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La fiebre del oro en el Amazonas destruye enormes franjas de bosque tropical

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Los bosques tropicales de Sudamérica se enfrentan a muchas amenazas. La deforestación que se está produciendo en el continente se estima entre las mayores del mundo y provoca pérdidas de hábitat, biodiversidad y cantidades enormes de carbón aislado. Aunque los culpables habituales como la agricultura, ganadería, explotación forestal se conocen de sobra, la minería de oro está expandiendo rápidamente su alcance destructivo a algunos de los paisajes más puros del mundo, según la investigación publicada esta semana en la revista Environmental Research Letters.



“Aunque la pérdida de bosque debido a la minería es menor en extensión comparada con la deforestación causada por otros usos de la tierra, como la agricultura o las zonas de pasto, la deforestación debida a la minería se está produciendo en algunas de las regiones con más biodiversidad de los trópicos,” comenta Nora Álvarez-Berríos, estudiante graduada en ciencias medioambientales por la Universidad de Puerto Rico-Río Piedras, en un comunicado de prensa. Ella fue la autora principal del estudio.





Mina de oro Huepetuhe en el sur de Perú. Para separar la mena de la ganga se utiliza mercurio, que es una neurotoxina. Estudios previos han reflejado un alto nivel de mercurio en sangre en los peces y gentes de las aguas bajas del río en la ciudad de Puerto Maldonado. Foto por Rhett A. Butler.




Álvarez-Berríos y su coautora, T. Mitchell Aide, descubrieron que entre 2001 y 2013, se destruyó cerca de 1680 kilómetros cuadrados de bosque en relación con la extracción de oro en 1600 puntos individuales de minería a lo largo de Sudamérica. La distribución de la deforestación, sin embargo, fue de todo menos uniforme. Los investigadores descubrieron que más del 90 por ciento del bosque perdido se produjo en cuatro “puntos conflictivos”, incluyendo reservas para “algunos de los bosques más remotos, mejores conservados y con mayor edad de Sudamérica tropical,” escriben las autoras en el artículo.



Además, relacionaron la tendencia con la recesión económica internacional que ocurrió en 2008. Como en cualquier recesión mundial, la gente rápidamente pasa a invertir en bienes tangibles como el oro. Esa demanda, combinada con ingresos crecientes en lugares como China y, por lo tanto, más dinero para gastar en joyería de oro, disparó por las nubes el precio por onza del metal, de 220 € en 2000 a más de 1000 € hoy en día. El precio alcanzó su mayor valor en más de 1500€ por onza en 2011.



Álvarez-Berríos y Aide dividieron aproximadamente el periodo en dos, observando la deforestación ocurrida entre 2001 y 2006 comparada con la producida entre 2007 y 2013. En este último periodo, se estimaron 1303 kilómetros cuadrados de cubierta forestal perdida debido a la minería. Eso supone más del 80 por ciento del total de la deforestación que se produjo a lo largo del periodo total de 13 años y un aumento del 245 por ciento de la compensación producida antes de la crisis financiera global.



Para encontrar los nexos entre minería de oro y deforestación, los científicos primeramente compilaron una base de datos de minas conocidas y posibles de los registros del gobierno y compañías privadas, así como escaneando imágenes en Google Earth. Así, utilizaron imágenes en satélite para examinar cómo la vegetación alrededor de estos puntos de minería cambió a lo largo del tiempo. Además, observaron si los sitios de extracción invadieron áreas protegidas como parques y refugios.



La porción más grande de la deforestación –alrededor del 40 por ciento– se produjo en el bosque de Guayana, constatado en las tres Guayanas –Guayana, Guayana Francesa y Surinam– y Venezuela. La minería ha estado en auge en esta región desde los años noventa, puesto que es rica en hierro, diamantes y bauxita, además de oro. Las autoras citan que estadísticas de la Comisión Forestal de Guayana reflejan que el 68 por ciento de la deforestación en Guayana entre 2001 y 2010 fue consecuencia de la minería. El estudio también reveló incursiones frecuentes de la minería en “áreas de alta prioridad de conservación” y que la mayoría de las minas en el bosque de Guayana son pequeñas o de tamaño medio.






Brasil vio su pico en minería conforme el precio del oro subió, con 10 veces el número de mineros de menor escala en 2010 que en 1990. Se estima que más de 200 000 están operando en el Amazonas de Brasil, especialmente en la región ecológica del bosque Tapajós–Xingú. Las autoras señalan que el pastoreo en las mismas áreas de minería a menudo agrava la deforestación.


La minería en la región del Valle Magdalena-Urabá de Colombia ha sido un promotor notable de la deforestación, junto con la extracción petrolífera, ganadería y agricultura, según las autoras. Casi toda la minería en Colombia es ilegal, escriben, y esta región específica es zona de grupos de guerrillas y milicias, incluyendo las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el EPL (Ejército Popular de Liberación), que utilizan la minería para apoyar sus actividades.



El cuarto punto conflictivo de deforestación mencionado por las autoras es el suroeste de Perú, en el departamento de Madre de Dios. Citan que investigaciones previas han descubierto que la minería es la fuerza más grande que ha cambiado el paisaje entre 2008 y 2012, incluso aunque la agricultura ya hubiera causado la mayoría de la deforestación. Álvarez-Berríos y Aide señalan que el aumento del precio del oro ha significado que los mineros tengan la capacidad de ganar 12 veces más que el trabajador medio agrícola de la región –hasta 200 € al día como minero, comparado con los 13-15 € al día por trabajos agrícolas.



Los datos de Global Forest Watch ilustran la deforestación que se está produciendo en la región. Las alertas de FORMA muestran ejemplos de una probable pérdida de bosques en un tiempo real-cercano. Desde 2006, la mayoría de las alertas se han producido a lo largo de las vías navegables, lo que sugiere que la deforestación se puede estar produciendo junto con intentos de extraer el oro aluvial encontrado en ríos y arroyos.






La minería está descontrolada a lo largo de las áreas superiores del río Madre de Dios en el sur de Perú. Según Global Forest Watch, ha habido más de 3000 alertas FORMA en la región desde 2006, con más de 57 000 hectáreas de cubierta de bosque perdidas desde 2001 hasta 2012. Clic para ampliar.



El análisis de las autoras sobre áreas protegidas reveló que cerca de un tercio de la deforestación que calcularon se produjo en un área neutral de 10 kilómetros de áreas “estrictamente” protegidas que normalmente no permiten trabajos de extracción en sus fronteras. Descubrieron que en el interior de áreas estrictamente protegidas se produjo poca deforestación.



Puesto que los alicientes a la minería de oro persisten, las autoras destacan que la deforestación no es la única consecuencia negativa. La minería incrementa la sedimentación en los ríos, cacería salvaje y contaminación acústica, describen los investigadores. Los químicos utilizados en el proceso pueden afectar también a poblaciones alejadas de los sitios de extracción: “Se han descubierto concentraciones elevadas de mercurio en personas alejadas cientos de kilómetros de los puntos de minería de oro,” añaden.



Sobre el papel, los científicos alertan de la necesidad de enfrentar tanto la oferta como la demanda del tema en cuestión. “Para disminuir el nivel de deforestación que se está produciendo como consecuencia de la minería de oro en los bosques tropicales, es importante que se cree conciencia entre los consumidores de oro para comprender el impacto social y medioambiental de la compra de joyería de o de invertir en oro,” dijo Álvarez-Berríos en el comunicado.



“Es importante también motivar métodos más responsables de extracción de oro por medio de la ayuda a los mineros para obtenerlo de una forma más eficiente para reducir una intrusión más pronunciada en los bosques,” añadió.







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