integrante en los Jardines Botánicos Tropicales Xishuangbanna en Yunnan, China.



Caughlin dijo que el mensaje para los diseñadores de políticas era simple.



“A menos que se tomen medidas para reducir la presión de caza sobre los animales dispersores de semillas, la integridad del bosque tropical corre peligro,” comentó, y añade “la amenaza de sobrecaza en los bosques tropicales es particularmente preocupante, ya que esta práctica podría degradar incluso bosques que están protegidos ante la tala, fuegos y otras perturbaciones. Y si la cantidad de arboles por dispersión animal decrece, nos arriesgamos a perder recursos valiosos del ecosistema, incluyendo deposiciones de carbono, biodiversidad e incluso poblaciones salvajes de importantes especies comerciales de árboles.”



Carne de aves silvestres a la venta en Laos. Foto por: Rhett A. Butler.
Carne de aves silvestres a la venta en Laos. Foto por: Rhett A. Butler.




Jabalí salvaje (Sus scrofa) capturado en un cepo en Aceh, provincial de Sumatra. Los jabalís son depredadores de semillas, no dispersores de semillas, pero juegan un papel vital en la ecología de un bosque. Foto por: Rhett A. Butler.
Jabalí salvaje (Sus scrofa) capturado en un cepo en Aceh, provincial de Sumatra. Los jabalís son depredadores de semillas, no dispersores de semillas, pero juegan un papel vital en la ecología de un bosque. Foto por: Rhett A. Butler.




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